AMORES CIEGOS

Los personajes son de la escritora Stephenie Meyer de la saga Twilight, la historia es mía. Beteada por Laura Segura. Cualquier duda o comentario, déjenlo por favor en los reviews.

Ya había publicado algunos capítulos de esta historia pero por problemas personales tuve que dejarlo, ahora empiezo de nuevo, con varias modificaciones, esto para bien de la historia, espero la disfruten.

Sinopsis.

Al mudarme a New York después del desastroso divorcio de Charlie y Renée, no había imaginado lo que me esperaba. Por lo general yo era una chica de pocos amigos, pero con Alice, mi pequeña y tierna amiga, las cosas cambiarían, ¡y vaya que iban a cambiar, sobre todo en el amor!

Persigues a quien no te quiere, ni le gustas, ¿has dirigido la vista atrás por unos segundos? Puede que detrás de ti venga a quien en verdad le gustas y quien te daría todo su amor. ¿Qué pasaría si te dieras cuenta que después de todo esa persona no te gustaba tanto como creías? ¿Podrías darle una oportunidad a alguien más?

Capítulo 1.

Era sábado por la mañana. Me levanté alrededor las ocho, ya que al ser mi primera noche sola en mi nueva casa, no había podido dormir muy bien, así que empecé a desempacar mi ropa. La casa estaba en New York, era herencia de mi abuela paterna; cuando murió yo tan solo tenía cinco años, por lo que no la recordaba del todo, pero Charlie decía que yo era su adoración y por eso me había dejado la casa.

Mis padres vivían en Chicago. Mi padre Charlie era policía y mi madre Renée era maestra en una escuela particular con horarios dobles, así que ambos ganaban muy bien. Se separaron cuando cumplí 18,y para no estar en casa de ambos por temporadas, decidí venirme a New York donde ya había hecho citas para entrevistas de trabajo. Había estudiado negocios internaciones, además tenía 22 años así podía cuidarme sola y eso es lo que planeaba.

Cuando mi hermano mayor Emmett se enteró de mis planes, me ayudó a amueblar mi casa ya que le agradaba la idea de que ahora viviríamos más cerca,puesto que él vivía en Washington. Emmett estudió arquitectura y con el paso del tiempo fue creciendo hasta tener sus propias oficinas, ahora era el jefe de muchísimas personas y arquitectos, por lo que solo se dedicaba a hacer contratos con grandes empresas y a mandar a la gente, cosa que le fascinaba.

Estaba por terminar con mi ropa cuando sonó el timbre; ya sabía quién era y se le había hecho demasiado tarde.

—¡Ya voy! —grité mientras el timbre no dejaba de sonar por toda la casa, yo era una mujer muy impaciente.

Llegué a la puerta y la abrí sonriendo.

—Hola, Alice.

Ésta chilló y se aventó a mis brazos, dándome un fuerte abrazo.

Era una chica delgada pero con un cuerpo bonito, era un poco más alta que yo, su cabello era de un castaño oscuro mientras que el mío era castaño claro con las puntas de un naranja como entre bronce y cafe. Ella se estaba convirtiendo en mi consejera de moda, porque a Alice le encantaba todo lo relacionado con ropa y sus accesorios: zapatos, aretes, pulseras, collares, y no podía faltar un buen maquillaje.

—Hola, Bella. —Sonrió de oreja a oreja—. Perdona por haber tardado tanto, me quedé dormida,¿puedes creerlo? Apagué mi alarma por error. —Entró observando todo a su alrededor—. ¿Solo está amueblada, verdad? —Me miró—. Me refiero a que el refrigerador está vacío, al igual que el resto de la casa, ¿no?

La miré y asentí, era algo más que obvio.

—Entonces ve, quítate ese pijama y vayamos de compras, anda. —Me tomó de la mano y me guió hasta mi habitación.

Empezó a buscar entre mi ropa y me alcanzó unos jeans y una blusa de tirantes lisa de color menta; se inclinó y rebuscó entre mis zapatos unos a juego con la blusa pero sin tacón, ya que iríamos de compras y eso significaba caminar todo el día. Me cambié rápido y a las diez de la mañana ya estábamos sentadas en un pequeño restaurante de la Gran Plaza, en la cual Alice había decidido empezar nuestro día. Ambas ordenamos pan tostado con jalea, frutas, café y jugo de naranja.

Al terminar, salimos para dirigirnos a una tienda enorme de artículos para el hogar; estábamos por entrar cuando una voz masculina gritó el nombre de mi amiga, ella enseguida se giró y sonrió extendiendo ambos brazos para abrazar a un chico unos centímetros más alto que ella, de piel morena y ojos oscuros. Éste llevaba una camisa blanca de manga corta que dejaba admirar sus fuertes brazos y su pecho bien marcado. Alice le sonrió y lo saludó con un beso en la mejilla, y después de haberlo abrazado, lo jaló hacia mí y me sonrió divertida.

—Quiero presentarte a mi amiga Bella Swan, acaba de mudarse aquí —le dijo al chico de piel oscura, que me miraba con una sonrisa muy linda y me extendía su mano derecha.

—Hola, Bella, un gusto por fin conocerte. Alice no deja de hablar de ti. —Sonrió a mi amiga—. Mi nombre es Jacob Black, espero lleguemos a ser buenos amigos. —Me guiñó un ojo y sonrió aún más.

—Hola, Jacob, un gusto conocerte también. Espero que si seamos buenos amigos. —Le sonreí, era un chico muy agradable.

—Bueno, las dejo, debo ir a trabajar. Pero debemos darle a Bella la bienvenida, como se debe. —Miró a Alice, quien asentía.

—En la casa de los Cullen, le enviaré texto a Edward —respondió Alice. Él asintió y ambas nos despedimos de Jacob, entrando en la tienda.

—Alice, no necesito una fiesta de bienvenida… —le estaba diciendo, pero ya la había perdido, iba usando su teléfono celular, seguramente mensajeándose con ese tal Edward.

Rodé los ojos negando, ya no podía hacer nada para evitarlo. Tomé un carrito para cargar las compras y ella guardó su celular, mirándome.

—Ya está, solo esperaremos su respuesta. Espero que sí puedan el día de mañana. —Me sonrió y empezó a caminar, mirando de un lado a otro mientras tomaba algunas cosas y las ponía en el carrito.

Llevábamos toallas de tela para el baño, al igual que unos botes de basura, marcos para fotografías y uno que otro adorno extra para que, según ella, la casa no se viera deshabitada. Entre pláticas y juegos, salimos de aquella tienda dos horas después cargadas con varias bolsas, por lo que tuvimos que ir al auto de Alice a dejarlas para regresar. Íbamos de camino al supermercado cuando su teléfono sonó, abrió el mensaje y empezó a dar pequeños brinquitos de alegría.

—Es un hecho: fiesta en casa de los Cullen mañana, ya le avisaron a todos —dijo aun sonriendo, y eso me aterró un poco.

—¿Quiénes exactamente son todos, Alice? —pregunté, evitando mis gestos de fastidio que tanto detestaba, porque según ella eso me hacía parecer antisocial. Claro que no,¿qué le pasaba? La tenía a ella.

—Tranquila, solo a nuestros amigos más cercanos —respondió como si nada y después me sonrió—. ¿Por qué no invitas a Emmett? Sería bueno verlo, y seguro le agradaría mucho a Edward.

Me gustaba su idea, así no estaría tan sola y no sería la única nueva. Saqué mi móvil y le escribí a Emmett, quien a los pocos segundos me respondió que no se lo perdería por nada y que llegaría a mi casa a pasar la noche.

Rodé los ojos con fastidio de nuevo, era tan parecido a Alice en esas cosas, que entendí por qué se habían hecho tan amigos así de rápido.

Alice estaba más que feliz por lo de la fiesta, y claro, no podía faltar algo de ropa nueva para la gran fiesta, así que literalmente me arrastró por varias tiendas de ropa buscándonos algo lindo, sobre todo para mí ya que la fiesta era por mí y tenía que lucir más hermosa de lo que ya era, me repitió una y otra vez cada que algo no la convencía.

Así estuvimos hasta que al fin un vestido le robó la mirada, me hizo probármelo enseguida. El vestido era azul, me quedaba ceñido en el pecho y la cintura, pero por debajo de ésta la falda caía hasta la parte inferior de mis glúteos. En verdad me gustaba. Me estaba mirando en el espejo cuando Alice empezó a tocar la puerta del vestidor, abrí y entró antes de que pudiera decirle nada, me sonrió a través del espejo y asintió.

—Es perfecto para ti, y ya sé cuáles zapatos te pondrás.

Después de visitar unas tiendas más, Alice se decidió por un vestido color rojo de tirantes gruesos, era muy similar al mío: ajustado de arriba y con vuelo en la falda, solo que el de ella tenía un gran escote en toda la espalda y llevaba un listón en forma de moño atado por detrás.

Al terminar de comprar los vestidos, ya eran las cuatro de la tarde y yo moría de hambre al igual que Alice, así que fuimos a otro restaurante a comer. Pedimos pollo al vapor con verduras y sopa de arroz, porque sino no cabríamos en el vestido al día siguiente. Yo comí todo sin discutir y los platillos estaban realmente muy ricos, por lo que quedé muy satisfecha… y quién no lo hacía después de pasar horas comprando con Alice.

Fuimos al supermercado a surtir la despensa, según mi amiga me duraría toda la semana. Cuando volvimos a casa, pasamos toda la tarde y parte de la noche guardando y acomodando todo en su lugar; al llegar la noche comimos una rebanada de pastel que habíamos acompañado de un café, mientras veíamos viejas fotos y decidíamos cuales colocar en los portarretratos. Ya tenía fotos con cada uno de mis padres, con ella, con mi hermano y mías con diferentes prendas, claramente gracias a Alice. Estábamos riéndonos de los recuerdos de cuando nos conocimos en un campamento hace ya algunos años, cuando sonó el timbre de la puerta, me levanté y abrí.

—Emmett. —Sonreí y lo abracé con fuerza.

Tenía varios meses sin verlo y no había cambiado mucho, solo se notaba que había retomado el ejercicio. Besó mi cabeza rodeando mi cintura para levantarme del piso, y así dirigirnos al interior de la casa.

—Yo también te extrañé, pequeña —susurró y me colocó en el suelo.

—Ven, vamos, Alice está conmigo, debes saludarla.

Sonrió al ver a Alice y se saludaron con un beso en la mejilla. Le serví a Emmett un poco de pastel y café, y continuamos la charla riendo de cosas sin importancia, disfrutando de la noche y la compañía.