Disclaimer: Los personajes y los escenarios le pertenecen a Rowling, yo sólo los utilizo sin ánimo de lucro.

N.A: Un drabble muy cortito de apenas 600 palabras, bastante absurdo y divertido. Contadme si os gusta en un review :)


No es una vaca cualquiera.

No sé muy bien cómo hemos llegado a esto. Qué hechizo, qué maleficio o qué estúpida combinación de ellos ha producido esto. Remontémonos al principio de los hechos, para ver si vosotros, queridos espectadores, podéis averiguarlo.

Sólo era una tarde más de viernes, la sala común de gryffindor estaba repleta de estudiantes que descansaban jugaban, gritaban… y bromeaban entre ellos. Los bromistas, cómo no, no eran otros que un grupo de cuatro chicos, los alborotadores habituales, Sirius Black, James Potter, Peter Pettigrew y el tranquilo Remus Lupin. Hoy en concreto estaban discutiendo por ver quién de ellos, más bien quién de ellos dos, James y Sirius, tenía más éxito entre las chicas.

La discusión se tornaba acalorada, lo implicados no daban su brazo a torcer, Peter asentía, mirando hacia un lado y el otro, a cada afirmación de los oponentes, y Remus simplemente leía, entre exasperado y divertido.

—Yo tengo más éxito, — decía James— acuérdate de esa hufflepuff de tercero, la semana pasada. Sólo te digo que mi cama no ha dejado de oler a rosas desde entonces, de hecho creo que todavía queda alguna.

—Ahí tiene razón James, Canuto. —apoyo Peter.

—Querido Cornamenta, ya te vale poner de ejemplo a una cría tres años más pequeña que tú, esa no cuenta como ligue. Además, sólo tengo que recordarte un apellido, Evans.

—Eso es un golpe bajo, Sirius— intervino Remus, levantando la vista del libro de transformaciones. De todas maneras, no eres el más indicado para hablar de niñas, ya sabes lo que te dije sobre ese asunto.

—¡Chúpate esa Canuto! — exclamó James, alterado por la alusión a su querida pelirroja— No decías lo mismo de las niñas la semana pasada, cuando te pillamos comiéndole los morros a la pequeña Bones, de segundo, te lo recuerdo…

—Para ser de segundo es muy gua…— intentó intervenir Colagusano.

—¡Me vas a chupar tú lo que yo te diga, Cornamenta! ¡Si no te comes un rosco no es mi culpa! — estalló Sirius, exaltado, poniéndose en pie y sacando la varita. James respondió igualmente levantándose, varita en ristre.

—¡Menos humos, Black, o te tragas tus palabras!

Lupin intentó poner calma en el asunto, a pesar de ser una tonta pelea más de la que luego harían como si nada y saldrían abrazados riendo, pero apenas había sacado la varita, preparado para hacer un hechizo protector, cuando James y Sirius se atacaron y Peter trató de detenerlos a ambos con otro hechizo.

Y así fue como ocurrió, hubo una explosión de humo que cegó a toda la sala y cuando por fin se pudo ver algo, obra de un hechizo de algún alumno de séptimo, ninguno podían creerse qué era lo que le había pasado a Sirius.

Donde antes estaba Sirius ahora no había más que un animal cuadrúpedo, joven, de piel blanca con múltiples manchas negras, morro alargado, cuernos y un cencerro colgando del cuello. Lo que se conoce comúnmente con el nombre de vaca.

La habitación entera estalló en carcajadas. Algunos incluso, como Peter y James, se revolcaban por el suelo, faltos de aire.

—¡Canuto… parece.. que te vamos.. a tener… que cambiar… de nombre! — dijo James entre carcajadas.

El aludido, o la aludida, abrió la boca para protestar ante la burla, pero lo único que salió de su hocico fue:

—Muuuuuuuuuu— un auténtico mugido, propia de una vaca, un joven ternerito llamado Sirius.

En el segundo de silencio que se hizo ante de la carcajada general Remus, como repuesta totalmente involuntaria, y debido a que Lily le había estado educando en la cultura muggle durante los últimos años, cantó:

—Tengo una vaca lechera…