Hola mis jóvenes no muertos, bienvenidos a mi especial de día de muertos, es una corta historia basada en una leyenda alemana que solía contar mi bisabuela; les confieso de una buena vez que como soy muy miedosa realmente no tengo experiencia con historias de terror, pero estoy dando mi mejor esfuerzo con esta historia, no constara de más de cuatro o cinco capítulos, y aunque mi pareja predilecta son Inuyasha y Kagome, el tono narrativo era más adecuado para Sesshomaru y Rin. Espero que les guste, y por favor comenten.
La Resusitada
Lobos
Hacia mediados del siglo XIV vivía en Colonia, en la actual Alemania, un rico y poderoso noble llamado Sesshomaru Taisho, era heredero de un poderoso conde y también contaba con una fortuna propia que había reunido gracias a su extraordinaria habilidad con los negocios. Aunque era muy poderoso, además de un hombre joven extremadamente atractivo, la mayoría de la gente solía evitarle, pues su carácter era muy duro, frio, e incluso hasta cruel en determinadas situaciones, tanto que muchos lo habían apodado como "el Lord del hielo" también en parte por el peculiar color de su cabello. Su reputación llego a tal punto que a pesar de cumplir casi treinta años aun no había conseguido casarse, y aunque propuestas no le faltaban, la mayoría de las jóvenes solían asustarse de él, o incluso los padres terminaban por romper el compromiso debido a que este no era "lo suficientemente atento" con sus hijas.
Claro que eso no le preocupo durante mucho tiempo, pero cuando cumplió los treinta comenzó a inquietarse, sin una esposa no tendría un heredero legítimo, y se negaba a dejar que sus bienes, que eran bastantes, fueran a parar a manos de su inútil medio hermano Inuyasha, el cual, para colmo, tenía un carácter más agresivo que el suyo y ya estaba casado con la hija de un ministro y además se encontraba esperando a su cuarto hijo.
Una tarde de invierno iba de regreso a su casa en Colonia, la noche era oscura y había comenzado a nevar, normalmente no se molestaría en viajar con un clima así, pero tenía un negocio muy importante que resolver en los siguientes días y no pensaba permitir que el clima se lo estropease. Estaba terminado de leer un documento cuando unos ruidos fuera de su carroza le llamaron la atención, más molesto que curioso por la interrupción se asomó por la ventana de su carroza, pero solo se oían los aullidos de una manada de lobos, que seguramente andaban casando a un pobre siervo que pasaba por ahí. Bufando por su estupidez volvió a cerrar la cortina y se concentró de nuevo en los papeles, pero a los pocos metros la carroza se detuvo de golpe.
- ¿Qué ocurre? - pregunto enfadado a su conductor.
- perdone señor, algo se nos ha atravesado – mascullando una maldición bajo a ver qué era lo que bloqueaba su paso, afuera su conductor ya había bajado y apuntaba con un farolillo al camino.
- mire señor – señalo cuando Sesshomaru llego a su lado, el lord de hielo entrecerró los ojos antes de mirar, ahí, tendida en medio del camino había una joven, vestía un atuendo sencillo pero lleno de rasgaduras, sus bellos eran negros como la noche, y su piel pálida como la luna, pero lo que realmente le llamo la atención era que todo su cuerpo tenia herida, y arañazos muy profundos, algunos tanto que debajo de ellos una intensa mancha carmín crecía lenta mente contrastando con la blancura de la nieve, de los cuales el peor era el que tenía en la base de la garganta.
- debe haber sido atacada por lobos – escucho murmurar a su lacayo, desde luego era la explicación más obvia considerando la forma de las heridas y la marcha de mordiscos.
- no creo que este viva, prácticamente la masticaron – mascullo el lacayo, y estaba a punto de sacarla del camino cuando ambos escucharon a la joven gemir muy bajito, casi como un suspiro.
Sin saber porque el lord no le pareció bien dejarla ahí; y así, antes de que el lacayo pudiera ponerle un solo dedo encima, el mismo se quitó su capa, la envolvió con ella, y volvió dentro del carruaje con la chica en brazos. El pobre lacayo no supo cómo reaccionar, pero no le quedo de otra que volver a su lugar y retomar la marcha, pues enfadar a su señor era aún más peligroso que enfrentarse a un toro con las manos desnudas.
Cuando llego a su villa todos los criados observaron boquiabiertos, como el amo caminaba por los pasillos con aquella desconocida en brazos, de inmediato ordeno que prepararan una de las alcobas para invitados, también que fueran a buscar a un doctor y preparaban algo de agua y trapos limpios para atenderle las heridas a la joven. Cumpliendo a la orden en el acto los criados corrieron a cumplir sus tareas, uno de ellos, que había alcanzado a ver a la joven, bueno, una parte de su rostro y su cuello, decidió traer también un sacerdote, por si la joven moría a causa de las heridas.
Cuando el médico y el sacerdote llegaron fueron directos a la habitación designada, ahí, ellos mismos se encontraron con una extraña escena, lord Sesshomaru estaba el mismo arropando a la mujer en la cama, era algo aterrador, porque su sangre manchaba las inmaculadas sabanas, y por la forma en que él se inclinaba sobre ella parecía una especie de vampiro que sorbía la vida del cuello de su víctima.
Pasada la impresión inicial, y luego de que Sesshomaru les diera una mirada que los hizo temer por sus vidas, ambos expertos se acercaron a la joven, mientras el medico tomaba trapos mojados en agua con algunas hiervas para parar la hemorragia y limpiar las heridas, el sacerdote, que solo le dio un vistazo, comenzó a preparar todo para leerle los oleos. Ese detalle no agrado nada al amo de la casa, y sin mayor ceremonia hecho al sacerdote de la habitación, y le dijo que sí se atreviera a poner un pie dentro de nuevo o el mismo se lo cercenaría con su espada.
Después de atenderla el medico dijo que había perdido mucha sangre, tanta que estaba seguro de que para el alba estaría muerta, el sacerdote intento entrar de nuevo, pero nuevamente Sesshomaru lo hecho; nada que dijera el ministro, ni siquiera la amenaza de que si esa joven no recibía el ultimo perdón y su alma inocente se perdía en el inframundo seria culpa del lord lograron convencerlo de permitirle entrar, es más se enfadó tanto con el clérigo que solo le faltó darle una patada en el habito para echarlo de su propiedad, el pobre clero se marchó sin dejar de persinarse y diciendo que él conde se iría al mismísimo infierno por su soberbia y su crueldad; luego de eso y que el medico se marchara con una esmeralda como pago los sirvientes despejaron la habitación por orden del amo, todos se marcharon excepto él.
La joven permaneció inconsciente por cuatro días, aunque muchos pensaron al principio que no sobreviviría, poco a poco conforme pasaban los días su rostro volvió a adquirir color, y dejo de ser pálido como el de una muerta. Pero no era la milagrosa recuperación lo que tenía a los habitantes de la mansión asombrados. Sin ninguna explicación, o motivo aparente el amo de la casa había permanecido en esa habitación hora tras hora y día tras día. De tal modo que cuando la chica abrió los ojos lo primero que vio fueron los ojos dorados de lord Sesshomaru.
Aunque nadie sabría este detalle hasta muchos años después, en aquel momento en que los ojos de ambos se conectaron algo ocurrió, era como si se conocieran de toda la vida; para Sesshomaru esos ojitos color avellana eran algo que jamás vio, no había nada de lo que estaba acostumbrado a ver, no había temor, no había ambición, malicia, o lujuria, solo curiosidad; no era algo nada normal, desde pequeño los adultos y otros niños lo habían mirado con cierto recelo. Mientras que para la joven esos ojos como soles eran algo fascinante, de por si el color dorado de la familia Taisho era muy inusual, la mirada de Sesshomaru, a la que mucha gente temía, a ella le parecía casi adictiva, mostraba fuerza, decisión, era la mirada de que alguien no tenía miedo a nada, pero ella pudo detectar algo mucho más profundo, aun con toda esa fortaleza, ese hombre estaba solo y sufría por ello.
- despertaste – dijo luego de que los ojos le picaron a causa de no parpadear, la joven dejo de mirarlo un solo segundo para mirar a su alrededor, pero luego su atención se volvió completamente te a su anfitrión.
- incorpórate – no fue una petición, fue una rotunda orden, pero la joven no pareció incomodarse por ello, ni tampoco por estar sola en una habitación con un hombre. Intento levantarse, pero sus heridas le dieron un horrible latigazo de dolor en todo su cuerpo, pero aun así siguió intentando.
- déjalo, está bien – le dijo cuando la vio hacer muecas de dolor, pero su persistencia a obedecerlo le llamo la atención, ella volvió a dejarse caer en el almohadón, con sus ojos siempre sobre él.
- nombre – ordeno Sesshomaru, quería saber quién era esa joven, no sabía porque, ni siquiera se sabía los nombres de sus criados, solo cuando estos llevaban más de 6 años trabajando para él era que se molestaba en aprenderlo, pero dado su carácter y lo quisquilloso que era con sus cosas la mayoría tenia suerte de llegar a mantener el empleo por un año.
- gghhhhiiii – fue su respuesta, la miro con los ojos entrecerrados, era como si un gatito le hubiese bufado.
- repítelo claramente – le ordeno, la joven volvió a abrir la boca, pero apenas y pudo pronunciar un ronco jadeo.
- veo que no puedes hablar – bufo Sesshomaru con cansancio, se levantó de la silla donde estaba sentado, fue hasta un escritorio que había en la habitación y tomo una pluma, tinta y pergamino.
- escríbelo – volvió a ordenar al poner las cosas a su alcance, la chica miro los instrumentos como si fueran algo mágico, estiro la mano para tomar la pluma y sin querer derramo la tinta sobre todo el pergamino y la cama, para Sesshomaru era claro que no sabía cómo usarlo, así que no sabría escribir, bueno, siendo justos casi nadie sabía en esa época. Algo exasperado hizo sonar una campana, una criada entro casi al instante.
- limpia este desastre – ordeno señalando el reguero de tinta, en ese momento un gruñido se escuchó en la habitación, un vistazo a la joven, que tenía las manos sobre su estómago fueron explicación suficiente para el lord.
- has que le manden algo para que coma – la criada asintió efusivamente antes de marcharse corriendo para cumplir las órdenes de su señor.
- bien, te quedaras aquí hasta que te recuperes – le dijo a la joven, ella le sonrió dulcemente.
- más te vale que no me estorbes, porque no dudare en echarte – apestar de la amenaza la sonrisa encantadora de la chica no menguo ni un poco, parecía más que complacida con el hecho de poder quedarse ahí. El lord se marchó de la habitación, ya había pospuesto sus negocios lo suficiente, pero lo que no sabía era que esa mujer causaría más cambios en su vida que un simple cambio en su itinerario.
