Diclaimer: No soy Kripke

Advertencia: Spoilers 5x10


And even as I wander,
I'm keeping you in sight.
You're a candle in the wind,
On a cold, dark winter's night.
And I'm getting closer than I ever thought I might.

Y hasta estando lejos,

sigo viéndote.

Eres una vela en la ventana,

en una fría y oscura noche de invierno.

Y estoy acercándome más de lo que alguna vez pensé, yo podría…

Can't fight this feeling-REO Speedwagon



Las horas pasan, el tic tac del reloj te consume y aún sigues teniendo ese cosquilleo en los labios. Tus manos se cierran en puños como si pudieras alejar ese último recuerdo de tu mente, como si fuera posible pensar que ese cuerpo consumiéndose en llamas no era Jo. Creer que ella está resolviendo un caso en algún recoveco del Estado en vez de haber estado ahí, a tu lado, dando la vida por ti. Pensar que no tienes tus manos manchadas de su sangre. Intentas llegar a algo que es imposible, porque su rostro sigue carcomiéndote, y esa imagen rota pero en pie que viste de ella no hace más que hacer que te insultes a ti mismo en todos los idiomas y las formas que conoces. Porque quizá si hubieses corrido más rápido, quizá si hubieses ido con Satanás cuando Meg te lo exigió, entonces quizá ella habría estado viva ahora, y quizá no habrías tenido su sangre en tus manos, ni sentido la sensación de que el puto mundo está de cabeza. Los hubiera, los quizá y los tal vez explotan en tu mente como fuegos artificiales, no intentas callarlos, dejas que te consuman, que te asfixien poco a poco.

Le das un largo trago a la petaca de Whiskey que Bobby te ha alcanzado hace unos pocos minutos, y tu garganta acepta gustosa ese líquido que ya sabe a agua para ti.

Tus ojos se posan sin vida en Castiel y Sammy, ellos hablan entre cuchicheos algo sobre fijarse dónde coño está Jesús, y otra banda de sandeces que prefieres no escuchar. ¿Que dónde coño está Jesús? Pues bueno, en estos momentos te pasas a Jesús por el culo, gracias pero no gracias chaval.

Apoyas tu cabeza contra el respaldo del sofá y cierras los ojos, suspiras, lento, suave, calculado. Hasta te parece un poco imaginártela allí, como la noche anterior, parada con una botella de cerveza en la mano, escuchando las anécdotas que Bobby tenía sobre las noches que pasaba en el Roadhouse junto al padre de esta y al tuyo propio. Jhon bebía como una cuba niña, tenías que ver las competencias que se montaba con Jim

Y recuerdas que en un momento de ayer todo fue risas, que por unos instantes fue el lugar y el momento indicados y nada más importó. Eso te recuerda que ya no lo es, y que nunca más podrá serlo, al menos no en la tierra. Entonces cierras los ojos, le das un último trago a tu petaca y te insultas una vez más. Te levantas del sofá y miras el fuego que arde en la chimenea de Bobby. Piensas que tarde o temprano todos acabareis igual, pero que por lo menos vas a llevarte a todos los hijos de puta que puedas en el camino.

Tomas la escopeta de Jo, asegurándote de cargarla con municiones. Nadie te pregunta a dónde vas mientras sales por la puerta trasera de la casa de Bobby. Sacas unas viejas latas de cerveza de la bolsa de la basura y las pones en fila, diez perfectos soldados para fusilamiento. Sonríes por sonreír mientras atinas el tiro una por una con suma precisión. Cuando terminas ya no te queda nada a que disparar, sólo te queda la sonrisa de lado, esa misma que esbozaste la vez que Jhon te llevó a practicar, esa misma que compuso tu rostro cuando le contabas la historia a Jo. Salvo que tus ojos en esta ocasión no brillan, y sigues sintiendo las manos manchadas de sangre, de su sangre.