Historia que participa en la segunda convocatoria de drabbles de la página "Gundam Wing Yaoi en Español" (en facebook). ¡Únanse! No se arrepentirán ;)
Palabras: 500.
Accidente
La culpa fue de Heero por cuestionar su preparación física para la próxima misión. Aclarar el asunto en una pelea, para probarle que podría derribar a cualquier enemigo —incluyéndolo a él— fue imperioso. Heero ni siquiera se puso en guardia. Seguro que no lo juzgó necesario y esa subestimación lo ofendió terriblemente.
Quedaron frente a frente, desafiándose con la mirada y no tardaron en atacarse. Demostraron estar en igualdad de fuerzas por varios minutos. Eso hasta que Duo recibió un puño en pleno rostro que casi lo hizo caer de espaldas. En venganza, impulsado por el dolor de su nariz, lanzó una certera patada.
—Ahí tienes —dijo satisfecho. Sin embargo, toda la felicidad malsana que sintió al aplastarle los testículos se congeló ante la reacción de Heero: se dobló con violencia —ambas manos en la zona afectada— y Duo se quedó pasmado al ver sus ojos llenos de lágrimas.
Fue impactante el enterarse que ese golpe bajo le dolía como a cualquier hombre en el universo. Además, la variedad de emociones visibles en sus ojos —acusación, odio, sufrimiento— se le hicieron insoportables y desapareció de escena.
Al día siguiente constató que Heero todavía lo resentía, porque de vez en cuando se llevaba la mano al pantalón. Una oleada de culpa lo azotó y tuvo que dejar de mentirse diciendo que había sido un accidente. Esa violenta patada se la había dado a propósito sin medir las consecuencias. Con eso en mente, se le acercó.
—Deberías revisarte las pelotas. Por un médico, digo. —Heero lo ignoró, nada que no fuera común y Duo, sin estar dispuesto a rendirse, continuó—: Con un golpe como ese, puedes hasta quedar estéril.
Se ganó una mirada de "eres imbécil" y sintió que se la merecía. Después de todo, podían morir en la misión del día siguiente o en cualquier momento de esa guerra. Suspirando, volvió a trabajar, pero no se le pasó por alto que esa mano no dejó de bajar a acariciarse a sí mismo.
Esa noche lo atajó antes de que se retirara a su habitación.
—Voy a revisarte —informó, recibiendo un terminante "NO" como respuesta—. Si creyeras que algo me inhabilita, me revisarías —afirmó Duo con seguridad—. No puedes negarlo. Es lo que hiciste al probarme físicamente ayer. Estoy en mi derecho.
Intentó tocarlo y Heero ahora sí se puso en guardia. Duo se burló mentalmente de su miedo y lo atrajo hacia él. Sus rostros quedaron muy cerca y se sintió victorioso cuando logró deslizar sus pantalones y bóxer hacia abajo.
—Mierda, Heero —masculló arrodillándose ante él. Heero tenía los testículos negros, morados, azules o rojos. No pudo saber qué color predominaba—. ¡Se ve muy mal!
Entonces vio en primer plano cómo algo se elevaba y escapó otra vez de escena. Ciertamente Heero no parecía tener las pelotas en mal estado si podía tener semejante erección. Él, en cambio, tendría que revisar las propias por haber huido así. O por cómo habían reaccionado, endureciéndose hasta lo imposible.
