¡Buenas tardes mis preciosas criaturas! Esta semana doy inicio a la MakoRin Week! En mi caso es RinMako. Nuevamente estoy presente para la week de la otp de mi alma. Esta vez, la organicé yo! Me siento realizada por ello. Bien, esta week está con la temática de flores! y la flor de este día corresponde al girasol. Mañana es el turno de la flor de navidad! haciendo conmemoración a la festividad de paso. ¿Pueden participar? Claro que sí! Pueden ser historias cortas, dibujos o cualquier cosa relacionado con esta pareja y las flores. Si participan, que sería lo idóneo, usen el hashtag (?) aún no se como se escribe, #MakoRinweek

Si quieren saber más de esta week, visiten mi página de facebook, Aiiri (Pueden dejar su like si quieren, *publicidad*)

Sobre mis otros fics, Secreto a voces lo seguiré actualizando dentro de la semana, y Juegos de seducción vuelve de su hiatus al terminar esta week. Sí, estaba en hiatus, no abandonado.

Ahora sólo les deseo una hermosa y muy feliz navidad! Que reciban mucho amor, y también entreguen mucho amor, que sus corazones estén rebosantes de alegría.

Espero disfruten de este one-shot y de esta semana de MakoRin! aportemos al freedom que Free! aún no acaba.

Perdonen todos mis errores!

Disfruten de su lectura!


Rin se encontraba en su mejor momento, volvió a estudiar a Australia para estar en una de las mejores universidades de aquel país. Había mejorado bastante, ganado varios torneos y obtenido medallas como reconocimiento, podría decirse que aquel hermoso chico de infiernos escarlata estaba en plena gloria, lo que le hacía sentirse de maravilla, sin embargo, esa gloria tenía matices de melancolía, pues una desventaja de estudiar en el extranjero, era que no se podía ver ni con su familia, ni con su amada persona.

Sus recuerdos siempre volvían corriendo para mostrarle, lo cálidos que eran esos días, en el que se enamoró de un ángel, de un gran y querido amigo. Makoto era inolvidable, tenían un vínculo único, lo que más recordaba de él, era en la forma en que lo premiaba por algún logro. Cada vez que ganaba una competencia, recibía un girasol por parte del de hebras olivas, los girasoles siempre miraban al sol, desafiando al astro, demostrando lo grandes que eran por mantenerse de pie ante él, sin embargo, cuando el gran sol se ocultaba, estas hermosas flores perdían toda su fuerza. Para Makoto, Rin era como un girasol, mientras tenga algo al cual demostrar todo lo que podía hacer, siempre se mantendría de pie, aunque a veces perdiera sus energías, el sol siempre saldría, y él, siempre volvería a brillar.

Cuando su relación salió a flote, Rin volvió a recibir aquella linda flor de pétalos amarillos, no comprendía el por qué el chico de orbes esmeralda siempre se las daba, hasta que sucedió hace unos meses. Eran unos minutos antes de una importante competencia internacional, no podía creer lo alto que era el nivel de competidores, ni siquiera Haruka había podido ganarles, ¿Qué le quedaba a él? Estaba aterrado, la tensión era increíble. Se sentó apartado de todos, tratando de concentrarse, no se confundan, amaba ser competitivo, pero ahora sentía que sería entregado a los leones.

—"Rin" —Sus orbes escarlatas se voltearon para encontrarse con los verdes bosques que representaban cualquier utopía. Con su voz dulce y su sonrisa serena, Rin dejó de sentir tanta tensión— "Ten"

Miró lo que le había entregado, un pequeño pin de girasol. No lo entendía.

—"Los girasoles significan gloria"—Explicó el más alto, colocando el pin en la parte delantera de su chaqueta— "Para mí, Rin es un girasol, así que no te preocupes, porque los girasoles no saben perder"

—"Makoto…" —Sonrió ante las lindas palabras de quien ya era su novio. Miró el pin del girasol, y sintió cierta determinación. Si para Makoto, él era un girasol, entonces tendría que darle gloria a como dé lugar. Lentamente, sin ningún nerviosismo, acercó sus labios a los del de hebras olivas, uniéndolos en un profundo beso, suave y cálido, con un toque de picardía.

Aquel día logró entrar entre los clasificados, desde entonces, los girasoles se volvieron importantes en su vida.

En el presente se encontraba en su habitación, extrañando en demasía a su novio, los mensajes no eran suficientes, las llamadas no apaciguaban la ansiedad de su corazón, quería verlo, sentirlo como muchas veces lo hizo. Quería que le sonriera dulcemente y le entregara un girasol, alentándolo a su manera única. Amaba tanto a Makoto, que su corazón no permitía amar más si es que se podía. Suspiró lanzándose sobre la cama, mañana tenía una competencia importante, la que le otorgaría pasantías para las clasificaciones para los juegos olímpicos, tendría la oportunidad de ser uno de los que represente a Japón. Si ganaba esta competencia, podría volver hacia su amor, poder abrazarlo y besarlo, simplemente podría volver a ver a Makoto.

Estaba nervioso, aunque no lo demostrara, esta era su oportunidad de volver a Japón, miró el pin que estaba puesto en su chaqueta, el girasol… Debía ganar y dar la cara, como aquella flor que tanto le gustaba al de hebras olivas. Empezó a hacer ejercicios de elongación, tratando de relajar sus músculos, concentrado en la competencia, concentrado en obtener la gloria.

—Disculpa, ¿Interrumpo? —Salió de inmediato de su trance, aquella voz lo distrajo y le provocó estragos en su interior, y es que no podía ser. Lentamente se dio la vuelta para toparse con un colorido ramo de girasoles relucientes y siempre completos de dignidad. Rin quería llorar.

—Makoto… ¿Qué haces aquí? —Preguntó apenas, recibiendo cuidadosamente el ramo.

—Quería venir a verte, hace semanas que me has dicho que te gustaría que estuviera aquí, así que decidí darte esta sorpresa —Sonrió alegre como siempre, abrazando al pelirrojo con todo el cariño y amor del mundo. Rin pudo sentir cómo le quitaba toda la tensión de encima.

Con la seguridad de que Makoto estaba en las gradas, mirándolo y dándole ánimo, Rin se preparó para competir. Fueron minutos, minutos intensos y agotadores, pero su determinación no lo dejó decaer. Había sonado el silbato, no quiso ver el marcador, no tenía idea si había quedado. Sólo se volteó cuando Makoto gritó su nombre, entonces lo vio… Los girasoles lo habían hecho de nuevo, le habían traído gloria, pues había clasificado.

—¡Rin! —Makoto se lanzó sobre él para darle un tierno, pero necesitado beso— Clasificaste.

—Fue gracias a ti —El lindo chico de hebras rojizas simplemente se dedicó a abrazar a su novio.

Fue entonces en que sus orbes escarlatas se encontraron con los esmeraldas, cuando lo entendió. Los girasoles no le habían traído sus mayores glorias, fue el amor, ya que éste fue el que hizo de su vida, la mayor gloria de toda su existencia.


Eso es todo por este día! Espero les haya sido de su agrado.

Tengan unas hermosas fiestas! Nos leemos en el siguiente capítulo.

Hasta entonces, se despide su servidora.

Aiiri.

¡Muchos kissus llenos de amor virtual!