Mi hijo, mi secreto.

Esta historia nace de mi loca imaginación única y exclusivamente porque siento que me está bloqueando el camino a las ideas de Mi Faraón y La Leyenda del fantasma, que apenas y avanzan una página de vez en cuando.

Lucharé por él.

Heero se sentó en la playa sobre la manta, no estaba muy feliz de participar de esa fiesta en la playa con sus compañeros de clase, él era un joven dedicado a sus estudios, en especial a las ciencias porque ahora estaba preparando el examen para ingresar a la Universidad, y hubiese preferido quedarse en casa leyendo un buen libro que allí donde no conocía a nadie, además, no le gustaba bailar.

Vamos, Heero, anímate – le dijo un compañero obligándolo a levantarse – ven a conocer a gente nueva.

Sabes perfectamente que no me gustan las fiestas, Odin.

No seas aburrido – lo jaló y lo llevó al centro de la pista – mira a ese chico, parece que está solo.

¿Y qué? No tengo ganas de... – pero se tuvo que callar al ver que su amigo iba por el joven del que le hablara y lo señaló al trenzado – voy a matarlo – dijo entre dientes acercándose a ellos.

Seguro quieres bailar con él ¿verdad? – dijo Odin y se escabulló entre la gente dejándolos solos.

¿En serio quieres bailar conmigo? – le dijo el extraño y Heero se quedó prendado de sus ojos color violeta, nunca había visto algo igual, pero reaccionó casi de inmediato.

¿Qué te dijo ese idiota? – le dijo Heero tratando de olvidar el chispazo que tuvo.

Que yo te gustaba y que de seguro tú me gustarías a mí – le sonrió y lo tomó de la mano – vamos, bailemos, la noche es joven para preocuparnos por nimiedades.

Heero odiaba bailar, pero aquellos lindos ojos parecían hipnotizarlo y simplemente comenzó a bailar con él hasta que sonó un tema lento, no quería acercarse a él, pero el joven era más decidido y se abrazó a su cintura obligándolo a imitarlo mientras se movían al compás de la música.

Tu amigo tiene razón, me gustas y mucho – le dijo de repente – eres un chico hermoso, me gusta tu aroma y tu calor ¿Me darías un beso? – le pidió ofreciéndole la boca, pero Heero estaba avergonzado y sólo lo abrazó más – no me quieres besar ¿verdad?

Apenas nos hemos conocido y ni siquiera sé tu nombre – replicó avergonzado.

Eso no tiene mayor importancia, amor, yo siento que nos conocemos de siempre – respondió éste – nuestros nombres son solo una formalidad si nuestros cuerpos se responden mutuamente ¿no crees?

Salgamos de aquí, mejor – respondió tomándolo de la mano – hace demasiada calor aquí dentro.

¿Me llevas a algún lugar en especial?

Dentro de un rato lanzarán fuegos artificiales desde la playa – le explicó – es una tradición de los festivales de primavera.

Qué divertido – sonrió apoyándose en su hombro – pero eso es a la media noche ¿no? – miró a su alrededor – aquí no anda nadie todavía.

Tienes razón, pero yo quiero estar a solas contigo para besarte.

Ah, bueno – se sonrió y dejó que lo llevara hasta una manta oculta entre los árboles – parece que quieres privacidad ¿eh?

¿Acaso tú no lo prefieres así? – le sonrió haciendo que se sentara a su lado.

Claro que sí, amor – le dijo sonriendo también – ahora sí vas a besarme ¿verdad? – le volvió a ofrecer su boca y se besaron de manera apasionada y salvaje compitiendo por el control del beso. Heero recorrió lentamente con su lengua las paredes de la boca del joven de ojos violeta enlazando su lengua con la suya sintiendo que se perdía en sus profundidades y su dulce sabor hasta perder por completo el aliento.

Ah – dijo soltándolo tratando de recuperar el aliento – que bien besas, guapo.

Pues no te quedas atrás – le contestó obligándolo a recostarse sobre su pecho – me ha gustado mucho – enredó sus dedos en su cabello – quiero más.

Eres muy hermoso – le respondió tomando su cabello entre los dedos – hueles delicioso, pero ¿no crees que vamos muy de prisa? Tenemos toda la noche por delante para disfrutarnos.

Supongo que sí – suspiró besándolo en la frente – pero es que necesito alivio.

Heero cerró los ojos sintiendo que el miembro del muchacho se abultaba justo bajo su estómago, clara prueba de su excitación, pero él no quería hacerlo así, quería hacerlo con calma y ternura, que esa noche fuera especial, después de todo era su primera vez y la noche se presentaba magnífica.

Espera un poco más – le respondió mirando de lado el cielo – pronto aparecerá la luna y lo haremos entonces.

Ah, eres un romántico – se rió – está bien, así será más placentero.

Pero debo decirte algo primero – se enderezó y se acomodó en su hombro – yo nunca antes he hecho algo así – le dijo ruborizado.

Yo tampoco – le sonrió de nuevo – por eso es especial.

Heero le acarició las mejillas con ternura, era tan dulce, se notaba que era muy cuidadoso con su apariencia, la barba la tenía muy suave y perfumada, la piel la tenía lisa y suave al tacto. Se acercó a su cuello y le acarició suavemente bajo la oreja con la lengua lo que hizo estremecerse al joven, esa caricia le había dado en un centro nervioso y su necesidad de poseerlo creció. Trató de atraparlo, pero Heero fue más rápido y lo detuvo viajando por su mandíbula hacia la otra oreja dejando un sendero húmedo de besos. Mientras, sus manos comenzaron a desabotonar la camisa lentamente y tratando de no tocar la piel que el otro ya sentía muy caliente.

No seas malo, amor, acaríciame en serio – le pidió en un susurro.

No quiero – le sonrió posando su boca de nueva cuenta en la suya mientras sus dedos apartaban la tela de su piel y rozaban levemente su carne – quiero hacerte sentir en el paraíso.

Malvado – gimió y se dio la vuelta – este juego es entre dos – agregó malicioso comenzando a desvestirlo también – ya veremos quien gana.

Heero sólo sonrió y se dejó hacer.

El joven de los ojos violeta fue más audaz que Heero, lo deseaba e iba a tenerlo, pero lo haría con cuidado, la noche se planteaba magnífica para tener una aventura y ahora estaba feliz de haber venido a esa fiesta en la playa que dijo era tan tonta, después de todo había encontrado más de lo que andaba buscando.

Ah – dijo Heero con placer al sentir que las manos de su amante le bajaban con mucha delicadeza los pantalones acariciándole las piernas primero hacia abajo por el exterior y luego hacia arriba por el interior – ah – volvió a gemir.

El sonrió al ver al joven de ojos cobalto que tanto le había llamado la atención, por lo enojado que parecía, desnudo totalmente y entregado sin resistencia a sus osadas caricias. Se apartó un poco de su piel para verlo mejor y luego se le subió encima para besarlo en los labios con salvajismo dejándose desvestir también, pero el chico era demasiado lento para su gusto y se apartó para quitarse la ropa de un viaje y quedar en igualdad de condiciones uno contra el otro.

No tan rápido – le pidió Heero al sentirlo frotarse contra su cuerpo – falta mucho para los fuegos artificiales.

Podemos crear los nuestros – le respondió posesionándose una vez más de su boca en un beso apasionado que los dejó sin aliento – ¿qué me dices?

Tenemos tiempo – insistió rodeándole el cuello con los brazos.

No seas malo ¿si? – le dijo restregándose contra él cerrando los ojos, dureza contra dureza, elevando la temperatura corporal de ambos.

Convénceme – dijo al fin entregándose a lo inevitable.

Buena idea – se rió y comenzó a acariciarlo lentamente bajando por su cuello mordiendo, succionando y lamiendo la piel suave hasta llegar a una tetilla que se levantó al mero roce de su aliento. Complacido, la atrapó con cuidado entre los dientes torturándola lentamente chupándola con gran deleite mientras sus manos seguían acariciando ese cuerpo tan sensual y delicioso que ahora no hacía más que estremecerse de placer. La abandonó repitiendo la misma operación en la otra antes de bajar hacia su abdomen dejando un reguero de besos hasta donde lo esperaba orgullosamente erguido el miembro de su amante que se le entregaba sin reparos con suspiros y gemidos de placer que sólo aumentaban su propia excitación. Lo acarició con ambas manos frotándolo con fuerza y delicadeza lo que lo hizo gritar – ¿qué es lo que quieres, amor?

Hazme... hazme... tuyo – tartamudeó sediento de placer.

Simplemente sonrió hundiendo los dedos en la boca de Heero para humedecerlos antes de prepararlo para hacerle el amor. Metió uno de sus dedos en la prieta entrada de Heero, que gritó asustado por la intromisión, así que lo distrajo atrapando su miembro con su boca y el dolor se le olvidó con el placer, tanto así que ni cuenta se dio cuando un segundo y un tercer dedo estaban en su interior hasta que él los retiró y se enderezó posicionándose con su miembro en la caverna cálida.

Heero cerró los ojos al sentir como entraba de a poco en él, dolía bastante, pero estaba seguro que pronto pasaría como cuando lo preparaba, así que elevó un poco las caderas e hizo más profunda y rápida la penetración mientras dejaba escapar unas pequeñas lágrimas de sus ojos.

Relájate, amor, ya se te pasa – le dijo su amante limpiando sus mejillas a besos.

Lo sé – trató de sonreír – pero déjame acostumbrarme a tenerte dentro.

Claro – le dijo sin moverse pese a su intensa necesidad de placer. Allí se sentía tan apretadito y caliente, que la sangre le hervía y el cuerpo el rogaba que se abandonara al placer – ¿estás listo?

Si – le dijo moviendo las caderas haciendo que se saliera y luego se entrara provocando escalofríos de placer en su amante que de inmediato comenzó a moverse buscando en su interior aquel punto donde ambos reventarían de placer, entrando y saliendo cada vez más rápido y con mayor fuerza sin romper el dulce y placentero contacto, llevando su mano derecha al miembro abandonado de Heero que también estaba ansioso de placer frotándolo con deleite al mismo ritmo de sus embestidas.

Que rico – gemía moviéndose cada vez más rápido hundiéndose con mayor fuerza tocando un punto sensible sintiendo que estaba por llegar, que estaba por derramarse por completo, perdiendo el control y la razón.

¡Ah! – gemía Heero desesperado sintiendo que su amante tocaba en su interior puntos inmensamente sensibles que lo llevaban al borde de la locura del placer dejándolo en el límite – voy... a... acabar – dijo entrecortadamente apretando en su interior el miembro de su amante que no dejaba de moverse.

¡Yo también! – dijo este dejándose ir en el interior de su querido sintiendo que miles de luces de colores reventaban en su interior alcanzando el clímax del placer derramándose en un mar de su semilla caliente.

¡Ah! – dejó escapar de nuevo sintiendo que expulsaba su semen en la mano de su amante mientras un mar de lava subía por sus entrañas inundándolo todo a su paso llevándolo a ver fuegos artificiales de múltiples colores detrás de sus ojos cerrados – me... gustó.. mucho – dijo quedándose dormido de inmediato luego de sentir que el otro se salía de su interior.

Fue mejor de lo que pensé – dijo cubriéndolo con su chaqueta – debería llevarte a alguna parte, no quiero que te enfermes por mi causa – comenzó a vestirse y lo vistió también – mis amigos tienen razón, es más fácil quitar la ropa de tu amante que ponerla luego que se durmió – le dio un beso en la mejilla y sacó su celular del bolsillo de la chaqueta – Andrés, trae el auto a la playa, deseo regresar a la cuidad – dijo y colgó – te dejaré a salvo en alguna parte, amor – le dio un beso en la frente.

Al poco rato llegó el auto solicitado y el hombre llamado Andrés cargó a Heero dejándolo en el asiento posterior con la cabeza en el regazo de su jefe sin hacer preguntas, no era su deber saber cosas, sólo obedecer.

Heero se sentía terriblemente cansado, pero estaba muy cómodo sobre ese blando colchón ¿colchón? Abrió los ojos bruscamente al notar que no estaba donde se había dormido la noche anterior, estaba demasiado blando, recordaba claramente el haberse quedado dormido sobre la manta en la playa junto con el lindo muchacho que creía ahora su novio, pero él no estaba a su lado. Se sentó en la cama con gran cuidado, la espalda le dolía mucho, en especial la parte baja, seguramente a consecuencia no sólo haber sido poseído por el trenzado sino por haberlo hecho en el suelo.

¿Dónde estoy? – dijo mirando a su alrededor preocupado. Era una habitación muy impersonal, de seguro estaba en un hotel o algo parecido ¿acaso lo había traído aquí para que descansara con él? Porque el joven no parecía ser de allí, se notaba que era extranjero – ¿dónde estará él? – y la respuesta le llegó en forma de una nota que lo dejó completamente helado.

"Good bye, my dear"

Y la nota no decía nada más, lo que hirió en el alma al pobre Heero, lo había abandonada casi como si fuera un prostituto.

Se levantó de la cama y se puso los zapatos, si el desgraciado lo quería así, muy bien, así sería, no se arrastraría buscando a un tipo que lo había usado para desahogar sus bajos instintos en una noche de luna llena por mucho que este hubiese tomado su virginidad, tenía orgullo e iba a usarlo.

Salió a la puerta y miró para todos lados, nadie a la vista, mucho mejor, así podría irse sin tener que darle explicaciones a nadie, se dijo, y aunque su cuerpo le reclamaba el intenso dolor en la parte baja de su espalda, se alejó corriendo por las calles vacías a esas horas de la mañana de un domingo después de un festival tan esperado como el de la noche anterior.

Me las vas a pagar Odin – amenazó furioso a cada paso que daba – por tu culpa me acosté con un desconocido sin saber que no me quería.

Al fin encontró un taxi en servicio y le dio la dirección de su casa, estaba demasiado lejos como para seguir a pie y su cuerpo, estaba seguro, no le respondería mucho tiempo.

Al llegar a su casa se fue directo a su habitación, se quitó la ropa y la echó al cesto de la ropa sucia, ya se desharía de ella, se metió a la ducha con agua caliente y se bañó con abundante jabón tratando de borrar de su piel las huellas de sus caricias.

Nadie volverá a jugar con los sentimientos de Heero Yuy, lo juro – se dijo enojado mirándose al espejo mientras se cepillaba los dientes – y si lo vuelvo a ver, cosa que dudo, no lo hablaré, lo trataré como a un extraño.

Luego de eso salió del baño, se puso su pijama y bajó al incinerador con la ropa que traía puesta en la mano, abrió la puerta y echó toda la ropa al fuego, no guardaría ningún recuerdo de él. Regresó a su habitación en silencio y se echó a dormir, su cuerpo se lo exigía y su mente estaba agotada.

Te mataré, Odin – fueron sus ultimas palabras antes de conciliar el sueño.

Al otro día todos sus compañeros de clase sólo hablaban acerca de su repentina desaparición la tarde anterior de la fiesta con el extranjero y querían saber cosas de él, pero Heero les contestó que simplemente salieron de la fiesta y luego se fue cada uno a su propia casa, ni siquiera le sabía el nombre, lo que si era verdad, y no le interesaba en lo absoluto.

Vamos, si estabas tan acaramelado con él – le dijo Odin.

Cállate o te mato – le gruñó por un colmillo y este se amedrentó y no lo molestó más, sabía reconocer cuando su amigo estaba de malas y era muy capaz de cumplir sus amenazas.

No es para tanto – le dijo levantando las manos en son de paz.

Después hablamos, que no estoy de humos para tus estupideces – le dijo viendo que el profesor entraba en la sala pidiendo orden entre los alumnos.

Estás exagerando ¿verdad? – le dijo ofendido.

Bien, señores, espero que hayan repuesto sus fuerzas después de la fiesta del sábado en la playa, porque ahora vamos a ver...

Y Heero prefirió concentrarse en las clases que seguir pensando en su corazón desengañado, herido y sin remedio, no podía seguir culpando a su amigo, él había sido el único idiota que creyó que su cariño sería bien correspondido por aquel muchacho, pero resultaba que su madre siempre tuvo la razón, no había que confiarle nada a los extraños y mucho menos el corazón, se dijo con firmeza.

Señor Yuy, salga a resolver este ejercicio – le ordenó el profesor.

Heero se puso de pie y se acercó al pizarrón, no era común que a él lo enviaran a resolver los ejercicios, los maestros sabían que el muchacho estudiaba mucho y que siempre estaba pendiente en clases, pero ahora había notado al muchacho como ausente y se preguntó si sería bueno enviarlo con el especialista.

Está listo – le dijo Heero luego de revisar el ejercicio mirando al profesor que lo miraba como examinándolo con la mirada – ¿está bien, profesor?

Si, Sr. Yuy, vuelva a su asiento.

El viejo no debió sacarte, sabe que nunca te equivocas.

Pues me parece que el profesor sabe algo que tú no, querido – le dijo otro compañero desde atrás – dicen que "más sabe el diablo por viejo..."

Sr. Ohama, al pizarrón – lo interrumpió el profesor enojado.

Heero miró sus cuadernos, al parecer él tenía razón, alguien sí había notado su cambio y no era agradable ser el centro de atención.

Los días pasaron lentamente y Heero comenzó a sobreponerse al dolor del desengaño, sin embargo, pasado casi un mes comenzó a tener ciertas molestias matinales, las que ignoró en un principio, pero se fueron acentuando con el paso de los días, en especial que al sentir ciertos olores penetrantes, como el de la colonia de Odin, le daban nauseas y debía correr al baño a devolver el estómago, también el olor del pescado y los mariscos tenían esos efectos, además, se cansaba con mayor facilidad y se dormía temprano luego de cenar con un sueño profundo pero sin descanso.

Tal vez tengas anemia – le dijo su mamá preocupada – te haré una cita con el médico – agregó yendo a hablar por teléfono.

Pero Heero tenía la terrible sospecha de saber lo que estaba pasando, esa noche, esa maldita noche, no había usado ninguna clase de protección, diablos, si jamás lo había hecho ni tenía intenciones de hacerlo ¿cómo iba a usarla? De seguro ese desgraciado lo había embarazado y ni siquiera sabía su nombre para ir a reclamarle por la criatura que crecía en sus entrañas.

Heero, el médico de la familia está de vacaciones, pero regresa dentro de una semana, entonces te harán una cita ¿está bien?

Claro, mamá – le sonrió, pero lo único que podía confirmar o negar su sospecha era uno de esos test caseros de embarazo – voy a salir un rato y vuelvo – le dio un beso en la mejilla y salió tomando sus llaves y su monedero, esperaba que no costaran mucho, después de todo faltaban varios días para que su padre le diera una nueva mesada.

Entró en la farmacia y lo atendió un hombre mayor muy amable que se lo vendió sin hacerle muchas preguntas, aunque apenas le alcanzó el dinero porque se le antojó una barra de caramelo cubierta de chocolate.

Bien, hijo, aquí está – le entregó el paquete y Heero le dio las gracias y regresó a su casa comiéndose el caramelo.

¡Heero! – lo llamó su amigo desde la vereda del frente – oye ¿tú comiéndote un dulce? Pensé que te morirías antes de comer algo así.

Cállate, Odin – le contestó molesto – tenía deseos de uno ¿Ok?

Que genio – sonrió – venía a preguntarte si iba a ir a la fiesta en...

No – le dijo cortante – sabes que odio las fiestas.

Pero la otra vez...

Fue una excepción – lo interrumpió – además, no he estado muy bien que digamos últimamente así que dudo que me den permiso.

Si, algo me dijo tu mamá. Pero ¿qué es lo que tienes?

No lo sé – mintió – el médico me dio hora para la otra semana.

Quizás ya estés muerto – dijo Odin haciendo un gesto.

No seas exagerado, si fuera algo grave mis padres ya me habrían internado en el hospital, tú sabes bien como es mi padre.

Entonces, no iras a la fiesta – se lamentó.

Claro que no – repitió – debo irme, tengo tareas que hacer.

¿No me digas que algún profesor nos dejó tarea?

Odin, los profesores siempre nos dejan tarea, otra cosa es que tú no las hagas y después me las copies – lo regañó.

Esto... si ¿verdad? – dijo avergonzado – entonces, nos vemos mañana – se despidió y se alejó corriendo.

Que loco es este – se dijo y entró en su casa y se fue directamente a su habitación a leer las instrucciones de la prueba de embarazo.

"Lea atentamente las instrucciones antes de usar"

Idiotas, ¿qué creen que estoy haciendo?

"1.- Esta prueba debe hacerse con la primera orina de la mañana"

¿Voy a tener que esperar?

"Que es la que más muestras de hormonas tiene, aunque puede aplicarse a cualquier hora"

Menos mal – suspiró y escuchó un suave golpe en la puerta – ¿si?

Heero ¿con quién hablas?

Con nadie, mamá, estoy hablando solo – respondió.

Ay, hijo – le dijo ella y la escuchó marcharse ruidosamente.

Madres – gruñó y siguió leyendo.

"2.- Ponga la muestra sobre el papel y luego de algunos minutos compruebe el color con la tabla"

¿Así de simple?

"3.- Si aun tiene dudas, consulte a su ginecólogo"

O sea que no es cien por cierto segura.

"4.- Si el resultado es positivo, debe dejar de consumir cualquier producto que sea peligroso para la salud de su bebé y consultar a un especialista"

Yo espero que sea negativo – dijo entrando al baño para hacer la prueba. Pero, tal como se lo temía, dio positivo – diantre – se sentó en la bañera – y ahora ¿qué voy a hacer? Paciencia, no es cien por ciento segura, hay un margen de error. Él médico me dirá que no lo estoy.

Pero las cosas fueron peor de lo que pensaba, su padre notó los síntomas una mañana desgraciadamente y lo arrastró hasta él médico que le confirmó lo que sospechaba, estaba embarazado. Su padre, al menos, pudo mantener la cordura ante el médico, pero Heero sabía perfectamente que en cualquier minuto podía estallar, lo que sería peor, ya que su madre lo apoyaría a él cien por ciento.

Ya en la casa lo agarró de un brazo y lo arrojó contra el sillón mientras lo miraba con furia. Heero cerró los ojos por el dolor del golpe, pero no se quejó, no ganaba nada con apelar a la compasión de su padre, él nunca la tenía al aplicar un castigo aunque hubiese querido que fuera un poco más comprensivo ya que esperaba un hijo, su nieto.

Muy bien, dame el nombre del maldito – le disparó – alguno de esos amigos tuyos será.

No, no es ninguno de ellos – negó mirando el suelo. Estaba metido en un tremendo lío ¿cómo le decía que el padre era un desconocido con el que tuvo relaciones una noche?

No trates de protegerlo – le dijo su padre paseándose furioso por la sala.

No lo conoces – dijo – ni te diré cómo se llama.

¿Así que quieres que te dé una paliza? – lo amenazó acercándose a él.

No – respondió con calma – pero no puedo decírtelo, te conozco bien y sé lo que harás, primero le darás una paliza y luego lo obligaras a casarse conmigo.

Y es lo que se merecen, todavía vives bajo mi techo y tienes el descaro de acostarte con cualquiera...

¡Pensé que me amaba! – se defendió.

Pues si vas a andar de prostituta por allí, al menos deberías usar protección.

¡No me he prostituido con nadie! – le gritó.

¡No me levantes la voz, jovencito!

No pienso seguirte escuchando – se puso de pie – yo soy mayor de edad y puedo tomar mis propias decisiones.

¡TÚ NO TE VAS DE AQUÍ HASTA QUE ME DES SU NOMBRE!

No puedo – le dijo cruzándose de brazos – no sé como se llama.

¡NO ME VENGAS CON CUENTOS, QUE NO TE LOS CREO!

¡ES VERDAD, NO ME QUISO DAR SU NOMBRE!

¡Y TÚ, TAN IDIOTA, IGUAL TE ACOSTASTE CON ÉL!

¡YA TE LO DIJE, PENSÉ QUE ME AMABA!

¡BASTA! – le gritó dándole feroz golpe en la mejilla que lo hizo sangrar – vete a tu cuarto y no salgas de allí hasta que te decidas a decirme la verdad.

¡YA TE LA DIJE! – gritó y corrió a encerrarse en su cuarto.

¿Qué tiene Heero? – escuchó decir a su madre.

Está embarazado, ese... – respondió su padre, pero no alcanzó a escuchar el resto porque cerró la puerta. Lo sabía, siempre lo supo, su padre no lo quería y si no le decía el nombre del padre de su bebé de seguro buscaría la forma de matarlo con su hijo y que pareciera un accidente ¿qué iba a hacer ahora? No podía achacarle ese bebé a cualquiera, después de todo sabía que no podía hacer que uno de sus compañeros recibiera una paliza por algo que no había hecho, pero tampoco podía inventar un nombre cualquiera para el extranjero, su padre movería mar y tierra hasta encontrar a alguien con ese nombre, y si se quedaba callado podría ser peor aún, él recibiría la paliza más sonada de su vida y el bebé que llevaba en sus entrañas no alcanzaría a conocer el mundo, y tampoco porsía apelar a sus buenos sentimientos porque sabía que no los tenía.

¿Qué hago? – gimió acostándose en la cama boca abajo – de todas maneras me va a matar por haberlo deshonrado.

¡Y NO QUIERO QUE DEFIENDAS MÁS A ESE HIJO TUYO! – escuchó el grito furioso de su padre.

¡ES MI HIJO Y LA CRIATURA QUE ESPERA, MI NIETO!

¡CÁLLATE O TE MATO! – y se escuchó un portazo. Heero se levantó y se asomó a la ventana, su padre acababa de salir de la casa hecho una furia a quien sabe qué y dónde.

¿Heero? – le preguntó su madre asustada entrando en su habitación.

¿Qué paso? – le dijo preocupado al ver su rostro lloroso.

Creo que es mejor que te vayas de la casa ahora, hijo, o tu padre va a matarte cuando regrese – le dijo limpiándose el rostro con el delantal – yo tengo algo de dinero para que vayas a algún lugar donde estés a salvo de tu padre.

Pero, mamá... – empezó, le daba miedo dejarla sola que ese animal.

Yo lo guardaba para tu educación, pero creo que es mejor preservar tu vida y la de tu hijo – lo llevó a su habitación – y no me escribas porque tu padre irá por ti.

Mamá, si me voy se enojará contigo y saldrás lastimada.

No, porque yo tampoco estaré aquí para que me golpee – le dijo – he aguantado mucho tiempo sus abusos sólo por ti, y si tú te vas, yo ya no tengo motivos para seguir a su lado.

Mamá, yo... – se quedó sin palabras.

Sólo te pido algo, Heero, si asumes tener a tu hijo cuídalo mucho, no dejes que lo separen de ti ¿de acuerdo?

De acuerdo, mamá, y no te preocupes, pase lo que pase mi hijo nacerá y le pondré el nombre del abuelo.

Ahora que lo mencionas – le dijo entregándole un sobre con dinero – allí vivió mi padre cuando era joven, por sus fotos sé que te le pareces mucho, ve allí, es un pueblo turístico y de seguro encontraras algún trabajo que te dé para mantenerlos a ambos – miró su reloj – ahora ve y prepara tus maletas, debemos apresurarnos que tu padre dijo que regresaría en una hora y ya hemos perdido quince valiosos minutos – explicó.

A la media hora ambos salían rumbo a la estación, Heero tomaría un tren hacia la costa y su madre hacia las montañas, donde vivía una de sus hermanas, así ambos estarían a salvo.

Heero llegó al pueblo que le indicara su madre y consiguió alojamiento barato en la casa de una señora mayor que tenía una linda casa en un barrio muy concurrido por los turistas, la misma que le dio trabajo de mesero en su restaurante con un pequeño sueldo, las propinas y las comidas, no era un trabajo tan fácil como había creído al principio, pero como tenía una excelente memoria y era rápido para las sumas, se acostumbró pronto. Claro que debía cuidar cada centavo que llegaba a sus manos, no podía darse muchos lujos porque debía ahorrar para cuando no pudiera trabajar, pero no se quejaba.

¡Heero! – lo llamó su patrona y corrió a atender una mesa que había quedado vacía en un rincón del comedor.

¿Qué se van a servir? – dijo acercándose y sintió el olor penetrante de la misma colonia de su amigo, pero contuvo las nauseas.

Deseo... – dijo uno de los hombres pensativo – la especialidad de la casa son los marisco ¿no? – lo miró y Heero asintió – quiero eso.

¿Y usted, Señor? – le dijo él volviéndose hacia el hombre del perfume.

Lo mismo, y queremos un vino especial para los mariscos.

Muy bien – respondió y se alejó rumbo a la cocina tratando de no apurar el paso – Dos especialidades – le dijo al cocinero y corrió hacia el baño a devolver su estómago.

¿Estás bien, Heero? – le dijo la dueña al verlo salir del baño.

¿Puede alguien relevarme en esa mesa? No me siento bien – admitió.

Claro, Onomi te reemplazará media hora, descansa – le sonrió y Heero se sentó afuera a tomar aire, detestaba ese síntoma de su embarazo.

Llamaré a Odin – se dijo y caminó hacia la caseta telefónica, marcó el número de la casa de su amigo – Habla Heero – le dijo a la madre y ella lo pasó de inmediato con su amigo.

¡Heero, dónde diablos andas metido! – le gritó este después de saludarlo – tu padre informó en la escuela que te habías ido de tu casa y dijo que estaba muy preocupado por ti, que si teníamos noticias tuyas, le avisáramos.

Si, para venir a matarme ¿no? – dijo sarcástico – Odin, sabes bien que mi padre no me quiere, así que no te tragues el cuento del padre preocupado ¿quieres?

¿Qué pasó, Heero? ¿por qué te fuiste de tu casa?

Mi padre quiere matarme por haberlo deshonrado – suspiró.

No pudiste haber hecho algo tan grave como para que te amenazara así ¿no?

Es más grave de lo que piensas – le dijo – recuerdas la fiesta en la playa ¿no?

Claro, cuando te fuiste con ese muchacho extranjero luego de bailar.

Me acosté con él – le dijo mirando que nadie lo viera – y estoy embarazado.

¡¿QUÉ! – chilló y Heero apartó el aparato de su oreja – no te creo, el correcto e imperturbable Heero Yuy jamás haría algo así, es imposible, si dijiste que no le conocías ni el nombre – le recordó.

Lo sé, y lo peor es que en la mañana me encontré en una habitación de un motel con la ropa puesta y una nota que me decía en inglés: "Adiós, querido".

Deberías buscarlo y obligarlo a hacerse responsable por el encargo – afirmó.

¿Y cómo si ni el nombre le conozco? El muy desgraciado no me lo dijo para no acarrearse problemas luego, de seguro hasta regresó a su país y ni se acuerda de mí – aseguró molesto.

Es mi culpa, yo te llevé con él en esa fiesta, pero nunca creí que tú, el chico más listo de la escuela, el más centrado, fuera a caer en una trampa así – se lamentó – pero si ese infeliz no quiere tener que ver contigo ¿por qué no te practicas un aborto? Yo sé de un médico...

No, Odin – lo interrumpió – yo deseo tenerlo. Además, sería como darle la razón a mi padre y me niego a dar mi brazo a torcer.

Pero, Heero, tú no has terminado ni la escuela, y un hijo sin padre es una gran responsabilidad...

Mira quien habla de esas cosas – se burló – jamás creí escuchar de tu boca semejantes palabras, amigo mío, siempre pensé que no iban contigo.

No seas pesado, Heero, yo sólo trato de ayudarte – lo regañó.

Oh, vamos, aquí me conseguí un trabajo, un lugar donde quedarme y comida y, aunque no es mucho lo que gano, me alcanza ya que la señora que es la dueña es muy amable conmigo. Además, estoy yendo a clases en la nocturna, no voy a perder el año, ya más adelante veré que hago.

Heero, de ti habría esperado cualquier cosa, pero esto, jamás.

Así es la vida – suspiró – debo regresar al trabajo, pero si mi padre te pregunta por mí dile que estoy bien y que no te dije donde estoy.

Claro, Heero, que estés bien y te vaya bien en lo que emprendas.

Claro que sí, Odin, gracias – le colgó y miró el saldo en su tarjeta, no le alcanzaba para llamar a su madre, pero ella le dijo que no se comunicara con ella hasta que no hubiese nacido el bebé, pero ¿cómo estaría ella? ¿la habría encontrado su padre? Esperaba que no, se dijo mientras regresaba al trabajo. Y le faltaban todavía siete meses para tenerlo.

El trabajo en el restaurante había sido bueno, pero había tenido que decirle a la dueña respecto a su estado porque sabía que se le notaría ya que pronto el bebé comenzaría a crecer y ella se había molestado bastante al principio porque no había confiado en ella, pero Heero le explicó su situación, lo que había sucedido con su padre y ella lo llevó con un médico amigo que lo revisó minuciosamente.

No tienes nada malo, chico, sólo debes controlarte de comer comidas sanas y nutritivas – le dijo el guiñándole un ojo – y no beber bebidas alcohólicas, ni usar drogas ni fumar.

El chico come sano en mi restaurante – le dijo Itachi Sama.

No he dicho lo contrario – le sonrió divertido – pero debe cuidarse de no tentarse con la comida chatarra, le podría hacer daño a su hijo.

No comeré nada que le pueda hacer daño a Koji – afirmó preocupado.

¿Sabes cuanto tiempo llevas más o menos? – le dijo el médico.

Si, tengo casi cinco meses, creo.

El chico es bastante bueno sacando cuentas – dijo la mujer sonriendo.

Entonces, te voy a enviar a hacer una eco tomografía para que veas cómo se está desarrollando y si realmente es varón – le sonrió – aunque es un poco difícil que chicos como tú tengan niñas. Además, te llevaré con una matrona que te puede recomendar una serie de ejercicios que te ayudarán a relajarte y a facilitar la labor del parto cuando llegue la hora.

Gracias, doctor Miboshi – le dijo.

Me alegro que hayas decidido conservar tu hijo, no hay muchos chicos como tú que al descubrirse embarazados decidan llevarlo a buen término, menos cuando se ven abandonados por sus parejas.

Yo no sabía que era fértil – le dijo.

Y ése es su principal problema, que no se puede saber que son capaces de engendrar un hijo hasta que ya está creciendo.

Pues yo pretendo conservarlo.

Me alegro por ti, Heero, eres un buen muchacho – le dijo el hombre – ahora ve con la doctora Poe a que te haga ese examen y tráeme los resultados en la siguiente cita, así veremos qué régimen alimenticio debes seguir.

Si, doctor, y gracias de nuevo.

Cuídate mucho, Heero, los chicos como tú pueden tener partos prematuros y los bebés nacer con complicaciones, pero si sigues bien mis ordenes, nacerá sano – se volvió a la mujer – cualquier problema que tenga me llamas o lo traes aquí.

Claro, ellos estarán bien cuidados, están bajo mi tutela – le dijo ella orgullosa – regresemos a casa, te haré una comida especial – le sonrió.

Nos vemos – los despidió el médico y Heero respiró más tranquilo, había alguien que se preocupaba por ellos y el futuro no se veía tan negro ahora.

Itachi Sama lo había trasladado de puesto al sexto mes de embarazo, decía que no era bueno para él mantenerse tanto tiempo en pie, así que lo dejó de cajero y recepcionista, como las cuentas se le daban bien, no tenía mayores problemas de cumplir ambas funciones, claro que a veces debía tratar con personas difíciles, como aquella chica pedante que quería reservar cuatro habitaciones para cierta fecha en especial y que se enfureció mucho cuando le dijo que no podía ser ya que las reservaciones habían sido hechas ya y no quedaba cupo suficiente, que le podía ofrecer dos habitaciones dobles y una simple, que no había más, había despotricado que siempre se alojaban allí cuando iban a ese pueblo, que debía darle lo que pedía y Heero había contestado con frialdad.

Lo siento señorita, pero no puedo cancelarle la reservación a alguna persona sólo por complacerla a usted – miró el libro de registro – quizás pueda conseguirle otro alojamiento.

No, porque mi novio se va alojar allí y mi familia y yo queremos estar con él – le colgó furiosa.

Que tipa esa – dijo colocando el aparato en su lugar volviendo la mirada hacia el mesero que le pedía la cuenta para la mesa cinco – aquí está – le entregó la boleta – ¿pasa algo malo? – le dijo al ver su mirada fija sobre él.

Nada, sólo pensaba en que estás cada día más guapo – le dijo sonrojado tomando el papel alejándose de inmediato.

Y su labor se desarrollaba sin mayores incidentes, sólo el mesero, que se llamaba Yuniko, que le decía cosas parecidas todo el tiempo, pero él lo ignoraba, no le volvería a entregar el corazón a nadie, se lo había prometido a si mismo y su amor lo iba a centrar en Koji.

Pero poco a poco su estado se le hizo más difícil de llevar, ya casi terminando el octavo mes empezó con complicaciones y terribles dolores que lo hacían gritar de dolor por las noches, lo que había preocupado muchísimo a mamá Itachi, como ella había insistido que la llamara, y lo había llevado al hospital. Una vez allí, la doctora que se encargaba del control del bebé lo examinó cuidadosamente.

Está entrando en labores de parto – dijo al fin.

Pero si me falta aún – dijo Heero preocupado por el bebé.

Esta clase de embarazos casi siempre conducen a partos prematuros – le dijo ella – pero te haremos unos exámenes antes de decidir, si está lo suficientemente maduro, lo dejaremos nacer, sino te detendremos el parto lo más posible, pero deberás quedarte aquí todo ese tiempo.

¿Y mi trabajo? – miró a la mujer mayor preocupado.

.No te angusties, Heero – le sonrió acariciándole la frente – el trabajo seguirá allí para ti cuando puedas regresar a ocuparlo.

Gracias.

Doctora Poe – le dijo una enfermera – la sala está lista para los exámenes.

Bien, prepara al paciente y trasládalo.

Heero descansaba tranquilamente, la doctora había decidido detener el parto por unos días más sólo por precausión ya que las pruebas habían señalado que el niño estaba lo bastante maduro para sobrevivir, pero quería asegurarse que no tuviera otras complicaciones ya que Heero aún no estaba listo para dar a luz y será peligroso para él practicarle una cesárea, ese tipo de embarazo debía tener un parto normal.

Mi pequeño – puso su mano derecha en el vientre – saldremos bien de esta, te lo prometo, te daré todo el amor que tu padre despreció.

¿Cómo te sientes, Heero? – le dijo la doctora Poe sonriendo – puedo llamar a quien quieras si te sientes solo para que te acompañe.

No es necesario, mamá Itachi debe estar muy ocupada con la hospedería llena – negó – no hay nadie más.

¿Y el padre de tu bebé? – le dijo intrigada.

No tengo ni la menor idea de donde está, ni siquiera sabe que estoy esperando un hijo suyo – dijo algo molesto.

Así que te abandonó – Heero asintió poniendo la mano en la cama – lo siento, no quise hacerte sentir mal.

No se preocupe, Doctora Poe, el tener a Koji me compensará todo aquello – trató de sonreír – y estaremos juntos, sólo espero que no se parezca a él.

¿Por qué no? Debe ser un joven guapo si te impresionó a ti.

Sólo el físico – respondió – de haber sabido como era por dentro, quizás no estaría aquí, lo único bueno que me quedó de él fue Koji, porque perdí mi hogar y a mi madre por haberme dejado engatusar por sus besos.

Una mala experiencia la tiene cualquiera.

Es posible, pero es más fácil decirlo que aceptarlo y menos cuando es uno el afectado.

Supongo que es verdad – le sonrió – duerme, mañana te haremos otras pruebas para ver si te dejamos dar a luz o no.

Por mí está bien mientras Koji esté sanito.

Lo sé, pero debes tener en cuenta que por ser primerizo el parto puede durar entre 10 y 13 horas, ya tuviste las primeras contracciones, ahora debes practicar los ejercicios que te di y relajarte, si el bebé está listo, te sacaremos el suero y deberás llevar el control del tiempo en que se separan las contracciones, cuanto más seguido sean, más cercana esta la hora ¿de acuerdo? – Heero asintió – ahora relájate y duerme.

Pero antes que le quitaran el suero Heero volvió a iniciar sus labores de parto, las contracciones eran esporádicas, una cada una hora, pero bastante regulares, así que ciando llegó la doctora le dijo que las tenía de nuevo.

Eso significa que ya no podemos frenar más a la naturaleza – le dijo quitando el suero – sabemos que el niño está bien colocado, así que debes armarte de paciencia, se demorará un poco, quizás a la noche nazca.

Doctora, ¿no hay nada que alivie el dolor?

Por ahora deberás soportarlo, la epidural no la podemos aplicar hasta que el bebé esté por nacer ya que no sólo frenaríamos la dilatación sino que también lo podríamos dañar.

Entiendo – dijo apretando un puño – pero cada vez son más dolorosas.

Valdrán la pena soportarlas una vez que tu hijo nazca – le sonrió – vendré a verte dentro de unas horas, s las contracciones se te hacen más seguidas, llama a la enfermera y vendremos a verte ¿de acuerdo?

De acuerdo.

El parto fue bastante complicado para el pobre Heero, pero se sintió realmente feliz cuando al fin pudo ver a su hijito recostado entre sus brazos aunque estuviera muy cansado.

Buen trabajo, Heero – le sonrió la doctora retirándolo para terminar con el trabajo del parto – lo medirán y pesarán y te lo traerán de vuelta para que lo alimentes luego ¿te parece?

De acuerdo – lo soltó y vio como se lo llevaban.

Bien, ahora a terminar – le dijo metiendo la mano por el canal del parto extrayendo la placenta completa – ahora te mandaremos a una habitación especial en la maternidad, descansa y relájate, lo peor ya pasó.

¿Y mamá Itachi?

Está esperando afuera, será la primera que te vea con Koji en tus brazos.

Debería llamar a mi madre – murmuró – y a Odin.

Lo harás luego – le dijo la enfermera ayudante mientras lo inyectaba – descansa para que estés repuesto para cuidar a tu hijo.

Él será mi vida – dijo medio dormido – y mi secreto.

¿A qué te refieres con eso? – le dijo la doctora, pero él ya no estaba conciente.

Heero regresó al trabajo tranquilamente luego de haber pasado casi dos semanas en el hospital y trabajó tranquilamente sólo en la caja del restaurante, pero esa tarde se asombró de verlo, pero se mantuvo tranquilo, allí jamás lo miraría y tampoco sabría nunca de su hijo. Pero lo vigiló todo el tiempo que estuvo allí disimuladamente, si antes se había percatado que cuidaba mucho su apariencia, ahora podía notar que era muy adinerado, y no sólo por los platos que se servía, sino por su ropa y su calzado.

Quién como el tipo ese – le dijo uno de los meseros a su lado – se da el lujo de no mirar a las lindas chicas que tiene a su lado y hace babear a todas las demás – suspiró – hasta las mucamas se pelean por atenderlo.

¿Está alojado con nosotros? – dijo alarmado.

Llegó la noche que te llevaron al hospital – dijo sin prestarle mucha atención – es un gringo loco que, según dijeron las muchachas, anda en busca de un amor perdido o algo así.

Creo que es mejor que vayas a atenderlo o mamá Itachi se enfadará – le dijo tratando de tranquilizarse, de seguro no lo buscaba a él, si ni siquiera sabía su nombre, mucho menos saber que estaba en ese lugar.

El joven Maxwell dijo que estaba feliz que su ex no hubiese conseguido alojamiento aquí, que estaba cansado que lo acosara para que regresara con él – le dijo una de las chicas que ayudaba en la cocina y que por las mañanas trabajaba de mucama.

¿Sabes cómo se llama? – dijo tratando de hacerse el desentendido.

Dúo Maxwell – suspiró – pero me dijo que ya no le gustan las chicas, que conoció a un chico muy guapo en una fiesta en la playa y lo anda buscando.

Heero – le dijo mamá Itachi – Koji te necesita - lo miró un momento – Ayumi, hazte cargo un rato ¿quieres?

Heero le dejó el lugar a la chica y se fue a su habitación notando que la mujer mayor lo seguía.

¿Pasa algo malo, Heero? Te haz puesto muy pálido.

Él está aquí – se sentó en la cama – y creo que me busca – se volvió a poner de pie y tomó a Koji que había dejado de llorar al verlo – él es rico y no quiero que me quite a mi hijo.

¿Aquí? ¿a qué te refieres con eso?

Está hospedándose aquí, lo vi recién en el comedor. Además, le dijo a las chicas que andaba buscando a alguien que conoció en una fiesta en la playa – acarició al bebé y lo acomodó entre sus brazos para alimentarlo – claro que podría ser sólo una coincidencia, no nos contamos nunca nada del otro, así que difícilmente podría saber que estoy aquí.

Alguno de tus amigos podría haberle dicho algo.

Si ninguno de ellos sabía nada, sólo Odin... – se calló preocupado – Odin nos hizo hablarnos esa noche, él le pudo haber dicho algo – dijo angustiado – ojalá no le haya contado de mi embarazo.

¿No será mejor que lo llamaras para salir de dudas?

Si – dijo levantando el teléfono y marcó el numero de la casa de su amigo – ¿podría darme con Odin, por favor? – le dijo a la madre – Habla Heero.

¡Heero, estaba preocupado porque no me llamabas! – le dijo molesto – quería contarte que vi al desgraciado ese, sabes, tuvo el descaro de venir directamente hacia mí en el centro comercial y exigirme que le diera tu dirección, pero en vez de eso lo mandé al infierno por haberse aprovechado de ti.

No le habrás dicho nada sobre mi hijo ¿verdad?

Por supuesto que no, sólo le de un buen golpe en la mandíbula y le dije: "esto es por Heero" y me di media vuelta y me fui.

¡Le diste mi nombre! – dijo alarmado.

Vamos, no creo que seas el único Heero en Japón, estás muy lejos para que él te encuentre.

Él está aquí, Odin, y no quiero que me encuentre, menos ahora que Koji ya nació y tengo menos oportunidades de irme sin que me descubra.

Heero, lo siento, yo no pensé que te pudiera ubicar, tu padre no ha podido hacerlo, entonces ¿cómo podría él?

Él tiene mucho dinero, Odin, aquí reservó una suite matrimonial, la más cara de todas, tiene un ferrari y viste muy bien ¿cómo no iba a dar conmigo si es capaz de contratar un detective?

Pero yo no le di tu apellido.

Pus, para tu desgracia y la mía, mi padre y yo tenemos el mismo nombre y él aparece en la guía de teléfonos, así que podría haber preguntado a todos los Heero de la ciudad hasta dar con él.

Pero tu padre lo habría matado.

No bromees, yo conozco a mi padre, él juzga a las personas por su apariencia y él tiene una muy buena y mucho dinero como respaldo, le debe haber dado mi apellido y el de mi madre por si acaso, quizás hasta dio con ella y le dijo que yo estaba aquí.

Debes calmarte, Heero, que si te hubiese encontrado, ya estaría en tu puerta.

Tus palabras no me tranquilizan – le dijo – pero tienes razón, tan pronto como pueda me marcharé de aquí a buscar a mi madre.

Cuídate, Heero, no quiero que vuelva a herirte. Y si tienes más problemas, llámame, yo veré cómo ayudarte.

Gracias, Odin, eres un buen amigo – se despidió y colgó – mala suerte, le dio mi nombre.

Tú le hiciste la reservación ¿verdad? Debes recordar cuanto tiempo pensaba quedarse ¿no?

Creo que hizo la reservación por quince días.

Llegó la noche que te ingresaron en el hospital, así que ya casi cumple las dos semanas, así que no tienes que angustiarte, pronto se irá y te verás libre de él.

Eso espero, mamá Itachi, eso espero.

Pero el trenzado había levantado la mirada justo en el momento en que hacían el cambio de cajero y sintió como su corazón se agitaba dentro de su pecho con la intensa emoción de haber encontrado a quien buscaba, estaba seguro que se trataba del mismo Heero que meses atrás dejara en la habitación del hotel con esas crueles palabras de las cuales no tardo ni dos horas en arrepentirse, pero cuando regresó a su lado, ya no estaba. Quiso buscarlo, pero había sido un idiota al no preguntarle ni darle su nombre, que no hubo forma de encontrarlo, y para colmo de males se vio obligado a regresar a Estados Unidos y no pudo regresar hasta hacía dos meses. La ciudad le había parecido distinta y fue muchas veces a las fiestas en la playa queriendo verlo y pedirle perdón, que se casara con él, pero no lo vio. Hace un mes y medio atrás se encontró en el centro comercial con el chico que los había presentado y no pudo evitarlo, le preguntó por su amado, pero por respuesta recibió un tremendo golpe en la mandíbula y: "Esto es por Heero". Claro que aquello había sido una bendición ya que con el nombre, aunque incompleto, y su descripción física, la búsqueda se redujo a tres personas hasta que dio con la casa de su padre, claro que este le dijo que su hijo se había ido lejos y no sabía donde estaba, pero si le dio la fecha de su partida y el apellido de su madre, la había encontrado a ella un mes atrás muy lejos de este lugar, ella no le dijo nada, pero el detective había encontrado que ella, el día que se marchó de su hogar, había comprado otro pasaje con destino a ese pueblo y por eso vino, buscando a su Heero. Pero ya comenzaba a perder la esperanza pensando que si bien él había viajado hasta allí, ya se había ido, y resultaba que estaba tan cerca, trabajaba donde él estaba alojado.

Volverás a ser mío – sonrió complacido – y te amaré para siempre – dijo brindando para sí, un chico guapo como él lo conquistó una vez sólo con un beso y estaba casi seguro que podía volver a hacerlo, aunque dudaba que saliera tan fácil ahora.

Heero salió a comprar pañales, le quedaban muy pocos, pero se encontró de frente con su peor pesadilla, el causante que estuviera allí, pero mantuvo la expresión inmóvil, no daría señales de haberlo conocido. Haciendo tripas corazón, trató de pasar por su lado ignorándolo, pero el trenzado lo tomó del brazo y lo acercó a su cuerpo robándole un beso salvaje.

Te encontré, Heero – le dijo tratando de besarlo de nuevo pero Heero lo esquivó – estás enojado ¿verdad, amorcito?

No soy su amorcito – le dijo tratando de soltarse – ahora, suélteme.

No te hagas el que no me conoces – le dijo molesto.

Perdone, pero yo no lo conozco – le respondió mirándolo a los ojos.

Supongo que no, si nunca te dije mi nombre ¿verdad? – Le sonrió coqueto – soy Dúo Maxwell, y seré tu esposo muy pronto.

Pues bien, señor Maxwell...

Dúo – lo interrumpió – quiero escucharlo de tu boca.

Mire, señor Maxwell – insistió – tengo cosas que hacer, así que mejor me suelta.

Sólo si después subes a mi habitación a dormir conmigo.

No soy un cualquiera, señor Maxwell, si quiere una prostituta, vaya al otro lado de la ciudad, dicen que allí hay muchas de donde escoger – se soltó molesto – yo no estoy a su disposición.

No te enfades conmigo, mi lindo Heero, te he buscado tanto que lo primero que hago cuando te encuentro es pedirte sexo, pero no es como piensas, amor, yo quiero que estemos juntos, a solas, como esa noche en la playa, para que nos volvamos a amar y nos casemos ¿si? Te llevaré a mi hogar y te haré feliz.

No sé de qué me habla, además, no podría aceptar su propuesta de matrimonio, ya estoy comprometido con alguien más – respondió con calma.

¡Me diste a mí tu primera vez! – gimió dolido – pensé que me amabas.

Pues creo que se equivocó de persona, señor Maxwell – le replicó cansado y se soltó al fin yendo a la tienda a comprar pañales.

No puedo haberme equivocado – dijo Dúo bajito – eres el mismo Heero del que me enamoré aquella noche, mi corazón me lo dice con cada latido acelerado, me lo dijo el dulce sabor de tus labios y el calor de tu piel que una vez saboreé, pero eso no significa que me vaya a dar por vencido, te tendré de nuevo.

Pero las cosas nunca salen como uno las planea, Dúo se vio obligado a regresar a Estados Unidos dos días más tarde porque su abuelo había fallecido y él era su único heredero puesto que sus padres habían muerto mucho tiempo atrás, pero en un sobre cerrado le dejó a su querido Heero un sobre con su dirección y prometiendo regresar.

¿Qué hago? – le dijo Heero a su madre que estaba de visita para conocer a su nieto – no me agrada que me busque ahora.

Deberías conservar la dirección en caso de necesidad – acarició al pequeño Koji – uno nunca sabe qué puede pasar en el futuro. Además, quizás ahora no seas capaz de decirle que tienes un hijo suyo, pero más adelante Koji te hará preguntas acerca de él y tendrás que decirle que él no sabe de su existencia porque tú no quisiste decírselo cuando tuviste la oportunidad.

Él me lo quitaría – dijo mirando al bebé – aunque lo dudo, ahora que lo pienso, es un tipo casquivano, difícilmente querría tener responsabilidades y ataduras que le impidieran andar de aquí para allá libremente.

No deberías hablar mal del padre de tu hijo – le dijo su madre – además, me dijiste que te ofreció matrimonio sin saber que tienes un hijo.

Por el momento no quiero tener nada que ver con él.

Heero, si el contrató un detective, pronto sabrá de Koji ¿qué harás entonces?

Mamá, déjalo ya ¿si? de solo pensar en aquello me da rabia – respiró profundo – tengo que pensarlo bien, antes, por actuar precipitadamente, terminé así, no quiero que vuelva a repetirse, ahora debo velar por el bienestar de mi hijo primero y si considero que es mejor para él que Dúo esté con nosotros, lo llamaré, pero antes no.

Has endurecido tu corazón, Heero – dijo su madre.

Dúo y mi padre tienen la culpa – replicó.

Pero Dúo no pudo regresar a Japón como había planeado, los negocios del abuelo eran demasiados y le quitaban tanto tiempo que no llegaba más que a dormir por las noches, pero estaba decidido a traerlo a su lado y ya en su hogar se las amañaría para tener tiempo para seducirlo como nunca y amarlo hasta el delirio.

Suspiró cansado, ese último año había sido agotador, él nunca fue un hombre de negocios, su vida era el rancho ganadero, pero había tenido que luchar por sacar del borde de la quiebra los negocios del abuelo.

Dios ¿Qué hace un chico guapo como yo metido en este mundo de tiburones? – gimió – si Heero estuviera aquí, estaríamos haciendo el amor como dos locos, como si el mundo se fuera a acabar, si es tan lindo – suspiró – sus largas y firmes piernas, su pecho sedoso, el dulce sabor de su boca. Sus gemidos y su respiración entrecortada, pidiéndome más, apretándome en su interior – sin darse cuenta sus manos habían viajado hacia abajo – yo entrando y saliendo del lugar sagrado ¡Ah! Heero, ¿por qué no estás aquí para amarte? – se comenzó a masturbar – quiero que me toques como nadie, por favor, perdona mi error y déjame estar a tu lado, te necesito.

Pero sus palabras no llegaban a la persona indicada y pronto se extinguieron convirtiéndose en gemidos de pacer en solitario pero que él ansiaba compartir.

¡Heero! – gimió acabando al fin – quiero que vengas a acompañarme, a darle luz a mi vida ¿por qué me ignoras? Te amo – dijo al fin derramando lágrimas amargas antes de quedarse dormido.

Heero miró al pediatra preocupado, el niño sufría de asma bronquial y debía llevarlo a un lugar más cálido, donde la humedad no afectara sus pequeños pulmones y le causara complicaciones respiratorias. Además, el tratamiento no era nada de barato y él no tenía el dinero suficiente para comprar los medicamentos y pagar el tratamiento a la vez.

No saca nada con comprar los medicamentos si no le hace el tratamiento – le dijo el pediatra – menguarán los síntomas, pero la enfermedad seguirá latente – explicó – como tampoco sirve de nada el puro tratamiento, respirará mejor, pero volverá en poco tiempo.

¿No hay nada más que pueda hacer?

Bueno, podría trasladarlo a una zona más seca.

Mi madre vive en las montañas...

No, seguro allí tendría reacciones alérgicas, necesita un lugar menos frío, debe ir a alguna región del sur – le recomendó – claro que puede mantenerlo medicado por un tiempo, sin embargo, pasado cierto tiempo estos dejarán de surtir efecto y tendrá que cambiarlos y eso no sería bueno pata su desarrollo.

Entiendo, voy a tener que pensarlo antes de decidir – le dijo poniéndose de pie con Koji entre sus brazos – gracias, doctor – se despidió y regresó a su hogar preocupado, la única salida que veía era ir con Dúo, él tenía los recursos pata ayudar a su hijo, pero no sabía cómo iba a recibirlo y si iba a aceptar a Koji como su hijo después de tanto tiempo de silencio.

Entró en la casa y sentó a Koji en su corral, el niño respiraba mejor porque lo habían puesto en el nebulizador, pero aquello era una solución pasajera. Caminó hacia su escritorio y tomó su libreta de cuentas, no le quedaba de otra, tendrían que viajar a Estados Unidos.

¿Heero, ya regresaste? – le dijo Mamá Itachi entrando en la salita – ¿qué le pasó al niño? – le pregunto mirando al pequeño.

Una crisis asmática – dijo cansado – está mejor, por ahora.

¿Qué piensas hacer, Heero?

No tengo mucho dinero, creo que lo único que me queda por hacer es llevarlo con su padre a Estados Unidos, pero no sé si este nos reciba.

Llámalo, él te dejó su número ¿lo conservas, verdad?

Sí, sólo espero que no se haya casado, no me gustaría molestar a su esposa con un hijo suyo – marcó el número y espero – deseo hablar con el señor Dúo Maxwell – le dijo a la mujer del otro lado de la línea.

El señor Maxwell no atiende a nadie – le dijo enfadada.

El Señor Maxwell me atenderá si le dice que Heero Yuy lo llama – le contestó fríamente y su nombre hizo efecto porque a los pocos segundos era su voz la que le contestaba.

¿Heero, de verdad eres tú, amor mío?

No, soy otro – replicó con sarcasmo.

Ay, amor – se rió él – dime para qué me quieres y de allá soy.

Me preguntaba si me podrías recibir en tu casa unos días...

Todos los que quieras – respondió saltando sobre la oportunidad de tenerlo bajo su techo para seducirlo – enviaré mi avión privado para ti ahora mismo.

No seas tonto, jamás he salido de Japón y no tengo pasaporte ni visa – le dijo.

No te preocupes, yo me hago cargo de la visa, consigue tu pasaporte y mañana en la tarde me llamas para mandar por ti ¿te parece?

Oye, no incomodará a nadie mi presencia allá ¿verdad?

Si me preguntas si estoy casado, la respuesta es no, pero te aseguro que pronto lo estaré contigo – le cortó.

Que tipo más loco este – movió la cabeza – está ansioso de verme y tan pronto yo le diga enviará su avión privado por nosotros.

Bien, entonces yo cuidaré a Koji mientras vas a hacer los trámites para tu pasaporte.

Espero que no me pongan problemas para sacar a Koji del país.

Ve a investigar y lo llamas de nuevo si tienes problemas, ya viste que te atiende de inmediato – le sonrió la mujer y Heero salió de la casa a resolver sus problemas más inmediatos.

Dúo hizo poner el rancho patas arriba y enderezarlo en muy poco tiempo, quería que todo estuviera perfecto allí para cuado llegara su amado, tenía que convencerlo que ese era el mejor lugar para que vivieran juntos y formaran una familia, allí su relación se afianzaría y le demostraría que podía confiar en él y amarlo para toda la vida.

Miró la habitación que habían preparado para él, era muy cómoda, pero hubiese preferido llevarlo a dormir con el, pero no debía apresurarse, ahora que estuviera con él tendría tiempo para seducirlo magistralmente y llevarlo a aceptar su propuesta de matrimonio.

Joven Dúo, el señor Heero Yuy le habla por teléfono.

Muy bien, lo atiendo en mi habitación – dijo y corrió a responderle, Heero había llamado más pronto de lo que esperaba, quizás él estaba tan ansioso por verlo como él lo estaba de tenerlo entre sus brazos – hola, amor mío.

No me llames así ¿quieres? – le respondió y sus sueños se vinieron abajo – estoy listo, ya tengo el pasaporte.

Bien, en cuatro horas más estará el avión allá – sonrió más tranquilo.

Dúo, hay algo que debo decirte ¿por qué no vienes?

Si voy por tu ¿igual vendrás aquí?

Si, pero quiero hablar contigo frente a frente primero.

Por supuesto – dijo feliz – voy saliendo en este mismo instante – agregó y cortó. Corrió al closet y revisó toda su ropa, quería verse hermoso y seductor, así durante el viaje de regreso Heero dormiría entre sus brazos y se casarían al otro día y Heero ya no querría alejarse de él – contén tus sueños, Dúo Maxwell, él aún no te ha dado el sí definitivo – se regañó mirándose frente al espejo. Se había puesto un pantalón de pana negro ceñido al cuerpo, una camisa de seda semi trasparente y una chaqueta al tono, pero se la quitó, quería verse hermoso, no lucir como si fuese a un funeral – parezco adolescente en su primera cita – se rió y que cambió la camisa por una camiseta trasparente color violeta y se puso encima una chaquete de gamuza – mejor, así le gustaré más a Heero – se sonrió y se dirigió a la zona de despegue.

Heero estaba sentado con Koji en su regazo, había tenido una pequeña crisis hacia poco rato mientras esperaban que llegara al aeropuerto el avión de Dúo, pero lo había nebulizado y su hijo ahora respiraba más tranquilo y dormía profundamente. Le preocupaba que Dúo los rechazara, más por el bebé que por si mismo, después de todo él necesitaba del dinero de su padre, pero no podía dejar de pensar en que haría si Dúo no se los llevaba.

El vuelo particular desde Texas está por aterrizar – le dijo un guardia del aeropuerto – si quiere puede ir a esperarlo al salón uno.

Gracias – dijo Heero poniéndose de pie con la pañalera al hombro, si Dúo accedía a llevárselos, iría por sus cosas, de lo contrario... mejor ni lo pensaba.

El vuelo llego al poco rato y Heero vio descender del avión algo así como una aparición fantástica, pero sacudió la cabeza, debía mantener la cordura para la conversación que tendría con el trenzado.

Dúo lo vio desde la pista y se apresuró a pasar por la aduana, estaba ansioso de regresar a casa con su Heero, tal vez no tuviera ocasión de hacerle el amor por ahora, pero ya habían dado el primer paso para ser pareja. Tomó su pasaporte y corrió a la sala donde le dijeron que lo esperaban.

¡Heero! – dijo feliz y corrió a abrazarlo feliz de verlo después de tanto tiempo, pero vio que Heero tenía un niño pequeño entre sus brazos – ¿qué significa esto?

Dúo, él es mi hijo – se lo presento Heero descubriendo el rostro del niño que dormía placidamente en sus brazos.

No – susurró Dúo angustiado dejándose caer al suelo desmayado, alguien le había quitado a Heero mientras estuvo lejos.

¡Dúo! – gritó dejando con cuidado al niño en una de los sillones y agachándose a su lado – se desmayó de la impresión – lo levantó y lo puso en el otro sillón – ¿qué hago con semejante par? – miró el avión y se decidió, levantó el teléfono a un costado y pidió ayuda para transportar al americano de regreso al avión y le dijo al piloto que se fueran, ya después le explicaría todo a Dúo, de la ropa no se preocupaba, ya se encargaría de darle nueva al bebé, con la que iba en el bolso le alcanzaría para algunos días, después de todo, el bolso no sólo tenía pañales, sino varias mudas de ropa, aunque para si no llevara nada.

El joven Dúo ¿que le pasó? – le dijo el ayudante del piloto.

Creo que se impresionó al verme – se encogió de hombros – estará bien, sólo hay que dejarlo descansar – lo acomodó en el asiento mirando al bebé – ¿cuanto tardaremos en llegar?

Unas cuantas horas, así que si quiere dormir, hágalo, los despertaremos cuando estemos por aterrizar – le dijo entregándole una manta para que cubriera al bebé – se parece mucho al joven Dúo – le sonrió y se fue.

Sí, sólo espero que Dúo también lo note y por ello lo quiera – dijo sentándose junto a Koji y cerrando los ojos, al parecer el viaje sería bastante largo y aún debía explicarle muchas cosas al trenzado – espero que siga diciendo que me ama, o vamos a tener muchos problemas – se dijo y se durmió también.

El joven Dúo se buscó un chico muy guapo de esposo, y el niño de ambos se le parece mucho – le dijo el copiloto al piloto cerrando la puerta y el resto de la conversación se perdió.

Continuará...

No digo nada sobre lo que viene, simplemente que ya se parece a una de esas novelas Corin Tellado o Bárbara Cartland (si no las conocen, no han leído novelas rosa) que leía antes cuando estaba en la escuela, sólo espero que ya deje de interferir con mis otras historias para poder terminar la leyenda del fantasma más que sea porque la otra tiene para rato.

Gracias por leerme.

Shio Chang (con la veta romántica resucitada)