Hola a todos mis incondicionales lectores :) Había dicho Diciembre y bueno... ya es Diciembre...
Recientemente lo terminé, revisé y vuelto a revisar para compartirlo con ustedes :) Espero les guste de todo corazón.
¿Qué deben saber? Simplemente que son catorce capítulos (ya terminados) y que la historia trascurre desde finales del sexto año durante su último verano en La Madriguera antes de la guerra.
Un beso a todos y disfruten!
Disclaimer: Personajes, hechizos, objetos, criaturas etc. Pertenecen a la maravillosa J.K Rowling.
Capítulo 1
De regreso a casa
Haciendo una retrospectiva del sexto año de Hermione Granger, la palabra que mejor lo definía era: basura.
No importaba cuantas veces intentó encontrar algo, aunque sea un pequeño detalle que contrarrestara todas las cosas que había pasado, para ella fue un año terrible. Pero mirándolo desde otro punto de vista, no había terminado "tan" mal.
Tuvo que mantenerse firme, y sacar fuerzas de donde no las tenía para sobrevivir a aquél terrible año. Primero por haber vuelto a casa luego de una intensa lucha en el ministerio de magia, con plena consciencia del acecho del innombrable, conteniéndose de no revelar a sus padres lo que estaba pasando en el mundo mágico. Después tuvo que contener a Harry y su desánimo luego de haber perdido a Sirius. Más tarde tuvo que soportar la obsesión de Harry con el famoso libro de pociones del "príncipe mestizo", y también con su desconfianza sobre Malfoy. Paralelamente tuvo que encerrar sus sentimientos en lo más profundo de su ser, y aguantar meses de asqueroso besuqueo entre Ron y la estúpida de Lavender. No importaba donde estuviese, ni cuanto intentara alejarse de la molesta pareja, ellos siempre se la arreglaban para cruzársele "casualmente", siempre demasiado juntos, mientras que sus labios parecían unidos por algún hechizo, a tal punto que costaba identificar donde empezaba uno y donde terminaba el otro. Además el sonido baboso de sus bocas unidas, la seguía en su mente hasta la hora de dormir. No era de extrañarse el por qué Hermione había estudiado ese año más que cualquier otro. Luego tuvo que lidiar con el envenenamiento de su ignorado mejor amigo, mientras que la estúpida rubia seguía colgada a los brazos de él, pero ya no podía estar enojada aunque quisiera. Casi lo había perdido y no podía darse el lujo de alejarlo de ella. También en medio de todo eso, debía mantenerse al lado de Ginny, aconsejándola y escuchando todos sus líos amorosos, hasta que al fin Harry se decidió, dándole un poco más de paz a su vertiginoso año.
Para rematar tan fatídico año, había peleado contra mortífagos en Hogwarts, para que finalmente Dumbledore resultara muerto.
Sí, definitivamente su año había sido basura. Y decían que la vida de un adolescente muggle era difícil…
Pero para Hermione Granger esta había sido una tarde de completa paz y tranquilidad. Un hecho extraño si se pensaban las circunstancias. Por unas horas había olvidado todo lo que pesaba en su corazón, y se había obligado a disfrutar una tarde bajo la haya con sus mejores amigos.
También había sido una tarde de planes y de certezas. Tenía la certeza de que el próximo primero de septiembre no volvería a Hogwarts. Tenía la certeza de que sería un año duro. Tenía la certeza de que jamás abandonaría a Harry y estaría con él en su inquietante búsqueda. Y tenía la certeza, a sabiendas de que no sabría que podría pasar, de que estaría junto a sus amigos sin importar las circunstancias.
Le parecía irreal que hace tan solo unas horas hubieran enterrado a Dumbledore. También pensaba que esto podía significar un problema importante para ellos a la hora de buscar ayuda. Pero confiaba en que Dumbledore le hubiera revelado a Harry la información suficiente para llevar a cabo la búsqueda de los horrocruxes.
Hermione se había reído a carcajadas aquella tarde junto a sus dos mejores amigos, como hace tiempo no lo hacían. Había disfrutado cada segundo al máximo, por que sabía que probablemente en el futuro no habría tiempo para ello.
Ahora que caminaba de vuelta a la torre de Gryffindor, lentamente por los jardines de Hogwarts, un recuerdo en particular se adueñó de su mente y de su corazón. Si de ella hubiese dependido, jamás hubiera pretendido enamorarse de uno de sus mejores amigos. Pero allí estaba, caminando sola y sonriendo torpemente al recordar como Ron la consoló en el funeral y como sus manos le acariciaban el cabello, y como él la había abrazado con ternura. Si bien su vida amorosa era deplorable, y el último año había sido nefasto al verse envuelta en celos ante la estúpida e inmadura relación de Ron con Lavender Brown, esta tarde una chispa de esperanza nació en ella, pensando que tal vez no era tan descabellado creer que algo podría darse entre ellos.
Pero antes de pensar en cualquier cosa de ese estilo, tenía que resolver un par de asuntos primero.
Habían acordado, Harry, Ron y ella, que acudirían a Privet Drive a ayudarle a Harry a empacar, para luego trasladarse a La Madriguera, esperar la boda de Fleur y Bill, y luego marcharse. También habían acordado no revelarles nada de su plan a los señores Weasley, por que Dumbledore le pidió estrictamente a Harry que nadie supiera sobre los horrocruxes, excepto sus dos mejores amigos.
Entonces al volver a casa con sus padres, idearía algún plan para escabullirse de ellos y luego acudiría en ayuda de Harry.
Ahora el problema mayor residía en, además de escaparse de sus padres, saber como destruir aquellos malignos objetos. Sabía que había libros sobre eso, pero no estaban en la biblioteca. Incluso se había escabullido varias veces en la sección prohibida, pero no encontró nada. Aunque si Tom Riddle los había leído, debían de estar en algún lugar del castillo.
Hermione subió a su habitación para poder poner su baúl en orden. Con cierta nostalgia comenzó a guardar todas sus pertenencias dentro de su baúl, pensando en cuanto extrañaría este lugar.
Cuando tenía siete años e hizo magia por accidente la primera vez, creía que solo era producto de su imaginación. Guardó el secreto muy bien, y se convenció a si misma que lo que ella podía hacer era un truco de su mente. "Me pasa por leer tantos libros", se consoló una vez. Pero el día de su onceavo cumpleaños, se dio cuenta de que estaba equivocada, su vida cambió para siempre y se sintió feliz. Tuvo que esperar casi un año entero para poder sentirse parte de algo, pero por fin había encajado en algún lugar. Hogwarts era su hogar, y ahora se marchaba sabiendo que probablemente no volvería jamás.
Hermione terminó de ordenar su baúl y se limpió las lágrimas que habían caído mientras pensaba. Las cosas iban a ser muy difíciles de ahora en adelante. Desde su primer año en Hogwarts siempre estaba metida en medio de los problemas, por ser amiga de Harry Potter, claro, pero a pesar de eso era feliz. Pero ahora todo era incierto. Demasiado incierto y fuera de su control para su gusto.
Decidió poner un alto a su estrés mental, acercándose a la ventana y se dedicó a observar el paisaje. El verano estaba en sus albores, sin dudas, y también una enigmática aventura.
Suspiró y se fijó en el despacho de Dumbledore que se veía desde su ventana. Aquél viejo mago, había sido siempre el apoyo incondicional de Harry y ahora ya no estaba… ¿Cómo iban a destruir los cuatro horrocruxes restantes? Una idea fugaz cruzó por su mente. No… debía estar loca. Pero no perdía nada intentándolo. Despacio, sacó su varita de entre la túnica y abrió la ventana. Apuntó hacia afuera y con cierto temor profirió:
-¡Accio libros de magia oscura! –Nada pasó. Hermione bufó con frustración, reprendiéndose mentalmente por ser tan ilusa. Estaba apunto de cerrar la ventana, cuando los vio. Parecían cuervos negros e inestables que flotaban con cierta pereza hacia ella. Entonces Hermione sonrió y los atrapó en el aire, y luego se aseguro de que nadie hubiese visto aquello, rogando que nadie hubiese estado en el despacho de Dumbledore y hubiese notado el "préstamo". "No es un robo", se auto-convenció. Los libros pertenecían a la biblioteca, simplemente no estaban allí, y ella los había tomado. Era un préstamo.
Los observó con recelo y comenzó a hojear las amarillentas y raídas hojas. Se sintió enferma de tan solo leer alguna de las barbaridades que allí se explicaban. Simplemente le bastó leer la palabra horrocruxes, para saber que había acertado. Se sintió incapaz de continuar leyendo, al menos por ahora, y se apresuró en guardarlos en su baúl y lo selló con magia. Crookshanks, que hasta ese entonces se había mantenido silencioso y quieto sobre su cama, fue a reclamarle atención. Hermione lo acarició un rato, pensando en quizás cuanto tiempo pasaría antes de que volviera a acariciarlo.
La puerta se abrió de pronto y Parvati Patil entró a la habitación, seguida de Lavender Brown. Esta última no le dirigía la palabra a Hermione, cosa que sinceramente no le molestaba. Es más, agradecía aquél hecho. Hermione metió a Crookshanks en su jaula de viaje, y con un movimiento de varita, su baúl comenzó a moverse. Se dirigió hacia la entrada de la habitación con la jaula de su gato entre los dedos, y su baúl flotando tras ella. Parvati le dedicó una media sonrisa y se despidió con la mano, ganándose una mirada de profundo odio proveniente de su rubia mejor amiga. Hermione le sonrió de vuelta, algo confundida. Le dio un último vistazo a la habitación que la albergó por casi seis años, y lo único que la contuvo de lanzarse a llorar fue el hecho de que no extrañaría el compartir habitación con Lavender Brown.
La sala común estaba atestada en gente. Los ánimos se habían levantado un poco luego de la tarde libre después del funeral. Hermione logró abrirse paso entre tanto estudiante y fue a dejar su baúl entre los otros para ser cargados en los carruajes. Luego volvió con Crookshanks inquieto en su jaula de viaje y se sentó a esperar que sus amigos y Ginny bajaran de sus habitaciones. Y la primera en hacerlo fue su pelirroja mejor amiga. Ginny, con desgano la ubicó entre la ruidosa multitud, y se acercó a sentase junto a ella. Traía los ojos enrojecidos y se notaba dolida. Entonces Hermione recordó que Harry había mencionado, entre dientes y con una rapidez impresionante, que había terminado con Ginny. Cosa que hizo gruñir a Ron, y a Hermione, preocuparse.
-Voy a estar bien, no te preocupes –Profirió la pelirroja, reconociendo la mirada de preocupación de Hermione, y sentándose a su lado frotándose los ojos.
-Supongo que te gustaría saber que Harry se siente igual de mal –Dijo intentando consolarla.
-Supongo… ¿Podemos hablar de otra cosa?, Por favor –Rogó Ginny –Aún no quiero averiguar como voy a arreglármelas con Harry en La Madriguera todo el verano… -Ginny no sabía que no era precisamente todo el verano, pero Hermione no quiso agregar otra carga a su corazón.
-Tal vez te haría bien hablar de ello –Inquirió Hermione intentando ayudarla.
-Viniendo de la persona que más habla de sus sentimientos -Ironizó Ginny
-No estamos hablando de mí en este momento –Se defendió Hermione, intentando calmar los maullidos de Crookshanks que se moría por salir.
-Deberías soltar al pobre de Crookshanks –Señalo Ginny
-Se me va a perder entre tanta gente y ya pronto nos vamos. ¿Realmente estarás bien Ginny?
-Tengo que estarlo… no quiero que Harry sienta lástima por mí o algo así. Ya sabes como es… siempre sintiéndose responsable por todo… Sé que hay algo muy importante que tienen que hacer, aunque Harry no me lo haya dicho, lo sé de todos modos. Y no quiero ser una preocupación más para él. Puede que su complejo de héroe sea molesto a veces, pero ese es el Harry del cuál me enamoré.
-Si eres capaz de decir todas esas cosas, no me cabe duda que estarás bien –Le sonrió Hermione con amabilidad. –Y de todos modos si necesitas hablar o algo, yo estaré pronto en La Madriguera también. –Ginny le devolvió la sonrisa aún con semblante triste.
-Planean algo, ¿verdad?
-Creí que dijiste que lo sabías –Contestó Hermione incapaz de mentirle, pero tampoco capaz de darle una repuesta concreta.
-Cuídense mucho, por favor.
-Tranquila, no te desharás de nosotros tan pronto.
-Lo sé. Aún tienen lidiar con mi madre. Y tú con tus padres… -Hermione soltó un suspiro ante la afirmación de Ginny. No tenía idea como iba a explicarle a sus padres todo lo que iba a pasar… ni siquiera se sentía capaz de darles una explicación. Fueron muchos años de ocultarles cosas, pero sabía que había sido necesario. De saber todo lo que Hermione había vivido, de seguro no la habrían dejado volver a Hogwarts. –Ahí viene Harry… Creo que Luna quería hablar conmigo. Nos vemos mas tarde. –Ginny se apresuró a ponerse de pie pero no pudo evitar pasar por el lado de Harry, quién la miró algo apenado, pero Ginny se resistió a mostrar debilidad.
-Ella lo sabe –Señalo Hermione cuando sus dos mejores amigos se ubicaron frente a ella en una butaca.
-¿Qué sabe? –Preguntó Ron confundido
-Sabe que planeamos algo…
-Es Ginny, ella siempre lo sabe todo… lo saco de mamá o algo así –Explico Ron. –Lo importante es no revelarle nada.
-Por supuesto que no le dije nada… -Dijo Hermione como si fuera lo más obvio del mundo –Tenemos que preparar que vamos a decir… ya saben, si nos preguntan…
-No vamos a decir nada –Habló Harry por primera vez con seriedad. –Cuando llegue el momento, les haremos saber que Dumbledore nos dejo una misión que debíamos cumplir solo nosotros tres. La orden lo entenderá.
-Puede que la orden lo entienda, pero mi madre jamás. –Dijo Ron con una sonrisa algo nerviosa.
-Solo tenemos que tener cuidado con tu madre y bueno… marcharnos cuando ella no lo sepa… -Dijo Harry. Ron puso cara de que no le gustaba mucho la idea de escabullirse de esa manera, pero asintió de todos modos. –Si no quieres, no vayas… -Dijo Harry notando el disgusto en el rostro de Ron. Harry haría cualquier cosa para mantenerlos al margen de la misión.
-Ya te dije que quería ir y lo haré –Sentenció Ron con convicción. Hermione sonrió levemente y asintió. –Eso no quiere decir que no será difícil –Agregó.
-Tenemos tiempo –Dijo Harry –Aún falta más de un mes para la boda de Bill y Fleur y no nos iremos hasta entonces. Por ahora yo solo quiero librarme de mis tíos.
-Y lo harás, pronto. A lo sumo pasarás con ellos dos días o tal vez tres. Informaremos a la orden y planearemos tu traslado. –Habló Ron sorprendiendo abiertamente a Hermione, quién abrió levemente la boca ante tal determinación del pelirrojo. Sintió unas enormes ganas de besarlo allí mismo.
-Correcto… -Balbuceó aún extrañada.
-¡Hermione, pobre animal! –Exclamó de pronto Ron, ante los maullidos de descontento de Crookshanks – ¿Y así dices tener conciencia ante las criaturas indefensas? –Y con aquellas palabras todo el avance en madurez que Ron había tenido hace tan solo unos segundos se esfumó. Harry negó con la cabeza divertido y Hermione le dedicó una mueca de descontento.
Y las ansias de su gato se vieron complacidas al encontrar un vagón vacío en el tren. Las conversaciones del trío seguían en base a lo mismo, los horrocruxes, como destruirlos, las pistas que Dumbledore había dejado y como pasarían el mes de verano que tendrían antes de marcharse.
El viaje en tren fue más rápido de lo común, al pasárselo hablando la mayoría del tiempo.
La estación King's Cross estaba como siempre, atestada en gente. Sacar su baúl del tren, con Crookshanks quejándose en su mano y soportando los empujones de millones de estudiantes ansiosos por marcharse a casa por el verano, hicieron que fuera una real tortura.
Sudada y algo enfurruñada, salió al encuentro de sus dos amigos quienes la esperaban junto al andén 9 ¾ para cruzar hacia el mundo muggle.
Allí afuera se encontraba el señor y la señora Weasley, hablando con naturalidad. Más atrás y en puntos estratégicos estaban Ojo loco, Remus y Tonks, quienes observaban con tranquilidad el ambiente en la estación. Un poco más alejados y con impaciencia los Dursley esperaban a Harry. Y entre la multitud un poco más lejos de toda la gente, estaban sus padres. Hermione les indico a sus amigos que la esperaran unos segundos, que les diría a sus padres que se despediría y que tardaría un poco.
-¡Mamá! –Exclamó Hermione con una sonrisa.
-¡Hermione! –Exclamó devuelta su madre, sonriéndole con las mismas ganas.
-¿Cómo has estado querida? –Le preguntó su padre, luego de haberlos abrazados a ambos. –No escribiste durante un tiempo, ¿estuviste bien? –Hermione dudó al contestar. Tenía que parecer convincente.
-Sí, de maravilla –Sentenció. Claro que estaba mintiendo. Lo que este año había sido era de todo menos maravilloso. –Solo que este ultimo tiempo fue algo complicado, bueno… el director que ya era muy anciano… falleció… -Hermione decidió revelar esa información. Su madre se llevó las manos al pecho conmocionada y su padre hizo una mueca de sorpresa.
-¡No puedo creerlo! –Dijo su padre.
-¿Pueden esperar un poco?, les explicaré luego, quiero despedirme de mis amigos…
-Sí claro, ve –Dijo su madre –Déjanos tus cosas y a Crookshanks.
Hermione se encaminó de vuelta a sus amigos agradeciendo por que no se hubiesen encontrado antes con los padres de Ron. Agradecía por la poca habilidad de socializar de sus padres.
-¿Y como están? –Preguntó Harry quién estaba más concentrado en observar como se movía la cabellera de Ginny cuando hablaba con sus padres metros más allá.
-Bien… Bueno no quiero demorarlos… Ron se contactará contigo por lechuza, es más seguro si solo uno de los dos habla contigo.
-Sí eso ya lo has dicho millones de veces –Se burló Harry, ahora si prestándole atención a Hermione.
-Tengo que asegurarme de que todo este en orden.
-Todo está en orden Hermione –Dijo Ron demasiado relajado.
-No, realmente nada está en orden… Harry corre peligro cada segundo y no se nos puede escapar nada… -Sentenció ella bastante nerviosa. Sus amigos la miraron sin expresión definible y Harry bajó la cabeza. –Lo siento –Hermione suspiró –Todo esto me tiene muy, muy nerviosa.
-Esta bien, todos estamos algo nerviosos con todo lo que esta pasando –Dijo Harry.
-Claro –Convino Ron -¡Merlín! cuando mamá se entere… Se volverá loca ya lo verán… pondrá barrotes en las ventanas como tú loco tío, o peor aún pondrá barrotes en toda la Madriguera, me quitará la varita, ¡o tal vez me hechizará! –Con cada ocurrencia de Ron Hermione empalidecía más aún.
-No estás ayudando Ron –Lo detuvo Harry al ver la expresión enferma de Hermione.
-Bromeaba –Dijo Ron medio sonriendo. Pero Hermione sí creía capaz a la señora Weasley de hacer todas esas cosas e incluso más. Hermione se mordió la lengua para no insultar a Ron por su inoportuno humor y en vez de eso tomó aire para recuperar la compostura y dijo:
-Bien. Denme un par de días, solucionaré lo de mis padres mientras Ron se encarga de avisarle a la orden. Luego…
-Te pondrás en contacto conmigo e iremos a buscar a Harry… -Terminó Ron con aire cansado, tal vez de tantas veces que había escuchado lo mismo –Enserio Hermione, intenta no parecer tan neurótica… -Hermione lo fulminó con la mirada y le dio un fuerte abrazo a Harry.
-Por favor ten cuidado –Le rogó.
-Estaré bien Hermione, nos vemos en un par de días.
-Claro –Dijo ella soltándolo y luego de meditarlo unos segundos, también se colgó del cuello de Ron, quién se tropezó un poco hacia atrás, pero luego le correspondió el abrazo, dándole torpes palmaditas en la espalda.
-Ya, ya tranquila… -Intentó relajarla. Hermione lo soltó intentando ignorar el calor que se acumulaba en sus mejillas, y el irregular latido de su corazón. No tenía tiempo para ponerse a discutir con su corazón. No ahora, y al parecer tampoco muy pronto.
-Despídeme de tus padres Ron. –Le pidió Hermione
-Claro…
-¡Chico que demonios esperas! –Gritó de pronto el señor gordo y de expresión severa.
-Él si que tiene que relajarse… -Indicó Ron, haciendo reír a Harry.
-Dímelo a mí…
-No te preocupes amigo, ya te iremos a rescatar de esos locos…
-Adiós Ron –Dijo Harry dándole un par de fuertes palmadas en la espalda.
-¡Adiós Harry querido! –Gritó la señora Weasley al ver que Harry se alejaba. Su marido le dedicó una mirada algo severa, seguramente la señora Weasley no debió gritar de esa manera, pero no pudo contenerse. Él le dedicó una sonrisa y se alejó definitivamente de la multitud. Sigilosamente, Ojo loco, Lupin y Tonks lo siguieron a una distancia prudente. Los señores Weasley y una Ginny algo desanimada se nos unieron prontamente.
-Sólo por seguridad… por si acaso… -Aclaró el señor Weasley cuando vio que seguimos a los aurores con la mirada. -¿Son tus padres, los de allá, verdad? ¡Creo que ha pasado un tiempo desde la última vez que los vi!
-Sí… y ya los estoy haciendo esperar mucho, debo irme.
-Una lástima, me habría gustado cruzar algunas palabras con tu padre…
-Lamento que no haya podido ser así señor Weasley… -Dijo Hermione con una forzada despreocupación. Definitivamente no podía dejar que sus padres hablaran con los señores Weasley. Intercambió una significativa y nerviosa mirada con Ron, antes de despedirse de los señores Weasley y de Ginny. Finalmente volvió a abrazar a Ron, esta vez menos tiempo, pero se atrevió a darle un fugaz beso en la mejilla. Antes de que se ruborizara se apresuró a llegar junto a sus padres.
-¡Si que estrujaste a esos chicos! –Se burló su madre
-Son mis amigos mamá… -Explicó Hermione cogiendo la jaula de Crookshanks mientras caminaban hacia las afueras de King's Cross.
-Es una lástima querida… -Se lamentó su madre.
-Claro que no es una lástima Jane… Nuestra niña está mejor así
-Eso lo dices por que eres su padre, y no tienes idea de lo que hablas –Se quejó su madre.
-¡Claro que se de lo que hablo!
-Papá… no aquí por favor… -Desde la llegada de Viktor Krum a la vida de Hermione, una de las pocas cosas que había compartido con sus padres, su padre se había puesto muy sensible al tema de los chicos, mientras que su madre no hacia más que lamentarse por la falta de novio de su hija.
-Aún sigo lamentándome por que terminaste con Viktor… era un buen chico, y sus padres muy simpáticos…
-¡Mamá! –Se quejó Hermione. Aquellas conversaciones la tenían cansada. Era como hablar con Ron sobre el tema de Viktor, pero por razones diferentes: su madre lo adoraba y Ron… no era precisamente de su agrado. –Lo viste sólo una vez… No lo conociste… Y jamás terminé con él porque nunca existió algo, honestamente mamá sólo es un muy buen amigo, nada más…
El camino al auto estuvo lleno de comentarios incómodos para ella, pero se sintió un poco feliz de poder tener una conversación normal con sus padres, y se olvidó durante un rato de todo lo que se avecinaba.
-Así que tu director falleció… ¿Cómo fue eso? –Preguntó su padre cuando se instalaron por fin en el grisáceo Volkswagen gol, camino a casa. Hermione divago un minuto, no había creado alguna excusa para eso.
-Era muy, muy viejo… -Explicó, y se sintió un poco mal al decir eso de él. –Mucho más viejo de lo normal, bueno, más viejo que lo que puede llegar a vivir la gente sin magia… y un día ya no despertó más… -Cuanto deseaba Hermione que las cosas se hubiesen dado de esa manera, y no que un estudiante despreciable y lleno de maldad haya llenado el colegio de mortífagos, revelando la verdadera cara de su profesor de defensa contra las artes oscuras, quién lo mato sin siquiera dudarlo.
-Que lástima –Dijo su madre –Por las cosas buenas que decías de él, al parecer era un buen hombre.
-Sí que lo era –Confirmo Hermione. Le bajo la melancolía al recordar aquél sepulcro blanco bajando junto al lago, y se dedicó a mirar por la ventana. De pronto la ansiedad y la inseguridad se apoderaron de ella, y comenzó a sentirse muy angustiada. Esta noche tenía que planear la manera de escaparse de sus padres.
-¿Te ha invitado tu amigo Ron a pasar el verano con ellos? –Preguntó su padre. Hermione se puso aún más nerviosa e intento respirar con tranquilidad antes de contestar.
- S-sí… pronto, tal vez…
-Bueno, no podrá ser tan pronto querida –Le sonrió su madre desde el asiento de adelante. –Iremos a pasar una semana a Italia ¿no es una idea maravillosa? –Hermione se puso temblar notoriamente. ¿Por qué esto le pasaba justo ahora?
-Cl-claro…genial -Respondió ella, empalideciéndose. Crookshanks maulló. No sabía si había sido por que sabía de su mentira, o simplemente por que estaba incómodo enfadado por haber pasado tantas horas dentro de su jaula.
Hermione llegó a su casa con unas terribles ganas de vomitar. Pensaba que todo iba tremendamente mal. Millones de ideas daban vueltas en su cabeza y todas tenían relación con Voldemort. Se excusó con sus padres luego de que la ayudaron a subir su baúl a su cuarto y se quedó en su habitación sólo con Crookshanks reencontrándose con su hogar.
Su habitación no era muy grande, pero tenía todo lo que Hermione necesitaba. Era de color lila claro, su cama se encontraba con el respaldo pegado a la mitad de la pared, y en toda una pared se encontraba una gran estantería repleta de libros. Poseía un escritorio con varios cajones junto a la ventana y una lámpara de noche color celeste sobre el escritorio. También había un armario blanco de tres puertas frente a la ventana. Algunas fotos se repartían por su habitación, algunas muggles y otras tantas mágicas. Una única ventana dejaba entrar la poca luz que había a esas horas, y daba directo a la calle.
Hermione ignoraba si los mortífagos sabían algo de ella, por ser "sangre-sucia", pero desde que llegó, no podía dejar de mirar por la ventana, para ver si algo extraño pasaba. A pesar de estar fuera de Hogwarts, no había abandonado su varita ni un solo segundo, y se puso a maquinar rápidamente que podía hacer para excusarse de ese viaje y poder estar en La Madriguera lo más pronto posible.
Por primera vez en su vida, estar en casa no suponía ningún alivio para ella. Se sentía desprotegida, vulnerable y además odiaba no poder estar al corriente de lo que estaba pasando en el mundo mágico, aunque hubiesen pasado tan solo unas horas desde que se alejó de aquél mundo.
Las cosas habían cambiado terriblemente, y ahora aquél mundo muggle, tan normal, le parecía casi absurdo.
