Nota de autora: Este fic y sus personajes están basados en la saga de libros "Cazadores de sombras" de Cassandra Clare.

Ser el Gran Brujo de Brooklyn te brindaba una vida maravillosa llena de privilegios, glamour y alto standing pero también tenía sus desventajas como por ejemplo la envida que despertabas en aquellos que querían ser como tú y que jamás lo lograrían, o que debido a tu inmortalidad hubieras tenido centenares de parejas y esto molestase a tu novio hasta tal punto de llevarle hacer una locura y terminar rompiendo vuestra relación. Después de meses deprimido por haber perdido a su querido Alexander Magnus decidió centrarse solo en las cosas positivas que le ofrecía la vida: volvió a los excesos, fiestas, amigos y noches de pasión.

La última fiesta que organizó fue de las mejores, no recordaba nada de lo sucedido la noche anterior pero todo indicaba que había sido formidable. Se despertó con un dolor de cabeza insoportable y completamente desnudo junto a su actual novia Laurie Ness. El mobiliario de la habitación estaba destrozado y sus ropas decoraban el suelo, por lo visto la velada terminó tal y como a él le gustaba: con una buena noche de sexo.

A diferencia de otras resacas que había tenido el dolor de cabeza no estaba desapareciendo con el paso de las horas, es más tenía la sensación de que estaba empeorando, y por más que se esforzaba no lograba recordar absolutamente nada, tan solo que había muchísima gente en el Pandemónium y que todo el mundo quería su atención.

-¿Recuerdas algo de anoche?- Le preguntó a Laurie.

-Por supuesto mon amour- le contestó con su sensual acento francés- fue una noche mágica. Todos nos admiraban y envidiaban… todos te aman mi poderoso Gran Brujo... pero solo yo puedo tenerte- le mordió sus carnosos labios. –Casémonos-.

-¿Qué?- Atónito.

-¡Sí! Hagámoslo. Te adoro Magnus y adoro la vida que me das.

Casarse eran palabras mayores, significaba entregarse de por vida a alguien en cuerpo y alma y no sabía si sería capaz de hacerlo, no después de lo de Alec porque lo que sintió por el joven nefilim fue único y especial, nadie más le despertó esos sentimientos. ¿Sería justo casarse con alguien sin sentir eso tan especial? Afortunadamente el timbre hizo que no tuviera que contestar.

Visitas. Desde que corrió el rumor de que había roto su relación con Alexander Lightwood todo el mundo quería arrimarse a él, así que las visitas se habían convertido en algo cotidiano. No es que le molestase simplemente es que a veces echaba de menos esos momentos de tranquilidad que Alec le ofrecía, como por ejemplo cuando se pasaban tardes enteras tumbados en el sofá leyendo un libro o mirando una película, en pijama o directamente en ropa interior, acariciándose tiernamente sin necesidad de maquillaje, gomina o falsas apariencias. Sin la necesidad de tener que hacer cenas copiosas con invitados casi cada noche. Sin la necesidad de tener que ser el Gran Brujo de Brooklyn las 24 horas del día y poder ser simplemente Magnus Bane, una persona como otra. Pero esa noche nuestro brujo no tenía el cuerpo para fiestas.

-Rápido, los Kelly ya han llegado. Le he dicho a Betty que les atienda que inmediatamente iremos.- Laurie le hizo contratar a tres asistentas (aunque él pensaba que no era necesario) para tener la casa bien atendida todo el día y así ellos no tener que hacer absolutamente nada de las tareas del hogar.

-No me encuentro muy bien. Les iré a saludar y volveré a meterme en la cama.-

-¿Perdona? No puedes hacer esto. Hace tres semanas que quieren venir hacer el vermut con nosotros. Tenemos que actuar como los elegantes anfitriones que somos y hacer acto de presencia. LOS DOS- remarcó. Magnus se vio obligado a asistir pero tuvo la cabeza aturdida todo el tiempo.

Tres días después no solo no había mejora de esa "resaca" sino que se sentía peor. Se lo explicó a su amiga enfermera que le fue a visitar de inmediato.

-¿Y cuando empezaron los síntomas?- Le preguntó Catarina Loss.

-Hoy es el tercer día- le contestó Bane.

-Vaya, estás acatarrado. Entonces dices que estás usando tu propia magia para sanarte y no funciona… iré en busca de algún remedio. Para otro subterráneo la medicina mundana serviría pero tú eres demasiado poderoso.-

Esa misma tarda la azulada bruja volvió con una extraña poción que sabía a leche agria pero que no hizo mejorar a Magnus, es más ahora empezaba a experimentar una sensación de debilidad que jamás antes había sentido. Ni Catarina ni Tessa Gray fueron capaces de averiguar que le estaba sucediendo a su amigo y no les quedó otro remedio que acudir a los Hermanos Silenciosos que poseían antiguos libros sobre enfermedades del submundo. Horas más tarde uno de ellos fue a visitarle pero no iba solo, Alec le acompañaba.

-Alexander- se asombró el brujo al verle entrar, y por un instante se perdió de nuevo en esos intensos y enormes ojos azules haciendo que ya no se sintiera enfermo.

-Hola ¿Cómo estás?- Respondió tímidamente y con los ojos iluminados.

Desde que rompieron esa era la primera vez que se volvían a ver. El nefilim lo estuvo llamando infinidad de veces pero Magnus no quiso hablar con él hasta que el final Alec se dio por vencido y aceptó que había perdido al amor de su vida para siempre.

-Según dicen estoy enfermando ¿Qué haces tú por aquí?-

-Me enteré de que estas acatarrado… esto es una enfermedad mundana… un brujo como tú no tendría que tener este tipo de cosas. Solo quería saber como estabas. –Preocupado de verdad.- Siento incomodarte… tendría que haberte preguntado antes de venir… quizá no tendría que estar aquí, lo siento, ya me voy…-

-¡No!- le frenó el brujo rápidamente – Gracias por la visita. Siéntate por favor- mostrándole el sofá mientras que el Hermano Silencioso le sacaba muestras de sangre, saliva, piel y pelo.

Alec se sentó en el sofá que estaba junto al de Magnus mirando detalladamente todo lo que le hacía el Hermano Silencioso a su ex.

-No te dolerá- le dijo al brujo intentado calmarle cuando le iban a pinchar.

-Lo sé- sonrió, Alec seguía siendo lo más adorable que jamás había visto-no es la primera vez que me pinchan-.

-Toma, es para ti- le alargó una bolsa con un termo dentro. –Es una infusión que me preparaba Hodge cuando estaba enfermo. Te irá bien.-

-Gracias Alexander- se sonrieron mutuamente con melancolía. Como siempre pasaba cuando estaban juntos, estaban tan inmersos el uno con el otro que no se dieron cuenta de que Tessa y Catarina les observaban emocionadas y que Laurie Ness acababa de entrar en el salón. Se acabaron las sonrisas de adolescentes enamorados.

-¿Cuándo va a recuperarse?- Preguntó Laurie- Para pasado mañana tiene que estar bien ya que he organizado una fiesta para anunciar que nos hemos prometido-.

Magnus frunció el ceño: no recordaba haber aceptado esa petición de matrimonio, pero como solía hacer cuando Alec estaba allí sus necesidades quedaban en segundo plano atendiendo primero las del nefilim que parecía que le habían dado una puñalada en el corazón. Seguía igual de transparente con sus emociones como siempre.

-Yo… debería irme- informó sin levantar la vista del suelo, y se fue.

Eran las 6 de la mañana y debido al mal estar de su cuerpo no podía dormir. En otras circunstancias hubiese estado de mal humor pero después de la visita del nefilim no podía quitarse esa sonrisa de la boca. A las 7:30 no pudo contenerse más y le mandó un mensaje agradeciéndole la visita y la infusión y explicándole que eso de la boda fue idea de su novia y que ni habían tenido tiempo de sentarse para hablarlo. Esa misma tarde el joven Lightwood volvía a visitar al brujo con la excusa de llevarle un nuevo termo de infusión. A partir de ese momento día tras día se presentaba en el loft del Gran Brujo para preocuparse por su estado de salud que muy a su pesar no parecía mejorar.

-¿No notas ninguna mejoría? ¿Nada de nada?- Le preguntaba visiblemente preocupado.

-La verdad es que no… me siento muy débil Alexander.-

-Pero habrá algo que podamos hacer, tiene que haber una cura. ¿Ya has comido?-

-No. No como desde ayer por la tarde, no tengo hambre.-

-Quizá es eso- desesperado por encontrar una solución- seguro que si comes te sentirás mejor.-

-Puede que tu amigo tenga razón- opinó Laurie dirigiéndose a Magnus- le diré a las asistentas que te preparen algo de cenar.-

-Les di la tarde libre, no vendrán hasta la noche- comentó Bane- ¿Me la preparas tú por favor?-

-¿Yo? Ahora no me va nada bien mon amour me acabo de hacer la manicura y no quiero que la ropa me huela a cocina. ¿Es muy urgente? Podrías esperar hasta la noche y ya cenas… Tengo una idea, te traeré un yogurt para hacer tiempo hasta que lleguen.- Magnus no se podía creer lo que le estaba diciendo.

-Yo lo haré- reaccionó Alec rápidamente y se quedó junto a Magnus para servirle y asegurarse de que se lo comía todo.

-Estaba muy rico, me siento como nuevo- bromeó el brujo e intentó hacer salir chispas de colores de las palmas de sus manos para demostrar lo fuerte que estaba, pero no salió magia alguna. Su cara era un poema.

-¿Va todo bien?- preocupado Alec al ver la cara de Magnus.

-Mis poderes- intentando inútilmente hacer magia-han desaparecido.-

-¿Qué quiere decir que han desaparecido?- Quiso saber Laurie.

Inmediatamente Alec llamó en busca de ayuda y en cuestión de veinte minutos Catarina, Tessa y tres Hermanos Silenciosos estaban en casa de Magnus examinándole para intentar averiguar que es lo que le estaba pasando. Pero no pudieron dar con la solución, Magnus Bane, el Gran Brujo de Brooklyn se había quedado sin poderes.

Continuará en capítulo 2