Los personajes no me pertenecen, solo soy un amante mas de esta hermosa pareja
Espero lo disfruten.
Soy de pocas palabras así que comencemos.
-No no, así no es… - Una linda joven de unos 19 años de edad ya hacía en una habitación de su tan elegante castillo, vestida de bata blanca arriba de su elegante vestido, su largo rosado cabello estaba atado en una coleta dejando caer mechones en su rostro, tanto enfrente como en los lados, unos lentes redondos se encontraban puestos en ella para evitar el cansancio de la vista, sus hermosos ojos celestes se veían cansados, algo caídos y pequeñas ojeras se dejaban notar en ellos, no había dormido, pero aun así no quería dejar de hacer eso con lo que se encontraba trabajando.
-Deberías tomar un descanso Bonnibel… - Recargada en el gran ventanal que se encontraba en dicha habitación estaba una vampiresa de 1000 años de edad, sin embargo su apariencia era de alguien entre 19 a 21 años, estilo rebelde perfecto para ella, cabellera negra, larga, lacia que se dejaba caer por detrás de sus hombros, en su cuello ya hacían dos pequeñas cicatrices, marcas que hacen allí de recuerdo, las cuales siempre las llevara consigo, unos ojos profundos, serios y sobretodo calmados de color rojo carmesí, capases de atemorizar a cualquiera que decida tomarle frente, cualquiera menos la señorita de lentes que se encontraba desde un principio en la ya no tan solitaria habitación.
-Te he dicho ya muchas veces que no me llames así Marceline, Bubblegum, Bubblegum… ¿Es acaso tan difícil? –No dejo de hacer lo suyo, ni siquiera se tomó la molestia de girar a verle- Además ¿Qué haces aquí? ¿No puedes usar la puerta como todos los demás?
-Perdón princesa- la vampiresa hizo énfasis en esta última palabra mirando fijamente la cabellera rosada de quien le estaba dando la espalda- Pero ya sabes cómo se pone tu mayordomo, creo que no le agrado del todo… es raro, solía tener una buena relación el con mi padre. Te cuida demasiado, bueno, si lo hiciera no te dejaría exigirte así.
-Te falto responderme una pregunta… ¿Qué haces aquí? –seguía sin verle a los ojos, sin embargo había notado su presencia a su lado ya que se había movido del ventanal para flotar justo a su lado, decidiendo ignorarla siguió con lo suyo. Un bostezo escapo de ella y unas cuantas lágrimas salieron de sus ojos.
-Solo vine a verte Bonnibel – La vampiresa tomo una de las manos de la joven científica y princesa haciendo que esta última mirara a sus profundos ojos rojos. La miro fijamente también, haciendo que la oji-azul se perdiera en ellos. – Sabes… Te extraño, últimamente haz estado metida mucho tiempo en esto.
-Ya habíamos hablado de esto Marceline, por favor déjate de cariños hacia mi –soltó su mano y como pudo miro hacia otro lado alejándose un poco de ella, cosa que fue en vano por que la chica de gran cabellera negra la abrazo, su rostro se notaba triste, esos serios ojos adictivos reflejaban tristeza. Ella lo sabía, no podían estar juntas… La princesa tenía mucho a su cargo, ¿Qué diría la gente si se enterara de que esta con una vampiresa de sexo femenino al igual que ella? Quería abrazarla, besarla, estar a su lado, pero no podía, no debía. – No podemos, por favor entiende…
- Te extraño Bonnibel, te extraño, extraño tanto tus abrazos- Lagrimas salieron de sus ojos. Oh no… La había hecho llorar, esta fuerte, valiente, reina de los vampiros se encontraba llorando, si alguien realmente podría hacerla blanda era la princesa, si alguien lograba sacar ese lado cursi era ella.
-Marceline, por favor, vete… - Eso dolió, pero, le dolió a ambas por igual. Bubblegum deseaba tanto como Marceline estar juntas, pero tenía una responsabilidad, una responsabilidad que la lastimaba por no dejarla ser del todo feliz.
-No hasta que duermas… Si no puedo estar contigo siempre que quiero en ese caso te cuidare cada que pueda.- se secó las lágrimas de sus ojos y la tomó en sus brazos llevándola a su habitación por fuera del hermoso castillo, sus ventanales se encontraban abiertos la mayoría del tiempo además si mentita la miraba con la princesa no le iría nada bien. Por suerte era de noche la poseedora de las marcas en su cuello podía pasearse con libertad, sin temor a que el resplandeciente, inmenso y cálido sol la lastimara. – Tan solo duerme, aunque sea un poco.
Era impresionante como alguien tan rebelde, desalineada, despreocupada podría transmitirle una paz que nunca antes lo había logrado, sabía que no debía pero disfruto ese pequeño momento, se acurruco en su cuerpo mientras la cargaba de una manera cuidadosa, comenzó a quedarse dormida en sus brazos perdiendo el sentido de la razón, dejándose llevar por el sueño y tan cómodos brazos, ¿Cómo no hacerlo? Si realmente ella deseaba esto, lo anhelaba, amaba a esa bajista con todo su corazón, amaba el hecho de que fuese un desastre, de que fuese un problema, su problema, pero le dolía también, el hecho de no poder estar con ella libremente, de no poder tenerla a su lado, tener que decirle "No podemos seguir con esto".
-¿Qué voy a hacer contigo?... Debes de dejar de exigirte tanto- Susurro Marceline recostándola en su cama, no sin antes haberle quitado su gran bata blanca, esos lentes redondos, mientras le soltaba su chicloso cabello, el cual solo ella sabía acariciar. Se sentó en la esquina de la cama, observándola detenidamente aprovechando este pequeño momento a su lado, ella se veía tan tranquila. Sin pensarlo dos veces movió un mecho de cabello de su mejilla y posó un beso en ella acariciándola con tanto cariño y amor – En verdad te extraño pequeña testaruda…
Se levantó de la cama para dirigirse a la salida, pero algo se lo impidió, una mano algo débil tomaba la suya dejando salir unas palabras en un susurro "No te vayas" alcanzo a escuchar por parte de Bubblegum. Estaba más dormida que despierta, solo seguía lo que realmente deseaba, su mente no fue la que codifico esa oración, si no su corazón que le exigió que las dejara salir aprovechando que se encontraba más dormida que despierta.
-Abrázame más, quédate con migo- Era como si estuviese hablando dormida, pero sus ojos se encontraban un poco abiertos, azul contra rojo, ambos se observaron nuevamente, por su parte la vampiresa solo sonrió, la conocía bien, sabía que no estaba usando el cerebro. Le encantaba que no usara su cerebro, ver ese lado sincero de su compañera. No se hizo de rogar puesto que ella lo quería así también. Se metió en las sabanas y la acurruco en ella una vez más, recostando la cabeza de la peli rosa en su hombro, esperando a que durmiera pacíficamente, no se iría esa noche, se quedaría con ella hasta el doloroso amanecer. Cerró los ojos apreciando tan maravilloso sentimiento al tenerla así junto con ella de nuevo, ese dulce aroma suyo tan cerca, todo estaba tan silencioso todo estaba obscuro, sin embargo sus ojos ya se habían acoplado hace ya tiempo, escuchaba su tranquila y pacifica respiración. Poco a poco fue perdiendo conciencia quedando totalmente dormida en aquella cama ajena, abrazando ese delicado cuerpo que se encontraba perfectamente moldeado con el suyo, dándose mutuamente calor en aquella fresca noche de invierno.
El brillo del sol se posó en los cerrados ojos de una de ellas, en un gesto de molestia abrió sus hermosos y cansados ojos , se notaba confundida, tal vez no recordaba la noche anterior o más bien esa madrugada, sin levantarse de la cama ni tampoco destaparse se estiro moviéndose un poco. Se escucharon gruñidos y noto algo agitándose debajo de sus sabanas, algo no muy grande.
-¿Ciencia? – Pregunto la princesa pensando que se trataba de su rata de caramelo, pero no escucho respuesta alguna, curiosamente comenzó a picar ese objeto, al parecer viviente, por arriba de las sabanas, otros quejidos por parte de dicho "objeto extraño" para Bubblegum. Lentamente decidió echar un vistazo por debajo de los cobertores para su sorpresa no era algo desconocido para ella, ese algo se encontraba profundamente dormido al lado de la princesa con una expresión alegre y calmada.
-Marceline ¿Qué haces ahí? – La vampiresa había tomado la costumbre en el pasado de transformarse en un pequeño vampiro y ocultarse debajo de las sabanas mientras dormía ¿Por qué? Porque a nuestra princesa se le olvidaba cerrar las cortinas de sus ventanales. Bubblegum se levantó y cerró las cortinas para no provocar molestias a su invitada quien ya se comenzaba a despertar. Dejando esa pequeña figura tierna, se transformó en su imagen original al no sentir los rayos de sol por arriba de la sabana.
-Buenos días princesa- Dijiste con una sonrisa de lado a lado dejando a la vista esos colmillos filosos característicos también de ti.
-Que es lo que… -suspiro al percatarse que ya había preguntado demasiado eso- nada olvídalo…
-Haha, parece que alguien aquí se pone nerviosa con mi presencia y pregunta constantemente lo mismo – Se burló acercándose a ella, dando un pequeño y casi no notorio beso en su rosada mejilla. La princesa se sonrojo a más no poder y sus nervios aumentaron, ¿Cómo no hacerlo? Marceline era tan impredecible, tan única, tan… ella.- Anoche, me dijiste que me quedara a tu lado y te complací Bonnie, hace tiempo no hacia esto lo extrañaba.
-Y tu haz dicho muchas veces que extrañas esto… -Dijo la científica mientras sentía como Marceline la rodeaba por detrás mientras recargaba su barbilla en su nuca.
-Extraño muchas cosas ¿sabes? Y todas ellas te involucran a ti-
-Marceline comprende, no podemos…- No la dejaron terminar
-Bonnibel, sabes tanto como yo que esto que sentimos no es algo pequeño ¿Por qué lo reprimes? ¿Por los demás? Bonnie… tarde o temprano lo entenderán. Esto no te hace peor persona.- se movió quedando enfrente de ella y recargando su frente en la suya mientras con ambas manos tomaba sus delicadas mejillas- No guardes esto que sientes… ¿Acaso tengo que venir a verte cuando estas más dormida que despierta para poder ver tu lado sincero hacia mí?
-Entiende… No puedo- ¿Por qué era tan terca? ¿Por qué no comprendía ella? ¿Por qué lo reprimía?… ¿Por qué la vampiresa aun así la amaba demasiado? Aun así le molesto el hecho de que fuese así…
- ¡ESTA BIEN!- gritaste con lágrimas en los ojos- Me largo entonces. Esto es sumamente inútil para mí ¿sabes? Por más que trato de ganarte y de hacerte entender a ti fallo. Bien Bublegum te dejare en paz si así lo desea su majestad
Sin más que agregar la triste vampiresa se marchó con angustia dentro de ella, no sin antes tomar una sombrilla que se encontraba en una esquina de la habitación siempre a disposición de ella, costumbre del pasado, costumbre que Bubblegum no había quitado.
-Marceline…- Pronuncio en un susurro dejándose caer en su cama mientras ambas manos se posaban en su rostro para ocultar el sollozo de este. La amaba, pero no sabía realmente lo que estaba haciendo.
Una vampiresa se encontraba flotando camino a casa, triste, llorando, con el corazón roto, avanzaba lentamente cubriéndose del doloroso sol, mirando por donde caminaba, únicamente observando el piso cabizbaja. Le gustaba pasear de día, pero esta vez no tenía ánimo para nada "Ya fue suficiente" susurro para sí mima, se había dado por vencida, comprendió que ya no tenía sentido luchar contra alguien tan terco, tan cerrado en sus deberes. La amaba, estaba loca por ella, quería pasar todo su tiempo a su lado, cantarle, tocar el bass a su lado, simplemente tomar su mano y ver su hermoso rostro sonrojarse, sonreír, y por qué no también llorar para poder consolarla ella y nadie más, pero… ¿Qué sentido tiene desear todo eso y luchar por ello si la otra persona no haría nada para obtenerlo? Ya estaba harta de ser la única que se esforzara, ya tenía suficiente de esperar una respuesta de ella, respuesta que nunca llego. Sabía que Bubblegum mentía, ella notaba que realmente su sentimiento era mutuo, pero es que la princesa esta tan metida en eso de la ciencia y de su reino que no da una o tal vez otra oportunidad a su amor, Marceline estaba dispuesta a mantenerlo oculto, salir de su casa en la noche y verla dormir o dormir a su lado, encontrarse "casualmente" y dar un paseo, verse un poco más a menudo solo como "amigas" ¿Qué tan difícil puede ser eso? Solo… Amigas. Siguió su camino bajo esa obscura sobra que la cubría como una manta protegiéndola de no salir lastimada por el inmenso sol.
Por otro lado una Princesa preocupada se encontraba acostada en su cama aun, escondiendo su rostro en la almohada, llorando en silencio, ocultando ese sentimiento amargo y doloroso, para después fingir que todo estaba a la perfección, sonriendo a su dulce gente, a todos. Pero por ahora le tocaba desahogarse sacarlo todo amarga y silenciosamente. ¿Qué debería hacer? Se preguntaba constantemente, ¿Vivir sin ella acaso? ¿Esperar el momento en que su corazón y mente decidan simplemente olvidar a esa portadora de esos profundos, serios, cálidos ojos carmesí? ¿Simplemente meterse en la mente que esto pasara? El amor no es así, el amor es más complicado aún, no podrá sacar de su mente a alguien que logra ponerla de esa manera, a ese alguien que puede hacerla enojar como nunca en minutos, y calmarla completamente en solo segundos. No quería aceptarlo pero lo sabía, sabía que amaba con todo su corazón a esa vampiresa, sabía que no iba a poder sacarla de su mente de sus pensamientos, era imposible. Pero aun así su terquedad era inevitable.
-Tratare un poco más, solo un poco más, vamos Bubblegum tu puedes.- Se decía para sí misma, tratando de darse ánimos para seguir con su agenda de ese día sin ningún problema, para tratar de creerse que podría olvidarle con el tiempo.
Pasaron unas cuantas semanas y todo parecía estar bien, no hubieron rastros de la despreocupada bajista, nada nuevo en el dulce reino, paz, reuniones, ciencia, pero Bubblegum no se encontraba bien, en todo este tiempo transcurrido se sentía triste y sola, le hacía falta ese problema que se la pasaba molestándola cuando se encontraba sola, extrañaba esa compañía que le otorgaba esa joven con colmillos punzantes, esa ronca voz que llegaba a ser tan suave y relajante para ella, esa voz que lograba transmitirle paz al escuchar un "¿Qué tal Bonnibel?", esos brazos firmes que cuando la abrazaban la hacían sentir segura, cuando la cargaban no le daba temor las alturas. No podía más, esas lagrimas comenzaban a asomarse curiosamente por sus ojos resbalándose delicadamente por sus mejillas ¿Cuántas veces había llorado en esta semana? ¿Cuántas veces no le había susurrado el nombre de ella a la soledad? Realmente necesitaba de ella para sentirse completa. Se rodeó a si misma con sus brazos, encogiendo sus hombros en búsqueda de un poco de protección, tratando de no sentirse sola, cerro sus ojos entre lágrimas, imaginando que quien la rodeaba era esa bajista que tanto deseaba.
-¡Hey PB! – Logro escuchar mientras la puerta de la habitación donde se encontraba se habría haciendo que saliera de sus tristes pensamientos para después secarse las lágrimas y asi evitar que supiera esa persona que se encontraba llorando.
-F-Finn… ¿Qué es lo que haces aquí? –Trato de ocultar tus ojos agachando un poco la mirada y mirando hacia otro lado, tratando de hacerle creer que se encontraba buscando algo.
-Princesa, ¿Te ocurre algo? – Se acercó a la princesa al percatar que algo estaba mal. Finn podría tener 14 años de edad, sin embargo no era un niño tonto, era muy observador. Al notar una playera familiar color negra al lado de ella algo estrujada comprendió que esos llantos le pertenecían a alguien o más bien eran por alguien- Me imagino estas así por alguien ¿cierto?
Al escuchar estas últimas palabras la princesa sorprendida lo vio directamente a esos celestes ojos.
-T-tu como…- no pudo terminar puesto el pequeño Finn la había interrumpido.
-Princesa, realmente no se bien lo que le pasa, pero sí sé que esos amargos llantos son por alguien ¿Extrañas a alguien? – La princesa se limitó a agachar la mirada al escuchar que Finn había acertado con lo que dijo- Yo solo quiero decirte que si no eres feliz sin esa persona simplemente deberías buscarla. Sabes muchas veces tenemos que arriesgarnos un poco para encontrar nuestra felicidad, y lo valdrá por que seremos felices después de todo. El verdadero amor es irremediable si es la persona correcta, no importa los problemas que se tenga al estar con esa persona, siempre será más la felicidad. Míreme a mi yo no puedo besar a mi novia, ni mucho menos tomarle la mano sin salir quemado, pero soy feliz con ella.
-Finn…- Estaba sorprendida por aquellas palabras, ¿Ese pequeño de 14 años le había dicho eso? Sin duda él era su héroe. Finn por su parte se dirigió a la salida del edificio para dejarla sola y que pudiera pensar claramente en todo lo que él le había dicho.
-Suerte con Marcy princesa – Se dispuso a cerrar la puerta detrás de él.
Ahí estaba ella, quieta, pensando en cada una de las palabras que el pequeño rubio lo había dicho con tanta sabiduría, con tanta simpleza, sin embargo estaban llenas de verdad. Comenzó a moverse, no le importaba si estaba presentable o no, solo sentía que tenía que moverse rápido. Paso tras paso, comenzó a salir de su habitación, aumentando la velocidad de ellos ya se encontraba fuera del castillo. "Hola princesa" la dulce gente la miraba y saludaba cortes mente, se había ganado el cariño de cada uno de ellos, confiaban plenamente en ella, sabían que era una buena princesa si no es que la mejor. Si realmente ellos la aceptaban como su princesa, la respetaban y la valoraban, comprenderían que ella necesita de otra mujer para ser feliz, comprenderán que el hecho de que no sigua lo "normal" en el siclo de la vida no la haría una pésima persona, no la convertiría en alguien de alma sucia, ella seguirá siendo la misma princesa dedicada y amorosa por su reino, solo con una diferencia, si todo salía bien, si la bajista la perdonaba, esa sonrisa que le regalaba a la dulce gente será verdadera.
Saludaba rápido a quienes le decía hola, no se quedaba a charlar con ellos como normalmente acostumbraba. Tenía prisa, tenía algo muy importante para ella que hacer. Caminaba apresurada, pero en ocasiones se detenía y dudaba, no sabía que decir puesto que no había pensado en eso, pero no regresaría, ¿Para qué? ¿Para regresar y ser la misma triste y vacía princesa con mucho a su cargo? Este día sería diferente, hoy ella seria alguien sincera con sus sentimientos.
Caminaba bajo la fresca sombra de los árboles, acercándose cada vez más a la casa de la pelinegra. Caminaba en silencio, eran tantos sus nervios que lograba escuchar a su acelerado corazón palpitar, como si golpeara contra ella exigiendo salir ante tanta emoción que él estaba sintiendo. Coloco su mano derecha en su pecho tratando de calmarse un poco, intentando poner todo en su lugar pero fue en vano puesto al entrar a la cueva y ver la casa de quien venía a buscar. Se asomó lentamente en la ventana sabía que la mayoría del tiempo se la pasaba en la sala con su bajo y en compañía de su perro, pero no la vio ahí, comenzó a pensar que no estaría en casa y que había venido en vano. Su mentalidad cambio cuando escuchó a alguien cantar, una voz muy familiar, pero una canción algo triste, con notas deprimentes, se escuchaba sin ánimos pero con mucho sentimiento, y no era precisamente sentimientos alegres. Camino lenta y cuidadosamente hasta el patio de la casa de Marceline tratando de que sus pasos no fueran audibles. Y allí la vio a ella, sentada a la horilla con su bajo, mirando hacia el lago y dejando salir esa melodía de sus labios.
-M-Marceline- Pronuncio Bubblegum temblorosamente, en casi una in audible oración, pero lo suficientemente audible para alguien que no es un humano, mirando fijamente la silueta que se encontraba a unos metros de distancia en frente suyo, esperando a que se girara, deseando que si la hubiese escuchado, y anhelando que todo vaya a salir bien, que las palabras sean las correctas y que no sea demasiado tarde para ella.
