Los personajes que aquí utilizo no me pertenecen.
Esta mini-historia va dedicada a KuroAri
Espero sea de su agrado
Sherlock bajo corriendo hacia el patio y se detuvo bajo el marco de la puerta, observaba al hijo de los nuevos huéspedes sin atreverse a dirigirle la palabra. De pronto una pelota rodó justo entre sus piernas, el la recogió y los dos se encontraron frente a frente.
-¿Te gustaría jugar con migo? Con dos es mas divertido… yo tiro y tú la atrapas
-¿Como te llamas? –pregunto Sherlock
-John, ¿y tú?
-Sherlock
-Entonces vamos, ponte ahí, junto a la pared, yo tiro primero y luego tiras tu ¿bien?
Sherlock hizo un gesto de asentimiento y se pusieron a jugar llenando el patio de sus gritos y risas
-¿Vives aquí? –pregunto John al tiempo que se sentaba en el suelo, Sherlock se sentó a su lado
-Claro, esta casa es mía
-Eres demasiado pequeño para tener una casa tan grande
-La casa también es mía por que mi padre es el dueño obviamente
-¿¡De verdad?! –exclamo John sorprendido al descubrir que estaba hablando con el hijo de uno de los hombres más ricos de Londres
-¿Quieres que seamos amigos?
-¡Claro!, pero para ser amigos hay que intercambiar algo
-¿Cómo?
-Yo te doy algo mío y tu me das algo a cambio –John busco en su bolsillo y saco un pequeño objeto blanco
-¡Un diente!
-Si –silbo John por el hueco que tenía en lugar de un incisivo –se me cayó la otra noche… tómalo es tuyo
Sherlock lo tomo y se quedo confuso, no sabía que darle a cambio, rebusco en sus bolsillos mientras John aguardaba delante de él con la mano abierta y una gran sonrisa en el rostro.
Sherlock no encontró más que una moneda y un trozo de hilo, nada con la misma importancia. Dejo escapar un suspiro, trago saliva y a continuación se llevo una mano a la boca.
Se cogió un diente que le bailaba desde hacia unos días, comenzó a sacudirlo con fuerza, conteniendo las lagrimas de dolor, hasta que lo arranco. Escupió sangre, luego limpio el diente con su ropa y se lo dio a John
-Aquí tienes –dijo- ahora somos amigos
-¿Por siempre? –pregunto John mientras guardaba el regalo en el bolsillo
-Por siempre –replico Sherlock y una gran sonrisa apareció en el rostro de ambos niños.
Gracias por leer
