Disclaimer: Harry Potter y sus personajes pertenecen a J. K. Rowling
Nota previa: Bienvenidos a mi primer fanfic de Harry Potter, saga que sigo desde hace quince años, y que quiero homenajear con esta ocurrencia cuyo origen fue inspirado por otra historia llamada "El nuevo triángulo dorado". Todo esto ocurre un año después de que el Señor Tenebroso acabara siendo derrotado.
"Recomenzar"
Aleksast, 2015
I
Un techo desconocido, y algo que carecía de todo sentido. Sus ojos grises exploraban el solitario cuarto donde ahora podía llamar hogar. ¿Hogar? Lejos y atrás quedó la mansión donde sus padres llegaron a celebrar reuniones secretas con los seguidores de Lord Voldemort, quería salir de ese sitio que le traía a la mente tantos recuerdos de decisiones equivocadas y temores que al volver a su mente le causaban asquerosos escalofríos.
Una semana antes se encontraba viviendo en las calles, ya sin un centavo para alimentarse, y con la novedad de que faltaba mes y medio para volver a Howarts a recursar el último año, mucho tiempo sin tener alternativas y con el destino de desfallecer por inanición ante la ayuda negada por todos a quienes se las pedía. Oh sí, el mundo se le volteaba por completo al joven Malfoy por su pasado que se le quedaría como un estigma para siempre. Hasta que él lo vio.
Flashback
Para "San Potter" el mundo finalmente había cambiado, detestaba que la fama que había tenido antes de acabar con Voldemort se hubiera multiplicado exageradamente al grado de que cada individuo quisiese un autógrafo o le ofrendaran regalos hasta el hartazgo. Por eso ahora que salía de su hogar en la Mansión Black, había tomado la porción suficiente de la poción multijugos para no ser reconocido y comprar algunas cosas en el callejón Diagon.
Estaba a punto de pasar a saludar al viejo Olivander cuando sus ojos se encontraron con una imagen peculiar. Ahí, afuera de ese local estaba tiritando de frío quien por siete años fuera su rival en Hogwarts. Sabía que Malfoy se había deslindado del bando del Señor Tenebroso y que estaba, muy en el fondo, arrepentido de todo aquello. Se quedó observándole hasta que él, ese rubio que ahora lucía tan mal que, después de pensarlo lo suficiente, se acercó y fue recibido con una mirada de espanto.
– Potter – masculló apenas, reconociendo esos ojos verdes tan conocidos, a pesar de que el resto de la apariencia fuera del todo distinta, sabía que se trataba del mismo sujeto, aquél que rechazó su amistad en primer año, aquél que, no obstante, ayudó de alguna u otra forma para que no lo matara Crabbe.
– No pensé que algún día te diría esto… te ves terrible – dijo en voz baja, acercándose para ayudarlo a ponerse de pie, sin embargo, su mano fue rechazada tajantemente. Quizá Draco se habría arrepentido de estar en el bando del enemigo público número uno, pero definitivamente no se rebajaría a verse débil ante nadie.
– Siempre tan perceptivo, Potter… ¿Por qué no vas y disfrutas de tu fama como salvador del mundo mágico? Anda, de seguro disfrutas verme casi a punto de morir – los ojos de Malfoy tenían una apariencia rojiza, irritada, sin embargo miraban fijamente la cara de Harry.
– Te equivocas Malfoy… quiero ayudarte – repuso él, permitiéndole que se levantara por sí mismo – no tengo intención alguna de dejarte así.
– No necesito de tu misericordia – le respondió, volviéndose hacia otro lado – déjame en paz, estoy bien aunque no lo creas.
– Sí, claro – a Potter le estaba colmando la paciencia la necedad del Slytherin, sin embargo, no iba a rendirse fácilmente – la carga de conciencia de saber que por mí murieron tantos es ya insoportable como para luego tener que sobrellevar la culpa de que mueras de hambre por necio.
Fin de flashback
Realmente no recordaba bien cómo se dejó convencer de que su némesis le acogiera en su casa, le ofreciera comida caliente y en buen estado y una habitación donde instalarse, probablemente la maldición imperio fue la causante de que estuviera aquí, pero descartó la idea con lo que vino después. Harry comenzó a hacerle conversación en cada comida, tratando de no hablar acerca de los Weasley o sobre Granger, y la cuestión es que, por más que Draco quisiese odiarle y morirse al saberse salvado por "San Potter", por dentro, muy por dentro agradecía que fuese él la esperanza de cambiar radicalmente de vida y seguir adelante después de tan traumáticas experiencias que l dejaron bastante afectado. Hasta ahora, era Harry el único que hablaba con más que monosílabos o quejas, y todo indicaba a que él había decidido aislarse del mundo por un buen rato, allá él, pensaba Malfoy.
Eran las siete de la mañana, lo sabía al reconocer la manía de Harry por levantarse a la misma hora a asear el pasillo principal de la mansión, decidió cambiar la rutina, asearse tan rápido le fuese posible, y bajar al comedor para ver si el desayuno estaba listo.
Al llegar y ver que aún no cocinaba nada, comenzó a esperar con una cara de fastidio, tamborileando los dedos en la mesa, pocos minutos después, impaciente, decidió llamar al anfitrión para ver si se dignaría ya a preparar algo.
– ¡Potter! ¿Acaso piensas ahora matarme de hambre? ¡Baja ya, por Merlín! – exclamó, reclamándole, mientras oía que una escoba rozaba el piso de arriba.
– Tendrás que esperar entonces – respondió Harry – a menos que vengas a ayudarme y pueda terminar más pronto. Además, no tengo mucho apetito que digamos, puedes usar la cocina, sólo espero que no vayas a volarla en pedazos – una rara risa hizo eco en la casa ¿Acaso el Gryffindor acababa de contar un chiste? Uno nada bueno, en opinión de Malfoy quien ya estaba tentado de subir y lanzarle una maldición imperdonable, fuese cruciatus o imperio, de hecho, estaba subiendo las escaleras a paso lento pero hecho una furia, poco faltó para llegar a donde Harry estaba, acarició su varita, la sacó y apuntó al distraído propietario que estaba contemplando el citadino amanecer a través de la ventana, en ese momento a su mente volvió un recuerdo que lo hizo cambiar de opinión.
Flashback
En la mansión de los Malfoy, Draco tenía ya tres pies afuera mientras su madre lloraba por el hecho de que éste se separaría por un tiempo del hogar. Lucius Malfoy no aprobaba esta determinación de su hijo y le advertía que si volvía a casa no sería recibido, cosa que ya no importaba más para el joven mago, asumiría las consecuencias que fueran con tal de no estar más en ese lugar.
– Necesito cambiar mi vida, madre… necesito otro aire y no esta pestilente aura de muerte que ya me tiene harto – fue lo último que dijo antes de ponerse la capa, colocarse la capucha y empezar a caminar sin voltear atrás.
Media hora caminando, y con ello, reflexionando, encontró una casa casi destruida pero que aún tenía techo, entró sin importarle nada y se sentó en el polvoriento suelo de madera, cada imagen de muerte, de terror, de actos despiadados del Señor Tenebroso volvía a su cabeza como si estuviese viendo una cruda película de todos los males que él causara, y no los podía olvidar ni pensar en otra cosa, se tomó la cabeza con desesperación, luego comenzaría a llorar y a gritar como nunca antes, para ello había hecho los hechizos necesarios para que fuera indetectable su presencia y pudiera desahogarse sin temor a ser descubierto, salvo que un Auror anduviera cerca y anulara esa magia. Su llanto era como el agua de una presa que ha retenido al río por años y que finalmente colapsó, sus alaridos eran el silencio derrotado por el remordimiento y una ligera fuga de tanto dolor.
La idea de matarse se le metió de un momento a otro, sabía cómo hacerlo, sacó su varita, esa a la que no estaba acostumbrado usar, una nueva tras perder la anterior, y aunque estuvo a punto de pronunciar el encantamiento apuntándose a la sien, recordó su promesa y no pudo quebrarla.
– una nueva vida – musitó para él – ¿En qué estaba pensando? ¿Qué podría tener como vida después de lo que yo viví? Soy un imbécil – comenzó a destruir todo el mueble sobreviviente, desesperado, comenzó a dar pasos de aquí para allá como león enjaulado, se tentó los bolsillos y notó que no tenía ni un chelín encima – definitivamente soy un imbécil.
Fin del flashback
Bajó varita y luego descendió por las escaleras, yendo a la cocina y comenzó a preparar lo primero que le viniese en mente, después de todo, no podía enmendar sus errores matando al mago más famoso y amado de todo el mundo mágico, eso definitivamente le causaría una existencia más miserable que la que ahora tenía.
Harry notó que Draco estuvo a punto de atacarlo por la espalda, pero algo dentro de él le dijo que no pasaría nada y que no sería necesario defenderse o contraatacar, y al parecer esa intuición fue acertada, pues volvió a escuchar pasos en las escaleras, y volvió a lo suyo.
Habían varios motivos por los cuales Harry no había estado con los Weasley o con sus amigos, uno de ellos era que esta fama desbordada lo tenía fastidiado, y el otro grande motivo fue… que se arrepentía mil y una veces el rechazar quedarse en el valle de Godric como propuso Hermione, y recordar también que ella había escogido a Ronald Weasley no le era muy grato, como tampoco quería ver ahora a Ginny, no tenía el valor de decirle que, después de pensarlo y analizarlo hasta el cansancio y un poco más, la persona que estaba en su corazón era otra. Pero de entre todos los escenarios posibles jamás imaginó estar viviendo con Draco Malfoy, y supuso que era necesario dar el primer paso, usar un arma tan poderosa como el perdón era difícil, pero sabía que por dentro no era la persona que aparentaba ser, de algún modo tenía esa esperanza desde segundo año, y aún la esperanza estaba viva.
Cuando terminó de asear el lugar se cambió de ropa en su dormitorio y bajó a ver lo que hacía el rubio, y lo que sus ojos vieron fue casi para inmortalizarlo en una fotografía mágica: Draco Malfoy sirviendo dos platos de comida y sentándose en una de las sillas del comedor, habiendo colocado el otro plato en el lugar frente al que había tomado.
Draco, al ver que Potter estaba en shock, o dubitativo y no se sentaba a la mesa, soltó un suspiro de hastío – Potter, es comestible y no te matará, así que sólo lo diré una vez: siéntate y traga – con su varita sirvió dos vasos de jugo de calabaza y comenzó a comer. Harry tuvo que confiar en él, si quería hacer las paces, la confianza era lo primero en que debía trabajar.
Se sentó y antes de probar bocado dijo algo que detuvo a Malfoy un instante – gracias – lo dijo en voz baja, pero el rubio lo escuchó y se sintió extraño, nadie realmente le había agradecido nada y él particularmente no recordaba haberlo hecho jamás. Al saborear el primer bocado Potter supo que al menos Draco no era un bueno para nada después de todo, y se lo hizo saber – debo confesar, Malfoy, que cocinas mejor que yo.
– No te burles Potter – le advirtió el otro.
– No me estoy burlando, Draco, realmente esto tiene mejor sabor que lo que yo hago, lo que acabo de hacer se llama cumplido, y fue del todo sincero… además, creo que de una vez por todas debemos intentar llevarnos bien – contestó Harry, volviendo a sus alimentos.
– ¿Y me vas a dejar con la mano estirada de nuevo como en primero? Llevarnos bien, sí, como no – dijo con sorna, recordando ese momento y entornando los ojos como muestra de fastidio.
– ¿No vas a olvidar nunca eso? Fue hace siete años… mira, tampoco imaginé que acabaríamos así, además, éramos niños – Harry se llevó la palma de la mano a la frente, tratar con Malfoy era cansado también para él – si te quise ayudar, es porque no quiero quedarme con la sensación de que pude haber sido mejor persona contigo… y tengo la esperanza de que demuestres ser mejor de lo que has sido.
– No te hagas muchas ilusiones, Potter – siguió comiendo hasta acabar, luego, bebió de su jugo y se levantó, con la varita y el encantamiento Leviosa llevó los trastes sucios al fregadero que con magia ahora los lavaba diligentemente, estuvo a punto de irse a su dormitorio pero, cansado de estar dentro de esa casa, cedió un poco y se devolvió con Harry – ¿Tienes poción multijugos?
Para Potter eso era la primera señal de que el Slytherin estaba cansado de sostener su careta de odioso, desconsiderado y bravucón, además, también tenía ganas de salir de esa mansión por más cariño que le tuviese – demos un paseo, Draco, nos servirá de algo no estar de mal humor.
