Disclaimer: Todo lo que puedan reconocer no me pertenece.

ADVERTENCIA: FIC PARA ADULTOS.

DEL OTRO LADO DE LAS ESTRELLAS

By StefaníaPotter

Capítulo 1: Vestido negro.

Lily, es Kurt. Siento mucho no haber podido ir a tu exposición, tuve una reunión en el trabajo y no pude salirme, pero estoy seguro que fue maravilloso. Te invito a cenar de modo de disculpa, ¿qué dices? Llámame, te amo.

Terminó la contestadora del salón, donde una furiosa pelirroja presionó el botón de "borrar".

—Eres un asco, Kurt –murmuró volteando los ojos, y mientras escuchaba el siguiente mensaje se dirigió a la pequeña cocina.

Las chicas y yo hemos decidido que debemos celebrar el éxito de tu exposición. ¡No puedes decirnos que no! Y menos si me vas a decir que saldrás con el imbécil de Kurt –mientras tomaba un sorbo de leche no pudo evitar sonreír, sus amigas lo odiaban con todos sus huesos—, así que, como no aceptáremos un "no" por respuesta, June ya se encargó de hacer la reservación, y pasaremos por ti a las 9. Ponte muy sexy que esta noche romperás algunos corazones— canturreó su amiga con voz seductora.

Lily rompió a reír. Esa loquita siempre lograba ponerla de buen humor, no por nada era su mejor amiga desde el bachillerato.

Dejó la leche en el refrigerador, y miró la hora mientras sonaba el siguiente mensaje.

Ya vamos en camino, Lily, tuve que rogarle a Marlenne que dejara el escarabajo, pero hay un tráfico del demonio, y con estas lluvias lo único que espero es que el insecto no se quede varado –se escuchó la voz de fondo de Marlenne enojada—, en fin, tardaremos un poco. Besos, guapa.

Corrió la pequeña estancia hasta la habitación. ¿Qué se pondría? Tenía solamente diez minutos para verse divina, ese maldito de Kurt se las pagaría, siempre argumentaba tener reuniones cuando eran eventos importantes. Seguramente había estado revolcándose con la arrastrada de su secretaria.

Lily arrugó la nariz al recordar a la jovencita de 23 años y piernas largas, que siempre usaba una mini falda aunque estuviera en horario de oficina.

—Hay que putear con inteligencia, señorita –murmuró mientras descolgaba aquel vestido negro con escote—, mientras tú te acuestas con mi prometido, yo buscaré un mejor partido en algún bar, usando este espectacular vestido.

Se quitó rápidamente el pantalón negro de oficina, y la blusa rosa que hacía juego. Al terminar de ponerse el vestido se miró en el espejo de cuerpo completo satisfecha. Esa prenda la había comprado seis meses atrás justo al día siguiente de comprometerse, se había prometido que lo usaría cada vez que Kurt la hiciera rabiar. Esta era la octava vez que lo usaba, y siempre obtenía lo que buscaba; era la única prenda así de su armario, siempre escondida hasta el fondo donde nadie la vería. Era más corta de medio muslo, y tenía un escote discreto, pero era de una tela tan fina, que se pegaba a sus curvas de manera perfecta, prácticamente sin dejar mucho a la imaginación.

Se calzó las altas zapatillas que estilizaban aún más sus piernas, y se retocó un poco el maquillaje. Labial rojo y estaría perfecta; un poco de perfume complementaría su atuendo.

Estaba tomando un pequeño bolso cuando escuchó un claxon. Rápidamente asomó la cabeza por la ventana y vio, mal aparcado el escarabajo verde de Marlenne. La noche apenas comenzaba.

—Esta es mi venganza, Kurt, que nunca sabrás.

Rápidamente salió del modesto edificio, mientras sus amigas la esperaban fuera del escarabajo fumando un cigarrillo.

—Tardaste horrores –murmuró Marlenne con los ojos entrecerrados, en un ahumado negro que utilizaba solamente para ir a bailar.

—Llegué hace 15 minutos al departamento, me entretuve con un par de clientes que se interesaron en mi trabajo –sonrió Lily, dando pequeños saltos.

—¡Felicidades, amiga! –la abrazó Alice, — esa es una gran noticia, y aún más razón para celebrar.

—Me temo que no estoy celebrando –murmuró misteriosa mientras abría el abrigo, mostrando el modelito debajo.

Las cuatro chicas estallaron en risas. La gente que pasaba se les quedó viendo, pero a ellas no les importó. Conocían perfectamente la promesa que Lily se había hecho a sí misma, y hasta la fecha, ellas siempre eran participes de esas silenciosas venganzas de la pelirroja hacia su prometido.

—Dime una cosa, Lily, ¿no te cansaras de desquitarte de esa manera? –chilló June con el cigarrillo entre los dientes.

—Por ahora no, pretendo disfrutar lo más que pueda. ¡Vámonos, chicas, es momento de bailar!

Las cuatro se apretujaron en el escarabajo, y con Marlenne al volante, cantaron todo el camino las canciones del momento. Salían por lo menos una vez al mes a divertirse, las cuatro eran solteras, y la única con plan de matrimonio era Lily, por lo que eso no les impedía ir a bailar toda la noche, y pasarse de copas de vez en cuando. Por lo regular eran noches de irresponsabilidad y juventud, así que al llegar a la concurrida fiesta, la seguridad de la entrada ya tenían tan identificadas a las chicas, que las dejaban pasar sin siquiera formar fila. Claro que esto no tenía nada que ver, con que June le había dado unos cuantos besos a uno de ellos en alguna ocasión.

Se dirigieron a la mesa que tenían reservada, y pidieron la primera ronda a uno de los meseros. Todas tomaban Vodka, y estaban tan acostumbradas a ese tipo de alcohol, que ni siquiera les provocaba dolor de cabeza. Marlenne era la más guapa y exhibicionista de las cuatro, no le molestaba pararse en las mesas a bailar y disfrutaba de su éxito en las fiestas y sobre todo con los varones, sin embargo, nunca pasaba de un par de besos con ellos. Por otro lado, June era la más seria, pero le encantaban los Cosmopolitan y junto a un par de cigarrillos se volvía la tormenta del baile; mientras que Alice solía ser la mamá del grupo, siempre andaba cuidando que nadie se propasara con sus amigas, y sabía detenerse al alcohol cuando era el momento oportuno, era bastante común que ella condujera el escarabajo al salir de las fiestas.

Por otro lado, Lily siempre preocupaba a sus amigas, ya que se la pasaba en silencio bebiendo, mientras analizaba las opciones posibles con quien podría llevar su venganza. Era claro que no siempre lograba lo que se proponía, había ocasiones en que se daba por vencida y terminaba divirtiéndose con sus amigas. Pero en otras, se desaparecía el resto de la noche, y aparecía justo antes de que cerraran el lugar con los labios hinchado y con una buena historia.

Después de varias horas y seis Sexo en la Playa, cerca de medianoche, estaba a punto de darse por vencida. Sus amigas se divertían a lo lindo, incluso Marlenne estaba tan borracha que bailaba sensualmente con un chico de cabello largo sobre un sillón, y aquello era bastante inusual. Decidió que era momento de darse por vencida y, comenzar a disfrutar la noche, pidió un trago más y se dispuso a bailar con sus amigas.

—Marlenne está más borracha de lo usual –le susurró Alice al oído—, tal vez deberíamos alejarla de ese chico.

Giro su cuerpo para observar a su amiga que ya no bailaba, sino estaba sentada junto a un chico bastante atractivo, ahora que lo veía de cerca. Se susurraban algo al oído, pero los dedos de él acariciaban los muslos de Marlenne; esa acción la molestó, quería propasarse con su amiga aprovechándose que ella estaba lo suficientemente borracha como para reaccionar. Estaba a punto de reaccionar, cuando un segundo chico se acercó al acosador. Lo observó decirle algo de cerca, y su amigo asintió con la cabeza. Justo antes de irse, unos castaños ojos picaros atravesaron la mirada de Lily.

Lo había encontrado. Era él. Él era la persona con la que llevaría a cabo su venganza.

Lo observó dirigirse a un área a la que antes no había prestado atención, lejos de la pista de baile pero muy cerca de donde ellas estaban. El chico de alborotados cabellos negros se reunió con un grupo donde había otras dos parejas, y se recargó contra la pared, para nuevamente dirigir su mirada a ella. Bebía una cerveza, y miraba a Lily por encima de la muchedumbre.

Un escalofrío recorrió a la pelirroja. Estaba bueno. Alto y musculoso, de piel bronceada y sonrisa pícara. La miraba descaradamente, y Lily no pudo evitar sonrojarse. Se giró lentamente a sus amigas, y susurró a June que iba al baño.

Se abrió camino entre la gente, y cuando llegó al tocador, se dio cuenta de lo sonrojada que estaba. Ese chico realmente le provocaba un fuego interno difícil de explicar, no siempre había llegado hasta el último termino sus venganzas, pero en esta ocasión le decepcionaba un poco no haberlo visto antes. Ella estaba pendiente de la pista de baile, buscando algún despistado medianamente atractivo que estuviera disponible; pero no, este chico estaba en un lugar apartado, misterioso. Se retocó un poco el maquillaje, y acomodando su busto bajo el vestido, salió con andar coqueto, hacia la barra de bebidas muy cerca de donde él estaba.

—¿Me preparas un Sexo en la Playa? –pidió con pequeña sonrisa al bar tender.

El chico la miró de arriba abajo antes de asentir, y darse la vuelta a preparar la bebida. Después de unos pocos segundos puso un vaso de cristal sobre la barra, con un líquido anaranjado bien conocido. Buscó en su bolso dinero, cuando de repente un billete se extendió por enfrente de ella.

—Guarda el cambio.

Lily se giró hacia el chico de los castaños ojos picaros. Era más alto de lo que parecía, e incluso más atractivo de primer plano.

—Te he estado observando toda la noche –murmuró mirándola a los ojos, pero descaradamente bajó la mirada al escote donde sonrió nuevamente. — Mi nombre es James.

—Soy Lily –sonrió coqueta—, gracias por el trago, de cualquier forma.

—No te preocupes, es solamente un pequeño chantaje para que aceptes bailar conmigo.

Lily sintió que la sangre le hirvió con la mirada que le envió a continuación. Se acabó su cerveza y pidió una más al bar tender, que rápidamente lo atendió esperando nuevamente una propina tan generosa. La pelirroja suspiró, lo que hacían los hombres con el fin de conquistar a una chica. Se acercó más a ella, y pudo percibir su olor varonil.

—¿Qué dices?

Ni siquiera tenía porque ponerse tan coqueto, ella ya estaba por lanzarse a sus brazos antes de que siquiera se acercara, pero quiso hacerse un poco la difícil.

—Tendría que tomar varios tragos más para aceptar bailar contigo, aún no estoy tan borracha.

Se hizo el ofendido, pero Lily comprendió que estaba bromeando por la diversión en su mirada. Era seguro de sí mismo, de eso no había duda, ¿sería un chico que creció siendo adulado por sus padres? Seguramente.

—Te proporcionaré los tragos que desees hasta que no distingas mi cara, pero aceptes bailar conmigo –murmuró acercándose aún más—, ¿tu bebida predilecta es Sexo en la Playa?

—Digamos que no es la predilecta, pero es el tipo de sabor que me gusta.

James puso su mano en la barbilla, y murmuró pensativo:

—Ya entiendo. No conoces otra cosa. Digamos que eres una chica arriesgada, Lily, tienes cara de serlo. ¿Te atreverías a probar una bebida con la que aceptarías bailar conmigo solamente con un par de tragos?

—¿Es dulce?

—Súper dulce, y sensual –dijo mirándola intensamente.

—De acuerdo.

¿Cómo decir que no a esa mirada? Dejó Sexo en la Playa sobre la barra, y James pidió al bar tender una bebida que no alcanzó a escuchar, solo esperaba que fuera lo suficiente fuerte para no recordar nada al día siguiente.

Tenía razón, la bebida era tan fuerte pero dulce que apenas llevaba la mitad del vaso, cuando ya se encontraba bailando con James en el medio de la pista, debía admitir que bailaba bastante bien y sus movimientos solían tocar su pelvis contra la suya. Era alto, y aún con los súper tacos que llevaba, el chico seguía llevándole algunos centímetros, era tan alto como Kurt, pero mucho más sensual y su mirada era más intensa. La deseaba y lo sabía, lo sentía cuando su erección rozaba su cadera.

Después del segundo vaso de la bebida desconocida, dejó que la besara, y disfrutó de esos labios tan suaves contra los suyos. Sus amigas habían desaparecido del plano, y bastaron solo dos vasos más para dirigirlo a la salida del bar. El clima de afuera era bastante fresco, y había olvidado su abrigo en la mesa con las chicas, no tenía pensado regresar, así que no duró ni un segundo en que James se quitó su propio abrigo y se lo puso en los hombros. Estaba tan mareada que ni siquiera supo en qué dirección se dirigía, solo recordaba haberse subido a un lujoso automóvil que olía por completo al chico que estaba a su lado.

—¿Aún tienes frío? –preguntó él detrás del volante, mientras encendía la calefacción.

—Un poco.

—Ahorita te quito el frío –murmuró con voz sensual, nuevamente atrapando sus labios en un beso.

El abrigo se deslizó por sus hombros, y James terminó de bajarlo hasta sus brazos que permanecían flexionados tomando el rostro del chico.

—Me gustan las pelirrojas –susurró en su oído, antes de besar su cuello.

Lily echó la cabeza para atrás, y él bajó sus besos por su garganta, hasta el pecho cubierto de pecas. Bajó lentamente una de sus manos de los hombros a un pecho, tomándola con la mano abierta, Lily gimió, y James sintió un pezón erguirse bajo su palma. Sin apartar su mano, con el pulgar deslizó la suave tela del vestido a un lado, mostrando un sexy sostén de encaje, donde resaltaba el rosado pezón que no pudo evitar atrapar con su boca.

La respiración de ambos era pesada, y tuvo que hacer uso de todo su aplomo para separarse, y dar marcha al auto. Siguió las indicaciones de una borracha pelirroja, hasta que por fin pudo dar con el modesto edificio, donde le indicaba la chica estaba su departamento.

Eran unas largas escaleras, pero no se quejó porque podría disfrutar de ese bombón pelirrojo al final de ellas. Para variar, vivía hasta el último piso, que vendría siendo el quinto. No le sorprendió cuando Lily abrió la puerta del apartamento, encontrarse con un piso demasiado pequeño para su gusto, pero acogedor y bien arreglado. Las paredes estaba pintadas de un tono suave caqui, que combinaba con el resto del lugar; había pequeños adornos que complementaban el ambiente hogareño, y algunos portarretratos encima de la mesa ratonera le dijo que la chica con la que estaba ya tenía compromiso, y eso fue lo último que le importó.

Lily se deshizo de las zapatillas, y quedando unos 12 centímetros más abajo, se deslizó el abrigo por los brazos hasta el suelo. Al escuchar el sonido, James dejó de mirar la estancia para regresar nuevamente su atención a la chica frente a él, la cual tomó el cierre del vestido y los deslizó rápidamente, dejando caer también la prenda al suelo. James se mordió los labios, y eso derritió el interior de Lily. Lo tomó de la mano y lo dirigió a la habitación, donde de un movimiento rápido lo hizo caer de espaldas sobre la cama, para después ponerse a horcadas sobre él. James disfrutaba de los lindo, y aprovechó para tocar la desnudez de la espalda de la chica.

Las piernas eran unas suaves columnas de marfil, que pedían a gritos se acariciadas por sus manos, pero podría esperar un poco. Mientras Lily se deleitaba con los músculos del pecho de James, conforme iba desabrochando botón por botón, tenía la piel ligeramente bronceada y eso le encantaba, además de una ligera cama de vellos alrededor del ombligo. Unos brazos fuertes y espalda ancha complementaban el paquete.

Dejó que entrepierna rozara la pelvis de James cuando le daba un beso, pero él se empeñaba en demostrarle la intensidad de su deseo pegándose por completo a ella. La hizo girar después de acariciar sus piernas, y poniéndose encima de ella, parado a la orilla de la cama, deslizó la delicada braga por las piernas de Lily.

No pudo disimular más el deseo que se chico había prendido en ella, jamás se había sentido de aquella manera. Su pecho subía y bajaba con la pesadez de su respiración, la colonia masculina inundaba sus fosas nasales, y las manos que acariciaban las partes más íntimas de su cuerpo eran suaves pero a la vez, masculinas y duras, que hacían saltar chispas. Pequeños espasmos de placer sacudían su cuerpo cada poco, sus vellos estaba erizados, y los rosados pezones rogaban por ser acariciados por aquellas varoniles manos.

—Tócame, por favor, tócame— murmuró tomando ambas manos del chico, y poniéndolas por encima del sostén. La hizo girar bruscamente para quitar el broche del mismo, y con otro movimiento, nuevamente estaba de frente a él, con ambos pechos bajo sus manos que con los dedos acariciaban los pezones que nunca habían estado tan erguidos. Un orgasmo sacudió el cuerpo de Lily, bajo la mirada picara de James que se mordía los labios.

Era su turno. Se abrió el pantalón, y acomodando a la pelirroja a la orilla de la cama, entró en ella duramente de una sola embestida. El cuerpo de Lily se sacudió una vez más, amenazando un segundo orgasmo. Era demasiado, no podría durar mucho si no se calmaba. Se inclinó sobre ella, y besó suavemente sus labios incitándola a relajar el cuerpo. Ella correspondió, y poco a poco su miembro tuvo un poco más de espacio, y comenzó a moverse primero suavemente, cada vez con más intensidad.

El cuerpo de Lily era tan suave y fino, que no tuvo nada con qué compararlo, ninguna de sus experiencias pasadas habían sido con una mujer como aquella, definitivamente debía tener pareja, no creía que una chica como aquella estuviera soltera. Sin embargo, se alegraba de que fuera tan pícara como para no importarle engañar a quien sea que fuera el idiota, que lo miraba sonriente desde el portarretratos de la mesa de noche. Dejó de pensar idioteces, y trató de concertarse nuevamente, ¿realmente estarían en aquella posición si no hubiera sido porque ella estaba alcoholizada? ¿cómo dijo que se llamaba? ¿Leila?

—Quiero cambiar de posición –escuchó la embriagada voz de la pelirroja, captando su atención nuevamente.

—No. Así te gustará más – dijo. No le encantaba experimentar posiciones con extrañas, con sus citas constantes tal vez, pero con ella no.

Lily estuvo a punto de protestar, pero cuando dirigió su dedo pulgar a su clítoris acariciándola, se mordió el labio y mejor calló. Aquello era realmente excitante, las expresiones de ella le calentaban incluso más que el par de pechos que rebotaban con cada movimiento. Dudaba que pudiera sacarse de la cabeza rápidamente esos ojos verdes inundados de deseo, y esos labios rosas con los dientes marcados por tantas mordidas. Las paredes de ella comenzaron a contraerse, y cuando sintió el orgasmo acercase aceleró el ritmo, dejando que ella se viniera primero, para después continuar él, saliéndose justo a tiempo.

Estaba tan agotado que cuando se acomodó bien en la cama, sintió el sueño inundarlo y no fue consiente de como Lily sacaba una manta del armario para después acurrucarse al lado de él.

Buenos días, mi amor, espero que ya me hayas perdonado. No recibí tu llamada anoche, y estoy preocupado que no contestas mis mensajes. Sé que estás molesta conmigo, perdóname de verdad. Te invito a almorzar, regrésame la llamada si aceptas –terminó la contestadora, justo antes de que el ring tone de un segundo móvil comenzara a sonar.

Lily se desperezó, consiente de cada una de las palabras del imbécil de Kurt en la contestadora. Siempre quería solucionar todo invitándola a comer, como si una mujer se pudiera contestar cuando alguien intenta engordarla. Abrió los ojos molesta por el segundo sonido, que cuando miró el techo recordó que había una segunda persona en ese lugar.

Miró a su derecha, y ahí estaba James, sí, recordaba su nombre. Estaba plácidamente dormido, y tuvo que admitir el buen gusto que tenía. Pudo apreciar sus rasgos fuertes y varoniles con la luz que asomaba la ventaja, tenía las pestañas muy pobladas, y el cabello negro completamente alborotado, aún más que el día anterior. Los labios eran fino y se notaban suaves, claro, sabía que eran suaves, como algodón de azúcar. Estaba sin camisa, y apreció mejor cada curva de sus músculos, y agregó que no se veía nada mal, aún después del efecto del alcohol. Tenía los pantalones abiertos aún, y a juzgar por el tamaño de su miembro, estaba teniendo un sueño bastante interesante.

—Ahora entiendo por qué se sintió tan bien— murmuró con una sonrisa pícara, y no pudo evitarlo lo tomó con una mano deslizándolo hacia abajo. Fue entonces cuando los castaños ojos del chico se abrieron.

Sus ojos primeros se fueron a la mano que sostenía su miembro, y luego al rostro de la chica que reía pícaramente.

—¿Qué crees que haces?

—Nada –dijo, para después ponerse de pie y tomar una bata que estaba en el armario.

—Tengo un terrible dolor de cabeza –se quejó, dejándose caer nuevamente en la cama.

—¿Cómo te llamas? –preguntó James cerrando su pantalón.

Los impresionantes ojos verdes lo miraron con reproche.

—Te lo dije anoche.

—No soy bueno con los nombres –se encogió de hombros.

—Lily, mi nombre es Lily –dijo señalando la decoración en las paredes que rezaba su nombre.

—¿Lily qué?

—¡Qué te dé!

—Ahora entiendo porque me pude fijar en ti anoche, ¡por qué tenías la boca cerrada! –Reclamó James poniéndose de pie, claramente molesto— no entiendo como tu novio te aguanta.

Lily miró el portarretrato al lado de donde James estaba de pie colocándose la camisa, y nuevamente fijó sus ojos en los castaños.

—Es mi prometido.

—Ah, ya, todo lo mejora. Ahora entiendo perfectamente por qué te acuestas con desconocidos si vas a casarte.

—No veo que eso te haya molestado mucho anoche, además, que te dé si tengo novio, prometido o marido. Ese es problema mío, ¿no lo crees?

—Por supuesto que es tu problema, a mí no me importa. Solamente obtuve lo que quería, y se acabó –dijo James—, espero que no seas de ese tipo de mujeres que se enamoran de todos con los que se acuestan.

—En ese caso, entonces tendría muchos prometidos.

James la miró con dureza, y no pudo creer las palabras de ella. Tenía una apariencia tan dulce e inocente, pero su mirada reflejaba la honestidad. No podía entender a las mujeres. Salió de la pequeña habitación, para entrar a la más pequeña sala de apenas un sofá, y pudo distinguir que la luz de la ventana daba un ambiente perfecto a la decoración, parecía que los muebles habían sido elegidos para la luz natural.

Tomó una pluma de la mesita ratonera, y sacó un papel de su bolsillo. Lily lo vio garabatear algo en un papel arrugado, para después pararse frente a ella y extenderle aquella hoja improvisada.

—Llámame si quieres hacer una cita, estoy disponible los fines de semana –murmuró antes de darle un rápido beso sobre los labios, y alcanzó a salir por la puerta de la entrada, antes de que Lily gritará: "Imbécil", y arrojara el papel al piso.

Era un maldito descarado. Se cruzó de brazos dejándose caer en el sillón, pero después de meditarlo un poco, tuvo que levantarse y guardar el ticket de la gasolinera con el número del chico en el cajón del escritorio.

En ese momento volvió a sonar el teléfono, lo tenía a un lado, pero estaba tan molesta y no quería responder al imbécil de Kurt que dejó que entrara la contestadora.

Lily, soy Alice, estoy muy preocupada por ti. Vimos que estabas con aquel chico en el Club, pero después no apareciste, te esperamos hasta que cerraron, por favor, contesta si estás ahí.

Levantó el auricular, y terminó de escuchar la voz de su amiga en el oído.

—Estamos muy preocupadas…

—Alice, soy yo— respondió.

—¡Gracias al Cielo que estás bien! ¿Qué te pasó? ¿Dónde estabas?

—Tranquila, tranquila, estoy bien, con un poco de resaca pero nada que no cure una aspirina.

—Me imagino –suspiró su amiga—. Tomaste como si se fuera a acabar el alcohol esa misma noche.

—No lo volveré a hacer.

—¿Qué sucedió con el chico que estabas? ¿Funcionó el vestido negro?

—Siempre funciona. Se acaba de ir hace unos minutos –murmuró sin poder borrar de su mente, la última sonrisa cínica que cruzó sus labios antes de cerrar la puerta.

—¿Y? ¿Qué tal?

—Tengo que admitir que ha sido la mejor experiencia de todas. Si solamente hubiera tenido esta por única vez, habrían valido la pena todas las venganzas que he desquitado contra Kurt. Aunque el imbécil es un maldito Dios en la cama, me alegro de no haberlo conocido en otra situación, porque es un idiota.

—Es una lástima, se veía bastante decente— suspiró Alice decepcionada.

—¿Te gustó? – preguntó picara Lily, y aunque su amiga no había respondido, sintió una hormiguita de celos caminar por su estómago—. Porque me dejó su número, te lo puedo pasar si quieres.

—Está bastante bueno… pero no. No podría sabiendo que él se fijó en ti –su voz se escuchaba decepcionada—. Pero en fin, ¿cómo se llamaba?

—James.

—Lindo nombre.

Lily asintió con la cabeza, y sacó el papelito del escritorio, jugando con él en sus manos.


¡Hola a todos!

Me encuentro nuevamente con una nueva historia, esta vez original. Las personas que me siguen saben que amo los AU, y cuando esta historia llegó a mi cabeza no pude dejar de escribirla. Me tiene tan emocionada como hacia tiempo no lo estaba con un fic; le he puesto mucho empeño y aunque no tuve mucho tiempo de corregir el capítulo, prometo que antes de subir el siguiente, me tomaré el tiempo para corregir la ortografía y errores de dedo.

Tal vez algunas personas se preguntan que ha pasado con mis otros fics, y es que el estaba en proceso "La fierecilla domada" me tiene un poco decepcionada... No es que no haya querido actualizarlo, sí he tenido tiempo de escribir, pero no encuentro mucha motivación para continuarla. Sin embargo, espero que esta historia si cumpla las expectativas esperadas, y debo confesar que en este fic decidí no usar filtros; anteriormente me he detenido un poco por la categoría, pero ahora será M y no tengo pensado poner muchas restricciones, sino contaré las cosas tal como las imagino. ADVERTIDOS: Este fic es para adultos.

Espero que esta historia la disfruten tanto como yo al escribirla, y espero sus comentarios de cualquier tipo!

Besos, S.