NIGHT CALL
Convencida a cumplir una apuesta, Sakura Kinomoto se interna en un bosque sola en una noche de luna llena, sin imaginarse que se encontrará con un lobo transformado en hombre, quien jura no dejarla en paz hasta que solucione su problema.
Capítulo I: El encuentro.
Toc-toc-toc.
Las apuestas, la adrenalina provocada por los retos disparaba una reacción química en el cuerpo difícil de igualar, tanto así, que innumerables personas han caído en las trampas de esa sensación adictiva.
Pero ella no lo hacía por eso.
Sakura Kinomoto tenía los ojos abiertos, tensos, expectantes; su cuerpo avanzaba casi a tientas por entre la penumbra asfixiante de ese bosque remoto.
Toc-toc-toc.
Ignoraba si ese sonido repetitivo era provocado por el candelabro antiguo balanceándose en su mano, o eran sus huesos temblando del miedo que ya la había invadido, pero se negaba a aceptarlo.
Se detuvo ante el mínimo atisbo de hojas moviéndose levemente a su derecha. "Maldita sea" reprochó para sus adentros con intensidad, sinceramente, ahora no sentía ese impulso que la obligó a aceptar el reto de su amiga Naoko unas horas antes. "Sakura eres una cobarde" resonaba en su cabeza, junto a la visión de sus compañeras mirándola con esa sonrisa de suficiencia que exaltaron su deseo de borrarles esa expresión; tal vez fue eso por lo que, sin decirles más, tomó ese candelabro antiguo -obviamente para atenuar más la atmósfera terrorífica del paisaje- y salió caminando con rumbo al ginkgo "embrujado" que se encontraba en la profundidad de ese lugar. Debió de haber escuchado a Tomoyo cuando le advirtió que no lo hiciera, pero su mente testaruda se dejó engañar por el orgullo herido. La encomienda para su prueba de valor era sencilla, recoger una hoja de aquel majestuoso pero tétrico árbol, erguido justo en medio de un páramo y volver de inmediato a las cabañas. Ciertamente, no le pareció tan difícil al principio, pero cuando el silencio era tan fuerte que sus oídos zumbaban y las ramas inofensivas comenzaron a parecerse a entes extraños expectantes en lo oscuro, supo que tal vez no fue la mejor de las ideas.
El crujido de una rama bajo sus pies le anunció que el terreno acababa de cambiar, la luna llena ya no era opacada por el espeso follaje de los árboles, en cambio, un panorama se abrió justo frente a sus ojos. El candelabro dejó de ser necesario cuando la luz del satélite natural de la tierra bañaba de plata la vegetación tupida, distribuida a lo largo del suelo del páramo, donde su objetivo la esperaba ya en silencio. Se alegró tanto, que sus pasos se apresuraron para surcar la distancia que los separaba de inmediato. Frente al majestuoso árbol, tomó una de las hojas que yacían en el suelo junto a un pedazo de corteza.
"Eso debe ser suficiente" dijo alegre mientras guardaba su trofeo en el bolsillo de su chaqueta.
Dio la vuelta para regresar, pero palideció al darse cuenta de lo que la esperaba.
Ojos ámbar brillantes, pelaje espeso y oscuro, fauces abiertas mostrando los colmillos más afilados y… ¿sangre? Su pata derecha estaba herida, elevada a propósito para evitar que tocara el suelo. Se paralizó, ese lobo de color pardo la observaba fijamente, ni siquiera podía recordar todos esos documentales donde te enseñaban qué hacer en caso de encontrarte con animales salvajes, pues todo su cuerpo dejó de funcionar como debería.
El animal gruñó, acortando ligeramente la distancia que los separaba, fue ahí cuando se percató de que no la miraba como a una presa, su expresión era distinta, más bien como si estuviera sorprendido de una manera peculiar. Sacudió la cabeza, intentando disipar ese pensamiento absurdo, ¿cómo un animal se sorprendería de esa forma al verla?
Sin previo aviso, la bestia se lanzó hacia ella, pero antes de que la alcanzara, una metamorfosis luminosa sucedió justo ante su mirada desconcertada. Las patas se convirtieron en brazos y pies, el pelaje desapareció, únicamente quedó una melena castaña que se impactó contra el piso.
"¡Pero que demonios!" exclamó y, en contra de su juicio, corrió a ver el resultado.
Un hombre joven, de espalda fornida yacía tumbado sobre la maleza, al parecer completamente inconsciente. Curiosamente, solo llevaba puestos unos pantalones de tela ajustados y nada más. Sakura no perdió el tiempo, tomó una rama de longitud considerable para moverlo un poco, él no reaccionó hasta la octava vez que ella le picó las costillas, haciéndolo emitir un ruido gutural de molestia. Frunció el ceño, no sabía porque no se estaba acobardando como siempre, pero la verdad es que la curiosidad fue más fuerte que su miedo.
De pronto las palmas de aquel muchacho se posaron sobre el piso, la castaña retrocedió casi cinco pasos de un solo golpe, mientras se descubría un rosto enfadado que la miraba con atención.
"¡¿Qué me has hecho?!" le reclamó.
Ella no contestó, su mente era incapaz de procesar adecuadamente el hecho de estar hablando con un hombre que anteriormente era un lobo. Súbitamente, una parvada de pájaros abandonó un grupo de árboles cercanos, el cuerpo del muchacho se tensó inmediatamente, antes de tomarla del brazo con mucha brusquedad para jalarla en un arrebato.
"¡Corre!" le gritó.
Dieron grandes zancadas, intentando no caer en su abrupto movimiento, mientras alcanzaban una zona segura donde las plantas tenían una altura considerable. Con una mano firme, él le empujó la espalda para que ambos se agazaparan; Sakura estuvo a punto de protestar ante su autoritarismo natural, pero sus sentidos notaron una presencia inesperada. Por el páramo, una bestia de aspecto felino y color negro, corría desesperada buscando algo, moteando en el viento calmo un indicio oculto en el aroma.
Lo captó, los ojos felinos de la bestia se dilataron, fijos hacia el lugar donde se encontraban. El joven castaño se quejó, contrayendo los músculos de todo su cuerpo en una posición de ataque, sin embargo, un sonido inesperado resonó a la lejanía, haciendo que el animal volviera por donde vino repentinamente.
Después de unos largos segundos de silencio incómodo, el muchacho se irguió inesperadamente, contemplando con el ceño fruncido sus nuevas extremidades humanas. Con sus ojos ámbar relucientes, observó a la joven castaña con una mirada llena de reproche.
"¡¿Quién eres tú?! ¡¿Qué me has hecho?!" demandó saber.
"Y-yo" Sakura titubeó, presa por la confusión "No sé de qué me hablas, yo solo vine aquí a ver el árbol".
"¡Devuélveme a ser un lobo!" exigió mostrando su perfecta dentadura, cuyos colmillos resaltaban cual piezas de mármol brillantes.
La realidad cayó sobre ella, no estaba hablando con un joven normal, aquel era un lobo, o un hombre lobo en todo caso. Se alejó un poco, temerosa de ser presa de su ira.
"¡Y-a te dije que yo no hice eso! ".
A la distancia, unas voces humanas gritando su nombre se colaron por entre el silencio, supuso que tal vez había tardado demasiado y sus amigos salieron en su búsqueda. Posó una mirada confundida en el rostro del muchacho, quien se encontraba absorto ante la presencia inesperada de más personas merodeando por la zona.
"Debo irme" dijo ella con rapidez, para luego hacer un movimiento veloz y comenzar a correr.
"¡Alto ahí!" le tomó del brazo con brusquedad "Tienes la obligación de solucionar este problema, tengo que volver a ser lobo".
Sin nada de delicadeza, Sakura sacudió su brazo para liberarse de su férreo agarre, aprovechando que la herida de él permanecía abierta aún en su forma humana.
"Esto no es mi problema, yo no te hice nada y tú solo apareciste de la nada" reviró.
"¡Pues no te dejaré ir!" bramó mientras volvía a aprisionarla del brazo.
"Si no me sueltas juro que gritaré, mis amigos son varios y tú estás solo".
Sopesó la implicación de su amenaza. Era cierto, no tenía mucho que hacer frente a un grupo él solo, la soltó pero solo para ocultarse entre la maleza, ella se percató de ese movimiento pero no dijo nada cuando el rostro de Yamazaki emergió de las penumbras.
"Por Dios Sakura, ¿estás bien? " le preguntó su amigo mientras se acercaba.
"Sí, no te preocupes, ya estaba regresando de hecho".
"Las chicas están preocupadas por ti, volvamos".
Antes de partir, Sakura lanzó una mirada bastante significativa justo al sitio dónde sabía que él estaba oculto. Caminaron en silencio por entre la espesura característica del bosque, hasta que al fin se encontraron con las otras cuatro mujeres casi a medio camino, la expresión de su rostro fue de alivio al comprobar que su amiga se encontraba en perfectas condiciones. Tomoyo, su mejor amiga, no se contuvo y la abrazó inmediatamente, palpando su frente mientras analizaba con la mirada que Sakura no estuviera herida.
"En verdad me preocupé por ti" le dijo con una sonrisa tranquila al comprobar su estado.
"Solo me demoré un poco más, pero no pasó nada" intentó sonar tranquila para no preocuparles.
Volvieron a emprender su viaje entre risas despreocupadas, animados por la calma de la noche tranquila, sin embargo la castaña no participaba en la conversación, ella en cambio tenía la mirada y la mente perdida en el bosque; por razones ajenas a su entendimiento, sintió pena por dejar a aquel joven en medio de la oscuridad, abandonado a su suerte víctima de una transformación inesperada.
"Me parece que no estás del todo bien" comentó Tomoyo en voz baja, para que nada más ellas dos pudieran escucharlo.
Sakura clavó su mirada en el piso, dubitativa.
"Es que vi algo que no tiene explicación" confesó.
"¿Te refieres a un espíritu o algo así?".
"No, algo más terrenal, aunque increíble… un lobo".
Tomoyo parpadeó un poco, contrayendo la mitad de sus labios hacia arriba.
"Sakura no hay lobos en Japón, tal vez pudo haber sido un perro que vagaba por ahí y lo confundiste".
La castaña movió su cabeza de lado a lado, no encontraba las palabras adecuadas para contarle esa experiencia a su mejor amiga, ¿quién diablos le iba a creer semejante disparate?
En menos tiempo del que pensó llegaron a su destino, una serie de cabañas situadas en la periferia de aquel maravilloso bosque, la suya, para su inquietud, era la más cercana a los árboles. Sus amigos se despidieron de ellas, recordándoles que mañana temprano salía el transporte que los llevaría de regreso a la ciudad.
Justo antes se subir el último escalón, Sakura sintió el impacto de un objeto diminuto, pero de cierta dureza, se giró desconcertada para buscar el origen de esa sensación. Sus ojos se abrieron de par en par, cuando comprobó que una mirada conocida la observaba fijamente justo detrás de un arbusto. Maldición, él la había seguido, ¿acaso no pensaba dejarla en paz?
Fingió haber olvidado algo afuera para dejar a Tomoyo dentro de la cabaña y cuando se aseguró de que esta no miraba, caminó directamente al sitio donde el muchacho aguardaba ya con el ceño fruncido, que al parecer, era su expresión facial predilecta.
"Ya te dije que no puedo ayudarte" le reclamó en voz baja.
"Si puedes, si me transformaste en humano puedes regresarme a lobo"
"No tengo ni la más remota idea de por qué sucedió eso" se defendió ", es injusto que me hagas responsable de lo que pasó".
Molesto, el muchacho chasqueó la lengua para después emitir un gruñido.
"Tienes que devolverme a ser quien era" exigió con voz baja y contenida, mientras acercaba su rostro al de ella", necesito hacer algo".
"¿Qué debes hacer?".
"Ese es el problema niña, solo recuerdo que tengo que hacer algo importante, que estaba en medio de algo, pero desde que me hiciste humano no recuerdo nada más".
Un viento ligeramente frio sacudió sus mechones castaños, la luz de la luna contorneaba el perfil de aquel hombre desconocido cuya determinación emanaba de sus ojos. Sakura tragó saliva, retrocediendo unos cuantos centímetros, no por miedo, sino por confusión, el giro de tuerca que no esperó en su vida se materializó en ese hecho extraño. De nuevo se sintió embargada por la pena, sabía que otra persona racional no se hubiese acercado a ese tipo, pero por curioso que sonara, ella no tenía el corazón para dejarlo ahí, ¿qué tal si lo que decía era verdad?
"Aunque quisiera ayudarte" dijo ella, escogiendo bien sus palabras ", no tengo manera de hacerlo. Yo solo iba a cumplir una apuesta tonta cuando te vi, entiende que todo esto para mi es una auténtica trastada ¿cómo explicaré que un lobo se transformó en hombre solo por que nos encontramos? No tiene sentido".
El muchacho bajó la mirada, preso por la impotencia. Su mente caótica no le permitía recordar nada más allá de escasos minutos previos a su encuentro con esa joven extraña, dónde corría perseguido por un felino negro en el intento de cumplir con un objetivo, pero, ¿qué era? No había forma de explicar algo con tan poca información disponible, lo único de lo que realmente estaba seguro, era que eso que tenía que hacer era de vital importancia, más allá incluso, de su propia integridad física.
"Maldita sea" masculló derrotado.
"Lo siento mucho" Sakura le imprimió sinceridad a su frase.
No se le ocurrió nada más que decir, así que se incorporó poco a poco para volver a la cabaña, cuando de nuevo el brazo firme de él sujetó su muñeca con fuerza.
"No te dejaré ir" reveló, ocultando la mirada bajo su cabello ", te seguiré siempre hasta que esto se solucione, así te tenga que buscar por debajo de las piedras".
En ese momento lo supo, él hablaba enserio y por más que se esforzara en explicarle no la dejaría jamás en paz, el muy testarudo no entendería aún si ella le daba mil razones coherentes de por qué no podía ayudarlo. Analizó sus opciones, podía dejarlo ahí y llamar a la policía, o tal vez su hermano se encargaría de él, sabía de antemano que tenía ventaja de la situación pero… Era un sentimiento extraño, algo en ella muy bien oculto no le permitía actuar en su contra, parecía como una empatía floreciente que iba en opuesto de su propia voluntad y buen juicio, una energía magnética que la impulsaba a no dejar desamparado al lobo aquella noche de luna llena.
Jaló su brazo de nuevo en forma brusca, lo miró visiblemente frustrada pero al mismo tiempo asintiendo con su cabeza.
"Bien" comenzó ", sígueme hasta que te canses, pero no puedo hacer nada por ti. Lo único que haremos será visitar a alguien que sabe de estas cosas paranormales, porque yo no entiendo nada, ¡ni siquiera me gustan las películas de terror!".
"No me hace feliz seguirte niña, pero mi misión es más importante" declaró cruzándose de brazos, y como si se tratara de un niño pequeño, giró su cabeza para no mirarla en un gesto de berrinche.
"¿Me dejarás dormir?".
"Has lo que quieras, pero vigilaré que no te vayas".
De pronto, el joven hizo una mueca de dolor captando la atención de Sakura, quien observó como la herida comenzaba a sangrarle. No le dijo nada, se incorporó tranquilamente adentrándose en la cabaña, para después regresar varios minutos después con unas cosas en sus manos. Lo miró con cautela, haciéndole un gesto para que le mostrara su brazo; con cierta desconfianza él estiró su extremidad que para su sorpresa, Sakura limpió con mucho cuidado la herida abierta y la vendó meticulosamente. Él arrugó su frente, no esperaba que esa humana desconocida tuviera esa clase de atención, pero agradeció en silencio el detalle.
"Toma" le entregó un pedazo de tela negro, perfectamente doblado ", era de mi hermano y la uso para dormir, pero puedes quedártela por esta noche".
En un movimiento poco delicado, tomó la prenda para después ponérsela sin emitir palabra alguna. Sakura negó con la cabeza al darse cuenta que él era muy hosco, pero tampoco tenía muchos ánimos de reclamarle su actitud, lo único realmente importante para ella era dormir, así podía aclarar su pensamientos o despertar de este sueño sin sentido en el que se encontraba inmersa.
"Buenas noches".
No recibió respuesta, resignada, volvió a la cabaña bajo la atenta mirada del muchacho, quien no dejaba de preguntarse en qué terminaría esta aventura inesperada.
¡Hola! La verdad llevo algunas semanas con esta idea en la cabeza y no pude esperar más para escribirla, sentí que tenía que publicarla de ya, ¿qué opinan?
Silverwomen.
