Esto surgió hace ya tiempo entre TBlackRose y yo como una medida desesperada para que los quereseres del mundo no se nos comiesen todo el tiempo de escribir, y después de muuchitos meses a la sombra por fin hemos decidido retomarlo.
La idea básicamente era escribir drabbles de no más de mil palabras, con la regla de que debían aparecer en algún momento tres palabras clave dadas con anterioridad. En teoría hemos pensado actualizar una historia cada mes (porque paralelamente queremos seguir con el resto de historias que tenemos cada una), y si no nos patearemos el culo la una a la otra para conseguirlo.
Ah, por cierto. Sentíos libres de proponer vosotros también tres palabras si os apetecee.
DISCLAIMER: Ninguno de los hombres/mujeres/otro mencionados y/o utilizados me pertenecen, si no que son propiedad de Jota Ká.
Capítulo I: Culo gordo obsesionado con el vudú
Palabras: Gideon, Dorcas, vudú.
"Gideon Prewett, un chico atractivo y varonil, de prominentes y pálidos pómulos salpicados de pecas color miel... Con una rebelde mata de pelo ondulado y pelirrojo enmarcando su poderosa mandíbula y su..."
–¡Gárgolas galopantes! –La clase entera se gira hacia Gideon, que ha saltado literalmente de su silla a mitad de explicación y en esos instantes se acaricia el trasero con gesto de sorpresa. Flitwick parece tan sorprendido como él, de hecho–. Disculpe, profesor... Me ha parecido... Disculpe.
Vuelve a su sitio, confuso. Flitwick retoma su lección sobre los encantamientos convocadores, y en general las cosas parecen volver a su curso.
En general, porque Gideon está empezando a pensar que alguien le ha echado encima un mal de ojo. Bueno, a él y a su trasero, que parece firmemente convencido de que todas las sillas que lo rozan están hechas a base de clavos. Ya se ha pasado la clase doble de Transformaciones echado sobre el pupitre, con un dolor de espalda horrible y los continuos comentarios públicos de McGonagall acerca de su "cara de sufrir escrofungulosis severa", y prevé que tampoco va a librarse esta vez. Quizás debería pasarse por la enfermería…
"... cuyos bonitos ojos pardos, que reflejan un universo alternativo de dudas e ilusiones truncadas por la ceguera que le obceca, suplican un perdón que todavía no va a serle concedido..."
–No le ocurre nada, señor Prewett –asegura Madam Pomfrey por décimo cuarta vez. Empieza a cansarse de tenerle allí tumbado, con los pantalones por los tobillos.
–Pero no lo entiende –insiste Gideon, con los puños apretados y al borde del llanto. No puede no pasarle nada. Es imposible, porque siente como unas quince mil agujas invisibles clavadas en su respingón trasero–. ¡Ni siquiera me puedo sentar!
–Déjese de aspavientos, señor Prewett. Eso no lo librará del examen del viernes. Vamos, váyase, la cena ya ha comenzado. Y súbase los pantalones, por las barbas de Merlín...
–Yo creo que ya ha aprendido la lección... –asegura Fabian, dubitativo, a la vez que una preocupada Emmeline asiente repetidamente con la cabeza.
–"... cuya dulce boca curvada y rosada ha tenido el valor de llamarme "culo gordo obsesionado con el vudú".
Dorcas Meadowes mantiene una fina aguja plateada a escasos centímetros de su nariz, observando con calma los brillos apagados que emite el puntiagudo metal pulido. Después, empieza a entonar un alegre salmo y lo hunde en el culo de un muñeco de trapo, a la vez que sus dos amigos ahogan un gemido y pronuncian un "ishhhh" solidario. Con esa ya van cuarenta, y todavía le quedan unas cien en su bolsita de cuero. Después gira el muñeco y le sonríe. Le ha salido más clavado a Gideon de lo que imaginaba...
Quiero una Dorcas de marida. Es todo lo que puedo decir. Eso y que creo que lo escribí en mi sano juicio, muy a mi pesar.
