Pensando en…

Por: Ariadna.

Cap 1: Pensando en... ti.

-¿Por qué perdiste la concentración?

Horohoro dio un paso atrás. No esperaba que Anna apareciera de esa manera en su habitación, mucho menos con esa pregunta.

Habían pasado algunos días y su hermana no le había preguntado. Kororo no le había preguntado. Yoh no le había preguntado.

Supuso entonces que nadie se dio cuenta. Que… sería un asunto olvidado.

Pero Anna estaba esa noche frente a él… preguntando.

¿Por qué perdió la concentración al final de su batalla con Yoh? ¿Por qué perdió su poder sobre la posición de objetos luego del último ataque?

-¿Por qué preguntas? – replicó él.

Anna se cruzó de brazos, sin moverse de la entrada del cuarto. Una sombra cubría tanto su rostro como el de Horohoro, debido a la tenue luz de Luna.

-Sólo un shaman novato se confía de esa manera en una pelea.

El chico del norte no supo cómo tomarse esa respuesta. ¿Era un halago o un insulto?

-Creí que había ganado.

-La energía de Yoh aún se sentía.

Y así fue. Horohoro suspiró. En efecto, la energía de Yoh seguía presente. Pero…

-Pensé que estaba malherido. – dijo él, defendiéndose.

Ella alzó una ceja.

-¿Y qué con eso?

Los ojos de él se agrandaron.

-¿¿Qué no te preocupó lo que hubiera pasado??

Anna cerró los ojos y no respondió. Luego volvió a abrirlos con una sombra mayor cubriendo su mirada.

-¿Por qué eso te preocupó a ti?

Esa era la verdadera pregunta.

¿Por qué preocuparse?

Horohoro bajó la vista. Incluso si dejaba de sentir la energía de Yoh, no significaba su muerte. Todos sabían eso, no había porqué preocuparse.

Pero así lo hizo.

Se preocupó. Se desconcentró. Perdió la posesión de objetos y así también la batalla.

Todo por Yoh.

Cuando llegó a Tokyo, Yoh fue la primera persona en tenderle una mano, ofreciéndole su casa. Lo apoyó cuando le contó de su gran sueño. Se hizo su amigo incluso sabiendo que ambos eran shamanes.

Horohoro no sabía que Yoh era un shaman.

También perdió la concentración aquella vez, cuando se enteró de eso.

Fue una sorpresa tan grande… encontrar a alguien que se pareciera tanto a uno… y a la vez, ver acercarse como una avalancha el miedo de darse cuenta que serían rivales…

Una parte de él estuvo muy feliz cuando Yoh se vio igual de molesto al enterarse de que tendrían que enfrentarse.

Hubo presión por todos lados.

Pirika apareció… y le recordó su sueño.

Salvar la naturaleza y los espíritus que viven en ella. Crear un bosque tan grande que ninguno de los avances tecnológicos pudiera destruir.

Aquel sueño por lo que daría todo.

O eso creyó.

-Yo…

Cuando Horohoro subió nuevamente la vista, Anna ya no estaba.

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Yoh frotó con suavidad sus ojos cuando se dio cuenta que no podía dormir. Levantó su cuerpo para quedar en posición sentada, y miró por su ventana. La luz de la Luna estaba radiante, incluso si había nubes a su alrededor y amenazaban con cubrirla de un momento a otro.

Lanzó un suspiro y se puso de pie, mirando con mayor cuidado la escena frente suyo.

La ciudad.

Las luces de la ciudad eran tan potentes que competían con la Luna misma. Y su ruido, aunque lejano, no cesaba ni disminuía.

Luego, miró hacia el gran árbol en donde conoció a Amidamaru y a Manta. Estaba erguido no muy lejos de la casa, aún con ese aire de misterio que acompañaba la estatuilla que indicaba la tumba de su compañero espíritu.

Era un contraste perfecto. Lo antiguo y solemne contra la modernidad, aquella de las ciudades que nunca duermen.

De pronto, imaginó qué sería si aquella ruidosa ciudad volviera a sus raíces, se transformara en un gran bosque, callado y tranquilo, dando un espacio para todas esas criaturas olvidadas por el hombre…

El sueño de Horohoro.

Yoh saltó por su ventana y comenzó a caminar rumbo al gran árbol. Tal vez en un lugar más acogedor como ese podría descansar.

El sueño de Horohoro…

Era el acto más noble que había visto en cualquiera. O sea… todos sus amigos eran muy buenas personas, pero sus deseos iban más por el lado de ambiciones personales. Él mismo pensaba en transformarse en el Rey Shaman para lograr su propia tranquilidad… y la de su familia. El deseo de otros shamanes, como Tao Ren, también iba por el asunto familiar…

Horohoro era shaman por decisión propia. Su familia… eran los habitantes del bosque, pero no tenía obligaciones para con ellos, y sin embargo… quería ayudarlos, salvarlos, y darles lo que antes de la llegada de la tecnología les pertenecía.

Tan noble…

Y Yoh había puesto ese sueño frente a un acantilado, por vencer al chico del Norte en batalla un par de días atrás.

Pirirka lloró. Y lo acusó de malvado por frustrar sus deseos.

Horohoro trató de asegurarle que ella sólo estaba enojada y que no era verdad.

Pero en parte… claro que lo era.

Yoh sabía que eso pasaría una vez comenzara el torneo de shamanes. Que destrozaría los deseos de todos sus adversarios en el camino a la victoria… sin embargo, no quiso que eso le impidiera hacer amigos.

Y Horohoro fue un buen perdedor. En ningún momento alzó la voz, o juró la revancha.

Pero aún así…

Yoh detuvo su paso al ver que alguien más caminaba hacia el árbol unos metros delante de él.

Cabello azulado en punta y ropajes blancos.

-¿Horohoro?

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-¿Uh? Oh, Yoh… ¿Qué haces aquí?

Amidamaru abrió sus ojos al escuchar el sonido de la conversación. Yoh y Horohoro estaban a poca distancia del árbol donde descansaba.

No que los fantasmas necesitaran descanso, pero a Amidamaru le gustaba rondar por ese lugar cuando no tenía nada que hacer.

Se preguntó que hacían a esas horas de la noche los dos jóvenes… ¿Y por qué había tanta tensión en el aire a su alrededor?

No, no es que los fantasmas puedan tensarse, pero si son muy buenos para percibir esa clase de cosas…

Prefirió no interrumpir y sé quedó quieto, tratando de no pensar en asuntos ajenos, pero sin dejar de escuchar por tenerlos demasiado cerca.

-No podía dormir. – respondió Yoh al final de un rato.

-Ah. Yo tampoco.

-¿Es por lo de mañana?

-… Si, seguro es eso…

Amidamaru se cruzó de brazos, sin saber si debía hacer notar su presencia o no.

Al día siguiente Horohoro y Kororo partían a un entrenamiento especial para el siguiente combate que les correspondía. Yoh ya tenía asignada la fecha del segundo encuentro también, por eso Anna y Pirika decidieron hacer entrenamientos separados para poner a los shamanes en forma.

Pobres chicos…

-Pirika se veía de muy buen ánimo luego de hablar con Anna hoy. – mencionó Yoh, para formar conversación. – Manta me dijo que estuvieron intercambiando ideas para los entrenamientos…

-Ya veo…

Ambos muchachos comenzaron a llorar.

El fantasma podría haber soltado un suspiro de seguir respirando. Era increíble como siempre reaccionaban igual esos dos cuando se trataba del entrenamiento al que los sometían las chicas.

Después hubo un momento de silencio. El samurai notó que el par estaba evitando mirarse a la cara… ¿Por qué sería eso?

-Espero… - el chico del Norte finalmente habló. – Espero des lo mejor de ti en lo que queda de las preliminares. No por haberme ganado significa que debes confiarte.

-Pues claro. – Yoh sonrió. – Haré todo lo posible para que volvamos a vernos en las finales del torneo de shamanes.

Horohoro asintió con la cabeza.

-Igual yo. No me dejaré vencer nuevamente.

Otro silencio. Amidamaru alzó una ceja. Definitivamente había algo extraño ocurriendo entre esos dos.

-No nos veremos en un buen tiempo. – murmuró Yoh, con su vista directo en las luces de la ciudad. - ¿Volverás cuando pases las preliminares?

Horohoro soltó una risa sarcástica, también mirando la ciudad.

-¿Crees que Anna me deje?

-Eso da igual. – aseguró Yoh. – Yo quiero que vuelvas.

-¿Por qué?

El castaño finalmente miró la cara de su compañero.

-Somos amigos, ¿No?

-… - Horohoro continuó mirando la ciudad. – Sí, cierto. Amigos.

-¿Hay algo que te moleste?

El chico del Norte suspiró.

-Me incomoda todo esto. – soltó, con sinceridad.

-¿Qué cosa?

-Que los dos seamos shamanes. Por un lado, es divertido, porque es tener a alguien que entiende tus sueños y lo que sientes en relación con los espíritus y fantasmas, pero por otro, siempre será una competición y una batalla, aunque seamos compañeros y… amigos.

Yoh pestañeó, sorprendido que Horohoro fuera tan sincero con él, no iba en su personalidad. Aunque también, hasta ahora habían tratado muy pocos temas serios para decir eso.

-Y tú eres un idiota. – el azulado agregó, salido de la nada.

-¿Uh? ¿Y ahora por qué? – interrogó Asakura.

-Desde que ganaste te has comportado como un idiota. Eso es lo que me molesta.

El fantasma que escuchaba desde el árbol se vio tentado de interrumpir. Sabía a lo que se refería Horohoro, pero decirle a Yoh que era una idiotez sonaba muy rudo. Simplemente pasaba que Yoh tenía sentimientos encontrados respecto a su victoria, porque significaba la derrota de su amigo. Se preocupaba por su amigo, y eso lo hacía comportarse más serio y callado que de costumbre, nada más.

-Puede que tengas razón. – reconoció el castaño. – Y lo lamento, no pensé que te enojarías.

-Yo lo digo por Anna. Si tú te comportas serio ella no puede abusar tan fácilmente de ti y Manta y yo somos sus siguientes blancos. ¡Argh!

Yoh río de buena gana con el comentario, y eso alivio el ambiente y así a Amidamaru. Todo estaba bien entre los dos shamanes de nuevo.

-Será mejor que intentemos dormir un rato. - recordó Yoh de mala gana. - Mañana partimos un nuevo y peor entrenamiento…

-Ay, ¿Por qué tenías que recordármelo? – replicó Horohoro lamentándose.

-Fuiste tú quien mencionó a Anna…

-Ya, ya… - el hermano de Pirika se enderezó y miró a la ciudad una vez más, luego subió la vista al cielo. – Las estrellas están hermosas esta noche…

Yoh formó una sonrisa placentera en su rostro.

-Incluso si las luces de la ciudad son fuertes, nunca opacan las estrellas en este lugar. – dijo.

-Ajá… - Horohoro posó su vista ahora en su amigo. – Oye, Yoh…

-¿Sí?

-Recuérdame decirte algo una vez que hayamos pasado las preliminares.

Asakura asintió, aún sonriendo.

-Entonces quiere decir que volverás.

El chico del Norte se encogió de hombros.

-Es muy caro pagar un hotel en Tokyo. – comentó, también sonriendo. – Y no hay que negarse al ofrecimiento de un amigo, ¿No es así?

-Claro.

Amidamaru sonrió al ver que todo parecía solucionado. En especial si ahora podría volver a descansar con tranquilidad en su árbol favorito.

Yoh le siguió el paso a Horohoro, pero antes de continuar se volvió una última vez.

-Buenas noches, – dijo, subiendo levemente la voz. – Amidamaru.

Horohoro puso cara de espanto. Yoh rió.

Si los fantasmas transpiraran, una gota de sudor habría caído por la espalda del samurai. Por mucho tiempo que transcurriera, siempre terminaba subestimando a su compañero shaman…

TBC.

Notas: Aunque no lo parezca, esto será un Yoh x Horo. Adoro a esos dos juntos ^__^ pasó poco, pero es sólo la primera parte de una serie de ideas que se me vinieron a la cabeza…