Prompt: Magia

Pareja/Personajes: Aphrodi Terumi, Kishibe Taiga, Taki Sousuke, Taki Yoshiyuki –Kidokawa Seishun

Fandom: Inazuma Eleven, Inazuma Eleven Go!, Inazuma Eleven Go! Chrono Stone.

Advertencia: ¡EL OSO! ¡EL OSO! –ok, sólo a mí me da miedo el oso ese- Romance entre dos universos (¿?)

Resumen: Kishibe y compañía estaban seguros que si volvían a ver al susodicho oso, lo quemarían.

Disclaimer: Inazuma Eleven no me pertenece –si fuera mío, ah~… Kageyama y Rushe serían los padres de Hikaru. (Pensándolo así, creo que escribiré algo con eso. Lo juro)

Nota: Bien, esta idea nació cuando miraba un par de imágenes de inazuma y me encontré con una de Kishibre Ten Years later junto con Aphrodi, me nació la idea y además me servía para expresar mi consternación por ese oso que sale en el Chrono Stone (¿?)


¡Time Jump!

El Holy Road había terminado con Raimon como el ganador, el Fifth Sector había caído y ahora el fútbol se podía jugar de manera libre.

Todos los jugadores de Kidokawa Seishuu recibieron la noticia entre vitorees y aplausos, reconociendo el esfuerzo de sus anteriores rivales. Cuando se enfrentaron al Raimon pudieron ser testigos de la fuerza y unión que el equipo tenía, estaban seguros de que llegarían lejos.

—Ese partido fue épico—Yoshihiko era, por mucho, el más feliz de todos los miembros del equipo. Sus ojos brillaban y sus manitos estaban echas puños y se movían de arriba hacia abajo.

—No te muevas tanto, Yoshihiko—el hermano mayor de los Taki, Sousuke, miraba con ojos cansados a su pequeño hermano. A veces la excesiva energía del menor lo ponía un poco nervioso.

—Nii-san es muy aburrido— puso un muy cómico morro con las mejillas y apagó el televisor.

Era la quinta vez que veía la grabación de aquel impresionante juego, y aún no se cansaba.

Sabía que aún era joven y sus habilidades debían desarrollarse para estar al nivel de sus compañeros titulares, pero ver como un equipo en decadencia como lo era el Raimon en un tiempo se había levantado y había logrado derrocar a algo tan imponente como lo era el Fifth Sector, lo impulsaba a seguir adelante.

—No seas así con tu hermano, Sousuke—Izumi, quien acababa de guardar un par de balones en un contenedor acomodado al fondo de la habitación principal del club.

Taki chasqueó con la lengua y decidió ignorar a su compañero, este solo rió contrariado; pensando que si bien el muchacho había mejorado su trabajo en equipo, su actitud era algo que estaba destinado a no cambiar.

— ¿Pasa algo?—Tobisawa y Kishibe entraron en ese momento a la habitación, traían un par de archiveros llenos de hojas que sobresalían.

— ¿Más papeleo?—preguntó con mueca incrédula Izumi, su capitán asintió.

Quizá lo único malo de la caída de aquel que alguna vez había sido la máxima autoridad en el fútbol, era la gran cantidad de papeleo que tenían que hacer.

Ya no existían los SEED ni aquel extraño sistema de preferencia para aquellos que destacaban en el deporte, así que había muchos documentos que anular y nuevas fichas que entregar. El entrenador hacía casi todo el trabajo, pero los mismos miembros del equipo habían pedido ayudar con aquello.

Ahora se arrepentían, realmente no era mucho lo que hacían: sólo ordenar las fichas de los jugadores en las carpetas y revisar que las formas estuvieran en orden, pero ver tantos papeles hacían que su humor se fuera al suelo, odiosa burocracia.

—Son los últimos, o eso dijo el entrenador—Kishibe miraba de un lado a otro de la habitación, como buscando algo.

— ¿Ocurre algo?—Yoshiyuki miraba interesado hacia el muchacho de cabello azul.

—Debemos guardar esto junto al resto, ¿Dónde los puso haber puesto el entrenador?

—Hmm—Sousuke se llevó una mano al mentón, tratando de recordar— creo que los guardó en aquella gaveta.

En el fondo de la habitación, junto a la pizarra donde solían hacer las tácticas de juego había un par de gavetas en la parte superior de la pared.

—Déjenlos de una vez para que podamos ir a casa—era otra costumbre que el equipo había adquirido tras el partido contra Raimon, volvían a casa juntos –aunque el mayor de los Taki decía que aquello era muy molesto-

—No te pongas así, Sousuke—Tobisawa le dio un codazo y rió—Mejor ayúdanos con esto.

El delantero refunfuñó y avanzó de mala gana, el resto sonrió complacido.

El gabinete no era muy alto, pero aun así tuvieron que usar la punta de sus pies como base para alcanzar la manija.

Sonrieron al ver que, efectivamente, allí dentro estaban las mentadas carpetas.

—Está lleno

Kishibe trataba de mirar más a fondo, esperando encontrar algún espacio donde poder colocar las que traían.

—Sólo mételas allí.

Lo miró dudoso, aquella idea le daba mala espina.

—Luego la cerramos y ya está

Tobisawa y Kishibe se miraron entre sí, ignorando su presentimiento ambos le hicieron caso y acomodaron de mala manera los fólderes; Taki cerró el contenedor.

— ¿Lo ven? Ya está—Finalizó sonriendo— Ahora, ¿podemos irnos?

—Sí, sí—concedió el capitán.

—Al fin.

Todos tomaron sus bolsas de los sillones que estaban acomodados al lado del televisor, había un corto periodo de descanso en las actividades escolares al igual que en las actividades del club, pero ellos gustaban de ir a practicar todos los días.

El entrenador iba todos los días para poder terminar todo el trabajo que tenían pendiente, así que podían pedirle consejos cuando lo necesitaran, pero últimamente se la pasaba encerrado en su oficina.

Kishibe pensaba que era mucha presión para una sola persona. Ellos le debían mucho a su entrenador y quería ayudar, sentía que no hacía suficiente.

—Tal vez debería quedarme un poco más—comentó en el momento que se disponía a abrir la puerta. El resto le dedicó una mirada de duda— El entrenador debe estar cansado…

Sousuke bufó, últimamente Kishibe sólo decía "entrenador esto, entrenador aquello"

—Parece que estás obsesionado con él.

—No es eso—se defendió.

—Ohh, parece que a Kishibe le gusta el entrenador—comenzaron a decir los dos alvinos, Izumi y Tobisawa, las bromas entre compañeros de equipo eran muy comunes, y el tema del entrenador Aphrodi era bastante común cuando se trataba del peli azul.

— ¿Otra vez con eso?— Taiga estaba acostumbrado a aquellas bromas, en específico a aquella. Él admiraba al jugador Coreano y le había tomado mucho cariño en ese corto tiempo. ¡Pero definitivamente sólo era admiración!

—Si hasta se sonroja—ambos muchachos comenzaron a reír, incluso los hermanos Taki sonrieron: el mayor con sorna y el menor un poco divertido.

Kishibe se llevó una mano al rostro. Efectivamente, estaba un poco caliente.

Bueno… quizá le parecía atractivo… ¡Pero era inevitable!, el atractivo del rubio era innegable. Aunque por supuesto, eso era algo que no iba a confiarle ni a sus compañeros.

— ¡Que lo dejen de una vez!

Gritó, y su voz fue acompañada por el fuerte estruendo de un mar de hojas cayendo al suelo.

El aire se puso frío y los cinco muchachos giraron su rostro en la dirección del sonido, temiendo lo peor.

—Oh por Dios…

Izumi sentía que el mundo se le caía encima, el gabinete estaba abierto y ahora todas las carpetas que hubieran estado dentro de este, ahora estaban esparcidos por el suelo.

— ¡Oh no!—Kishibe corrió hasta el lugar del desastre y trató de juntar las formas, pero era inútil. Todos los fólderes estaban abiertos y todos los papeles fuera de lugar. Todo era un desastre— ¿Qué hacemos ahora?

Sentía que sudaba frío. Él deseaba ayudar y sólo arruinaba las cosas.

—Ahh, déjame ayudarte con eso—Tobisawa fue el primero en acercarse, juntaba hojas al azar y los colocaba dentro de los fólderes. Taiga lo miró horrorizado.

— ¡¿Qué haces?!

—El entrenador debe estar por llegar, ¡Tenemos que darnos prisa!

Terminó de guardar los papeles y comenzó a acomodar las carpetas en una especie de torre.

Kishibe iba a protestar nuevamente, pero algo llamó su atención. Del gabinete que aún estaba abierto, le cayó algo en la cabeza.

— ¿Pero qué…?

Era una foto, era antigua y estaba algo rota.

Iba a mirarla detenidamente, pero de manera repentina y sin hacer ningún ruido, Aphrodi entró al lugar.

— ¿Muchachos?— no ocultó su sorpresa al toparse con tres miembros del equipo en la puerta— ¿Pasa algo Kishibe?

Se movió entre los jugadores, llegando hasta donde los otros dos arreglaban las cosas.

—No pasa nada, nada—se apresuró a negar Tobisawa, Kishibe asintió secundando la afirmación. Había escondido la foto atrás de su espalda.

—Está bien…—respondió sin estar convencido, pero creía que eran cosas de niños; así que no le dio importancia—¿Qué pasó con eso?

Señaló hacia la torre de papeles, los miembros del Kidokawa sintieron un agujero en el estómago.

—Decidimos bajarlos—acotó rápidamente el capitán, sufriendo internamente por mentirle al rubio—Podían caer al suelo, ¿verdad?

El resto quiso darse un golpe en la cara mental, Kishibe era pésimo para mentir.

—Aha…

El tono del coreano daba a entender que no creía ni una palabra, pero Terumi estaba cansado, creía que si veía otra hoja más no dudaría en destruirla como solían hacer los demás con las cartas que traía Toramaru, pidiéndoles unirse al Fifth Sector.

—Bueno, entrenador—Taki intervino entonces, decidiendo que el resto de su equipo era muy inútil para hacerlo—Nosotros nos vamos.

Tomo por los hombros a Kishibe y lo empujó hacia la salida, siendo seguido rápidamente por el resto.

Terumi sólo fue capaz de ver como sus jugadores salían corriendo por la puerta, dejando una especie de nueve de polvo atrás de ellos.


—Ahh, no estuvo bien hacer eso— se lamentaba Yoshiyuki, tratando de hacer que su hermano y los otros dos alvinos le hicieran caso—Al final terminamos causándole problemas al entrenador.

Habían abandonado el club de fútbol como ama que lleva el diablo, ahora estaban a la mitad de la calle, caminando con desgano.

—Ya no sufras más, Taki-kun—Izumi le puso las manos sobre los hombros, poniendo la voz de un viejo, como si fingiera ser su padre o su maestro—Las cosas hechas no se pueden cambiar.

El pequeño sintió una gotita caerle por la frente, Izumi y Tobisawa parecían querer liberar sus culpas diciendo cosas sin sentido y su hermano mayor no se inmutaba ni un poco, estaba completamente ajeno al tema. A veces creía que los únicos realmente serios en su equipo eran su capitán y él mismo.

Y hablando de su capitán…

Giró su cabeza y lo vio, miraba un papel ensimismado.

— ¿Qué hace, capitán?

El resto del equipo volteó también, Kishibe estaba parado en medio de la vereda y veía absorto una especie de foto, se acercaron a él.'

— ¿Qué haces, Kishibe?—Preguntó Sousuke acercándose a Taiga, que al darse cuenta de la cercanía reaccionó al fin.

—Ehh, esto…—los otros jugadores –el Taki menor teniendo que ponerse de puntillas- estiraron el cuello queriendo mirar bien lo que el otro tenía en las manos: Era una foto, en efecto. Tenía los lados un poco rotos y las palabras escritas abajo ahora sólo eran una sombre borrosa.

Habían un montón de muchachos usando túnicas griegas, habían balones de fútbol a su alrededor y estaban brindando con unos vasos llenos de alguna clase de líquido cristalino. A su lado derecho había estaba parado un hombre de gafas negras y sonrisa sombría.

—Ellos son…

Izumi no recordaba que existiera alguna escuela con ese uniforme.

—Es de hace diez años— dijo Kishibe, enfocando de mejor manera la fecha que estaba escrita en la base

—Entonces ellos son…

Los ojos de todos viajaron al rostro del muchacho que tenía la bandana en el brazo derecho, su cabello rubio largo caía por sus hombros y su sonrisa prepotente distaba mucho de la amable que les brindaba siempre ahora que tenía 24.

— ¿Entrenador…?

Kishibe estaba seguro de que era él, tenía aquel porte del que gozan los capitanes –algo que a él mismo le faltaba, según su propia idea- y el resto de jugadores lo miraban con ojos llenos de admiración.

Taiga admiraba mucho a su entrenador, había caído en cuenta de su talento desde la primera vez que lo escuchó hablar, además le parecía sorprendente como se entregaba con devoción a su equipo, quienes al principio no lo habían recibido exactamente con los brazos abiertos.

Además, incluso cuando era un niño, era muy atractivo.

—Parece una niña—terció con sorna Sousuke, rompiendo la pequeña burbuja de Kishibe.

—No digas eso—regañó el peli azul, ignorando las disimuladas risas de los otros dos miembros, Yoshiyuki sólo seguía mirando la foto interesado.

—Aunque ahora también parece una…

—Basta, Sousuke…

—Bien, bien—concedió el castaño, que disfrutaba de molestar al capitán—Aunque… ¿De dónde sacaste eso, Kishibe?

Los demás miraron al mentado fijamente, como si lo juzgaran.

—No puede ser…—Tobisawa se llevó una mano a la boca—Eres un acosador… sabía que era cuestión de tiempo—dramatizó.

—Capitán, usted necesita ayuda—Izumi le siguió el juego, atrás el más pequeño fingía llorar por la suerte que le esperaba a su querido capitán en alguna clínica de rehabilitación.

— ¡Cállense!—Dio un manotazo al aire los alejó, los muchachos eran un mar de risas—Cayó cuando se abrió la gaveta.

—Y tú te la llevaste así como así.

Atacó Sousuke.

Kishibe bufó.

—Sólo porque ustedes me empujaron fuera de allí—se quejó—ahora no sé cómo la devolveré…

—No sé si podrás hacerlo, es más… no sé si quedaremos vivos después de que el entrenador se dé cuenta de lo que hicimos—tembló Izumi.

—No fue tan… grave…

— ¿Bromeas? Es casi un mes de trabajo a la basura

—Bueno…—Kishibe no era bueno con los sentimientos de culpa, ahora mismo quería regresar, pedir perdón y hacer alguna cosa para ayudar—… diablos…

Mientras Kishibe se lamentaba, metros más allá; algo más interesante se estaba gestando: un fuerte ruido se escuchó, como el de algo aterrizando pesadamente en el suelo.

Los muchachos del Kidokawa se miraron entre sí, y olvidando por el momento su drama decidieron ir a investigar qué estaba pasando.

Corrieron calle abajo, hasta donde pudieron reconocer la escuela Raimon a lo lejos. ¿Les habría pasado algo?, por ese pensamiento aceleraron el paso.

Cuando llegaron a la puerta trasera, no pudieron evitar que la sorpresa se pintara en sus rostros: ¡Un autobús azul estaba volando en el patio!

—Pero qué…—Sousuke fue el primero en hablar, el pequeño Yoshiyuki se había aferrado a su pierna derecha.

—Chicos, vamos—dijo entonces Taiga, tratando de juntar todo el valor que tenía, ¡Quizá era alguna clase de extraterrestre o algo que venía a destruir la tierra usando el soccer! … ok, quizá había pasado mucho tiempo escuchando historias de su entrenador.

Los demás lo siguieron dudosos, querían ayudar si es que algo estaba pasando; pero si era algo muy raro no dudarían en emprender la huida. Si su capitán se negaba estaban dispuestos a llevarse de allí a rastras. Es que a veces Kishibe actuaba sin pensar mucho, al menos cuando de defender a otros se trataba, era mejor no dejarlo sólo.

No iban a responder luego por la inminente muerte/secuestro/abducción del muchacho.

Entraron por la puerta trasera, que daba a la cancha de práctica, el autobús que estaba volando aún parecía deshabitado.

—Entremos—Taiga tomó vuelo y de un salto logró subir al vehículo, los dos albinos imitaron el movimiento.

—Nii-san—el mayor de los Taki, quien pensaba subir también; porque sus compañeros eran unos inútiles y de seguro necesitarían de alguien que los proteja; y no es que estuviera preocupado ni nada por el estilo, se detuvo al oír la voz de su hermano menor.

Estaba aferrado a su pierna y lo miraba con ojos preocupados.

El mayor no necesitó más para saber que pasaba. Con cuidado poco propio de él, tomó a su hermano en brazos y saltó al extraño autobús.

El interior no era nada de otro mundo, habían muchos asientos y una separación al medio para poder desplazarse; un autobús normal.

— ¡Miren esto!—la voz del capitán llamó su atención.

Bueno, quizá no era un autobús del todo normal, ya que lo que ahora señalaba Kishibe definitivamente ningún otro vehículo lo tenía.

Era como una rueda de todos los colores del arcoíris girando sobre un taburete al lado del asiento del piloto.

Todos los jugadores se acercaron, mirando con afán la nueva cosa descubierta.

— ¿Qué es eso?—Sousuke miraba todo con mala cara, para su gusto era una decoración horrible.

Tobisawa se aventuró a abrir la boca para responder, vaya a saber el dios del fútbol qué, pero no pudo decir nada; ya que lo que sus ojos vieron lo dejó un poco descolocado; sólo un poco, claro…

— ¡¿Qué hacen ustedes aquí?!— Todos giraron al momento de oír esa voz, que juraban pertenecía a uno de los entrenadores del Raimon eleven, pero no…. No era precisamente Yuuto Kidou quien había hecho acto de presencia.

— ¡Un oso que habla!— gritó Izumi haciéndose para atrás, empujando a Kishibe, quien dejó caer la foto que tenía entre sus manos y que dio a parar justo en medio de aquella estructura de colores brillante. Cayendo ellos dos sobre la misma después.

— ¡No!

Ese fue el último y exageradamente dramático grito que dio el extraño oso azul, antes de que el autobús, aún con las puertas abiertas comenzara a ascender; haciendo que todos perdieran el equilibrio; para segundos después acelerar y comenzar a surcar el cielo.

— ¡AAAAAAAAAAHHHHHHHHHH!— fue el grito de los de Kidokawa, que rompió barreras del tiempo y del espacio.


Cuando Kishibe abrió los ojos, lo primero que pudo sentir fue un fuerte y punzante dolor en la cabeza.

— ¿Dónde…?—comenzó a articular, pero se quedó callado apenas pudo vislumbrar bien la figura que estaba sentada delante de él.

—Hasta que al fin despiertas—le hablaba con un tono herido, pero aún con matices prepotentes; algo que nunca había oído salir de esa boca antes.

— ¿E-e-entrenador?—preguntó incrédulo.

Aphrodi sólo levantó una ceja, en clara señal de confusión.


Notas finales: ¡todo es culpa del oso, se los juro! Ok,no. Ya veremos qué rayos hago con esto 8'D