Capítulo 1: La esfera de cristal
Aún no se había recuperado del golpe que se había dado en la cabeza, al llegar de nuevo a su casa junto a su hermano, se sentía de nuevo a salvo. Al levantarse, notó que algo había ido a parar a su bolsillo, era una bola de cristal.
No había caído en ello, en el mismo instante en el que el Rey de los goblins se la quiso entregar como regalo, ella se enfrentó a él y lo derrotó. Pero ella, al mirar la esfera, notó un poco de tristeza, aún resonaban en su cabeza las últimas palabras de Jareth:
"Sólo témeme, ámame, haz lo que te diga y yo seré tu esclavo"
¿Eran verdad esas palabras? No tenía sentido nada de aquello, todo el tiempo que estuvo en el laberinto no había hecho nada más que molestarla y entorpecer su camino, ¿cómo podía creer lo que le decía si sus actos no reflejaban sus palabras? Se quitó de la cabeza esas tonterías y se juró a sí misma no volver a pensar nunca más en ese mundo ni en Jareth.
Se guardó la esfera en el bolsillo y llevó a su hermano a la cama antes de que volvieran sus padres. Toby, al cabo de bastantes pataletas, se durmió y ella miró su cara angelical. Aunque hubiera vivido tantas aventuras ese día, Toby se lo había pasado en grande; le costó mucho que se durmiera, mientras él se encontraba animado y bien despierto ella estaba muy cansada.
Aun no se lo podía creer, había podido regresar. Había muchos momentos en que habría perdido la esperanza si no fuera por sus amigos del otro mundo. Al echarse en la cama observó detenidamente la bola de cristal, Jareth le dijo que haría realidad sus sueños.
-¿Será verdad? -Pensó ella.
Entonces en la esfera apareció el rostro de Jareth, el Rey de los goblins. Ella solo pudo contemplar su rostro y pensar en cómo había cambiado dentro del laberinto, en que ya no pensaba solo en ella misma y en que todo ya no parecía tan malo como creía al principio; y todo porqué Jareth cumplió su deseo, un deseo que era solo suyo, de su mundo. Sin darse cuenta estaba mirando fijamente el retrato de Jareth que se mostraba en la esfera, rápidamente despertó de su sueño y se sacudió la cabeza.
-¡Este chisme hace demasiado efecto! –pensó, y guardó la esfera en el cajón de su cómoda.
Desde ese día la relación con su madrastra y su padre mejoró, y cada vez que sus padres se iban de casa, le parecía bien quedarse con su hermano; todo iba mejor que bien...o eso parecía.
Aunque todo en su vida había mejorado, no dejaba de mirar esa esfera de cristal, al final no pudo resistirse, ¿es posible que después de todo lo que pasó allí, y aunque se hubiera jurado no volver a pensar en ese lugar, aun tuviera ganes de volver?
Cada noche que pasaba soñaba con el mismo sueño, soñaba con ese extraño lugar y con sus amigos, en medio del sueño el Rey de los goblins hacia acto de presencia, tan arrogante como siempre, y la sacaba a bailar, en el baile, la gente iba enmascarada. En el momento en el que terminó el baile, el suelo bajo sus pies cedió y Jareth cayó en la oscuridad.
-¡Jareth! ¡Jareth!
Sudorosa, se despertó sobresaltada. La esfera de cristal resplandecía y al despertarse apagó su luz, había sido un sueño muy lúcido y angustiante. Se puso a llorar de repente, pero como podía sentirse así por ese Rey goblin tan odioso que la trató de esa manera, nunca había sentido algo tan intenso, ¿podría ser que ella sintiera algo por el Rey de los goblins?
