Disclaimer: Ayer tuve un sueño es el que me llamaba Joanne y era famosa. Pero no era más que eso, claro: un sueño.
'Cause I'd rather feel pain that nothing at all…
(Porque preferiría sentir dolor a no sentir nada en absoluto…)
― ¿Remus? ―preguntó Lily, con esa mirada que tan pocas veces tenía, esa que admitía vulnerabilidad y miedo, bajo esa capa de fortaleza―. ¿Y si es la decisión equivocada?
Remus no respondió enseguida. La imagen de un James emocionado, dando vueltas en su habitación, planeando cada detalle, se infiltró en su mente. Seguramente haciendo el intento (en vano, claro) de aplastar su pelo alborotado. Alisando su camisa o echándose litros de colonia. De seguro que era la primera vez que estaba nervioso por una cita, que podría vacilar en un cumplido, que practicaría una sonrisa despreocupada. Que podría fallar.
¿Pero qué derecho tenía él a alejarlo de su mayor sueño? James era su amigo. Y James la quería, eso no podía negarlo, aunque doliera. Claro, nadie podría jamás amarla como él lo hacía, pero Remus Lupin no tenía derecho a amar.
La miró, de arriba abajo, deteniéndose en cada detalle.
Era preciosa. Única. Sus ojos verdes, su sonrisa sincera, las incontables pecas sobre su nariz, sus cabellos pelirrojos agitándose al viento… Esa manera suya de ver sus virtudes, cuando ni los demás, ni él mismo eran capaces. Ella siempre había estado ahí para él, y ahora, era su turno.
Respiró profundamente antes de hablar. El dolor le quemaba la garganta, martilleaba sus oídos, corrompía sus pensamientos. Hipócrita. Cobarde.
Pero se mantuvo firme en la decisión que había tomado. Después de todo, ¿cuántos hombres estarían dispuestos a guardar silencio? ¿A sacrificarse por la mujer que aman?
―Cornamenta está enamorado de ti. Y, admítelo, tú lo amas, Lily―respondió, con una sonrisa forzada―. ¿No es eso suficiente para tomar la decisión correcta?
Lily notó que algo andaba mal. Que la sonrisa de su amigo era débil, sin sentimiento… falsa.
―¿No hay nada que quieras decirme, Remus?
Remus le dirigió una última mirada antes de darle la espalda.
―Sí: llegas tarde a tu cita.
Lily lo miró, interrogante, pero respetó su silencio. Dándole un suave beso en la mejilla, dejó la habitación.
Remus se quedó con la sombra de su presencia, el fantasma de su existencia. Y con su sonrisa. ¿Porque, qué importaba si esa media sonrisa no iba dirigida a él cada mañana, mientras que estuviera ahí?
Jamás se apagaría.
Siempre brillaría para él… Brillaría por su sacrificio. Por su dolor.
N/A: ¿Algún review para saber vuestra opinión? Beso, Steph.
