Bien lo prometido es deuda. Aquí está la continuación de Bajo la Luna. Espero les guste.
Aviso, habrá insultos, sangre y un poco de referencias a cosas para mayores de 16, si no te sientes cómodo no lo leas porque pienso agregar escenas algo subidas de tono a partir de ahora.
Saludo Keila.
Mikey tenía una vista asombrosa desde el techo de la casa, podía ver los establos desde allí. Alice y Tom estaban allí, riendo. Sintió un extraño nudo en el estómago y miró hacia otro lado, hacia el granero.
El sol del atardecer teñía de colores cálidos y fríos el cielo, el otoño estaba llegando a su fin.
Luego de la charla con Nicole y Jayson, Lía le había dicho que volviese a la casa si quería, que tenía que hablar a solas con su abuelo, Mikey no se lo había pensado dos veces, necesitaba poner en orden sus pensamientos.
El peligro del que hablaban no era algo en concreto y eso era lo que le preocupaba más a Mikey, ¿Estaría su familia en peligro?
La pregunta lo hizo detenerse, sus hermanos….No sabía cómo sentirse al respecto, aún tenía pesadillas sobre ellos, pesadillas en las que sus hermanos lo entregaban a Destructor, pesadillas donde gritaba por ayuda pero ellos reían y decían cosas crueles.
Recordaba cómo le habían puesto algo en el jugo.
Recordaba como lo habían llamado traidor
Recordaba como lo habían insultado por no poder pelear.
Mikey volvió su cabeza hacia los establos, Alice, con su larga melena negra estaba sola, mientras que Tom se dirigía a la casa, Alice alzó la mirada y ambos se encontraron por un segundo antes de que ella echara a correr a la casa.
Recordó cuando Tom y él jugaban en el entrenamiento.
Recordó a Alice y a las demás gritarles por el desorden que los chicos causaban.
Recordó todas las comidas que compartieron juntos.
Recordó la sonrisa en los rostros de cada uno de sus amigos.
Este era su nuevo hogar, su nueva familia. La que él había elegido y ellos lo habían elegido a él, pero Splinter, Leo, Donnie y Raph seguían siendo su familia, su padre y sus hermanos. No podía dejarlos.
El corazón se le encogió, deseaba poder quitarse la horrible sensación de que les estaba traicionando queriendo quedarse aquí al menos un poco más.
-Hey- dijo la suave voz de Alice-¿Todo bien?
Mikey se volteó a verla, ya la había sentido pero pensó que volvería a dentro. La observó mientras se sentaba a su lado, su cabello le había crecido hasta la espalda, sus ojos marrones habían adquirido un brillo plateado, al igual que los de Lía o él mismo, y había crecido un poco, su cuerpo estaba más….fortalecido. No sabía cómo explicarlo pero era claro que sus encantos femeninos habían crecido.
Ahora llevaba ropa del clan, la mayoría de las veces todos la llevaba cuando tenían tareas que las requerían pero Mikey llevaba, en aquel momento, unos vaqueros gastados con una camisa blanca y botas de campo, toda su ropa se la habían proporcionado Tyler y Mark, lo único que conservaba de su vida anterior era su bandana naranja que ahora tenía en la mano. La chica se sentó a su lado.
-Hola Al- saludó y le dio una sonrisa débil- Si, solo han pasado muchas cosas, hoy ha sido un largo día.
-Y que lo digas- se masajeo el hombro- Lía me pidió que la cubriera con los transportes de la comida para el refugio, esa chica debe de tener una paciencia de acero.
-Si Ty me dijo que era difícil- respondió con una sonrisa.
El refugio era un gran edificio, con una gran sala para comer y cientos de habitaciones, les habían instruido en que el Clan solía aceptar a cualquiera que pidiera ayuda en el invierno o cualquier estación. Mark le había contado, mientras ambos cortaban madera, que siempre había muchos cachorros que lograban escapar de sus manadas y buscaban protección en el Clan.
-Solo hay siete clanes poderosos en Estado Unidos pero junto a los sureños aliados solo somos dos clanes quienes aceptan refugiados.
Mikey había tomado los troncos con un brazo y lo miró.
-¿Y vienen muchos?
-Bastantes más de los que pensarías- dijo Mark con los labios apretados- Muchos son cachorros impuros.
Mikey volvió a observar el granero, había estado allí con Aiden, cuidando de los animales, bromeando, entrenando juntos. Aquel lugar, aquella casa guardaba momentos preciosos para él.
-¿Es hermoso verdad?- preguntó Alice siguiendo su mirada- Cada vez que veo esto, sigo preguntándome cómo fue que mi vida llegó aquí.
-Es hermoso- rectificó Mikey- Recuerdo cuando vivía en Nueva York junto a mis hermanos, miro hacia atrás y no puedo quitarme la sensación de todo lo que me he perdido.
-Lo mismo- ambos se miraron- Recuerdo mi vida pasada y es una basura comparada con esta libertad, esta vida que elegí.
Se mantuvieron en silencio por un momento, el aire era fresco pero era hermoso y, casi, necesario para Mikey. La sensación de libertad que le producía le hacía sentirse lleno.
-¿Cómo fue que llegaste aquí?-le preguntó Alice luego de un rato.
-Ya te lo he contado Al- respondió Mikey- Miles de veces.
-Me contaste como conociste a Lía- señaló Alice- Pregunto cómo llegaste a ser lobo.
Mikey rio y volvió a mirar al horizonte.
-La luna me eligió- respondió- El día que me convertí….Estaba con mis hermanos, tuvimos una pelea y me fui, el resto ya te lo conté.
Silencio.
-Bueno- comenzó Alice- Yo llegué aquí porque mi madre era loba, mi padre no lo era.
-No tienes que decírmelo- la cortó Mikey mirándola preocupada.
Alice se miró las manos, delgadas y pequeñas a comparación de las de Mikey o Lía. Sus ojos marrones brillaban con determinación pero Mikey notó la tristeza tras ellos.
-Quiero hacerlo- replicó- Quiero contarle a alguien, liberarme de este peso. Confiaste en mí para contarme parte de tu pasado, Lía y Tyler confiaron en mí y ellos lo saben, quiero contártelo si quieres oírlo.
Mikey hizo silencio por un instante, solo un instante, antes de sonreírle con ternura.
-Quiero- murmuró y el viento la arrastró lejos.
Lía no recordaba mucho a su familia biológica, solo tenía trozos sueltos en su memoria.
Su abuelo le aseguraba que se parecía a su abuela, su cabello rojo era como el de su bisabuela, los ojos eléctricos eran otra cosa, porque ninguno de sus padres lo tenía.
Ahora, mientras preparaba una de las tantas camas en el refugio, pensaba en lo mucho que había extrañado a su abuelo. Era su familia de sangre, lo tenía a él y se preguntaba si no extrañaba a su esposa y su hija, se preguntó, por un momento, si el verla le dolía.
Se preguntó si la abuela le había dicho lo de Salia.
-Bien hecho- dijo la voz de su abuelo, Lía no necesitaba verlo para saber que estaba en una de las camas- Siempre me sorprendió lo bien que tiendes la cama.
-Tampoco es que sea una ciencia- respondió mientras se levantaba, observó a su abuelo, su cabello oscuro estaba corto, llevaba la ropa del clan, ropa básicamente hecha para lobos que resultaría algo…medieval- ¿Cómo te fue en Europa?
-Los vientos de Venecia son bastante refrescantes- respondió haciendo que Lía sonriera un poco mientras salían- Te he traído recuerdos.
-Gracias.
Salieron del refugio, charlando animadamente sobre las andanzas de Jayson en Europa, Lía estaba feliz de verlo.
-No puedo creerlo- estaba diciendo mientras caminaban por el campo de entrenamiento- A tu edad y todavía ligando, si alguna vez consigues a alguien no me traumes por favor.
-Oh vamos- dijo su abuelo sonriendo- a las únicas chicas permanentes en mi vida son Nicole y tú cielo.
-Ugh abuelo eso sonó fatal- se quejó.
Rieron, hasta que Lía vio a Kirian ir hacia ellos junto a Salia. No dejó que su abuelo viera que se sentía incómoda. Su rostro continuaba tranquilo, su postura igual pero el corazón le latía fuerte.
-¡Jayson!- exclamó sonriente y luego se dio cuenta que estaba Lía y la expresión cambió- Lía. Me alegro que hayas vuelto.
Salia miró a Lía y esta la ignoró.
-Veo que esta es la chica de la que Nicole me habló- dijo mirando a Salia- Espero que demuestres tu valía para este Clan jovencita.
-Si señor- respondió con suavidad.
-Si me disculpan tengo que terminar algunas tareas- se apresuró a decir Lía, le sonrió a su abuelo- Nos vemos después.
Y se fue de allí, con paso algo apresurado, pero aparentado tranquilidad ante todo.
