Aloha!

Hoy pasaba tranquilamente por una panadería cuando vi una etiqueta que decía "prusianos" de dulce de leche. Y pues, salió esto.

Hetalia pertenece a Himaruya Hidekaz.


No habían pasado ni cinco minutos desde que Francis había sacado el pan del horno, y ni tres desde que había comenzado a poner el relleno, cuando escuchó los siempre fuertes pasos de Gilbert, y como la puerta se habría de golpe.

—¡Francis! —exclamó el prusiano.

—¡Gilbert, mon ami! —respondió juguetonamente.

Y siguió rellenando su pan tranquilamente. No era la gran cosa, solo había reutilizado una vieja receta para la pasta, y estaba probando diferentes clases de relleno. Así que sobre la mesa comenzaba a extenderse varios platos, con rectángulos medianos rellenos de diferentes sabores, colores y texturas.

Gilbert, ávido como perro muerto de hambre, se acercó, según él disimuladamente, hasta que Francis lo sintió casi respirando en su cuello.

—¿Qué estás haciendo?

—No estoy seguro, —respondió, sin dejar su labor—. Solo tuve ganas de cocinar, así que hice… Esto.

Apenas iba por la mitad de la oración cuando Gilbert estiró la mano, tomó una pieza y se la metió entera a la boca.

Masticó ruidosamente y tragó, tosiendo un poco por culpa del azúcar glass.

—Están buenos —dijo, agarrando otro.

Tragó, y agarró otro. Y luego otro.

—Esté relleno es el mejor —dictaminó.

—¿El merengue italiano?

Francis evaluó su obra. No los había probado aún, pero no podía negar que los que estaban relleno de merengue italiano tenían un aspecto mucha más estético y elegante que los otros rellenos que había utilizado.

—Entonces supongo que rellenaré el resto con merengue —se encogió de hombros.

Gilbert le palmeó el hombro amistosamente, y después mencionó algo sobre Gilbird, y se retiró de la cocina.

Francis terminó de rellenas, y después se marchó también.

Algunas horas más tarde regresó a la cocina, dispuesto a saborear su más reciente receta.

Su mirada recorrió la estancia de derecha a izquierda y de arriba a abajo.

Nada.

No, no recordaba haberlos puesto en algún otro lugar.

Se acercó cautelosamente.

Tirados en el fregadero estaban los varios platos sobre los que los panes habían estado en su momento.

—¡Gilbert! —gritó.

Maldito fuera aquel estúpido prusiano. ¡¿Cómo se atrevía a comérselos todos?! ¡Había hecho más de sesenta y él a duras penas se había comido dos!

Salió de la cocina hecho una furia, azotando la puerta a su paso.

Entonces escuchó un gemido agónico proveniente del baño.

—Francis —la voz moribunda de su amigo hizo que casi se olvidara de su furia—. Francis, ¡tus malditas cosas estaban malas!

Soltó una sonora carcajada que resonó por el pasillo.

—Eres un jodido stupide, Gilbo. Cualquier cosa te sentará mal si te comes más se cincuenta.

—¡Deja de reírte y haz algo!

—¿Qué quieres que haga? ¿Te paso un corcho? —Volvió a estallar en carcajadas por solo la idea—. ¿Sabes qué? Ya decidí como llamarlos. Serán prusianos. Y los haré para la próxima reunió global.

—¡No te atrevas Fran... ¡ugh!

Francis siguió riéndose mientras se alejaba por el pasillo.

Estaba casi seguro que Gilbert no quería volver a oír, ver, oler o comer prusianos nunca más.

Y él se aseguraría de hacerlos tanto como le fuera posible.


No tengo ni la más mínima idea de dónde y cuando se inventaron estas cosas, ni del relleno original, pero la receta que me salió en internet decía que el relleno era este "merengue italiano", que es la misma cosa que utilizan para los supiros, así que háganse la idea. Tampoco sé si esto es solo de Costa Rica, o si está en más países. Cualquier cosa nada más búsquenlo.

Pero espero que hayan disfrutado leyéndolo, así como yo disfrute escribiéndolo.

Reviews?

(o corcho para todos :v)