Hola bellezas spero que asi como siguieron hasta el final de la primera me sigan en sta jejeje

Asi que bienvenidooos jejeje

Diclamier: La historia pertenece a Nora Roberts y los personajes a Stephanie Meyer

Capitulo 1

Durante el descanso entre la comida y los cócteles, el club se había quedado vacío. Los suelos estaban algo deteriorados pero suficientemente limpios, y la pintura de las paredes acusaba el ataque constante del humo de los cigarrillos. Se reconocía el aroma clásico de aquel tipo de lugares: a licor añejo, a café y a espacio cerrado. Para cierto tipo de personas, aquel ambiente era un verdadero hogar. Y para los Cullen, allí donde se concentraba una audiencia, allí había un hogar.

En aquel momento, la luz del sol se derramaba a través de las dos ventanas descubriendo implacablemente tanto el polvo como las marcas y defectos de los muebles. El espejo situado detrás de la barra de las bebidas recogía una parte de aquella luz, pero sobre todo reflejaba la del pequeño escenario situado en el centro de la sala.

-Vamos, Bella, esa sonrisa.

Como era habitual, Carlisle Cullen entrenaba a sus trillizas de cinco años en el pequeño número de baile que deseaba incorporar al espectáculo de aquella noche. Residían en un hotelito familiar de un bonito, y razonablemente barato, complejo turístico de Poconos. Confiaba en que a la audiencia le encantaría especialmente la actuación de sus hijas.

-Ojalá planificaras mejor tus ideas, Carlisle -su esposa, Esme, sentada en la esquina de una mesa, estaba cosiendo a toda prisa los vestidos blancos que lucirían las niñas al cabo de unas pocas horas-. Yo no soy una maldita costurera, ¿sabes?

-Eres una artista, queridísima Esme, y lo mejor que le ha sucedido nunca a Carlisle Cullen.

-Ahí sí que tienes razón -musitó, sonriendo.

-De acuerdo, encantos, probemos otra vez -sonrió a los tres angelitos con que Dios había tenido a bien bendecirlo. Si se había dignado regalarle tres hijas por el precio de una, indudablemente el Señor gozaba de un gran sentido del humor.

Rosalie era una belleza, con su redondeada carita de querubín y sus ojos color azul oscuro. Carlilse le hizo un guiño, consciente de que estaba más pendiente de los lazos de su vestido que del entrenamiento. Bella era toda amabilidad. Bailaría solo porque su papá se lo pedía, y porque sería divertido subirse al escenario en compañía de sus hermanas. Carlisle la urgió a que sonriera de nuevo. Alice, con su cara de elfo y su cabello negro en puntas, imitaba a la perfección los movimientos explicativos de su padre, sin dejar ni un solo instante de mirarlo.

El corazón le rebosaba de amor por las tres.

Apoyando una mano en su hombro, Carlisle le pidió a su hijo, que estaba sentado al piano.

-Tócanos una entrada animada, Garrett.

Garrett deslizó obedientemente los dedos sobre las teclas. Carlisle lamentaba terriblemente no poder pagarle unas buenas clases al chico. Lo que Garrett sabía lo había aprendido observando y escuchando.

-¿Qué tal así, papá?

-Eres un fenómeno -le acarició la cabeza-. Vamos, chicas, adelante.

Siguió trabajando con ellas durante otros quince minutos, pacientemente, bromeando de cuando en cuando. Aquel pequeño número de tan solo cinco minutos de duración distaría de ser perfecto, pero era sencillamente encantador. Y tendría un gran éxito. A esas alturas ya estaban fuera de temporada en el complejo turístico, pero si triunfaban lograrían repetir contrato. La vida, para Carlisle, parecía consistir únicamente en espectáculos y contratos, y no veía ninguna razón por la que su familia no pudiera compartir esa misma visión.

Aun así, nada más ver que Rosalie comenzaba a perder interés por el ensayo, lo interrumpió. Era consciente de que sus hermanas no aguantarían mucho más.

-Maravilloso -se inclinó para darles un sonoro beso a cada una, tan generoso en afecto como le habría gustado serlo con el dinero-. Vamos a dejarlos maravillados con este número.

-¿Saldrá nuestro nombre en cartel? -preguntó Rosalie, y Carlisle rió deleitado.

-¿Ya quieres encabezar tú el reparto, mi querida palomita? ¿Has oído eso, Esme?

-No me sorprende nada -dejó de coser para descansar un momento los dedos.

-Mira, Rose. Encabezarás el reparto cuando puedas hacer esto -y comenzó a ejecutar unos pasos de claqué, mientras extendía una mano hacia su esposa. Sonriendo, Esme se levantó para reunirse con él. Desde el primer paso, comenzaron a moverse al unísono: un efecto de los doce años que llevaban bailando juntos.

Bella se sentó al piano con Garrett, para observarlo. Y él improvisó una divertida melodía que la hizo sonreír.

-¿Te imaginas? Algún día aparecerán todos nuestros nombres en cartel.

-No lo dudes -repuso Garrett, divertido, escuchando el claqueo de sus padres en el entarimado del escenario.

Contenta, se apoyó en su hombro. Sus padres reían, disfrutando del ejercicio, del ritmo. Bella tenía la sensación de que sus padres siempre estaban riendo. Incluso cuando su madre se enfadaba, papá siempre se las arreglaba para hacerla reír. Rosalie los observaba, procurando en vano imitar sus movimientos. Sabía que dentro de muy poco se enfadaría. Y siempre que se enfadaba, terminaba por conseguir lo que quería.

-Yo quiero hacer eso -pronunció Alice desde una esquina del escenario.

Carlisle se echó a reír, sin dejar de bailar.

-Y puedo hacerlo -añadió con tono firme, y con expresión decidida empezó a claquear, tacón, punta, tacón, punta... hasta que se fue acercando al centro del escenario.

Carlilse dejó entonces de bailar, sorprendido.

-Hey, mira eso, Esme.

Apartándose el cabello de los ojos, Esme descubrió que su hijita había captado instintivamente lo básico de la técnica del claqué. Lo estaba consiguiendo. Y sintió una mezcla de orgullo y tristeza que solo una madre acertaría a comprender.

-Me parece que vamos a tener que comprar otro par de zapatos de baile, Carlisle.

-Tienes toda la razón -Carlisle solamente sentía orgullo, y nada de arrepentimiento. Soltó a su mujer para concentrarse en su hija-. Oye, prueba ahora a hacer esto...

Ejecutó lentamente los movimientos, marcando bien los pasos: salto, deslizamiento, patada. Deslizamiento, paso, patada y luego hacia un lado. Tomó a Alice de la mano y, cuidando de adaptar sus pasos a lo suyos, repitió la secuencia. La niña no se equivocó ni una sola vez.

-Y ahora esto -cada vez más entusiasmado, se dirigió a su hijo-: Toca un compás más acentuado. Atenta a la cuenta, Alice. Uno y dos y tres y cuatro, patada. No centres el peso del cuerpo ahí. Punta, y luego atrás. Así -otra vez repitió la secuencia, y otra vez la pequeña la imitó con éxito-. Ahora lo haremos juntos, así, y terminaremos abriendo mucho los brazos, de esta manera, ¿ves? le hizo un guiño-. Fantástico.

-Fantástico -repitió Alice, concentrada.

-Adelante, Garrett -Carlisle volvió a tomarla de la mano, encantado de sentirla moviéndose al mismo tiempo que él, sin fallar un solo paso-. ¡Esme, acaba de nacer una auténtica bailarina! -exclamó, jubiloso.

De repente, la alzó en brazos, girando en redondo, y la lanzó al aire. Alice soltó un grito, pero no porque temiera que su padre no fuera a recogerla, sino porque sabía que lo haría.

Aquella sensación de flotar en el aire resultaba tan excitante como lo había sido el propio baile. Más. Quería más.


Hola bellazas jeje q tal stuvo? Espero q bien jejeje

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