Primero que nada, a presentarse :v Hola, hola. Me conocerán como Schweigen, estuve anteriormente por acá y creo que publiqué el primer capítulo de la versión antigua de este fic. No recuerdo bajo que nombre, pero aseguro ser la misma persona. Mi foro de origen es Fanficslandia donde actualmente llevo el nombre de Vaynese, pero quiero intentar un poco por estos lados.
Well... esto será una especie de remake para eliminar el riesgo de Mary Sue y el OoC del tema original de Noire Moon. Tengo un inmenso cariño por este fic, porque, aunque sé que es malo, tiene miles de errores y fatalidades, desde OoC hasta un OC muy cerca de caer en el Mary Sue (si no es que lo hizo antes) cambiaré muchísimas cosas, escenas que ahora no me parecen del todo adecuadas y demás, trataré de actualizar en la medida de lo posible. Pasaré de narrar en primera persona a narrar en tercera, para hacer más amena y no tan torpe la lectura. Los OC colocados, tanto al inicio como hasta la última actualización, se quedarán, únicamente los haré más completos.
Quienes hayan leído esto con anterioridad ya sea el capítulo que publiqué aquí hace tiempo o los 17 capítulos que hay en FFL, espero vean un cambio, los que no saben nada de nada de esto, espero les agrade.
El tema original, es decir, la primera versión sigue publicada en FFL y no será borrada hasta haber arreglado los capítulos que estaban publicados. Sin más, comienzo.
Disclaimer: Soul Eater no me pertenece.
Soul Eater: Noire Moon
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Prólogo/capítulo uno: Kasumi, la chica demonio
Aquí da comienzo una nueva historia. Tan trágica como es posible en la vida humana común, tan común como sería en un mundo paralelo donde los jóvenes se pueden transformar en armas y las brujas tienen una gran enemistad con la institución a cargo de todo, el Shibusen.
Kasumi, un arma del Shibusen sin técnico, quien en su infancia creyó ser una niña normal, sin ningún problema más que el de hacer amigos por su apariencia, porque según las personas de su comunidad, la niña era un demonio. La familia de Kasumi trató de ocultarle su realidad esperando fuese el momento adecuado para que la niña acudiese a la escuela indicada para desarrollar sus habilidades adecuadamente. Hasta que...
Una pequeña de no más de ocho años y largo cabello negro, jugaba alegre con varios niños, corrían, reían como cualquier niño de aquella edad, ajenos a que la vida de todos en sí, estaba por cambiar. Allí, frente a ellos, iniciaría lo que luego desataría el Infierno mismo.
El cielo comenzó a tornarse extrañamente oscuro, como si una gran tormenta se acercara. Los padres llamaban a sus hijos, pero ellos no hacía caso pues aún no llovía como para entrar a la casa. Un agudo pero breve grito se escuchó, todos voltearon la mirada. En el suelo yacía el cuerpo inerte de un pequeño, una herida abarcaba su cuello; a su lado, la pequeña Kasumi lloraba sin consuelo, presa del pánico, sus ojos de color carmesí parecían más intensos debido a las lágrimas, de su brazo derecho salía el filo de una guadaña negra como el carbón pero enrojecida por la sangre de su víctima accidental.
La madre de la pequeña corrió hacia ella y la cargó en brazos, sus vecinos se encontraban paralizados arremolinados en torno al cuerpo del pequeño, la madre de éste lloraba sin consuelo.
—Esa bestia... el demonio ha despertado en esa niña, es imán de desgracia para nosotros —balbuceó la madre de la víctima con la voz ahogada en el dolor de su pérdida.
La madre de Kasumi entró de golpe a la casa, limpió las lágrimas de su hija y observó como el filo de la guadaña había desaparecido de su brazo.
—Basta, basta, no llores más —trató de tranquilizarla pero las lágrimas fluían sin permiso alguno—. Sé por lo que estás pasando, sé cómo es. Soy igual que tú, soy un arma, tu padre es mi técnico.
—¿Qué eso de arma y técnico? —murmuró la niña limpiando la lágrimas con sus manos.
—A armas y técnicos se nos ha encargado la misión de mantener un equilibro, recolectando las almas que se han desviado del buen camino convirtiéndose en huevos de kishin.
—¡¿Por qué no me lo habías mencionado antes?! —gritó Kasumi sobrepasando su cordura con la ira de la mentira.
—Lo lamento, cariño, tenemos órdenes claras de no informar de esto hasta una edad mayor, recomendablemente a los doce años para que seas enviada al Shibusen —hizo el intento de abrazar a su hija, pero ella se hizo a un lado y emprendió desesperada carrera hasta su habitación.
Las personas enfurecidas por el supuesto ataque planeado de la niña demonio, rodeaban el hogar de Kasumi y su familia, la conocida Mansión de los demonios. Golpeaban las puertas que, por fortuna, eran pesadas y estaba bien aseguradas, sino de seguro las habrían derribado sin mucho esfuerzo. Los días pasaban, las personas se habían cansado de golpear la puerta de aquella casa, nadie salía de allí. La pequeña de cabello negro no hablaba con su madre o su padre desde entonces... los años pasaron también; ella soportó varios años más, a sus doce años decidió salir de aquel sitio, salir y huir sin pensar en retornar a su hogar, sin pensar en ver a su familia, sin pensar en nada.
Desde ese momento, las cosas para Kasumi no fueron sencillas. En aquella casa dejaba una historia, una vida... un tesoro, una reliquia que la ataba a su realidad más allá de ser un arma. En aquel hogar forjado de mentiras, había una habitación, sellada por una gran puerta de madera con una calavera tallada en ella, una calavera algo graciosa o, mejor dicho, la máscara del Shinigami. En el interior de aquel sitio reposaba un piano de cola negro con la máscara del Shinigami en color dorado en su superficie; las paredes eran de color negro y la habitación era iluminada por varios candelabros con la calavera ya mencionada grabada en su base. Kasumi pasó allí sus últimos años en su hogar, su padre la había encontrado frente al piano un día y, como creyó que sería una forma de volver a tener una relación normal con su hija, le ofreció enseñarle a tocar aquel instrumento. La felicidad que el piano le daba a la pequeña era más de la que sus padres podían darle. El piano tenía una leyenda, el piano de los Saitō...
El instrumento estaba en la familia desde hace muchas generaciones. Mantiene una conexión con el Shinigami; se dice que dentro del piano hay cuatro cofres sellados. Tres de ellos poseen objetos valiosos de las generaciones anteriores en su interior, el cuarto cofre posee el poder de absorber el alma de los que se desviaron del buen camino, da origen a un Death Scythe de forma más rápida pero puede ser mortal si se usa de forma inadecuada. Si el piano o el cuarto cofre son destruidos, el lazo de los Saitō con el Shinigami se borrarán y las peores desgracias caerán sobre los integrantes de la familia. Parte de la historia nunca terminó de ser contada.
Final del prólogo o primer capítulo.
