La idea me veo de un libro que he leído. Suzie no hes hermana de Henry en este fic es una amiga, en especial de Jen, pero también de Rika. Y bueno, los gustos de Suzie son muy distintos que el normal.
Este es mi primer fic y espero que los guste.
-Capítulo 1: El hombre misterioso.-
- Te digo que estaba tan desnudo como en el día que ha venido al mundo - repitió Suzie.
La pequeña biblioteca pública de Shinjuku costumbraba estar desierta aquellas horas de la mañana en un día de verano, pero por supuesto, antes también no tenían tenido un hombre desnudo en la comunidad.
- Tonterías - contradice Jen, una de sus mejores amigas. - ya te dice que está en la hora de ires al oculista.
Rika se tranquilizó. Sus dos amigas estaban haciendo lo que mejor sabían: murmurar. Ellas eran muy distintas. Suzie tenía el pelo rojizo algo corto, lo que reflejaba su personalidad inflexible. Jen Katou era más dulce, con el pelo recogido y unos ojos castaños llenos de comprensión y amabilidad. Los de Suzie eran como rayos láser: nunca les escapaba nada.
- ¿Y tú, Rika? - preguntó Suzie, y las dos se voltearán para mirarla. - ¿Has oído hablar del nuestro hombre misterioso? ¿Lo que estaba desnudo como un pájaro recién-nacido en el tejado?
- Quiere decir que hay un hombre desnudo en el tejado de la biblioteca? - preguntó, confusa.
- Que yo sepa, no - contestó Suzie - Estoy hablando del hombre que estaba desnudo en el tejado de la cabaña de los Poirdet, al lado del bosque.
- Y yo te digo que no estaba desnudo, llevaba unos vaqueros - insistió Jen.
- No importa. ¿Has oído hablar de él? - volvió ha preguntar Suzie.
- No.
La verdad es que se sentía muy aliviada por haber pasado algo que desviase la atención de la ruptura de su compromiso con uno de los ciudadanos más populares de Shinjuku. Durante la semana anterior, desde que su prometido Henry Wong se había ido sólo diez días antes de su boda, Rika Nonaka tenía sido el involuntario centro de las atenciones.
No había podido evitar oír los rumores sobre el facto de su novio la haber dejado antes de la boda y sobre la nota que ni siquiera se incomodó en dejar en su casa.
Como la biblioteca quedaba a camino de la auto-estrada de lo norte, Henry había ido allí dejar su explicación antes de huir con Rose, la chica de la peluquera.
Las noticias tenían volado como la pólvora, debido al facto de dos personas leyeren la nota de Henry antes de Rika le poner las manos encima. En una ciudad del estado de Tóquio como Shinjuku, las noticias viajaban tan deprisa como el viento, y la historia de una ruptura tan próxima a la boda había causado un grande impacto, a pesar de tener en cuenta que Henry se tenía esforzado para invitar casi toda la ciudad para su ahora cancelada boda.
Dadas las circunstancias, era un alivio que la atención de la ciudad se centrarse en otra persona. El hombre misterioso quienquiera que fuese, había quedado sólo ante el peligro.
- ¿Quieres decir que somos las primeras a hablarte del hombre misterioso? Estupendo! - exclamó Suzie entusiasmada. - Eso quiere decir que estamos un paso delante de esa chismosa, de la Lina.
No había otro remedio para Rika que no fuese sonreír.
- Esta mañana llamé la agencia que alquilaba la cabaña e me dijeran que estará ocupada durante un mes - explicó en tono confidencial. - No quisieran decirme su nombre, pero sé que está aquí de vacaciones. ¿Quién podría querer venir a Shinjuku de vacaciones? Nadie alquila esa cabaña hace años. Todo esto me parece muy sospechoso.
Rika sabía por experiencia que todo parecía sospechoso a Suzie. Para ella, todos los demás, y especialmente Lina, sólo eran unos alcahuetes.
Como por magia, Lina entró apresuradamente en la biblioteca con el rostro rojo debido a la emoción.
- ¿Oirán hablar del hombre misterioso ...?
- ¿... que alquiló la cabaña de los Poirdet? - interrumpió Jen - Por supuesto. Esa noticia ya es vieja. Nosotras lo vimos. ¿Y tú?
- Yo también lo vi. Estaba sobre el tejado de la cabaña hace poco - replicó Lina.
- ¿Llevaba ropa o estaba desnudo?
- No tengo certeza - contestó, claramente sorprendida.
- Careces de dotes de observación – murmuró Jen. – No me es de grande ayuda. No lo pudimos ver bien con los binoculares.
- Necesitamos de un de eses telescopios de largo alcance – dice Suzie. - De cualquier forma, la única cosa que pudimos ver es que tenía el pelo castaño y parecía bastante atrayente, además de estar completamente desnudo. Puede ser que sea uno de esos nudistas.
- Llevaba unos vaqueros azules, estoy segura – contradice Jen – ¿Ha venido a la biblioteca?
- Crees que un nudista va querer utilizar la biblioteca? A veces no tienes sentido, aún que seas mi mejor amiga.
- Te digo que llevaba unos vaqueros. – insistió. – La punta del tejado estaba en el medio, pero pude ver que tenía un pecho muy bonito. No tan peludo al punto de parecer un gorila, pero bronceado y musculoso.
- Como los hombres de esas novelas románticas que tienes la costumbre de leer. – dice Suzie desdén.
- Sí. Las de capas mis libros son mejores que de los tuyos, todas llenas de sangre y de navajas. Pero estamos a alejarnos del tema. Me pregunto quién será y por que es que habrá venido pasar un mes en Shinjuku. Rika, ¿estás segura de que no lo conoces?
- ¿Y que es lo que te hace creer que yo lo puedo conocer?
- Porque tú es la única persona de esta ciudad a quién ha pasado algo fuera de normal.
- Ayer por la noche había luna llena – puntualizó Lina. – La gente hace locuras cuando hay luna llena, como por ejemplo lo del prometido de Rika – dice, y dio unas palmadas de consuelo en la mano de Rika. – ¿Quién iba pensar que un joven tan encantador, tan popular en la comunidad, iba hacer una cosa así? Dejarte casi en el altar… No tuvimos una situación así en Shinjuku desde que… bueno, desde aquel infeliz incidente con tu padre.
Rika creía estar preparada para el dolor; creía tener las defensas en el lugar, pero bastó un comentario descuidado para se dar cuenta de cuan equivocada estaba.
- No había luna llena cuando Henry se fue, de manera que no puedes usar esa disculpa – repostó Suzie, y después, para alivio de Rika, añadió: - volviendo al del nudista misterioso.
- Tú vives cerca del lago, Rika – apuntó Jen – Solo a dos cuadras de distancia. Como una buena vecina, deberías presentarte. Puede ser que sea soltero.
- Y puede ser que sea un asesino – añadió Suzie. – Para que quieres que va conocer un asesino nudista? Puede ser que su prometido la tenga dejado, pero aún no está tan desesperada. ¿No es verdad, Rika?
- No estoy desesperada de manera ninguna – respondió ella, fregando el espacio entre la cejas. Se aproximaba un buen dolor de cabeza.
- ¿Lo ves? Ya te lo decía - dice Alice a Jen.
Rika suspiró y intentó reunir lo que restaba de su dignidad.
- Si me disculpáis, tengo que volver a los libros que estaba catalogando.
- Pobrezita - ha oído que Lina decía a las demás. - ¿Poden imaginar que humillante debe ser venir a trabajar y descubrir que tu prometido te dejó para huir con atra mujer? Yo moriría de vergüenza.
Y Rika también. Durante los dos primeros días se había sentido aturdida. La realidad era demasiado dolorosa para ni si quier la reconocer. Pero no había forma de negar los factos. Ha tenido que cancelar la boda, desde la iglesia hasta las flores, pasando por el restaurante, ha tenido que hacer llamadas... Y lo había hecho, pero con cada una de ellas había muerto un poco de si propria al ter que esconder su dolor en lo más profundo, donde nadie la pudiese ver.
-Puedes hacerlo - murmuró Rika para si misma cuando estaba en el porche de la cabaña de los Poirdet, con una tarta de kiwis en la mano. Incapaz de se decidir en la pastelería/panadería de los Matsuki entre la de fresa y la de kiwis, tenía levado las dos para casa después del trabajo, y casi sin dar cuenta, había comido la mitad de la primera, de manera que ha decidido que seria mejor deshacerse de la segunda antes de que también terminara por la comer.
Había una escalera que subía para el tejado, pero no había visto allí nadie. Consciente de la poca suerte que parecía acompañarla últimamente, había evitado deliberadamente pasar por bajo, aún que bloquease la entrada del porche de la frente. La maniobra de esquivarse había estado a puntos de estampar la tarta en su blusa, pero al fin consiguió enderezarla.
Así que batió en la porta principal reparó que había sido una mala idea ir allí, pero suspiró aliviada al comprobar que nadie contestaba. Rápidamente volvió a esquivar la escalera y ya estaba de camino para la puerta cuando por el esquina del ojo ha visto que algo se movía.
Aquel hombre estaba en la esquina de la casa con agua de la manguera cayéndole pela cabeza para se refrescar. Jen tenía razón. El hombre misterioso llevaba unos vaqueros y con certeza tenía un pecho precioso. Una mujer cualquier, de cualquier edad, no podría evitar reparar en eses dos factos.
El agua cayó sobre su cabeza, de manera que la única cosa que podía decir de él era que tenía el pelo castaño, y con los ojos siguió el camino que el agua percorre al caer desde su cara, por el pecho.
Parecía estar disfrutando mucho con la frescura del agua sobre su cuerpo acalorado, que era precisamente como Rika se empezaba a sentir al mirarlo. No era el tipo de mujer que costumbraba quedar mirando a los hombres, pero no lo podía evitar. Había cualquier cosa especial en él.
El tejido de sus vaqueros estaba desgastado y se aferraba a su cuerpo como una amante. Estaba a mirar como una gota de agua había rolado desde su barbilla por el pecho hasta el botón de los pantalones cuando él alejó la manguera y la miró.
-¿Que haces aquí? - preguntó.
-Na... nada - balbuceó ella, sujetaba la tarta como se fuese su propria vida. Tenía los ojos azules, y brillaban indudablemente con indignación. En ese momento no era nada difícil imaginarlo como un asesino.
- Déjame imaginar - murmuró él en tono burlón. - Te han enviado para me interrogares, ¿no es verdad?
- ¿Qué?
- Esas brujas que están espiándome todo el día.
- No son brujas - protestó en defensa de sus amigas. - Y ellas no me han enviado.
- ¿Entonces, que estás haciendo aquí?
- Estaba intentando ser una buena vecina, pero es evidente que esa noción queda más allá de lo que tú seas capaz de comprender - replicó.
- No hacía ni idea de que ser un buen vecino incluía comer alguien con los ojos, ¿o estabas esperando el resto del show?
- Oye: no eres tan bueno como crees, de manera que no te equivoques. Ya los vi mucho mejores.
- Apuesto que sí - murmuró.
Rika quedó desconcertada por aquella mirada hambrienta que ha visto en sus ojos. No había pretendido que su comentario soase así.
- Venir aquí fue un error. No sé que problema es el que tienes, pero...
- Voy decirte cual es mi problema - repostó. - He venido aquí a procura de paz y tranquilidad, no para ser el centro de las atenciones de un puñado de solteronas hambrientas de sexo.
la gota que colmó el vaso! Sin pensar dos veces, Rika le aplastó la tarta de kiwis en el centro del pecho.
- Bien-venido a Shinjuku! - gruñó, antes de dar media vuelta y irse de allí.
Dejen vuestros comentarios y me digan lo que les gusta y lo que no les gusta, y se sigo o no, me encantaría saber que piensan.
Y me alerten para errores ortográficos. ;)
Besos! 3
