El encuentro.
Esa mañana Allie se había despertado en un mundo nuevo. Sabía que esa mañana viajaría a Seabrook, un pueblo para pasar las vacaciones.
Su madre como siempre, programó las clases particulares de Allie para ese verano, sin dejar de ese modo alternativa de descanso para Allie.
Todos estaban trabajando en ese proyecto desde hacía meses. Los planos ya habían sido aprobados, todo estaba listo. Noah empezó con sus entregas matutinas y el aire le trago noticias.
Su mejor amigo, Fin, lo había invitado a la feria que se había asentado en un prado cerca de el pueblo. Fin concurriría con su novia y unas amigas de la misma.
Y allí estaban la novia de Fin, y sus amigas divirtiéndose mientras Noah miraba melancólico el atardecer.
En ese mismo instante Fin lo llama, y el acude al llamado lo mas rápido posible. Jugaron por un rato, y cuando fueron a buscar a las chicas, Noah se quedó congelado, con la mirada clavada en una bella chica de ojos claros, pelo rojizo anaranjado, y con su moldeado cuerpo tan sutil y frágil como una hoja.
Esa chica a la que no dejó de mirar durante toda la noche era Allie, una chica adinerada, de la ciudad. Noah sabía que era un amor imposible, pero le fascinaba la idea de ellos.
No pasó mucho tiempo para que Fin y Noah arreglaran una salida a la función de teatro, a la cual irían Noah, Allie, Fin y su novia.
Esa noche fue inolvidable, la pasaron realmente bien, y entre risas y gritos, las miradas se cruzaron entre Noah y Allie, y el amor brotó.
Esa noche, Noah invitó a Allie a su casa, y ella aceptó encantada. Tomaron unas cervezas, y hablaron durante horas. A la madrugada, ya los dos estaban borrachos y no podían mantener una conversación coherente. Noah tomó de la cintura a Allie, ella se dejo, y las manos recorrieron todo su cuerpo y treparon por debajo de su vestido. Los labios se juntaron y los cuerpos se trasformaron en uno solo. La pasión agotó le aire.
