Uno[en la frente].
Era un recuerdo tan efímero, nunca se había detenido a pensar en él. Era algo que hace mucho tiempo había decidido guardar en el fondo del placard.
¿Por qué? Bien, no tenía idea.
¿De qué trataba exactamente? De su primer beso. De acuerdo, era el primero que contó de niña (alguien que no era su madre o su padre. ¡Ah! Inocencia).
Estaba sentada en el parque, leyendo algún estúpido libro acorde a su edad con dibujos que parecían estar hechos por un niño de preescolar, cuando un balón, arrojado con exagerada fuerza, golpeó su frente.
Lo siguiente que recordaba era un niño con cejas enormes besando su frente mientras murmuraba un "lo siento". De camino a casa le contó alegremente a su madre que había dado su primer beso (más bien que la habían besado).
Era algo bonito que ahora, detestaba haber ocultado en lo más recóndito de su mente.
Sakura se preguntaba si Lee recordaba su primer beso.
Dos [en la mano].
Sasuke no era el tipo de persona que te regalaría rosas, estaba segura que jamás en su vida había tenido un gesto lindo con alguna chica.
O que haya estado con una.
Quizás era meramente por su egocentrismo, o tal vez porque no sabía como expresar aquello que para ella era tan fácil de mostrar.
Por eso cuando el muchacho Uchiha tomó su mano y la beso de forma cálida, casta, Karin no dijo nada.
Eso era más de lo que podía desear en aquél momento, más de lo que alguien obtuvo de él en esos años, más de lo que podía expresar en palabras.
La quería.
Tres [en la mejilla].
Era una razón estúpida, algo típico, algo inevitable que se haga en cada despedida, y aún así, él se emocionaba.
Su corazón amenazaba con salirse cada vez que los labios de la hermosa Yamanaka rozaban su mejilla de forma tan inocente.
Y quizás no era algo importante realmente, porque sólo era algo que ella hacia en cada despedida.
Pero Sai era feliz, nadie podía quitarle esos besos.
Cuatro [en la comisura].
Había sido tan rápido, tan efímero, tan hermoso. Algo torpe, lleno de inexperiencia, pero de todas formas había sido bello.
—Lo siento —murmuró el rubio, rascando su mejilla de forma nerviosa, evitando hacer contacto visual con la de ojos perla.
La comisura de sus labios hormigueba, y realmente no le importaba si no había sido uno de esos besos de las novelas que Ino le hacia leer. Se había sentido así, y definitivamente, Hinata era feliz en ese momento.
No le importaba si Naruto no entendía la sonrisa que adornaba su rostro.
Cinco [En la boca].
Estaba mal, o eso sentía. Temari solía decirle que era natural, que todos llegaban a sentir atracción por alguien en algún momento.
Pero se sentía mal, era impropio de él. Deseaba no pensar en los labios de aquella inocente castaña que alguna vez fue su alumna.
Deseaba besar a Matsuri, deseaba que ella quisiera lo mismo, y una parte de él, deseaba tenér el valor de hacerlo algún día.
Seis [En el alma].
Le dolía, siempre, cada noche tras su muerte, cada vez que lo recordaba.
Neji había dejado una marca en ella que nadie podría borrar, algo que no podría quitarse aunque quisiera.
No sólo había besado cada parte de su cuerpo, no había sido sólo sexo, o entrenamientos vacíos y estúpidos como podían creer los demás.
Había tocado y besado su alma de forma dulce, con cariño, porque se habían entregado uno al otro en todas las formas, en silencio, a espalda de los demás.
Dolía, porque no podría borrar eso, porque él nunca pudo saber lo mucho que lo amaba, porque ya no volvería a tener su alma junto a la suya.
