Prólogo

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Hace 47 años atrás (Tiempo Real)

- "Abuela." – dijo una pequeña niña de lacios cabellos negros cual carbón.

- "Dime, Harumi." – respondió una señora de edad, de cabellos grisáceos, la cual reflejaba en su rostro cansancio, cansancio de tantos años de trabajo. Sus manos arrugadas cogieron la pequeña tela que servía de sábana para arropar a su pequeña nieta de 5 años.

- "Abuelita Aiko." – continuó la pequeña huérfana de madre y padre, la cual sólo conocía como familia a su abuela y a su hermano de 13 años. – "¿Me cuentas un cuento?" – dijo mostrando tanta ilusión en sus pequeños y oscuros ojos.

- "¿Y cuál quieres que te cuente?" – respondió la anciana de unos 64 años, la cual era viuda y mantenía su casa a duras penas.

- "¡El de la luna y la espada!" – gritó la pequeña mientras se ponía a saltar en su cama.

- "¿Tsukinagi? Está bien mi amor, pero acuéstate mi pequeña flor de gladiolo." – dijo la señora mientras acercaba un viejo banquito para sentarse al lado de la cama de su nieta, de su flor de gladiolo. – "Ahora ¿Cómo es que empezaba?"

En el Sengoku (Época Feudal)

Era noche de luna nueva. En medio de la oscuridad del bosque se escuchaban pasos. Los aleteos de los búhos persiguiendo las presas que iban a ser su desayuno resonaban por todo los alrededores. El sonido provocado por la caída de algunas gotas, que se habían quedado aferradas a las hojas de los árboles del lago se esparcía en el ambiente. Una gélida brisa atravesaba todo el bosque como si estuviera en busca de alguien. En medio de este hermoso bosque, obra del Creador, se podía ver claramente una especie de templo, el cual permanecía oculto tras la abundante vegetación existente en aquel lugar.

El lugar se encontraba protegido por una especie de barrera espiritual, al parecer no cualquiera podía entrar en ese lugar; además, por la localización del mismo, se podía asegurar que casi nadie conocía la existencia de ese lugar. Era un templo de gran tamaño en todas las dimensiones. En la puerta, una especie de pergaminos. Al entrar, se podía ver una gran habitación y al fondo de la misma una estatua de extrañas formas, lo sospechoso no era la estatua, sino el camino que se podía ver después de pasarle al lado. El camino estaba adornado de varias flores y plantas a ambos lados, después de caminar un tiempo, este camino se dividía en dos, izquierda y derecha. Al final de uno de los caminos, otra puerta, pero esta sin pergaminos. Al pasar la susodicha, otra habitación pero de menor tamaño, la cual conducía a una especie de jardín, el cual sólo era arena, no había rastro de vegetación, en medio de este una gran fogata, y al alrededor otras tres puertas.

De cada una de las puertas salió una mujer, sin embargo no cualquier mujer, eran, aparentemente, sacerdotisas. Cada una era representante de uno de los cuatro puntos cardinales (norte, sur, este y oeste): Natsumi, del norte; Yukiko, del este; Midoriko, del oeste y Reiko, del sur. Era una reunión de las sacerdotisas más poderosas de toda la región, cada una protegía uno de los puntos ya nombrados, cada una era muy fuerte y todas poseían grandes poderes, en especial Midoriko.

- "Después de tantos años, nos volvemos a ver." – dijo la protectora del este a sus compañeras, mientras se acercaban a la cálida hoguera.

- "Se puede saber ¿Quién convocó esta reunión?" – preguntó Natsumi, la gran arquero.

- "Pensaba que habías sido tú."

- "Te equivocas Reiko ¿Midoriko?" – comentó la guardiana del norte.

- "No, tampoco he sido yo, se supone que esta reunión se daría dentro de un par de años." – habló con autoridad la excelentísima sacerdotisa.

- "Esto está cada vez más extraño." – habló Yukiko, la de cabellos celestes. – "Me parece compañeras, que hemos caído en una vil trampa."

- "Pero¿Organizada por quién? Y ¿cuál será su objetivo?" – comentó Reiko-sama.

El suelo empezó a sacudirse. Repentinamente, una bestia surgió de la tierra destruyendo todo a su paso, el templo. Una alta y fastidiosa cortina de polvo se levanto rodeando a las sacerdotisas, pronto la apariencia del demonio se hizo visible, era una especie de dragón, el cual tenía en su frente una especie de máscara, Ryukotsusei – el dragón que se enfrenta al padre de inuyasha y a el mismo también – era su nombre, su piel dura como el acero, su poder de gran magnitud, habían hecho que fuera un adversario muy difícil de vencer.

- "¡Denme la espada!" – ordenó el maligno ser.

- "Puedes olvidarte de la espada, jamás te la daremos." – dijo la guardiana del sur.

- "¡Dénmela! No jueguen con mi paciencia."

- "¡Haz silencio!" – ordenó la poderosa Natsumi, mientras lanzaba algunas de sus flechas purificadoras.

El demonio soltó una carcajada maléfica mientras se deshacía de las poderosas flechas usando su poderosa aura maligna.

- "En estos momentos acabaré contigo." – dijo la poderosa del oeste, mientras canalizaba su poder a su espada, la cual emitió un poderoso rayo de luz que se arremetió contra el demonio.

- "¡Estúpida sacerdotisa¡Muere!"- exclamó el dragón, mientras expulsaba un impresionante rayo violáceo a través de su boca.

- "¡Cuidado!"

- "¡Yukiko, no!" – exclamó Natsumi tardíamente.

La explosión ocasionada por el poder del demonio fue de tal magnitud que todas las sacerdotisas habían quedado malheridas.

- "Maldición, vete de aquí." – dijo Reiko-sama antes de reunir la suficente energía para crear un campo lo suficientemente grande para proteger a sus compañeras.

- "Denme la espada o sucumbirán ante mi poder."

De pronto, una esfera de luz rodeó el área donde Midoriko y Yukiko habían caído, a continuación, el poder la esfera se expandió en un poderoso rayo que golpeó al demonio con gran ímpetu alejándolo del lugar; después de esto, la esfera fue difuminándose hasta desaparecer y quedar sólo el cuerpo exhausto de Midoriko en pie, y el de Yukiko a sus pies, sin vida; Yukiko había salvado la vida de Midoriko al costo de la suya.

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Comentario del autor:

¡Hola! Espero que les haya gustado el prólogo de "Tsukinagi: La espada de la Luna", sé que muchas cosas no tienen gran sentido en este momento, pero les prometo con el tiempo todo tendrá más lógica.

Les agradezco que hayan llegado hasta aquí. Agradezco cualquier comentario y/o crítica de antemano.

Atentamente,

Amboise

"La lectura hace al hombre completo; la conversación, ágil, y el escribir, preciso."

Sir Francis Bacon