Capitulo: Lánzala.

Lanzarle una pelota (léase, hacha; pescado; Brutilda; roca; plano; lápiz; Brutacio, etc.) es uno de los mejores ejercicios que se puede hacer en compañía de tu dragón.

Ellos se divierten buscando objetos lanzados por su dueño, el vínculo y la felicidad del animal suben gratamente. Pero hay que tener cuidado con este ejercicio, ya que puede dar resultados negativos dependiendo del tipo de entrenamiento que el dragón en cuestión haya obtenido previamente.

Ahora les daremos un ejemplo de dos casos, uno correcto y otro incorrecto.

Un verde prado se expande, todo es paz y tranquilidad… el viento acaricia suavemente el crecido pasto, este acepta gustoso las caricias del viento, aceptando cualquier cambio de posición que este haga, las hormigas, escarabajos y otros animales trabajan felizmente, todos en conjunto y en paz. Se escucha un ruido, algo a golpeado la tierra. El objeto rueda hasta la vista del espectador, ¡una pelota! ¿Qué hará esta aventurera pelota en medio de un prado tan pacifico como este?

La pelota rueda unos centímetros más hasta ocupar toda la pantalla y cuando se detiene todo queda en paz…

Un ruido seco se escucha a lo lejos. Se está acercando, las secciones de prado que se topan en su camino cambian su posición dada por el viento para quedar aplastadas o dobladas. El ruido se limpia por la proximidad hasta estar cerca dándonos a entender que son rápidas pisadas. Al levantar la vista se ve que las plantas comienzan a revolverse, algo salvajemente, los felices y pequeños animales se detienen a mirar hacia la dirección donde proviene aquel sonido, la tierra comienza a temblar levemente.

Entonces aparece un monstro gigantesco. Este entierra las patas en la tierra intentado frenar cargándose a todos los animalitos que estén en su camino, llevándose varias plantas dejándolas aplastadas y cubiertas de tierra. El dragón se acerca extremadamente a la pelota y la encierra entre sus encías para luego darse la vuelta y lanzar la cámara abruptamente a unos metros con su cola.

¡Jimmy!— gritó una hormiga, rápidamente fue hacia el cuerpo de su amigo. Este estaba aplastado, moribundo.

¡Henry, vuelve!— le ordenaron desde la zona que no estaba afectada por aquel monstro

¡Tengo que llevarme el cuerpo, Joel! ¡tiene que volver a casa!

¡Si no vuelves tu no volverás a casa!

Volteó dramáticamente hacia su amigo, quien le extendía una mano. Se separó del cuerpo de Jimmy y lentamente fue hacia Joel con la cabeza baja, levanto un brazo y comenzó a enjaguarse las lágrimas.

Pero antes de poder llegar a tomar firmemente la mano de su amigo una pared negra aplastó a Joel, y tan rápido como llegó se fue. Henry cayó de rodillas, los cuerpos de sus amigos y familia se extendían delante de él

¡ME HUBIERAN LLEVADO A MÍ!— gritó al cielo.

— ¡Bien Chimuelo!— exclamó Hipo a la distancia mientras veía como el dragón se acercaba a toda velocidad, feliz por tomar la pelota de su dueño. Se acercó a él preguntándole con la mirada: "¿Me puedes lanzar la pelota por favor?"

Hipo acarició la cabeza de su amigo y puso la mano sobre la pelota e intentó sacarla. Chimuelo retuvo la pelota entre sus encías mientras Hipo intentaba sacarla.

NO, NO LA AGARRES. LÁNZALA.

Ahora otro ejemplo.

(Patán entra en escena con una pelota, lanzándola repetidas veces para luego atraparla con la misma o la otra mano) Este es el Mocososapiens. Este curioso espécimen se caracteriza por la falta de inteligencia, pero gran masa corporal. En caso se confrontación se recomienda esconderse en lugares que no pueda alcanzar o usar fuego, NO INTENTES DARLE UN GOLPE DIRECTO.

— Muy bien Colmillo, — Patán le dio una suave patada en la cara

El dragón abrió un ojo intentando saber a qué se debía tal alboroto, con la mirada borrosa logró distinguir una extraña figura que vio cómo su dueño, quien sostenía una esfera roja. Abrió los ojos exaltado, su cola comenzó a menearse, la excitación y felicidad se manifestaron como brillo en sus ojos. Patán se contagió de aquella alegría, comenzó a sentirse como un niño que le iba a dar un regalo a su mami. Con una gran sonrisa se puso en posición y miró a su dragón con una sonrisa, este se la devolvió. Con toda la felicidad que fue capaz de sentir, exclamó:

— ¡Búscala!

Colmillo siguió la pelota con la vista, se paró en sus cuatro patas. Patán no podía esperar a ver cuándo su dragón levantara vuelo, todo era tan hermoso que el mismo entrenador de dragones, aquel que vio cuando aquel pesadilla monstruosa le aceptó y le dejó volar en su lomo, la primera vez que volaron juntos, aquella felicidad que había sentido cuando el viento chocó contra su cara dándole la sensación que marcó un antes y un después en su vida.

Patán pensó que sería un momento mágico.

Colmillo simplemente le disparó a la pelota, esta se perdió entre los árboles convertida en una bola de fuego.

— Colmillo… — susurró entre dientes tan seriamente que el dragón se volteó, el vikingo estaba tan callado que intrigó fuertemente al reptil. — Eso fue… eso fue… ¡ASOMBROSO!, ¡ese es mi dragón!, le enseñaste a esa pelota quien manda, ¡Wow!

¿Puedes adivinar cuál es el correcto y cuál es el incorrecto?

¡Exacto! El ejemplo de Hipo es el incorrecto. Chimuelo no ha sido entrenado de la manera necesaria para devolver la pelota a su dueño.

¡Nos vemos la próxima!

Jimmy era un sobreviviente que quería terminar de vivir. Después que aquel monstro negro destruyera todo su mundo se convirtió en un buscador de la felicidad, ahora vivía con su novia: Sally y su lombriz, el pequeño DD. Aquel día Jimmy volvía de su trabajo, le había costado iniciar su vida nuevamente, pero lo logró. Ahora vivía en una simple casa en el bosque al pie de un árbol viejo.

Al llegar a casa respiró profundamente, todo estaba bien, aún estaba con vida…

La lombriz fue arrastrándose a darle la bienvenida. Jimmy le acarició la cabeza.

¡Hola amigo!— su sonrisa se ensanchó en su rostro.

¡Cariño has vuelto!— gritó Sally, su novia, desde la casa. Jimmy le saludó con la mano, sonriente. Se agachó a buscar su maletín y comenzó a dar los primeros pasos hacia su casa, y justo cuando iba a llegar, una bola de fuego aplastó su casa.

Cayó de rodillas al suelo nuevamente, miró al cielo y gritó:

¿¡QUÉ HE HECHO, ODIN!? ¿¡QUÉ HE HECHO!? Encima me duelen las rodillas.