Disclaimer: Ni personajes ni lugares me pertenecen.
Advertencias: En un principio fue pensado como femlash (relación mujer/mujer) pero, la verdad, es que creo que podría ser también una relación amistosa, por lo cual, lo dejo a su disposición...
Fuego
Son las siete de la mañana.
Despierta lentamente y el sol ese día no se ve en el cielo.
El fuego quema, y ella es fuego. Lo tiene dentro, en el pecho, latiendo, ardiendo; lo tiene en el estomago, en las piernas, en los brazos, en todos lados.
Pero ya no es como antes, cuando el fuego no dolía.
Siente el efecto dominó recorrer sus venas (todo empieza con un pequeño detalle, algo insignificante que termina, significando todo).
Están en época de exámenes, se puede ver en las caras una mueca constante de preocupación.
Están en época de guerra, se puede ver, en cualquier lado, la maldita preocupación.
Sí, eso había sido, el detonante de todo. Porque ella no parecía preocupada, se mantenía ajena, distante, como si aquello fuera un mal chiste y ella alguien superior a la idiotez de los demás.
En aquel momento Ginny Weasley se había sentido fuego, se había sentido tocada, insultada.
Porque, ¿¡qué rayos se creía ella?! "demasiado buena", ¡já!
Entonces, una noche, había esperado, una, dos, tres horas y resignando el sueño había salido de su habitación. Tal vez era la suerte o el destino, pero apenas dio un paso dentro de la sala común juró haber visto como una figura se deslizaba por el retrato. Era ella, saliendo a hurtadillas, a las tres de la mañana, no lo pensó dos veces a la hora de seguirla, sigilosamente, a unos metros de distancia.
Aquella misma noche el fuego dejo de ser fuego, una pequeña y rotunda escarcha había comenzado a invadirla, apagándola lentamente.
Camina hacia el gran comedor decidida, pero totalmente confundida. No sabe que decir, como actuar y tal vez eso la impulsa a ir, la mantiene entera.
Ha dejado pasar noches enteras, largas, largas noches y se ha decidido. Tiene que hablarle, tiene que contarle, decirle que verdaderamente puede contar con ella. Pero las palabras no salen, miedosas se esconden en su boca, incapaces siquiera de dejarse escuchar frente a un espejo. Aún así la congoja es más fuerte, su corazón late descontrolado y compitiendo incesantemente con el eco de un llanto retumbando en sus oídos.
Porque no solo había escuchado como, después de seguirla, Hermione había llorado por lo que podrían haber sido horas, sino que también la había visto, pequeña, débil, acurrucada en la esquina de una vieja aula, sintiendo todo lo que nunca se permitiría, tratando de desechar todo el dolor que la invadía.
Se sienta frente a ella, toma una tostada y comienza a untarle pan. Hermione la mira y arquea una ceja. Son las siete y media de la mañana, de un sábado. Ginny la mira (la atraviesa con la mirada), Hermione le corresponde, muerde la tostada hundiendo sus ojos en los de ella, por segundos, minutos.
- Un hermoso día- comenta la pelirroja sonriendo y sintiendo una repentina felicidad.
Por segunda vez en la mañana Hermione nota algo extraño en la pequeña Weasley.
- El día está horrible Ginny, seguramente lloverá- pronto se vio a ella misma probando a su compañera, le gustaba tener el control y por alguna razón, con Ginny dejaba de comprender.
La pelirroja sonríe, ella era fuego, y ahora sentía como el fuego volvía a arder en todo su cuerpo, lo sentía y le gustaba, ahora más que nunca.
- Lo se, pero repentinamente se me ha antojado una partida de snap explosivo.
La mirada de Ginny dice: "ven" y Hermione cree que aquellos juegos son de bárbaros pero no parece importarle cuando la suya dice que sí.
