Fue como si su garganta se cerrase.

Podía sentir a sus ojos abiertos de par en par, observando al chico rubio frente a él, la sonrisa en su rostro una que todavía no había visto. Adam alzó una ceja al mismo tiempo que sus labios se curvaban nuevamente, negó con la cabeza.

Kurt trató de hablar, pero las palabras de Adam se repetían una y otra vez en su cabeza, prohibiéndole refutarlo o minimizarlo, no es que pudiese hacerlo, de todos modos.

Se dejó caer contra el respaldo de la silla, su café intacto sobre la mesa, lejos de donde sus manos se cerraban en su teléfono; clavó su mirada en él, esperando a que se retractara, que hiciera un chiste al respecto o que, simplemente, los gritos de Rachel le avisaran que llegaría tarde a su cita.

—¿No lo habías notado? —Adam habló entre el murmullo de conversaciones ajenas.

Quiso ser capaz de articular oraciones y responder que no, no lo había notado, que jamás se le había cruzado por la cabeza que B-. Sus ojos atónitos se encontraron con los de Adam al otro extremo de la mesa.

Tragó en seco, descubriendo que su garganta no poseía ningún nudo que le impidiese respirar ni tampoco una opresión que le nublase el pensamiento. —Supongo que no, entonces—su voz fue un susurro contra el borde de su taza.

Respiró profundo mientras cerraba los ojos, recordando las palabras que había pronunciado antes de que Adam le interrumpiese. Sus mejillas enrojecieron al notar que Blaine era su tema central de conversación, que su mente analizaba pequeños detalles y se preguntaba cómo su ex hubiese que todo fuese diferente, cómo hubiesen acabado sentado en una de las esquinas del café en vez de una mesa contra la ventana, perdidos en ellos mismos en vez de la distracción de la Gran Ciudad.

Kurt levantó la vista, clavándola en su recipiente de café, repitiendo con un sonido sordo las palabras que había pensaba apenas Adam lo había puesto delante de él. Murmuró un par de disculpas antes de pararse de la silla y correr hacia la puerta, sus piernas parecían hechas de gelatina al mismo tiempo que el aire se volvía concreto: "Eres muy dulce, pero esa no es mi orden".

—Realmente sigues enamorado de Blaine, ¿cierto? No puedes parar de hablar sobre él.

Las palabras de Adam resonaban en su cabeza junto con el tono de espera en su teléfono, Blaine respondió al segundo toque.