¡Hola a todos! Estoy de regreso porque no soporté estar alejado.

En este momento de mi vida me encuentro completamente enviciado con la escritura y ahora siempre que me siento enfrente del computador tengo que agregarle un par de líneas o, en ocasiones, un par de páginas a alguna de las historias que tengo por ahí. Siempre he pensado que no es muy conveniente escribir dos historias al tiempo, pero afortunadamente logré hacerlo porque esta ya estaba casi terminada, sólo le faltaba una parte al capitulo final y quizás un epilogo pequeñito.

Ustedes ya la conocen, al menos en parte, porque ya había sido publicada con anterioridad solo que la eliminé por… digamos… cuestiones personales. Sin embargo aquí esta de nuevo, con una pareja que me esta empezando a gustar cada vez mas.

Espero que les guste y aquí va de nuevo.


ULYSSES.

POR: G. LITTLEWOLF

CAPITULO 1: I'M BORED


Por un momento pensó en dejar el coche encendido y quedarse adentro: Estaría muerto en menos de cinco minutos y sería una manera sencilla de morir, sin ensuciarse las manos, sólo los pulmones: La muerte dulce ¿No era así que la llamaban? Una manera de morir que tenía todos los días a todas horas muy a la mano. Al regalarle ese auto su padre le había regalado también una forma fácil de librarse de todos los problemas. Yuuto Kidou se preguntó porqué no lo había pensado antes. Porque si, no era la primera vez que a su cabeza se le venían pensamientos suicidas. Varias veces el joven se había quedado mirando al vacío desde los últimos pisos de los edificios que poseía su adinerada familia. Varias veces le había parecido muy atractivo el filo plateado de las cuchillas que usaba en las mañanas para rasurarse la cara. Varias veces los frasquitos llenos de cientos de píldoras se le aparecían al abrir el gabinete del baño. Y todas las veces, como Yuuto sabía que iba a pasar en esta, desistía y consideraba que el suicidio no sólo era patético sino que era cobarde. Si, siempre había tenido en su mente ideas suicidas, pero también había tenido en la cabeza la convicción de que nunca iba a llegar a hacerlo. Esta convicción fue la que lo llevó a apagar el motor y salir del carro después de un pesado suspiro de perenne resignación.

—Aquí vamos —Resopló el joven al tiempo que azotaba la puerta de su automóvil. En el amplio garaje se encontraban guardadas otras tres maquinas similares a la suya. Toda la familia se encontraba reunida puesto que no faltaba ninguno de los automóviles, lo mas seguro era que lo estuvieran esperando. Su familia lo estaba esperando: un nuevo sermón lo estaba esperando y por eso cuando el joven empezó a caminar hacia el comedor procuró que sus pasos se estiraran como las mismas sombras lo hacían a la luz de la mórbida luna de Agosto.

Su padre iba a estar furioso. Su madre iba a estar triste. Haruna, su hermana, entendería, de cierta manera, su modo de actuar, pero debería callar puesto que su padre así lo exigiría. Seguramente lo habían estado esperando en el restaurante toda la tarde, al menos cuando Yuuto había llamado por el celular aun se encontraban allí. Su padre no había dicho mucho en ese momento, sólo había gruñido una maldición, solicitado verlo en la noche en la mansión y colgado sin despedirse. Su ira había sido evidente aun cuando Yuuto se encontraba lejos del lugar, ahora que estaba cerca podía sentirla como si fuera corpórea; como si fuera un vaho recorriendo toda la mansión; todos los pasillos, respirándole en la nuca.

—Quizás debería decirles todo, esta misma noche, así dejarían de molestarme —Dijo mordisqueándose los labios inconscientemente en un gesto que revelaba lo nervioso que se encontraba en ese momento. No era la decisión más sencilla de tomar y menos aun con todo ese asunto del matrimonio que llevaba ya varias semanas en planeación. Todo se iba a ir al carajo.

El joven siguió caminando. Sus pasos percutían por los oscuros pasillos de la mansión como gotas de agua en lo profundo de una caverna y eran lentos como si las suelas hubieran cobrado de repente una nueva plataforma hecha de plomo. Yuuto quiso huir, huir otro tanto, otro par de días, algunas semanas mas, algunos meses mas, sin embargo no había mucho a donde correr y el tiempo, tarde o temprano iba a pasar y a alcanzarlo.

Toda esa situación se estaba haciendo bastante pesada: el joven sentía que quería rendirse.

La presencia labrada de la madera de la puerta pareció imponente en el oscuro pasillo. El joven nunca había notado lo tenebrosas que podían llegar verse las figuras talladas en el fino material; en ese juego de sombras, causado por el manto de la noche. El picaporte se sintió helado en su mano izquierda. El quejido de la puerta, como el de un vetusto felino, hizo que los vellos de sus brazos se estremecieran.

Cuando ingresó en la habitación lo primero que vio fue a su madre y a su hermana, sentadas a la mesa con sendas tazas de té enfrente de ellas. Haruna le sonrió de manera casi imperceptible mientras que su madre prefirió mirar hacia otro lado. Yuuto caminó hacia ellas porque sus actitudes mostraban que era seguro acercarse. El joven sabía que su hermana lo apoyaría en lo que fuera que él decidiera, siempre había sido así y aunque a veces sus decisiones se mostraban amilanadas por el carácter de su padre, Yuuto sabía bien que contaba con ella. En cuanto a su mamá era algo similar. Ella, sin embargo, al ser más cercana a su papá, vivía incluso mas medrosa que Haruna, pero el joven también conocía sus pensamientos, también sabía que tendría su apoyo en lo que fuera.

Hasta ese momento no se había dado cuenta de que su papá lo miraba desde el gran ventanal que daba al jardín en donde aun se escuchaba el gorjeo del agua de la magnifica fuente. Fue cuando el hombre caminó, cuando los tacones de sus zapatos estallaron en la madera del suelo como disparos de revólver, que Yuuto reaccionó y supo que no iba a ser una reunión relajada y que, al contrario de lo que había pensado segundos atrás, no era seguro estar ahí.

—Buenas noches a todos —Dijo retrocediendo un paso al tiempo que movía sus ojos, aparentemente quitándolos de encima de su padre, pero en realidad manteniéndolos de una manera imperceptible, vigilando que no se acercara demasiado, viendo como su madre parpadeaba con oculto cariño procurando seguir sin inmiscuirse, viendo como Haruna batía su mano muy suavemente a manera de contestación— Buenas noches, padre —Agregó dejando finalmente sus ojos quietos.

—Entonces te dignaste a venir —Notó el hombre con una voz que resonó con la fuerza de un relámpago. Yuuto mantuvo sus ojos escarlata sobre el hombre y se permitió analizarlo: Su padre se había quedado en la mitad de la sala como midiéndolo, como calculando cuánto se demoraría en atraparlo entre sus manos para estrangularlo, como calculando cuánta fuerza sería capaz de soportar su cuello, como calculando cuántos minutos sin aire sería capaz de soportar. Si. Los ojos del hombre mostraban que querían matarlo.

El joven retrocedió unos pasos más. Por seguridad.

—Quiero pedirles perdón a todos por no presentarme —Dijo Yuuto con lentitud solemne— De verdad me disculpo de todo corazón —Luego miró a su padre. Se sintió incomodo porque sabía que sin importar el peso que pudieran llegar a tener sus palabras, estas no conmoverían jamás al hombre— Mañana mismo llamaré a la familia Raimon, organizaré una reunión de nuevo y me disculparé personalmente con ellos. Sé que Natsumi va a entender, y el señor Raimon es muy razonable.

—¿Cuál es tu excusa? —Preguntó el hombre acercándose los pasos que su hijo se había alejado.

«Que no me quiero casar» pensó el joven, sintió las palabras en la punta de su lengua, acariciándole los labios «que de haberme presentado habría estado un paso más alejado de mi felicidad. Que no me gusta Natsumi Raimon. Que no me gustan… las mujeres»

Las palabras sonaban mucho más sencillas, y salían mucho mas fácilmente de sus labios, cuando las practicaba en la soledad de su carro, o enfrente de su espejo mientras se arreglaba sus dreadlocks, o cuando estaba caminando por la calle sin nadie a su lado. Con su padre ahí, delante de él, las palabras parecían hechas de pegamento y su boca parecía hecha de papel.

El joven se descuidó mientras pensaba en todos los tipos de respuesta que podía haberle dado a su papá. El hombre se acercó demasiado en muy poco tiempo y cuando Yuuto lo tuvo delante, la presencia del hombre fue tan imponente como lo había sido la tenebrosa puerta de madera unos minutos atrás. Sintió miedo y cuando la mano de su padre lo sujetó del hombro no hizo que las cosas fueran mejores.

—¿Cuál es tu excusa? —Repitió el hombre apretando el hombro de su hijo.

—Ella me entenderá —Dijo el joven, sin pensarlo tanto.

El inconfundible sonido de la piel golpeando la piel se oyó en la sala. Haruna y su madre vieron con estupefacción, y con el coraje de saberse imposibilitadas, como el hombre había elevado su mano del hombro del joven para, en un rápido latigazo, estrellarla contra su quijada.

Yuuto soportó la acción sin moverse demasiado. Había sido un golpe muy fuerte, el joven aun sentía el hormigueo en su mejilla, sin embargo desde lo más profundo de su corazón se propuso no demostrar debilidad y se quedó tan quieto como una estatua. Se preparó incluso para recibir una segunda cachetada: Perfiló su rostro, apretó su mandíbula y esperó. Sus ojos estaban cerrados, pero no estaban apretados, si se descartaba la tensión de su mandíbula su rostro podía pasar fácilmente por uno tranquilo.

Yuuto escuchó como las patas de una silla raspaban contra el suelo de madera. ¿Su madre iba a intervenir? ¿Quizás Haruna? El pensar que podía ser su hermana y que quizás al hacerlo iba a recibir castigo similar, hizo que el joven se despabilara y volviera a mirar a su padre.

—De verdad lo lamento, papá —Dijo rápidamente.

Las palabras detuvieron a su madre que había sido la causante del movimiento de la silla, se había movido de su lugar, pero muy poco, sólo para acomodarse, nunca para intervenir. Yuuto no recordaba nunca que su padre la hubiera golpeado, pero si su mamá era tan cautelosa en sus acciones hacia el hombre, quizás era porque sabía de lo que este era capaz.

El joven odió a su padre. Más que nunca. Pero casi al mismo tiempo tuvo que pensar en qué tan justificado era ese odio.

Él lo estaba ayudando ¿No era así? Si, quizás de una manera errónea, una manera que incluso podía verse como retrograda y arcaica, pero su padre quería lo mejor para él y eso, lo mejor, sólo podía venir si Yuuto se casaba con Natsumi Raimon. Su padre lo estaba ayudando con ese asunto del matrimonio arreglado.

A los ojos de cualquiera Natsumi Raimon era una oportunidad de oro, una oportunidad a la que uno debía ser estúpido para dejar pasar. Natsumi era una chica linda, acaudalada, talentosa y decente; una chica que definitivamente sería un orgullo para el hombre que la llevara de su brazo. Un orgullo para el hombre que lograra ponerle un anillo en el dedo.

Su padre sólo lo estaba obligando a elegir lo mejor.

«¿Entonces soy yo el malo de la historia?» Se preguntó.

Lo que pudiera surgir de su unión con Natsumi, los intereses que tuviera su padre, lo tenía sin cuidado. Lo importante era que Yuuto saldría bien librado. Entonces ¿Por qué quejarse tanto? Él no iba a ser la primera persona casándose sin estar enamorado ¿verdad?

—Voy a ir ahora mismo a la casa de los Raimon —Dijo de repente.

—¿Eres idiota? —Preguntó el hombre— ¿Te das cuenta de la hora que es?

—No es tarde —Respondió al tiempo que miraba el reloj de péndulo que adornaba una de las esquinas de la magnifica sala— Además estoy mostrando compromiso por enmendarme. Voy a ir —Terminó con contundencia y se sintió orgulloso porque vio como las palabras refrenaban, al menos por un instante, los bríos de su padre. Yuuto pensó que quizás, algún día, si mostraba esa misma contundencia, si se mostraba así de fuerte podría confesarle a su padre ese secreto que lo estaba carcomiendo desde tanto tiempo atrás.

—Eres una vergüenza, Yuuto —Dijo finalmente el hombre que, simplemente, se dio la vuelta y salió de la sala sin despedirse de nadie.

Por fin el joven sintió algo de tranquilidad. Un profundo suspiro de alivio se escapó de lo más profundo de su pecho cuando se giró para mirar a su madre y su hermana, entonces les sonrió con algo de amargura.

—Regreso mas tarde —Dijo sin quitar esa triste sonrisa de sus labios.

—¿De verdad vas a ir a casa de los Raimon…? podrías esperar hasta mañana, hijo —Aconsejó la mujer.

—No mamá. Tengo que ir. No quiero avergonzar más a papá —Yuuto sonrió quitándole un poco de tristeza a sus labios— Regreso mas tarde.

Y sin decir mas, salió de la sala tal y como lo había hecho el hombre mayor.

Una vergüenza, pensó. No, aun no lo era. Estaba seguro de eso. La mayor vergüenza aun era un secreto, uno que cada vez se sentía más pesado en sus hombros, uno que cada vez se mostraba más atractivo queriendo dejar de ser secreto. Sin embargo el joven era consciente de que cuando esto sucediera, cuando su verdad se supiera, las consecuencias iban a ser catastróficas, irreparables. El joven suspiró.

Por ahora debía reparar lo que si era reparable y lo único que parecía serlo en ese momento era el desplante que les había hecho a Natsumi y a ambas familias.


FIN CAPITULO 1

Ahí lo tienen… los que ya lo habían leído seguramente lo encontraron parecido al de hace algunos meses y la verdad es que tienen razón porque no hubo cambios muy radicales, fue mas bien cuestión de gramática y construcción.

Aun así espero sus comentarios que siempre me llenan con alegría y entusiasmo para cada semana traer un capitulo mas.

Ah… revisen próximamente mi perfil para que vean lo que viene en camino para los próximos meses.