Light of the Darkness: La Vida Del Indeseable.

Introducción.

~*~ ¿Conoces la historia del Círculo, Nº 17? ~*~

Diecisiete de Noviembre. Le rodea la blancura fría e insípida del mármol, contrastada con la calidez de la vieja madera de esas sillas señoriales que adornaban la improvisada sala de espera. Una ventana, mostraba el apesadumbrado paisaje de pequeñas casas, cubiertas con la luz de las farolas, esperando que la apremiante lluvia no quitara ni una pizca de su orgulloso porte. Algún transeúnte pasaba rápidamente desde alguna callejuela, que desembocaba en una gran avenida, para distraer brevemente al joven que observaba con la atención que se le dedica al viento...

Es conocido por todos. Alto, rubio, de una belleza casi femenina, casi helénica, enmarcada en las profundidades del mar de sus ojos grises, que iban y venían como las olas del mar, inquietantes, conscientes de lo que provocan, de lo que suscitan... Altamente cautivadores, y a la vez, peligrosos, como todo lo que contiene algún matiz de inteligencia... Vestía una elegante túnica negra, que ocultaba sus grisáceos ojos y su sarcástica sonrisa... Su querido sello de autenticidad.

Así es. Draco Malfoy miraba por la ventana de una pequeña sala de espera. Inconscientemente, con un gesto suave, movía la cabeza para apartarse el cabello que le venía a la cara, de vez en cuando. Su mirada, estaba fija en la representación esponjosa de sus ojos, y su único afán era ver la primera gota de agua que cayera del cielo...

La vida liquidada por la espera...

Sus pensamientos audaces, calculados, y por supuesto, ambiciosos estaban, en esos momentos, en lo que se encontraba tras la puerta negra e invisible ahora, por la casi exangüe luz de la luna. En su mente, aparecía las suposiciones de lo que pasaría ahora, de lo que sería de su vida. Había llegado el día, era la hora de demostrar la lealtad a la que está sometido y predestinado desde su nacimiento.

Por fin tendría el poder...

Hoy es el día en que verá a Lord Voldemort.

Londres. Una ciudad atestada de indeseables muggles que destripaban sus vidas rápidamente, ensuciando la ciudad con su asquerosa presencia. Carcajadas desquiciadas, hipocresía, corrupción... La muestra de la sociedad muggle... Implantarán el nuevo orden, abrirán las puertas a los fieles, ayudarán al poder...

No me quedaré para verlo...

Una pequeña casa en el centro de Londres, se erguía más orgullosa que las demás. Y no era para menos, porque en ella se albergaba al más poderoso de los magos del mundo. Pobres muggles preocupados por sus insignificantes problemas. En esa casa, se desarrollaba una conquista, se soñaba un poder, se instigaba a la ambición... Allí se encuentra un mago que ofrece la vida que cualquiera quisiera tener, y un joven que ve realizada su vida.

¿Cómo describirle? Difícil tarea en la que me encuentro... Es un ser muy complicado, como el errante que lo deja todo, como el ambicioso que ambiciona una ilusión...

Cuando escuchas el nombre de Draco Malfoy, lo primero que piensas, es en el hielo. Frío, traicionero, cruel... Y tan fácil de fundir... Porque yo veo lo que todo el mundo intenta ignorar. Todos nos conocemos. Todos sabemos que hacer para ocultar lo que no queremos que nos dañen. Somos egoístas como pocos, nos dejamos lo mejor de nosotros mismos perdido en nuestro interior. No nos hace falta en el mundo en el que vivimos... Para algo somos de la casa de la serpiente...

Despreciamos todo tipo de sentimentalismo. Nos bastamos con nuestra reducida familia de apariencias, con nuestra vida fabricada, por unos padres fabricados a su vez, por la insensibilidad de nuestra perpetua oscuridad. Nos sobramos con nuestro ideal de perfecta sumisión del débil y poder del que más... Pocos de mi generación siguen realmente al Señor Oscuro. Todos quieren el poder que los impulsará a lo que creen, la revolución. A ser el jefe, a ser el fuerte...

No es nuestra culpa, es la propaganda subversiva que tenemos en estos tiempos de causas perdidas.

Muy listo, si señor, por algo le dicen el mago más poderoso del mundo. Sabe que su mayor amenaza está, en esa malcriada criatura de dieciséis años, al que si descubre las delicias del poder sin dueño, se le echaría encima como una jauría de leones.

Tenemos un gran caparazón protector contra el mundo. Draco Malfoy, como todos los Slytherins, es una persona mucho más débil de lo que parece, mucho más perdida, insegura... Pero el Señor Oscuro ha encontrado en él, lo que otros muchos "Grandes Varones" de la secta del poder, han anhelado durante toda su vida. ¿El qué? No sabría decírtelo...

Todo esto lo pienso, mientras Malfoy se encuentra al otro lado de la habitación. En esta, Colagusano, con sus aires de grandeza nostálgica, se mueve de un lado a otro poniendo de los nervios a cualquiera. A mi no. Solo soy un insensible. Esta habitación esta desnuda completamente, sin contar el grandioso trono de madera para Voldemort, y el fuego vivo como las pupilas extremadamente dilatadas de Colagusano. Yo estoy justo en frente de la puerta que separa esta habitación de la de Malfoy. Dieciséis veces ha transcurrido este ritual, en el cual desgarro la pequeña libertad de estos infelices, durante toda mi insignificante vida. Si, se que puede sonar asquerosamente triste, pero eso es lo que hay. Tengo pocas opciones. No soy Draco Malfoy...

Abrí la puerta para ver al distinguido hijo de Lucius, mirando distraídamente la ventana. Le dediqué una sarcástica mueca que ignoró. Le miré profundamente a los ojos y sin decir nada pasó a dentro. Ni se inmutó al ver a Colagusano en su estado paranoico, ni al ver las sombras fantasmagóricas que se dibujaban en las paredes de mármol.

Yo le observaba como he hecho con los dieciséis chicos anteriores a él. Intentando traspasar la espesa capa de protección, penetrando en el alma de este decrépito Slytherin... Tiene un año menos que yo y parecía muchísimo más viejo. Su mirada era la de una vieja víbora demasiado apaleada como para sentir remordimientos o compasión. Sé que si Voldemort no hace algo a tiempo, morirá a manos de la persona de mirada más poderosa que han visto mis ojos.

Conozco muy bien a la gente, es mi trabajo. Mi familia lleva muchas generaciones desempeñándolo. Somos los que desperdiciamos la última pizca de libertad que les queda a estos individuos de mueca congelada, los que vemos el alma a través de los ojos, los que solo vemos transparencia.

Un susurro proveniente de las entrañas de la materia etérea de la habitación, se manifestó como un fuerte vendaval. Colagusano se paró en seco, y miró fijamente el lujoso trono de madera como si le fuera la vida en ello. Una mancha oscura se vio, hasta definirse en un contorno más o menos parecido a una persona cubierta en una capa oscura. El hombre al que tanto teme la comunidad mágica se rió con la risa más parecida a la de una hiena hambrienta de sangre.

Lord Voldemort hacía acto de presencia.

Colagusano se acercó a Él, y pronunció algunas palabras en voz baja. Recibió un asentimiento del hombre y dirigió sus fulgurantes y vivos ojos rojos hacía nosotros.

Detuvo su mirada en Draco Malfoy. El chico, mantenía una actitud mucho más arrogante y descarada que sus predecesores. Mostraba esa desarmante seguridad del que cree saberlo todo. Se mantenía alerta, pero tranquilo, como si tratara a un eminente igual. El Señor Oscuro se levantó y le miró con esa escrutadora mirada que tiene para evaluar la ambición. Por su mueca, parece que percibió esa extravagante fuerza poderosa que tenía.

- Por fin nos conocemos, Draco - Voldemort empezó a acercarse. Sabía perfectamente lo que venía ahora - Me han hablado muchísimo de ti, y no sólo tu padre - Dirigió una mirada distraída a Colagusano - Déjanos. Tenemos que hablar de muchas cosas nosotros tres... - Una mueca repulsiva se vio en sus finísimos labios, y Colagusano sin decir nada, se desapareció. Nagini salió detrás de la gran silla.

- Es un honor poder conocer, y servir a mi Señor... - Malfoy se inclinó sin dirigirle nunca la mirada a los ojos. Perfecto protocolo, cosa que percibió la omnipotente mirada de Voldemort.

- Me podrás servir de gran ayuda, Draco. Para eso te he llamado... Esperamos grandes cosas de ti. - En la cabeza de Malfoy se apareció su padre con las mismas palabras. Una y otra vez, había escuchado esa grandiosa frase que ni su padre creía.

El Señor Oscuro se acercó a él, lanzándome una mirada que comprendí al instante. Él captaría al número dieciocho...

- Te he llamado, porque quiero que entres en el Círculo. Quiero que vosotros llevéis a nuestro bando a la victoria. A vosotros os encargaré que me traigáis a Potter dispuesto para enfrentarse a mí... - Noté el estremecimiento del rubio, pero aun así se mantuvo sereno - Él - Me señaló a mí - Te explicará todo sobre el Círculo y te presentará a tus compañeros. Dieciocho personas por dieciocho verdades... Aunque la cuestión es... ¿Aceptas lo que te pido...? - Malfoy iba a responder bajo los brillantes ojos rojos, pero Voldemort le interrumpió - Obtendrás el prestigio y el poder que ninguno de mis ineptos mortífagos tiene en estos momentos, ni siquiera tu padre... Llegarás a ser más poderoso que él... - Se quedó un momento callado, pensativo - ¿Qué me respondes? Te haré acariciar el poder y la fama más suprema... Te los ofrezco a cambio de que hagas algo a lo que estás destinado...

A ser grande...

Las palabras de Voldemort entraron como cuchillas en el perfecto caparazón de Malfoy. Estaba determinado a lo que tenía que hacer y ya lo había asumido. No quería luchar contra ello...

A un Slytherin no le tiembla el pulso. No vacila. No se acelera.

Se acercó más a él, y le miró intensamente a los ojos por unos segundos. Él asintió.

- Bien...

Había empezado a llover. Fuerte, sin compasión contra el asfalto de fuera. El fuego se precipitó a grandes llamaradas contra la solemne chimenea de la habitación. Ambos fueron testigos del sufrimiento. Del grito ahogado que escapó de unos labios que cortaban el aire con cada exclamación de dolor. Una sombra, a la que antes se le llamó hombre, trazó la calavera del suplicio ardiente en el antebrazo izquierdo del chico. Lágrimas que lavaban el miedo se escurrían casi imperceptiblemente por la cara de marfil. Con ellas se escapaba la esperanza de tener alma...

Los Slytherins soportan el dolor. No gritan. No piden compasión. No tienen alma.

Lo que importa es la honra.

Y el poder.

He visto este espectáculo mil veces. Siempre es igual. Y sin embargo, nunca ha sido tan trascendental como en esta noche. Draco Malfoy se convirtió en un mortífago. Se le veía débil, aunque con el respeto y su ya conocida arrogancia en la mirada. El Lord estaba satisfecho de su trabajo y miraba a Malfoy con una mezcla de orgullo y ambición.

Era su creación suprema.

Me echó una mirada ya conocida, y se marchó sin decir palabra. Malfoy lo vio irse como vino, sin que cambiara su expresión. El brazo le ardía por el frío que se escurría por las rendijas de la puerta. Me miró y yo le abrí la puerta hacía la pequeña sala en donde se encontraba antes. Su padre le miraba con orgullo y expectación, mientras que Colagusano me daba un sobre. No hacía falta que lo leyera. Sabía perfectamente lo que ponía.

- Bien hijo. Muy bien. No sabes lo orgulloso que estoy de ti...

Antes de que siguiera hablando, cogí el brazo de Malfoy y nos desaparecimos hasta Hogsmade. Ni uno ni otro teníamos carnet, pero ambos pertenecemos a familias del lado oscuro. Las reglas no van con nosotros.

Sabía perfectamente que el rubio no aguantaría un discurso de fingido orgullo y admiración de su padre, que en realidad quería ocultar el miedo que sentía ante la amenaza de un ser más fuerte viviendo en su propia casa. Un carruaje tirado por caballos invisibles nos esperaba.

- Escúchame bien, Malfoy. En cuanto lleguemos a Hogwarts, te llevaré al lugar de reunión habitual. A partir de ahora, no habrá nombres, ni apellidos. Tú serás el nº 17 ¿entendido? - Malfoy me miró despectivamente asintiendo, y yo le ignoré debidamente. Sé que debe de joder bastante estar con una herida profundamente abierta en medio de la noche. Nos metimos dentro del carruaje.

No decía nada, y yo no sabía como romper el hielo. Le entregué la carta de Colagusano, que estaba a su nombre. Hizo ademán de abrirla pero se la quité de las manos.

- ¿Qué te pasa? ¿Tú afán de protagonismo no te permite que lea las instrucciones...? - Se veía el mal humor de mi interlocutor pero yo estaba extrañamente comprensivo ese día.

- No puedes abrirlo aún. ¿Conoces la historia del círculo, nº 17?

- Para eso estas tú aquí... - Dejó los ojos en blanco y se dedicó a mirar por la ventana mientras me escuchaba. Quise contestarle con una ironía, pero tenía que controlar mis impulsos. Debo de ganarme su confianza.

- Este círculo formado con mortífagos jóvenes, está hecho exclusivamente para dar todas las facilidades a nuestro Señor con respecto a Potter. Todo lo que hagamos está relacionado con él y su entorno. Los últimos acontecimientos surgidos en Hogwarts, como la muerte de algunos sangresucia, han sido para facilitarnos el camino. Debemos llevarle ante Él, lo más moralmente afligido posible. Según nuestras informaciones, Dublendore planea una estrategia con Potter de protagonista para enfrentarse junto a algunos de sus seguidores, con nuestro señor. Debemos ganar tiempo. Tenemos que conseguir que Potter quiera luchar contra nuestro Señor... Solo.

- ¿Me crees tan limitado, para no comprenderlo? Por cierto, esa afición tuya por devorar libros te ha servido para este discursito ¿Verdad...? - Me sonrió con sorna y con el brillo de la victoria en sus ojos. Me sacan de mis casillas estos comportamientos tan infantiles

- Hazme el favor de callarte - Me acerqué a él, tranquilamente, mirando sus ojos plata - Verás Malfoy, esto no es como en la sala común de Slytherin en donde tu mandas y los demás obedecen ¿Sabes? Esto es un equipo unido y compacto, con gente que tiene una misión y que no están como para aguantar tus gilipolleces ¿Queda claro? "yeme bien, al primer síntoma de prepotencia puedo expulsarte...

- No podrás encontrar a nadie mejor que yo.

-Cierto, pero no puedo arriesgarme a que por t culpa podamos ir a Azcabán.

El carruaje se paró y los dos nos miramos con algo de sarcasmo en los ojos, aunque serenos. Salimos del carruaje y vimos en la puerta de Hogwarts a Zabinni que aguardaba nuestra llegada. Nos acercamos y sin dirigirnos ninguna palabra, le seguimos. Malfoy se sumió en sus pensamientos, mientras que yo, comentaba las nuevas en voz baja con Zabinni. Se había deshecho de Flich y andábamos tranquilamente por los desiertos y tétricos pasillos de las mazmorras. Apenas había luz, lo que nos obligó a encantar la varita. El brazo de Malfoy sangraba...

Llegamos a una habitación pequeña en donde unos quince chicos de nuestra edad se encontraban sentados alrededor de una mesa. En la cabecera, una silla presidía a las demás completamente vacía. Mientras andaba, Malfoy se fijaba en todos los detalles de la habitación. Una chimenea impresionante adornaba la sala. En el centro, una mesa cuadrada en donde se veían las Dieciocho verdades del Hombre. Las paredes mohosas y completamente desnudas daban a la estancia el espectro de la clandestinidad. Le indiqué su sitio, y leyó su verdad.

Poder.

A su lado presidiendo el otro lado de la mesa se encontraba una silla vacía. La número dieciocho supuso.

Traición.

No le hizo falta acercarse a mi lado de la mesa y ver lo que ponía. Lo sabía perfectamente.

Ambición.

Me acerqué a mi sitio pero no me senté. Cuando lo creí oportuno, comencé a hablar aunque todos sabían perfectamente quien era el número diecisiete.

- Compañeros, hoy le damos la bienvenida a nuestro número diecisiete... - Los chicos hablaron entre ellos hasta que mandé silencio - También os comunico que tenemos nueva misión que será liderada por nuestro nuevo miembro... - Malfoy me miró sin comprender y yo le dediqué una mueca ¿No era tan soberbio? A ver como se desenvolvía... Me acerqué y le di la carta:

~*~*~

Te doy la bienvenida por entrar en el Círculo y por ser ya, uno de los nuestros.

Tu misión, y la de tus compañeros, que te darán la cobertura que necesites, consistirá en captar a nuestro último representante de esta generación joven que estamos creando con la gran suspicacia de nuestro Señor. Es el más complicado sí, pero ese es un reto que a alguien con tu proyección, le resultará sencillo.

Recuerda que esperamos grandes cosas de ti.

La persona en cuestión es el amigo de los muggles, Ron Weasley. Sé que te puede resultar raro, pero es la persona que mejor puede desempeñar esa función, si la convencemos de ello. Piensa en las posibilidades, Draco, no te limites a su condición. Si este estúpido cae en nuestras redes, Potter hará lo que vosotros digáis. Será vuestro...

Esperamos los informes de vuestros progresos.

Colagusano

"Que larga sea la vida de la Solemnidad del Señor del Mal y que él Círculo guarde su gloria"

~*~*~

Malfoy terminó de leernos la carta con estupefacción en la mirada al igual que todos nosotros. Sabíamos lo difícil que podía resultar, aunque si tuviéramos éxito...

Un estremecimiento recorrió toda la mesa, mientras que por sus mentes pasaba toda clase de delicias poderosas que se nos presentaba si conseguíamos a Weasley. Sólo un paso más...

- Bien, mañana todos aquí a las once. Tened ideas preparadas para mañana ponerlas en común. Cuanto antes lo consigamos, mejor- Me sorprendió como resueltamente adoptó su papel. Es un líder natural.

Observó atentamente las caras de todas las personas que se encontraban allí. Todos eran o de su curso o mayores que él, y lo saludaban con respeto, pero no el instigado por el miedo, sino por la admiración. Se dio cuenta que tenía razón. Esto no era como en su grupito de estúpidos, esto era un grupo de personas que se complementaban para sobrevivir...

Cuando pasé por su lado para dirigirme a la salida de la puerta de hierro, me miró intensamente. Nunca olvidaré esa mirada. Sentí toda la culpa de la que siempre me he sentido culpable, aunque nadie me lo reprochara. Él fue el único. Y eso me hizo pensar.

Me cogió del brazo y entendí lo que quería.

- Tranquilo todo lo que necesites, pídemelo, te lo conseguiré...

- Podrías escalar más posiciones en la organización si te lo propusieras... Pocas personas son tan peligrosas...

- Quizás es que prefiera estar al servicio de un ser más superior, Malfoy - Dije mis palabras con suma cautela y terriblemente consciente de mi tono. Tenía un trabajito extraoficial que cumplir... - Que larga sea la vida de la Solemnidad del Señor del Mal y que él Círculo guarde su gloria...

- Que larga sea la vida de la Solemnidad del Señor del Mal y que él Círculo guarde su gloria...- Le lancé una mueca y se marchó esperando a que saliera, pero no lo hice. Cuando le oí alejarse me marché hacia la Torre Norte.

Necesitaba pensar.

El cielo mostraba las estrellas claramente, sin nada que interrumpiese la calma de la celestial estampa. Había algo de solemnidad, de antigüedad en mi situación. Un chico mirando a la luna llena pensando, o mejor dicho, soñando despierto con el amargor de lo imposible.

Los Slytherins somos personas complicadas. Nos proponemos metas muy altas, y sin embargo lo que nos da la felicidad, lo alejamos como si fuera el peor de los males. A mí en estos momentos, solo hay una cosa que desearía. Esa es nuestra gran característica estar seguro de lo que queremos y de lo que deseamos. Yo sé lo que deseo. Es imposible, improbable, tanto como si la luna se enamorara del sol, o como si la oscuridad no pudiera vivir sin la luz.

Mi oscuridad no puede vivir sin cierta luz que inunda la biblioteca todos los días...

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Mi nombre, no os importa al igual que mi apellido. No soy el protagonista de esta historia ni pretendo serlo. Sólo soy uno más, alguien metido en esta trama cruel y despiadada de la vida de Draco Malfoy, que simplemente necesita contarlo.

Es la historia de la vida de un ser al que todos despreciaban. La vida del indeseable que encontró la misma luz que yo encontré, la misma luz que me hizo reflexionar, que hizo cambiar mi vida a mejor. Hay muchas después de esa luz, pero ella siempre me acompañará y guiará aunque ahora no me pertenezca. Es como el brillo de las estrellas que se refleja mucho tiempo después de haber muerto...

Quizás me odiéis durante este trayecto, no prometo ser un chico bueno. A pesar de ser un Slytherin, nunca se me ha dado bien mentir.

Soy el guardián del Círculo. Voldemort me tiene en estima porque tengo la capacidad de ver a las personas trasparentes. Puedo penetrar dentro de su alma y conocer sus secretos...

Dicen de la gente como yo, morimos jóvenes a causa de la maldad del alma de nuestro alrededor. Y es cierto. A no ser que encontremos a uno de nosotros que nos enseñe el camino. Como hice yo...

Yo la encontré a ella...

Soy sólo el simple guardián soñador al que todos llaman...

Bad Blood Moon