No podía creerlo.
No podía creer lo que mis ojos veían.
Esa hermosa vidriera frente a mi. Éramos Ben y yo. Era increíble. Realmente era como un cuento de hadas. No sabia como asimilar este hecho. Yo no era una princesa convencional, odiaba el rosa y los protocolos de la nobleza. Detestaba el maquillaje y la moda. Siempre había sido una persona libre de vestir y ser como quisiera, sin importar la opinión de los demás. Mi independencia podía llegar a ser muy molesta para otros, porque sabia lo que quería y no necesitaba que nadie me dijera lo que tenia que hacer.
La vida en la isla me había hecho tal y como era.
Y esa vidriera simbolizaba mi vida… junto a Ben. Él había creado ese regalo tan especial para mi.
Nunca había dejado de mirarme. Nunca había olvidado quién era ni de dónde venia. Siempre lo había sabido. Todo este tiempo creyendo lo contrario y ahora abría los ojos a la verdad.
Ben me amaba.
Me amaba tal y como era, de corazón.
Esa verdad hizo que mi corazón temblara de emoción. ¿Cómo había sido tan ingenua de creer lo contrario? Mi Ben. Todo lo había hecho por mi, nunca se había olvidado de mi. Nunca me pidió mas de lo necesario. Solo quería hacerme sentir bien, que me adaptase sin dejar de ser yo. ¿Cómo había podido pensar así de él? No era como los demás. A mi lado, Evie estaba tan o mas emocionada que yo ante tal obsequio.
- ¿Ben hizo esto? –logré decir en un hilo de voz.
- Si, lo hizo –afirmó con una sincera sonrisa.
- ¡Oh, Evie! -bajé despacio los escalones y la mano de mi amiga me sostuvo porque sentía que las piernas me fallaban- Ben sabía quien era todo el tiempo.
Las lágrimas amenazaban con salir de mis ojos. Últimamente mis emociones estaban al limite y no era para menos. Habían pasado muchas cosas en poco tiempo. Aun no había asimilado el hecho de que Ben estaba con Uma justo delante de mis narices y ahora aquella vidriera estaba derribando lo poco que quedaba de mi cordura. Mi corazón dolía en mi pecho pero al mismo tiempo albergaba alguna esperanza, la que fuera. Todos miraban estupefactos y maravillados la gran obra de arte del rey de Auradon. No era para menos, era mas hermosa de lo que cabria pensar. No podía apartar mis ojos de ella.
- Él te ama de verdad, M –dijo Evie oprimiendo mi mano en señal de apoyo absoluto.
- Un amor verdadero
- Si. Te lo dije
Su respuesta hizo que me riera. Era una risa de felicidad. Un leve sollozo escapó de mis labios. Pero de repente, aquella burbuja de fantasía se rompió bruscamente cuando Uma se giró bruscamente, ondeando su vestido.
- ¡Cubre esa vidriera inmediatamente! –ordenó a Lumiere.
- ¡Ciertamente no lo haré! –respondió inmediatamente el mayordomo con firmeza.
La fuerza de las palabras de Uma alteraron a los invitados y la miraron boquiabiertos. No se esperaban tal reacción. La confusión me invadió por un instante. ¿Qué había sido eso?. El rostro de Uma cambió otra vez y soltó una risita nerviosa antes de esbozar una sonrisa abierta, casi falsa.
- ¡Ohhh! Ben… ¿por qué no les dices el regalo que tienes para mi? –se dirigió al muchacho.
Ben la miró unos instantes, aturdido y luego reaccionó, dirigiéndose al público.
- Tengo algo que anunciar –declaró con voz titubeante y ronca. Extendió una mano hacia la hija del mar- esta noche, Uma se convertirá en mi esposa…
Todos los presentes, incluida yo, lanzamos una exclamación de sorpresa e incluso de horror. Sentí una puñalada en mi corazón. Había perdido la cuenta de cuantas llevaba.
- Hijo, pero ¿qué estas diciendo? –lo interrumpió Bestia, indignado por el espectáculo que estaba montando.
- ¡Ahora no, papá! –se enojó Ben con fuerza. Parpadeó confuso y retrocedió.
Bestia, el hada madrina, mis amigos y yo nos quedamos mirándolo detenidamente. Algo no andaba bien. Ben no estaba bien. La palidez de su rostro, sus ojos en blanco, la torpeza de sus movimientos. ¿Podía ser…?
- Mi regalo para Uma será… ¡derribar la barrera de una vez por todas!
Otra vez las exclamaciones de sorpresa y alguna que otra negación precedió a sus palabras. Era increíble lo que estaba ocurriendo. No tenia sentido alguno. Empezaba a sospechar algo pero no estaba segura. Evie y yo nos miramos significativamente.
- Hada madrina, por favor, baja la barrera –pidió Ben con cortesía.
- Lo siento, pero no pienso hacer eso –replicó el hada madrina sosteniendo con firmeza la varita mágica.
- ¡Yo soy el rey!
- ¡Obedécelo! –lo ayudó Uma con el rostro contraído en una feroz mueca.
- Ben está hechizado –murmuré confirmando lo que me temía.
Esas palabras aliviaron el dolor que había sentido al creer que Ben me había engañado, que me había cambiado por otra. Pero no. Él estaba siendo manipulado. Uma lo cogió de las manos y sonriendo enigmáticamente, lo miró a los ojos.
- Uma encontró tu libro de hechizos
- Sólo mírame –susurró la bruja del mar con placer.
Alcé mis ojos hacia la vidriera. Observé la representación de mi persona. Esa era yo. Los colores morados, el vestido, los ojos verdes. Ben me había elegido con todo lo que era. No podía perder lo que teníamos por un estúpido hechizo. Tenia que intentarlo. Quería recuperar a Ben. Quería recuperar nuestra relación. Desvié la mirada hacia la pareja y tomé una decisión.
- Ben… -lo llamé bajando los escalones que me separaban de él. Al oír mi voz, se giró hacia mi con la mirada perdida, como si no supiera a dónde dirigirse. Se me encogió el corazón- Ben, mírame.
Uma me miró rápidamente y luego se volvió hacia Ben con determinación.
- No, mírame a mi –ordenó.
- Ben, mírame –le pedí de nuevo, buscando sus ojos. Esos ojos que sabia que me amaban cuando se cruzaban con los míos.
- Me amas, ¿recuerdas?
- Sé que puedes
- No, no lo hagas. ¡Baja la barrera inmediatamente! –farfulló hacia el hada madrina.
- ¡Yo no cumplo órdenes tuyas!
- ¿Ben? –gruñó Uma volviéndose hacia el muchacho, casi perdiendo los estribos.
Ella intentaba establecer contacto visual pero yo la ignoraba. Solo podía mirar a Ben a los ojos. Era tan guapo, tan especial, tan perfecto. Porque si, era perfecto. Él me lo decía a mi muchas veces pero la verdad era que él era perfecto. Lo hacia todo por mi. Incluso con sus responsabilidades como rey, siempre ocupaba un lugar en sus pensamientos y en su corazón. Una oleada de calidez me abrigó. Ya basta de mentiras. Ya basta de hechizos y engaños. Ya basta. Ya era hora de ser sincera con él, la verdadera honestidad.
- Ben, nunca te dije que te amaba porque pensé que no era lo suficientemente buena para ti. Creí que solo era cuestión de tiempo que te dieras cuenta de eso –sollocé, dominada por las emociones- pero Ben ¡esa soy yo! Soy parte de la isla y soy parte de Auradon –señalé la vidriera a sus espaldas para que la admirara tanto como yo.
Le estaba abriendo mi corazón a Ben. Era algo que nunca había hecho antes con nadie pero sabia que era necesario. No solo por él sino por mi misma. No podía permitir que la maldad de Uma lo alejara de mi. Y si tenia que usar eso como excusa para confesar lo que sentía, que así fuera.
- Ben, gira tus ojos aquí. Mírame –repitió Uma, intentando apartarme.
- Ben, siempre has sabido quienes somos y lo que podemos llegar a ser
- ¡No la escuches!
- Ya sé lo que es el amor, Ben –sonreí feliz, mirándolo a los ojos con tanto cariño que creí que moriría ahogada por mis propios sentimientos. ¿Es que acaso no podía ver que estaba enamorada de él?.
Él me miraba fijamente, sin emoción aparente, solo estupefacto por todas mis palabras. No sabia si me estaba escuchando realmente, por culpa del hechizo. Estaba temblando. Sentía que mis piernas no tardarían en fallarme. Y aun no había terminado.
- Ben… por supuesto que te amo –confesé pronunciando esas palabras que había guardado tan celosamente dentro de mi- siempre te he amado.
Ya no lo aguanté mas. Con torpeza, me acerqué, acortando la distancia entre nosotros y lo besé como nunca creí besar a nadie. Era nuestro primer beso. Sus labios y los míos se unieron con tanta ternura que mi corazón rebotó violentamente en mi pecho. Mi cuerpo descansó en el suyo. Apenas fui consciente del murmullo de la gente al presenciar el beso. Solo podía pensar en el aluvión cálido y abrumador que estaba sintiendo. Pude sentir la magia fluyendo entre nosotros. Deseaba con todas mis fuerzas que el amor que sentía por Ben fuera lo suficientemente fuerte como para romper el hechizo. Me aferré a sus hombros y durante unos segundos, solo estábamos nosotros solos. Con suavidad, me separé de él, rozando nuestros labios y abrí muy lentamente los ojos. Me encontré con los ojos de Ben. Esperé impaciente. Poco a poco, percibí el brillo de su mirada y esa devoción, ese amor con el que siempre me miraba, me estremeció. Lentamente, una sonrisa apareció en los labios de Ben.
- Mal –susurró con ese timbre especial cada vez que pronunciaba mi nombre. Con esa dulzura y esa atención que le caracterizaba.
Una sonrisa escapó de mis labios. Lo había conseguido. El amor había triunfado. El hechizo estaba roto. Ben había vuelto. Mi Ben estaba conmigo. Lo acerqué por la nuca y juntamos nuestras frentes, ebrios de felicidad por habernos reencontrado. Por fin juntos. Evie, a lo lejos, observaba emocionada.
- El beso de amor verdadero –murmuró para si, encantada con la escena, digna de un cuento- funciona siempre.
-AUTORA-
Hola a todos. He escrito este pequeño fic sobre la escena donde Mal confiesa sus sentimientos por Ben y se besan por fin! También habrá un epilogo con lo que pasó justo después del Royal Cotillion. No muy lejos, simplemente justo después, durante la noche. Espero que os guste. La película no tiene pérdida jajaja
Saludos y abrazos.
Dama Felina
