Ciaossu~~
Este es el inicio del premio para Anle-chan por el concurso de San Valentin (tengo tanto sueño que no sé si estoy diciendo algo incoherente o no xD todo lo que diga está expuesto a errores), el punto es que... Bueno, es un Mukuro x Chrome! Y el primero que hago, así que estoy nerviosa :s. Se supone que es un one-shot, pero como quizás haga capítulos cortos y no hay que confiar cuando yo digo: esto será un OS, quizás tenga un poco más de capís. Se puede decir que pseudo-semi-Au, considerando que voy a cambiar algunas cosas y me estoy inventando un montón de cosas xD
Los niños corrían de un lado a otro, divirtiéndose con sus juegos infantiles, llenando de vida el patio, un grupo de niñas se sentó a colorear, otras intercambiaban muñecas o saltaban la cuerda. Solo había una persona que permanecía al margen como si fuera invisible.
—Nagi, ¿no quieres ir a colorear? —preguntó la maestra, preocupada por la introvertida niña.
La pequeña movió la cabeza de derecha a izquierda sin levantar la vista del suelo. No tenía ganas de correr, tampoco era buena pintando y no había traído muñecas, en realidad tampoco le llamaba mucho la atención hablar con el resto de su grupo.
—Podrías hacerle un lindo dibujo a tu madre —insistió la maestra.
La niña volvió a negar, a diferencia del resto de las madres, la suya en particular no se veía especialmente atraída por los dibujos de su hija, siempre acababan tirados por ahí, hasta que la empleada llegaba a hacer el aseo y los tiraba a la basura. Al principio ella almacenaba los dibujos pensando que su patrona podría quererlos, pero luego de que ésta se molestara por encontrar tanto papel acumulado en su escritorio, decidió tirarlos y ahorrarse problemas.
Era una vida solitaria, pasaba por el lado de la gente sin que nadie le prestara mucha atención a su presencia, como si no estuviera ahí, como si solo fuera una silueta pasando, una ilusión andando por ahí, tarde o temprano desaparecería por completo.
En casa tampoco había nadie, sus padres trabajaban todo el día concentrados en llegar al éxito, no tenía hermanos, mascota y de vez en cuando contaba con la compañía de Mizuki, que venía a hacer el aseo dos veces por semana.
No tenía ningún hobbie en particular, a su corta edad llevaba una existencia particularmente vacía.
Fue en una tarde bastante fría cuando lo conoció, a pesar de que la calefacción estaba encendida dentro de su casa, aún así el frío era insoportable. Se asomó por la ventana preguntándose si quizás podría ver nevar. Entonces lo vio.
Había un niño frente a su casa.
Nunca había tenido tacto con la gente, rara vez hablaba con alguien, pero antes de poder meditarlo mejor se encontró a si misma corriendo hacía la puerta lo más rápido posible.
Cogió una manta de su cuarto antes de salir y la usó como capa, pudo haber tomado un abrigo de su armario, pero confiaba más en la manta, pues el muchacho era más alto y probablemente ninguno le quedara bueno. Una manta lo cubriría perfectamente.
Una voz débil le recordó las advertencias de sus padres: no salgas de la casa, pero fue un recuerdo tan ínfimo que no tuvo la suficiente fuerza para detenerla.
Salió de casa. El chico de cabello púrpura continuaba en el mismo sitio, observando con rencor lo que tenía frente a él, sin embargo un poco de sorpresa se cruzó por sus ojos bicolor cuando vio que alguien acababa de salir.
—Y-Yo... —Nagi comenzó a tartamudear, se había acabado todo el impulso de motivación inicial ahora que no sabía bien que decir.
—Kufufu~ Dime, tú vives en esa residencia —inquirió el niño. Ella asintió con la cabeza.
Luego, rápidamente mientras intentaba controlar el temblor de sus manos, pasó la manta por detrás del desconocido, protegiendo su cuerpo del frío. Las ropas de aquel niño estaban en deplorable estado, roídas en algunos bordes, de seguro estaba sintiendo con mucha más intensidad las bajas temperaturas.
—¿Y esto? —inquirió, señalando con burla y sorpresa el pedazo de tela que ahora lo cubría.
—Protege del frío y de los monstruos —afirmó Nagi.
—¿Monstruos? —repitió.
—Si te cubres con ella por completo en la noche los monstruos no podrán hacerte daño.
Mukuro contuvo la risa, quizás él era un poco "monstruo", tomando la definición fantástica de la palabra. Decidió seguir el juego.
—Kufufu ~ si yo me quedo con ella, ¿quién te protegerá de los monstruos a ti?
Nagi lo consideró un momento, pero no encontró respuesta.
Mukuro volvió a reír, le había agradado esta niña.
—No te preocupes, querida Nagi.
Ella asintió conforme, al ver que él se arropaba mientras caminaba lejos de casa. Entonces se dio cuenta de algo: ¿Cómo había adivinado su nombre? No recordaba habérselo dicho en ningún momento.
Como dije, es corto. Más adelante revelaré por qué Mukuro estaba fuera de la casa de Nagi/Chrome
Besos!
