Personajes principales: Eliza y Alexander.
Personajes secundarios: Angélica.
Shippings: Hamliza (¡NO ME DIGAS SHERLOCK!)
Al principio sólo la apreciaba.
No es que en un principio no la hubiera querido pero no era amor, era cariño y por eso la eligió a ella para ser su esposa con sólo dos semanas de haberla conocido. Pues sabía lo mucho qué le costaba formar lazos con las personas y si logró encariñarse con ella pues es que algo tenía la dama de vestido celeste.
Sabía que ella lo amaba, que era de las que creían en el amor a primera vista por eso no tuvo miedo en pedirle su mano, el problema fue… su padre. Esa fue de las pocas veces que sintió nervios, que sintió miedo, que podía fracasar y esa idea lo aterraba y no entendía del todo porque.
Se revolvió nervioso en su asiento sintiendo la mirada de Philip Schuyler juzgándolo a el y a todas las respuestas que dió a sus preguntas. Podía sentir los oscuros y expectantes ojos de Eliza invadiendo la escena desde una esquina causándole una gracia y ternura que le ayudaban a no sucumbir a la tensión de la situación.
- ¿Y si no lo logra Angélica?.
Preguntó nerviosa a su hermana mayor.
- Pues supongo que le deberé dar a Peggy diez dólares.
Dijo con voz desganada la de vestido rosa cruzándose de brazos recargada en la pared.
- ¡Angie!.
El puchero de Eliza le causó cierta gracia a la vez que culpa. Ella fue quien le dejó ir, no tenía que hacer pagar a su hermana por eso.
- Ya, ya, Liz, el es listo y papá es un buen hombre y si no lo logra no veo motivo para que no puedan seguir juntos, tiempo al tiempo.
La abrazó frotando su hombro de forma reconfortante.
El sonido de una silla siendo levemente arrastrada tensó el ambiente.
Solo con la mirada Angélica comprobó que la mente de Alexander quedó en blanco aún cuando se puso de pie. Volteó a ver a su hermana esperado encontrarla más calmada pero la vió sosteniendo su cabello con fuerza en señal de desesperación.
- ¡Esto acaba aquí!.
Se lamentó la menor viendo a su padre avanzar hacia su novio causando leve una risa en Angélica.
Philip extendió su mano esperando que inmigrante corresponderiera, lo cual hizo temeroso. Sus ojos eran parecidos a los de Eliza, pero la dulzura que los que su novia tenía eran reemplazados por firmeza, se parecían más a los de Angélica.
- Se fiel.
Dijo con la misma firmeza pero con una sonrisa gentil asomando por sus labios.
Alexander lo miró estupefacto buscando una confirmación en sus ojos, al verlo asentir volteó sonriente a Eliza.
Sus ojos se encontraron unos segundos antes de que ella se lanzará a sus brazos con unas pequeñas lágrimas en sus ojos producto de la ahora liberada tensión. Sintió como Alexander la daba vueltas una vez en sus brazos, se sintió en el cielo.
Angélica los vió feliz y es que sabía que ella en realidad amaba a Alexander, quien lo amaba era su hermana, ella sólo quedó fascinada por él y lo sabía. Tarde o temprano esa atracción desaparecería, pero lo que nunca se iría era esa sensación de no estar satisfecha, de sentir que aunque, no era amor, Alexander y ella se complementaban y encajaban perfectamente.
Sintió una mano en su hombro, volteó y vió a su otra hermana pequeña con una sonrisa comprensiva, nunca había dicho nada pero Peggy era lista y lo había notado todo.
Angélica agradeció el gesto con la mirada.
- Me debes diez.
Dijo haciendo que Peggy borrará su sonrisa.
Eliza llevó a Alexander al enorme jardín de su patio trasero. El inmigrante escuchó atento cada palabra que salió de los labios su ensoñadora novia, hablaba de hijos, de posibles mascotas y sólo se detuvo para admirar la luna sin ver qué Alexander la miraba a ella como si fuera la más bella de las estrellas.
- Eliza — La llamó tomando su mano — Eliza, no tengo ni un dólar a mi nombre, ni un acre de tierra, ni una tropa que comandar, ni un poco de fama. Todo lo que tengo es mi honor, mi tolerancia al dolor, un par de créditos de universidad y mi cerebro de primera calidad.— dijo orgulloso haciéndola reír — ¡Qué loco! tu familia saca un lado diferente de mí, Peggy confía en mí, Angélica trató de saltarme.— Eliza volteó exaltada buscando a su hermana con la mirada pero el peregrino tomó su barbilla obligándola a verlo de nuevo — ¡Nada de estrés!, mi amor por ti nunca está puesto en duda. Conseguiremos un lugarcito en Harlem y lo resolveremos. He estado viviendo sin familia desde que era un niño. Mi padre se fue, mi madre murió, crecí incontrolable pero nunca olvidaré el rostro de mi madre, eso era real y mientras yo esté vivo, Eliza, le juro a Dios, que nunca te sentirás…
Pérdida, así la dejaba él.
En su boda Angélica dió un conmovedor discurso que Alexander no pudo apreciar en su totalidad porque aún una duda le carcomía. ¿Era esto lo correcto realmente? Es decir el quería a Eliza y le gustará reconocerlo o no el dinero de su familia le venía más que bien pero el no la amaba como ella a él, cierta persona seguía en su mente y se preguntaba si Eliza llegaría a significar tanto para el cómo esa persona.
Dejó de pensar en eso al tener a Angélica sonriente frente a él, le dió un abrazo y el correspondió pero algo le extrañó de eso.
- Estáte satisfecho.
Dijo la morena reforzando su agarre.
Fue cómo una orden, lo que dejó confundido al muchacho pues no entendía a que se refería. Comenzó a entenderlo años después, en su mente resonó la voz de Angélica.
Él nunca estará satisfecho.
Las palabras parecían querer envolver a Eliza en un abrazo.
- ¿Qué sería suficiente para ti?.
No lo entendía, el país era libre al fin y tenían un hermoso hijo (Que extrañamente se parecía a uno de sus fallecidos amigos) ¿Qué más podía querer aquel hombre? Lo amaba, pero no lo entendía.
Volteó a verla una vez más antes de abandonar la residencia. Se veía indefensa, pérdida, quiso quedarse, quiso abrazarla y besarla.
No pudo.
Esa noche, años después, él vió igual a María Reynolds, la vió igual de indefensa, igual de pérdida que Eliza cuando se marchó hace tantos años. Por eso se quedó con ella esa noche, no tuvo el estómago de rechazar a una mujer así de pérdida otra vez.
Se arrepintió.
Se arrepintió de quedarse esa noche y la siguiente y la siguiente, aún cuando seguía pagando lo hizo arrepentido y tiempo después se arrepintió de publicar aquél maldito panfleto.
Más largo que cualquier carta que pudo haberle dedicado.
"Dejarlo ir" no era una opción para el, el no era de los que dejaban ir.
- Duerme en tu oficina.
Humillada, se sentía humillada por su propio esposo pero su mirada no reflejaba eso ni la traición ni el dolor. Reflejaban una profunda decepción y… odio un odio ardiente que ningun mar de amor podría apagar ni ningún mar de lágrimas.
- Eliza…
Eliza avanzó firmemente, las huellas de lágrimas en su rostro no la hacían parecer debil, si no más fuerte, más dolida, más vengativa, más firme y severa.
Alexander comprobó en ese momento que Eliza había sacado los ojos de su padre.
- Duerme en tu oficina Hamilton.
Después de todo la había elegido antes que a ella, que a su familia.
- ¿Cómo publicar este amorío iba a arreglar las cosas? Hace falta talento para pensar un plan tan falible.
Culpa, culpa, culpa.
Cada palabra que Angélica escupía sólo hacía crecer su culpa.
- ¡Fue un acto de sacrificio político!.
Quiso justificarse frente a ella, frente a Eliza, frente a sus hijos, frente al país, frente a él mismo.
- ¡Eliza es lo mejor en tu vida! ¡La trataras bien mientras yo viva!.
Ella era su tesoro más preciado y ese tonto la había tratado cómo cualquier cosa eligiendo su estúpido legado antes que a ella. Eligió algo que nunca llegaría a ver antes que lo que tenía delante.
Y lo hizo de nuevo dejando a Philip ir a ese duelo.
Se arrepintió de nuevo.
El grito de Eliza al perder a su hijo lo destrozó y sólo ella podía sanarlo pero ella no le permitió tocarla, no aún.
La vió mirando un viejo árbol, vió su oportunidad. Se paró pocos pasos tras ella.
-Mira donde estamos, mira donde empezamos. Se que no te merezco, Eliza pero te pido que me escuches. Eso seria suficiente — ella no volteó — Si pudiera salvarle la vida. Si pudiera intercambiar su vida por la mía el estaría parado aquí justo ahora y tu sonreirías, eso seria suficiente. — miró el suelo —. No pretendo saber a lo que nos enfrentamos se que no podemos reemplazar lo que perdimos y tu necesitas tiempo — miró en su dirección firmemente—Pero no tengo miedo, se con quien me case. Solo dejame quedarme a tu lado. Eso seria suficiente.
Miró a su al rededor.
- Eliza, ¿Te gustan las afueras de la ciudad? Es tranquilo. Mira a tu alrededor, mira a tu al rededor, Eliza…
Estaba desesperado, quería oir su voz, quería ver esos ojos oscuros que amaba.
- Es tranquilo en las afueras de la ciudad.
Alexander quedó atónito al verla voltear con una sonrisa triste pero gentil a la vez con lágrimas en los ojos. Lágrimas de dolor que lograron apagar el fuego del odio.
Ninguno podría superar esto solo.
Era Eliza, su Eliza, la Eliza que amaba.
¿Amor? ¿Cuando había pasado eso?
Cuando Eliza corrió a sus brazos se dijo que no importaba el cuando.
El creyó odiar a todo el mundo, creyó no tener mas lugar en su corazón pero Eliza le demostró que se equivocó sin intentarlo.
Entendió porque Eliza usaba un vestido celeste.
Ella era un trozo de cielo.
Lo mejor en su vida y lo tuvo claro al firmar esa carta con un reservado "Siempre tuyo" que sólo ella y otra persona merecerían.
"La mejor de las esposas, la mejor de las mujeres"
Se había ese ganado título junto al lugar en su mente y corazón.
Abandonó su hogar, iba a arrepentirse por última vez en su vida.
Yo AMO a Eliza, se que escribo puro Lams pero el Hamliza también me parece una muy linda relación pero ¡ME CUESTA ESCRIBIRLO! Con John y Alex y otros personajes se me vienen solas las ideas pero con ellos no, no se porque. Esta es mi compensación a todos los que me siguen y aman el Hamliza, lo siento de verdad no se porque no puedo escribirlo, espero que esto haga que lo valga.
