Bueno, mi primer fic publicado en Fan fiction. Espero que les guste. Se lo dedico especialmente a mis amigos Chibi Wargy y Lady of Knights, quienes se lo leyeron de principio a fin y me comentaban todo sobre él.

-Editado-

Arreglados varios de mis defectos a principios de mi tiempo como escritora ^^U


¡Vamos por el místico objeto!

1.- ¿Quedarse o correr?

-Bueno… ¿Y ahora qué?

-Pues…no sé…

Ambos digimons se quedaron mirando en todas direcciones, sin saber donde estaban, ni a donde ir. Agumon se rascaba la punta de la nariz. BlackAgumon se limitaba a buscar algo con la mirada.

-Pienso que…

-…

-Pienso que deberíamos empezar a caminar-sugirió Agumon.

-Pero hacia dónde.

-Derecho ¿No?

BlackAgumon se encogió de hombros. Como tampoco tenía una idea, prefirió eso a seguir allí paradotes y esperar a que algún digimon apareciera y los atacara. Empezaron a andar.

Miraban el cielo, como si esperaran a que la ayuda les cayera de allí. Agumon seguía rascándose la punta de su nariz. Le picaba desde hacía días, y era una cosa incesante y molesta. BlackAgumon recordaba lo que les había dicho ese digimon blanco, con una peculiar armadura blanca y lunitas en las botas…

-He perdido un objeto muy valioso para mí mientras sobrevolaba el digimundo. He pedido ayuda a varios digimons, quienes ahora también le buscan. Si lo encuentran, les prometo un obsequio único y especial.

-¿Qué crees que…?-iba a preguntar BlackAgumon, cuando lo interrumpió su hermano.

-Espera…ya casi lo tengo…-tenía un ojo apretado y la garra muy metida en su fosa nasal.-

¡Es enorme!

-¡¡AAAGGG!! Agumon, ¡Eres asqueroso!

-Pero si…-dijo sintiéndose mal.

-¡Saca esa mano de ahí!-le dio un leve golpe en la mano y ésta salió de la nariz de Agumon, vacía.

Agumon movió un poco la nariz. Aún le molestaba algo dentro.

-¡¡¡TONTO!!! Ya lo tenía pescado, ¿Nunca has tenido un moco del tamaño de una manzana metido?

-Claro que no…-BlackAgumon se estremeció al pensar en una cosa tan asquerosa.

Agumon siguió rascando su nariz por encima. Su hermano oscuro volvió a retomar lo que estaba diciendo.

-¿Qué crees que sea "el místico objeto"?-dijo, haciendo con sus garras las comillas para darle efecto y llamándole "místico objeto".

-Tal vez sea uno de esos que usaban los niños elegidos.

-Pero…-repasó con su memoria aquellos dibujos de los libros y marcas en las cuevas ancestrales.-Han venido muchos niños elegidos al digimundo, y todos portaban objetos distintos.

-Sólo era una idea.

Continuaron avanzando. Aún no se avistaba nada, excepto grandes montañas de roca y algunas nubes.

El día anterior les había ocurrido la cosa más extraña de sus cortas vidas.

Mientras vagaban por el digimundo sin un rumbo fijo, una enorme columna de luz descendió, y en ella se enmarcaba una figura. Ninguno de los dos supo describir qué digimon era, pues nunca en su vida lo habían visto. Éste habló con voz serena y benévola. Les contó sobre el Místico objeto que se le había caído en el digimundo, y que había encargado a varios digimons de corazón puro que lo buscaran. Entre ellos, estaba ese par de hermanos.

"Si lo encuentran, les prometo un obsequio único y especial…"-había dicho.

Movió aquello que parecía un bastón y la columna de luz comenzó a borrarse y a ascender nuevamente. Sólo alcanzaron a notar ciertos rasgos en el digimon: dos lunas en sus piernas, lunas en sus hombros y aquel bastón.

-¿Dónde se esconderá…?

-¿Qué? ¿El digimon blanco ese o el místico objeto?

-El místico objeto. Si lo encontramos, de seguro ese digimon blanco aparecerá solo-BlackAgumon estaba lleno de dudas.

-Pienso que esta búsqueda fue una gran tontería.-Agumon ya tenía la punta de la nariz roja.

-¡¿Eh?! ¿Por qué lo dices?

-En primer lugar, no sabemos si ese digimon es confiable; ¿Qué tal si usa este "místico objeto" para el mal? En segundo lugar, no sabemos ni dónde buscar la cosa esa. Y en tercero…-ahora se rascaba impacientemente con ambas manos-si lo encontramos… ¿Cómo sabemos que es ése? Ni siquiera nos dijo cómo era, o qué era. Tal vez hasta lo pasemos por encima y no sepamos qué es.

BlackAgumon puso cara preocupada y evaluó todo lo que su hermano le dijo.

-Puede…que tengas razón…-después lo pensó de nuevo.- ¡No! Por lo general tú siempre te equivocas Agumon, no eres el más pensante de los dos que digamos.

-¿Me estás diciendo que soy un descerebrado?

-Hum…-BlackAgumon miró en otra dirección y se cruzó de brazos.

-¡Ajá! ¿Con que esas tenemos no?-molesto, el digimon naranja se abalanzó sobre el oscuro, y una enorme nube de polvo se levantó, mientras los digimons tenían una de esas típicas peleas que les daba cada vez que uno de los dos perdía los estribos.

Sin que se dieran cuenta, una camioneta venía a lo lejos. Levantaba polvo, y además traía todo el volumen de la música. Se acercó rápidamente, y en un segundo, estuvo al lado de los dos Agumon peleadores.

El conductor se quedó mirando la escena.

"¡Estos digimons están muy concentrados en pelear, ni siquiera me han visto llegar!"

-¡Eres un canalla!

-¡Y tú eres un bebé llorón! ¡Siempre te quejas por todo!

-¡Apenas eres mayor por unos segundos!

La música seguía sonando fuertemente. Un rock muy movido por cierto. Pero los dos digimons en el suelo no lo escuchaban para nada.

El conductor seguía mirando a la pareja discutir y golpearse. Se bajó los lentes oscuros y miró por sobre ellos. Acto seguido, tomó el micrófono que estaba en el asiento de al lado y lo conectó a los parlantes. Lo probó con los dedos primero, y luego le bajó un poco a la música.

-¡HOLA HOLA! ¿A qué viene esta pequeña pelea de pequeños digimons?

Ninguno de los dos Agumon lo escuchó. Seguían peleando acaloradamente.

-Ejem…-el conductor del vehículo se bajó, apagó la música, le subió lo máximo al micrófono, y con su tono más alto gritó-¡¡HEY ENANOS!! ¡¡ ¿POR QUÉ PELEAN?!!

Agumon y BlackAgumon dieron un feroz salto causado por el miedo de aquel estruendo y luego cayeron separados al piso. Temblorosos ante el susto recibido, miraron al recién llegado con un signo de interrogación en sus caras.

Los lentes oscuros brillaron bajo el aplastante sol de aquel día, mientras los dos digimons se preguntaban qué debían hacer ahora.

Quedarse o correr…

Continuará...