Capítulo uno

La vida en Hogwarts era, durante el primer curso, desorientadora: nunca sabías donde estaba ninguna clase, ni los pasillos secretos, ni las trampas; y era demasiado fácil perderse. Durante el segundo curso, el tercero y el cuarto, como ya sabías donde estaba todo, pasabas a conocer a las personas. ¿Sabéis la de alumnos que hay allí?

Empezabas por los de tu casa; cuando ya sabías hasta como se llamaba su tía abuela, seguías con las casas afines, y tras esas la casa enemiga (que curiosamente siempre era Slytherin, a excepción de las mismas serpientes cuyo enemigo eran los Gryffindor. Es bueno conocer al enemigo.)

El quinto curso era estresante: TIMOS. No parabas de estudiar, y deberes, y estudiar; y no había manera de encontrar un poco de paz. Sexto era relax, aunque cada uno entendía por relax lo que quería. Y séptimo… bien, justo acabamos de empezar, pero espero que sea un poquito de todo. Más de Sexto que de Primero o Quinto, obviamente.

J.P.

En lo alto de la torre de Gryffindor, en el dormitorio de las chicas, una de ellas salía de la ducha temblando por culpa del frío: se había olvidado de encender la estufa que ocupaba el centro de la habitación circular antes de entrar y ahora, a finales de septiembre, una corriente helada que se filtraba por las ventanas, pero que no molestaba a sus compañeras, la estaba helando a ella. Lily Evans se deshizo rápidamente de las toallas y se puso el uniforme de Gryffindor, con la capa por encima y la insignia de Prefecta bien visible sobre el pecho. Se secó el pelo y bajó corriendo; llegaba tarde a la primera ronda de vigilancia.

Lily, o más conocida por todo el mundo como Evans, era una chica de estatura mediana, pelo rojizo y ahora corto a la altura los hombros. Se lo había cortado una semana antes tras un pequeño incidente del que prefería no oír la mínima palabra. Lo que más le gustaba de su persona era que tenía los ojos verdes, y quizá lo que menos eran esas mil pequitas que tenía en la nariz y las mejillas y le daban un aire infantil que la disgustaba.

Terminó de bajar las escaleras. Sentado en uno de los sillones de la sala esperaba el otro prefecto: Remus Lupin. A Lily le gustaba ese chico, en el buen sentido. De carácter se parecían, quizá el se comportaba de forma más revoltosa cuando estaba junto a sus amigos, pero por lo general era tranquilo y amable. La superaba en unos cuantos centímetros de altura pese a no parecerlo ya que hacía poco bulto pese aunque estaba más o menos bien formado. Una suave mata de pelo castaño le caía sobre de la cara hasta los hombros, y unos ojitos miel asomaban debajo, junto a una sonrisa muy dulce que le daba en conjunto un aspecto algo delicado y enfermizo. Lily estaba segura de que se habría enamorado de él si no le hubiera gustado a una de sus mejores amigas tiempo atrás y si él no fuera amigo de quien lo era.

-¿Vamos?- la apresuró él. Y así los dos chicos se aventuraron hacia la primera ronda de la mañana, quizá junto a la de la noche, de las más pesadas.

-Buenos días, cielo- musitó una voz cariñosa a su oído, provocando que se estremeciera de placer al recordar la pasada noche junto a la atractiva propietaria de la voz.

Abrió los ojos lentamente y se encontró con una mirada violácea observándolo con aire juguetón, y no pudo evitar sonreír al pasársele por la cabeza varias imágenes junto a ella. James Potter se incorporó, vestido solo con sus boxers negros. Siempre eran negros; los encontraba maduros y sensuales. O eso le habían dicho las chicas que habían tenido el placer de verlos y quitárselos, así que ahora él también lo pensaba. Miró al reloj y se dio cuenta de que era demasiado tarde para estar aún en esa aula, por lo que se vistió a toda velocidad. La chica pareció molesta de ser ignorada por el chico.

James se levantó y se acercó a un espejo que había en la pared contigua a la vieja puerta para mirarse un poco. No es que fuera presumido, pero debía vigilar si tenía un chupetón: a su novia le parecería sospechoso, y la verdad, lo sería. Esbozó su característica sonrisa pícara mientras, inconscientemente, se removía el pelo azabache, ya de por si revoltoso, con la mano derecha.

Acababa de empezar a abrocharse la camisa cuando la chica atacó desde atrás y le recorrió los pectorales desnudos con la mano, haciendo que el chico tuviera que concentrar todas sus fuerzas en controlarse.

-Por hoy basta, Shannen- cortó él, dándose la vuelta y besando a la chica que se encontraba a su lado- Mi regalo de cumpleaños era solo para esta noche- terminó con una sonrisa. La chica hizo un pucherito- aunque podemos repetir otra noche, siempre y cuando sea nuestro… secretito- propuso dándole otro beso, mientras la chica se pegaba a su cuerpo y empezaba a meterle mano. No pudo refrenarse por lo que tardaron media hora más en salir de la sala, más despeinados que antes y, ahora sí, James con un chupetón en el cuello.

-¿Qué le dirás a tu novia?- pidió Shannen, arreglándose el pelo un poco.

-Que me ha mordido una vampiresa- bromeó él en tono seductor, mordiéndole el cuello a la chica- ¿Sabes donde están Sirius y tu hermana?

-Ahí- señaló la clase de al lado. Los dos se dirigieron hacia el lugar señalado, ella agarrada a su brazo y él con la mano del mismo brazo encima del trasero de la rubia. Pararon la oreja y unos gemidos les indicaron la presencia de quienes uscaban.

-¡Padfoot!- llamó el moreno, aporreando la puerta- ¡Salid ya que pronto empiezan las clases!- no tuvieron que esperar mucho rato, dos minutos después salió Sirius, acompañado de la hermana melliza de Shannen, otra rubia despampanante llamada Sharon.

Sirius Black mostraba, en esos momentos, sus profundos ojos grises enmarcados por ojeras de cansancio, de no haber pegado ojo en toda la noche, y una sonrisa lasciva se dibujaba disimuladamente en sus finos labios. Para terminar de inculparlo de sus actos llevaba su melenita negra un tanto despeinada.

-Ven con el tío Sirius- le propuso a Shannen, que cambió a James por Sirius en un abrir y cerrar de ojos; y entonces los dos Gryffindor, uno de ellos con dos rubias pegadas a cada brazo, bajaron a desayunar.

Nada más llegar al vestíbulo se encontraron con el otro integrante del inseparable grupo de amigos: Peter Pettigrew. Que buscaba entre la pequeña multitud de alumnos allí acumulada a sus amigos; dando miraditas nerviosas con sus pequeños ojos y frotándose la puntiaguda nariz con el dedo índice, tic que adoptaba en momentos de nervios. Al ver a sus amigos sonrió y corrió hacia ellos.

-Espera un momento- pidió Lily. Acababa de divisar a una chica a lo lejos- Ahora vuelvo- y salió corriendo hacia ella mientras gritaba su nombre.

Al darse por aludida, Alicia Simmons se volteó y cuando reconoció a la pelirroja que se dirigía hacia ella no pudo evitar sonreír. Era una chica de Ravenclaw, del mismo curso que Lily, y eran muy amigas pese a ir a otras casas. De pronto la chica cambió su habitual expresión de alegría y borró su sonrisa por una clara mueca de enfado

-¡Hola Al!- saludó alegre Lily cuando llegó a su lado- ¿Al? ¿Alicia?- la rubia la miraba molesta.

-¿Qué hace él aquí?- inquirió con un susurro molesto, señalando a Remus. En realidad el chico no estaba allí exactamente, mas bien se encontraba en al otra punta del pasillo mirando despistado un cuadro que le hacía gestos obscenos.

-Al, está lejos- anunció quizá algo molesta la pelirroja- lejos y ni se ha dado cuenta de que estás aquí ¿No te parece que ya hemos tenido suficiente con esta tontería? ¡Con lo bien que os llevabais antes!- se quejó Lily. La Ravenclaw la fulminó con su mirada gris mientras se cruzaba de brazos.

-Nos llevábamos bien, ahora nos llevamos mal- respondió cortante.

Hacía un año más o menos, Remus y Alicia tuvieron una relación, pero el hecho de que él se fuera cada mes a acompañar a Sirius y a James en sus excursiones fuera del colegio la molestaba sobremanera. Lily creía que había algo más, pero nunca se lo había preguntado a Alicia.

-¿Dónde están Mar y Thaly?- inquirió cambiando de tema Lily refiriéndose a las otras integrantes del grupo Interresidencial, como lo llamaban ellas medio en broma, pues Lily era de Gryffindor, Alicia de Ravenclaw, Mar de Hufflepuff y Thaly de Slytherin.

-Supongo que desayunando, ¿Vienes con nosotros?- sugirió tímidamente, señalando con la cabeza a Remus que por aquel entonces ya había visto a la Ravenclaw.

-Mejor no, que me saldrá urticaria- murmuró la chica, con cara de asco- Nos vemos abajo.

Alicia se juntó de mala manera junto a un grupito de chicas de su casa. Antes de que la pelirroja pudiera decir nada, su larga melena rizada había desaparecido tras la esquina.

-¿Sigue con lo de siempre?- preguntó con un deje de melancolía en la voz Remus, acercándose a Lily: él siempre había intentado hablar con ella y arreglar las cosas, pero la rubia se negaba rotundamente.

-Ajá- respondió Lily- ¿Qué te parece si vamos en busca de un buen café y unas buenas tortitas? ¡Que nos lo hemos ganado!- propuso cogiendo a Remus por el brazo y tirando de él hacia el comedor. Nada más llegar al Gran Salón dos los amigas restantes llamaron a Lily, y a la vez Peter Pettigrew llamó a Remus, por lo que se separaron para ir cada uno por su cuenta.

-¡Mar! ¡Thaly!- exclamó Lily, animada- ¿Qué tal el día?- preguntó, viendo cómo sus amigas bostezaban.

Marlene Thomas, mas conocida por todo el mundo como Mar, ya qué la chica odiaba su nombre entero, era una muchacha de color. Su madre provenía de Sudáfrica y había adquirido su mismo tono de piel, aunque quizá algo más rebajado por la genética de un padre inglés.

La otra chica, Thaly Harthlieb era la serpiente del grupo, aunque alegre, cosa poco normal en la casa de las mazmorras. En ese momento se repasaba el maquillaje de los ojos con el reflejo de una cuchara con disimulo: ese día llevaba los ojos azules enmarcados de negro.

-¿Viste a Alicia?- comentó con tono noticiero Mar- creo que no está de buen humor.

-¿Se topó con su adorado y amado Lupin?- pregunto perspicaz Thaly.

-Ajá- contestó Lily- ¿No ha ido a desayunar?

Las tres chicas se sentaron en la mesa de Hufflepuff. Cada día iban a una mesa distinta; si no tenían que sentarse separadas.

-Ha cogido la comida y ha desaparecido- le explicó Thaly, mientras agarraba una manzana de un rojo apetitoso.

–Hablando de amados y adorados, Thaly- anunció Mar, señalando hacia la mesa de Gryffindor con el tenedor- allí está tu Black.

La Slytherin le sacó la lengua y se dirigió a saludar a su amigo, mientras se pasaba una mano por el cabello rubio.

-Esto será bueno, mira Black: va con las mellizas - le señaló Mar a Lily con una sonrisa de los más divertida, al tiempo que dejaba su el trocito de tortita que iba a comerse en el plano, expectante.

Lily, que hasta entonces había estado evitando mirar hacia allá, volteó con curiosidad. Thaly iba a divertirse a costa de las rubias, por lo que se dirigió hacia Sirius con paso seductor.

-¿Qué tal, renegado?- le pidió se burló con voz divertida y a la vez sensual. Las dos mellizas que lo acompañaban la fulminaron con la mirada: había entrado en territorio prohibido.

-Genial ¿Y tú, furcia?- contestó Sirius, siguiéndole la broma y usando su mismo tono. Las dos chicas, que acababan de perder toda la atención de Sirius, se estaban molestando de lo lindo.

-¿Y ya ni me saludas?- pidió haciéndose la ofendida. Sirius miró divertido a la Slytherin y soltó a las dos chicas, que hasta el momento había agarrado de la cintura, para acercarse a ella y darle un par de besos en las mejillas, cuando ella lo agarró de la corbata del uniforme y se lo llevó del Gran Comedor, siendo observaba por la mitad de los alumnos.

Las mellizas se pusieron rojas de rabia, a la vez que Lily y Mar se reían como locas desde la mesa de Hufflepuff. Minutos después entró Thaly, con aire de "Aquí no pasó nada", pasándose la mano por el pelo de nuevo, precedida por Sirius, que tenía escrito en la cara "Necesito una ducha helada".

-Y pretendes que nos creamos que entre vosotros no ha pasado nada…- acusó Lily esbozando una media sonrisa: Thaly siempre hacía lo mismo, y nunca les contaba si realmente sucedía alguna cosa con Black.

-Yo he hecho lo mismo con Black que tú con Potter- soltó la castaña. La pelirroja se sobresaltó y se volvió del mismo color que su pelo.

-No… si… digo…-balbuceó la Gryffindor- entre yo… no no… Potter…

Mar le dio un golpe en las costillas.

-¡Au!- chilló Lily antes de incorporarse- Digo que entre mi persona y Potter pasaron cosas; y bueno- carraspeó - que el tipo este tiene un cuerpo que mata, un culito la mar de lindo y besa de muerte- soltó sin pudor alguno- pero lo que pasó, pasó, y no volverá a pasar- zanjó con resentimiento, sin entender las extrañas muecas de sus amigas que le ordenaban disimuladamente que se callara, y a las que Lily había ignorado.

-Eso es lo que tú crees, preciosa- susurró una voz sugerente cerca de su oído. Lily palideció mientras se giraba para quedar cara a cara, ni más ni menos que con James Potter, que la observaba con una amplia sonrisa.

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¿Qué le pasó al pelo de Lily? ¿A quien le gusta Remus? ¿Quién es la novia de James? ¿Qué relación hay entre Sirius y Thaly? ¿Qué pasó entre Alicia y Remus?

Bueno, hasta aquí el primer capítulo, algo corto, pero no quiero arriesgarme a poner toda la historia y ala, para que luego a nadie le guste. Espero vuestros reviews con quejas, críticas, tomatazos y, como dice una amiga mía, ciberavadas xD No volveré hasta medianos de Agosto, por lo que tenéis tiempo de encontrar los mil y un fallos que tiene este fic y dejarlos en mil y un reviews xd porque sin reviews no continuaré.

Pd- cambié el nombre de Thais por Thaly :P

Besos.

Eri