Autor: Weetheak
Comentario: Pues, algunos reviews anónimos me pidieron que pusiera un segundo capítulo del fanfic pasado, probablemente lo haga. Pero por ahora. Esta idea me tenía dando vueltas en la cabeza desde hace un buen. Dejen reviews ya saben! Eso garantiza un siguiente fanfic chicos! No hay nada que me haga más feliz que saber que hay personas que gustan de leer mis ideas, que tienen ideas que quieren que haga realidad en un fanfic o que tienen criticas! Aganme saber que existen! ^-^
"Solo"
"Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada causa una dulce muerte."
Leonardo Da Vinci.
Mi visión estaba borrosa. El ambiente era extraño. La tensión casi palpable. Me encontraba de pie en una sala de estar, habían tres sofás, todos de distintos colores, un par eran individuales, pero en el compartido, uno de los dos colchones tenía una caja con distintos artefactos que no me preocupe en ver. No me sentía cómodo hay. No creo que nadie pudiera sentirse cómodo. Acogedor era definitivamente el antónimo perfecto para cualquier adjetivo que pudiera describir ese lugar.
No sentía mis pies, ni mis brazos, pero en verdad no me preocupaba mucho.
Un niño pequeño irrumpió en la sala. Tenía el pelo de un color rubio dorado y un par de lentes cuadrados con montura negra en la parte de arriba. Lucía un par de moretones de un color morado oscuro en su rostro y vestía una camisa y unos jeans algo grandes para su delgado cuerpo. El niño ni siquiera me miro. Otra cosa que no me importo. Yo quería ver que haría a continuación y que hacía en ese lugar.
El brazo derecho de la camisa estaba remangado. Y gruesos hilos de sangre caían de una herida. El chico, que no pasaría de los 6 o 7 años, se acerco a una cajonera y saco un par de vendas y unas botellas de agua oxigenada, junto con alguna pomada de la que no alcance a leer el nombre.
¡¡TUMP!!
Un ruido nos sobresalto a ambos.
Unos segundos después arriba se escucharon unos leves gritos más parecidos a gemidos, y como algo chocaba contra el suelo. Eran los gritos de una mujer, sonaba como si se hubiera lastimado. El pequeño cerró los ojos. Quería acercarme a él. Preguntarle qué pasaba. Que había sido ese ruido. Como se había lastimado así. Quería ayudarle. Pero no me podía mover. Me limite a lo que siempre había hecho, desde que tengo memoria. Mirar.
Tenía los ojos cerrados. Era como si la conciencia de aquel niño tratara de alejarse del lugar. Unos segundos después los abrió. Y me miro fijamente. Me veía. Trate de hablar per no podía. Ninguno de los dos nos movimos. Me miro con ojos torturados. Me pedía ayuda. Ayuda que yo no podía darle.
Me perdí. Me perdí en sus ojos, de un color dorado oscuro y a la vez brillante, en las lágrimas que comenzaron a brotar de ellos vi mi reflejo. Me sentí mal. Mal como nunca me había sentido. Esa sensación de impotencia que solía sentir cuando no era capaz de hacer lo que todos los demás, amplificada por mucho, mucho más. Mi visión comenzó a volverse borrosa. No sabía qué hacer. El niño desapareció de mi vista. La sala. La casa. Los gemidos.
¡¡TUMP!!
¡Maldita sea la causa de aquel endemoniado sonido!
Un dolor agudo, quemante, fugaz, cruzo mi cuerpo.
Un campo de futbol. El cielo estaba nublado. La misma sensación de entumecimiento recorría mi cuerpo de nuevo. Un niño. Parecía ser el mismo de aquella casa. Tenía el pelo más largo y rubio, detrás de las orejas. Los lentes estaban rotos y tirados en el suelo. De sus ojos, esos ojos que me provocaron una sensación tal de inocencia seguían con aquel aire infantil. Estaba rodeado de estudiantes. Todos de unos 16 años, mientras que el tendría unos 13 o 12. Y aun así se veía aun más pequeño de lo que probablemente era.
Estaba golpeado. Todos los demás se reían. Quería sacar mi arma. Quería amenazarles. Que le dejaran en paz. Me miró. Me miro como la primera vez que lo había hecho en aquella horrible casa. Porque yo se que puede verme. Yo le conozco. Mejor de lo que el mismo se conoce.
¡¡TUMP!!
-¡Spencer!- Tanto el chico como yo tratamos de encontrar la fuente de ese sonido. Pues el pequeño no prestaba mucha atención a la paliza que los demás muchachos se preparaban a propinarle.
-¡Demonios! ¡Levántate niño!-.
-¡Déjales hacer su trabajo!-.
-¡Reid!-
¡DESPEJEN!
¡¡TUMP!!
Abrí los ojos de golpe. El niño ya no estaba. La sirena de un auto resonaba en mi cabeza. Estaba en una ambulancia.
-¡Tenemos pulso!- Mire de reojo. Y fue como si mi corazón se estabilizara casi por costumbre.
"El hombre que no percibe el drama de su propio fin no está en la normalidad sino en la patología, y tendría que tenderse en la camilla y dejarse curar."
Anonimo.
-Aguanta chico…..estarás bien, los demás vienen siguiéndonos…- Dijo él. Yo solo le pude mirar. Tenía su manos sobre la mía y sus ojos clavados en mí. Los tenía húmedos.
-Q…que ah…..-. No pude continuar hablando. El dolor me lo evito. Por primera vez me percate de que un líquido caliente cubría mi abdomen y mi rostro. Lo último que vi fueron sus ojos oscuros. El dolor era enorme pero tener a un amigo junto a mí era lo mejor que alguna vez me habría podido pasar.
Si voy a morir en este auto, en este momento. Al menos no estaré solo. Al menos Morgan no me dejara solo. Al menos sé que mis amigos se preocupan por mí.
No estoy solo.
Y no iba a estarlo nunca.
P.D. – Si realmente les interesa saber que demonios le paso a Spence, dejen reviews y díganme! Que yo ya tengo preparado el desenlace. No mas de dos capitulos contando este.
Weetheak
