El oficial Rogers corría tan rápido como le era posible, sus piernas dolían ya, no sabía cuánto tiempo llevaba persiguiendo a la mujer, pero no se detendría, si algo caracterizaba al policía, era su persistencia y sus ganas de siempre hacer las cosas correctas. Dobló en un callejón y ahí supo que tenía algo en contra, la joven comenzó a escalar una malla y cuando la alcanzó, logró atrapar su pierna, pero ella luchaba para soltarse de su agarre, intentó subir, pero su prótesis se atoró con uno de los alambres y se hizo una herida en el antebrazo, el moreno sintió el escozor en su piel y cerró los ojos para luego hacer una mueca de dolor. No pudo evitar soltar a la mujer y dejó que su cuerpo se resbalase por la fría malla, al parecer la herida era bastante profunda.
La joven se dio cuenta de lo sucedido y miró al policía, quiso volver y ayudarlo, pero sabía que, si lo hacía, entonces él la atraparía y su libertad terminaría. Estuvo dubitativa un momento y luego tomó su celular, llamó al 911 y se acercó de nuevo a la malla, se recargó en ella y le habló con nerviosismo.
-Estarás bien, llamé una ambulancia, no deben tardar en venir a ayudarte, lo lamento, de verdad, no quería que nadie saliera herido, pero no perderé mi libertad por ti -dijo al hombre y luego se levantó para irse corriendo cuando escuchó las sirenas de la ambulancia.
El moreno la vio de reojo y negó con la cabeza, pero no pudo decir nada más porque ella se había ido. La ambulancia llegó rápidamente y junto con ella otra patrulla, uno de sus compañeros, miró a Demian Rogers y se apresuró a ayudarlo.
-¡Rogers, carajo!, te dije que era peligrosa, nunca debes confiar en un rostro angelical como ese -soltó su compañero a modo de broma- no quiero asustarte, pero, quizá pierdas el brazo -comentó con un tono serio y su rostro sin pizca de alguna emoción.
-¡No digas eso! -Demian se miró el brazo y se dio cuenta de que su fiel compañero simplemente estaba jugándole una mala broma- eres un idiota, James, al menos tuvo la decencia de llamar a la ambulancia -confesó sobre la joven y recordó el brillo de sus ojos cuando sus miradas se habían cruzado antes de que él se diera cuenta de que estaba robando un reloj de una tienda.
Emma había corrido demasiado rápido, pero cuando se sintió segura, se detuvo a descansar, la noche estaba pronta a llegar, sacó el reloj que había tomado del bolso del hombre y sonrió. Hacía mucho tiempo que no robaba nada, pero estaba segura de que con ese reloj podría guiar al detective privado para que diera con su hijo, ese que había abandonado en un orfanato tiempo atrás.
