Algo se escondía en las minas. Reptando sobre regueros de sangre viscosa, moviéndose entre putrefactos cadáveres. Paró sobre uno, que todavía se encontraba en buen estado. Hundió sus fauces sobre él, descargando toda su furia animal. Entonces, nuevos sonidos empezaron a resonar en las paredes de la mina. Pasos, cámaras, siseos de linternas. Voces que decían cosas inteligibles. El ser que una vez fue conocido como Josh, que se encontraba en medio de su transformación a wendigo, seguía devorando los restos de un cuerpo.

—Hay algo aquí abajo—dijo una voz claramente femenina.

Aún había un resquicio del Josh humano, que gritaba desde el interior tratando de evitar una masacre. El Josh wendigo simplemente gruñó, alejándose de la carne muerta, dispuesto a cazar algo que todavía siguiese vivo.

—Tenemos a un superviviente—anunció una voz masculina tras él—. Un superviviente, repito.

—¿Es eso?—dijo un tercero.

Josh ya estaba girado por completo, los tres agentes de recuperación pudieron verlo con claridad. Vieron sus fauces, su rostro deformado, sus ojos cada vez más hundido.

—Joder.

Ella fue la primera en retroceder, soltó su linterna.

—Atrás—gritó el primer hombre mientras retrocedía—. No, no—lo alumbró de frente con su linterna—. ¡Fuera!

Sin control sobre su cuerpo, Josh salió corriendo detrás de los tres aventureros. Tres personas que creían que iban a salvarlo, sin saber que se convertirían en su comida. Alcanzó rápidamente al líder del grupo, que se había quedado rezagado. Con un zarpado de su garra, tan solo tenía la derecha de esa manera, la cabeza del hombre se separó del resto de su cuerpo. Al no estar completa su transformación, todavía podía ver, aunque los cuerpos se le hacían más visibles en movimiento. Tuvo que abalanzarse sobre las piernas del otro hombre, que estaba tratando de escalar para salir. Hundió sus fauces en su pierna, él gritó. La parte oscura y salvaje de Josh disfrutó con aquello, su parte más humana se horrorizó. Sabía que herido de tal manera no iría muy lejos, dejó caer al joven hombre al suelo. Solo quedaba la chica. Estaba cerca de la salida, pero se paró un instante para mirar con horror lo que le había sucedido a su compañero. Su mirada de encontró con la de ella, vio el pánico, sintió como ella sabía que iba a morir. Un recuerdo emergió entonces en su interior, cuando su propia hermana convertida en wendigo lo arrastró hasta las minas. Fue solo un instante de duda, pero a la chica le bastó para escapar. Fuera era de día y la luz le debilitaba. Cogió al hombre joven, que todavía gritaba en busca de ayuda, y lo arrastró.

Al interior de las minas.