Lenguaje obsceno y escenas fuertes, estáis avisados.


Chapter 1: Faldas, miel y sangre.


Psicosis

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Abrió sus cristalizados ojos esmeralda que reflejaban no solo la imponente figura del edificio antiguo a unos metros sino también el más puro rechazo. Tuvo que reprimir un jadeo al sentir el tirón en su brazo mientras su tutor la arrastraba dentro de la instalación.

Estaba muy cansada y sus ojos ardían. Quería culpar al humo de la ciudad al cual ella no estaba acostumbrada, pero en el fondo reconocía que había llorado demasiado.

Al entrar pudo apreciar la delicadeza del recibidor, sus paredes de piedra y cuadros preciosos.

Hola, mi nombre es Tsunade. Usted debe ser Kabuto. –Dijo una mujer de cabellos rubios y tez blanca. Parecía amigable–. Y ella debe ser Sakura. ¿No es así?

El repentino interés en ella logró hacerla retroceder. Se sentía presionada e intimidada, aunque aquella bella mujer le sonreía abiertamente.

Desde que sus padres murieron no ha sido la misma. Espero que pueda con ella.

No se preocupe, no habrá ningún problema. Imagino el sufrimiento que debe haber pasado esta pobre niña. –La miraba con lástima, y la brillante sonrisa se había borrado–. Pase a mi oficina, por favor. Allí discutiremos con tranquilidad.

Ella no quería que la viesen con lástima. ¡Estaba bien, joder!

Comprendo que ella ha perdido un año de clases pero haremos un examen nivelatorio y veremos donde ponerla Yo me haré cargo de ella personalmente.

No necesitaba la compasión de nadie.

Se le asignó una bonita habitación cerca de una estatua que no le gustó. Notó que había dos camas en vez de una y al preguntar el motivo, le explicaron que tendría una compañera.

Kabuto y la directora se fueron dejándola sumida en sus pensamientos. Se acomodó en la superficie mullida de la enorme cama y suspiró con pesadez.

Su atención vagó en un mar de memorias que realmente quería encerrar en un cajón y tragarse la llave para que nunca salieran. Como la exuberante vida de artistas de sus padres. Como su niñera. Como sus antiguos amigos.

Se mordió el labio con fuerza al recordar el día anterior, en el que sus padres le comentaron sutilmente que la llevarían a un bonito internado para mujeres porque ellos necesitaban viajar, y dada la cantidad de maldades que Sakura había hecho contra su niñera, la pondrían a cargo de una institución renombrada en Kyoto.

A sus cortos diez años de edad, Sakura entendió que estaba sola y que en la única persona en la que podía confiar, en la única en la que podía apoyarse, era ella misma.

Una lágrima se escapó sin permiso de sus ojos esmeralda, una fina gota de agua salada que atravesó su pálido rostro.

Y la razón de la tristeza inhumana de Sakura era la falta de amor. La falta de cariño en sus primeros años de vida.

¿Por qué lloras? –Oyó una dulce voz. Buscó con la mirada a su dueña y se topó con un hermoso par de ojos color perla, juraría nunca haber visto algo igual. La pequeña que había llamado su atención tenía la piel blanca como la porcelana, y su cabello era corto y de un tono negro azulado. Visualizó con asombro las facciones poco definidas y femeninas de la chica que pronto se acercó a ella.

Te sonaría tonto si te lo dijera.

Nadie merece llorar. No importan los motivos. –Le dijo recorriendo los pocos centímetros que las separaban y envolviéndola en sus brazos, con un notorio sonrojo en sus mejillas.

Sakura quiso apartarse, pero se dejó hacer y soltó unos leves sollozos en los brazos reconfortantes de la niña.

Puedes contármelo si quieres. Mi nombre es Hinata.

Sakura.


¡Oye Hinata!

La chica de cabellos rosados atravesó el campus del colegio para encontrarse con su mejor amiga.

¡Sakura-chan!

Habían pasado once meses desde que dejaron a Sakura en aquel internado para mujeres, y la única amiga que tenía era Hinata.

Se lanzó a sus brazos y enredó los suyos alrededor del cuello femenino, la apretó contra su cuerpo y dejó que sus labios acariciaran un suspiro de alivio. La morena se había ido a pasar las vacaciones de verano con su familia y Sakura había estado completamente sola. Realmente la había extrañado.


Con movimientos casi mecánicos se vistió con la usual falda tableada marrón claro que no llegaba a la mitad de sus muslos, la camisa blanca -demasiado ajustada- que llevaba el escudo de su colegio en el bolsillo derecho, una corbatita roja, la chaqueta ceñida a su cuerpo de color negro y que también llevaba el escudo del colegio y marcaba bien sus bellas curvas, medias negras y unos horrendos zapatos que aborreció desde el primer momento y le sonrió al espejo.

Odiaba ese maldito uniforme.

Se maquilló con solo máscara para resaltar sus ojos verdes, atrevidos y brillantes. Ajustó un fino listón a su larga y preciosa cabellera rosada y se sacudió las ondas que se habían formado luego de su ducha.

Sakura siempre estaba impecable.

Al entrar al edificio de clases, las alumnas le dejaban el camino libre. No es que le tuvieran miedo, solo un profundo respeto que Sakura había trabajado mucho en conseguir.

Tuvo que darle un ojo morado Marca Haruno a la idiota de Karin varias veces por meterse con ella y su cabello, y luego de varios insultos a una que otra chica que se creía superior, las personas habían empezado a respetarla con tal de no ganarse una mirada amenazadora o peor, un golpe.

Le sonrió a varias chicas menores, porque también la admiraban mucho.

Buenos días, Matsuri-chan. Saludó amablemente a la pequeña castaña de segundo año. Se habían conocido en la cafetería, cuando unas busca pleitos estaban molestándola, Sakura saltó a defenderla y desde ese momento se hicieron amigas.

–Buenos días, Sakura-san. –Le sonrió feliz, obteniendo un pequeño cuchicheo entre su grupo de amigas.

Sakura reinaba ese jodido instituto.


Cerca del instituto había una universidad bastante privilegiada, donde asistían los mejores cerebros de todo Kyoto. Y también los alumnos más descontrolados de todo Japon.

Todos los fines de semana, las hermandades de la universidad organizaban fiestas clandestinas, nadie podía enterarse, ya que al estar a varios kilómetros de la ciudad e internados en el bosque, cualquier sonido quedaba camuflado por el viento. Las inmensas casas de las hermandades estaban bastante separadas, y solo había tres. Entonces, se tornaban en un antro de sexo, drogas y alcohol que quedaba enterrado en el silencio.

Sakura se observó al espejo una vez más; llevaba una camisa clara de jean sin mangas que se ataba a su diminuta cintura, unos shorts altos con un bonito estampado de flores de colores y unas botitas de tacón bajo marrones. Se retocó el labial carmín en sus labios hinchados y fue sacada de sus pensamientos al oír el sonido de la puerta abriéndose.

Por ella entró Ino. Su única amiga además de Hinata.

Han llegado los hermosos chicos del equipo de futbol. –Dijo con una amplia y maliciosa sonrisa.

A diferencia de Hinata, Ino era provocativa y muy confiada de sí misma. Y todo el mundo lo sabía por ese diminuto vestido de tirantes negro que dejaba ver su trasero cuando se agachaba. Tenía el cabello rubio perfecto, facciones maduras y muy atractivas. Un par de labios carnosos, unos ojos celestes totalmente impactantes, y un cuerpo que muchas deseaban tener, incluso Sakura.

Anda, frente. Vamos de cacería. –Dijo tomándole de la mano y arrastrándole fuera del baño.

Al bajar, notó como por la puerta entraba una fila de muchachos que a decir verdad, no estaba nada mal. Casi todos eran altos y fornidos, con expresiones relajadas y sonrisas retadoras.

Uno, le gustó más que el resto. Su cabello era rubio y sus ojos eran de un azul profundo, a pesar de la falta de luz, pudo notar su piel ligeramente tostada, y el inicio de sus pectorales bajo la apretada camisa blanca y la sudadera violeta del equipo de futbol.

Él le sonrió galante y esquivó la mirada exótica. Ella sonrió internamente, girando sensualmente para darle al chico un bien disimulado vistazo de su despampanante cuerpo.

Quería la confianza que tenía Ino.


Hinata se encontraba sobre ella, restregando su sexo húmedo contra la entrepierna de la Haruno, los gemidos ahogados y jadeos imprevistos llenaban la habitación. Sakura se aferró a la cadera de la chica, ladeando su cabeza y dejando a la vista las incontables marcas violáceas que la morena había plantado en su cuello. Se tensó ligeramente y lloriqueó al sentirse cerca del climax. Su expresión de placer no tenía precio, y Hinata adoraba verla en ese estado, con el cabello desparramado, la piel perlada en sudor, con sus hermosos labios soltando gemidos y su nombre.

¡Más, Hinata-chan! Rogó, y sonrió al sentir como la chica aumentaba sus movimientos. Ella igual estaba cerca del orgasmo y nada sería mejor que disfrutarlo junto con Sakura.

Apretó con delicadeza el erecto pezón de Hinata, arrancándole un gemido a la chica y luego alzó la cabeza para encontrarse con aquellos labios rosados que la volvían loca. Se besaron con tanta pasión que el mundo a su alrededor desapareció.

Más fuerte.

Más rápido.

¡Oh, Sakura!

Y juntas llegaron al orgasmo. Uno de los tantos que habían experimentado.

La morena se dejó caer sobre el menudo cuerpo de la Haruno, sus pechos chocaron con los de ella y no pudo evitar sonrojarse. Sakura le había practicado el mejor sexo oral de toda su vida y no pudo evitar complacerla con aquella posición que tanto amaba.

Sakura intentó relajar su respiración al mismo tiempo que sus mejillas adoptaban una tonalidad rosada que casi nunca poseía. Sonrió y besó suavemente a Hinata, cubriéndolas a ambas con una fina sabana en el acto.

Deberíamos dormir, mañana tenemos examen. –Murmuró la Hyuga acurrucándose al lado de Sakura.

Tú no has pasado, lamento decirte que mañana deberás presentar la lección de nuevo. –Dijo en un tono tan seductor que casi logro hacer que Hinata se mojara.

Lo haré cuantas veces lo pidas.


Se sentó junto a Hinata en la cafetería y conversaron de temas triviales mientras comían su almuerzo. Ino se les unió.

La rubia nunca se había llevado muy bien con Hinata, y la causa era que la última era bastante reservada y tímida, además la actitud prepotente de Ino la incomodaba.

–Oye, frente, tenemos una fiesta el viernes por la noche. –Le dijo desinteresadamente, logrando que la chica arrugara el entrecejo por el apodo que le había puesto años atrás.

–Genial. ¿Por qué no vienes con nosotras, Hinata-chan?

–Oh. No lo sé, Sakura. El sábado pasado me lo pasé muy bien con Tenten en su habitación.

La Haruno rodó los ojos. Nunca había podido convencer a Hinata de que fuese a una fiesta. Ni siquiera con sus propuestas de sexo descontrolado que eran un secreto para todos menos para Ino.

–Me quedaré contigo todo el fin de semana si vienes conmigo.

La vio dudar y agachar la mirada. Y pensó que tal vez todo lo que necesitaba era un empujoncito al mundo de la música y el tequila.

Miró a Ino durante unos segundos. Esta entendió a la perfección la indirecta y suspiro, viéndose obligada a hacer lo que la Haruno quería.

–Será divertido, Hinata. Hay chicos lindos y buena música, no te arrepentirás. –Incitó.

Hinata las observó con la vacilación plasmada en su rostro. –Está bien.

Ambas chicas celebraron ligeramente, dándole palmaditas en los hombros a la tímida chica.

Entonces, una castaña de moñitos se acercó a la mesa.

–Hola. –Saludo. No era un secreto que no pasaba ni con agua a Sakura e Ino–. Hinata, mi hermana me ha traído unas películas desde la ciudad, pensé en que podíamos verlas juntas el viernes.

La mirada frívola y desafiante que le envió Sakura en ese instante no pasó desapercibida por la portadora de los ojos café, y contraatacó.

–Lo siento, Tenten. Ya he quedado con Sakura todo el fin de semana. –Comentó ganándose una mirada de sorpresa por parte de la castaña, quien volvió a clavar sus ojos en la Haruno un poco resentida.

–Oh, eso es fantástico. El próximo será, entonces. –No se fiaba ni un poco de la mejor amiga de Hinata, y no tenía intenciones de ocultarlo–. Disfrútalo.

Sakura vio por el rabillo del ojo como Tenten volvía a su lugar, pareció comentar lo sucedido, ya que varias de sus amigas le enviaron una mirada tensa a la mesa del trío. Pero para evitar conflictos, se concentraron en algo más.

–Esa chica no te quiere. –Dijo Ino.

–Lo sé.

En ese momento, por la puerta principal ingresó un grupo de chicas.

Sakura las reconoció de inmediato al ver las faldas más cortas de lo que permitían usarlas, y el extremo maquillaje en sus rostros. Karin, la chica que le había ayudado a ganarse su puesto como líder del colegio, entró junto con su hermana Tayuya y unas chicas más.

Todas le dedicaron una mirada de puro odio a la pelirrosa y se sentaron lejos de ella.

A Sakura no podría importarle en lo más mínimo lo que los demás pensaran de ella. Sí, muchas chicas no la querían, pero era porque no se habían animado a hablar con ella o porque en algún momento, Sakura las había puesto en su sitio. Y a la vez, ella era muy querida en el instituto. Su único problema eran las amistades. Ino y Hinata eran las únicas dos chicas con las que podía discutir temas personales, el resto solo eran sus compañeras. Y no necesitaba nada más.


Mi nombre es Naruto Namikaze. ¿Me dirías el tuyo? Le susurró en el oído mientras bailaban al ritmo de una canción.

Sakura. Sakura Haruno. –Murmuró acariciando la mandíbula del chico con sus carnosos labios.

Él la apretó indiscretamente contra su cuerpo y la contempló. Sus bien torneadas piernas y su genial trasero. Lo apretó. La chica le sonreía golosa y rozaba su entrepierna cada vez que podía, sembrando el deseo en él.

¿Hay algo más que debería saber de ti antes de llevarte a mi cama?

Me gustan los besos suaves.

Dicho esto el muchacho se acercó a ella y juntó sus labios en un roce delicado. A Sakura le gustaban porque eran tentadores y la hacían querer más y más.

La tomó de la mano y la llevó escaleras arriba. Una vez dentro de alguna habitación, la acorraló contra la pared y deslizó sus manos por todo el cuerpo de la chica, sintiendo sus pechos por sobre su blusa y arrancándole un imperceptible gemido.

Ella enterró sus manos en el cabello rubio y tironeó suavemente, logrando que el fuese más brusco con ella y le apretara el trasero con fuerza para luego alzarla, ella enredó sus piernas en la cintura masculina y rozó su entrepierna que pedía a gritos ser tocada con la de él.

Puedo sentir lo húmeda que estás y ni siquiera te he tocado. –Le dijo antes de mordisquear el labio rojo de Sakura. La sintió sonreír.

Se sentó en la cama con ella a horcajadas, y con cada beso, Sakura se movía con una sensualidad extrema sobre él, simulando cabalgarlo. Sintió el miembro crecer bajo sus shorts y no pasó mucho tiempo hasta que él se encargó de dejarla solo en un par de diminutas bragas negras de encaje. Besó su pecho, deleitándose con el sabor dulce de la piel de la chica y se separó de ella para quitarse su ropa.

Déjame a mí. –Dijo ella, desabrochando el pantalón de él con suma delicadeza y bajándolo. Por último, se acercó y bajó sus boxers negros con sus dientes, bajo la atenta mirada del rubio.

Maldición, Sakura.

No esperó más y la despojó de la única prenda que le quedaba, penetrándola de una sola estocada, arrancando un gemido de su garganta.

Sakura era virgen. Si bien había tenido sexo con Hinata por tres años, nunca había estado con un hombre. Pero su orgullo no le permitió mostrar dolor, por lo que ladeó la cabeza y maldijo. Dejando que el la penetrase a su gusto. Le dejo apretar sus pechos, besar su plano vientre, morder sus labios, tirar sus cabellos. Le encantaba que el fuese rudo con ella.

Se sentó nuevamente sobre él y comenzó a mover sus caderas sensualmente, jadeando y con su rostro contraído bajo la atenta mirada del Namikaze en ella.

Joder, me encantas Sakura.

¡Oh, Naruto!

Estaba tan cerca, tan cerca. Naruto deslizó sus dedos hasta la vagina de la chica, donde jugueteó con el pequeño botón de ella hasta que, maldiciendo y tomando una gran bocanada de aire, Sakura llegó al orgasmo más esplendido de su vida.

Quería hacerle llegar también, así que se levantó, y con dedos inexpertos tomó el erecto miembro y lo acarició de arriba abajo, él luego tomó su pequeña mano y la guío al ritmo perfecto. Pasaron solo unos minutos hasta que Naruto se corrió en su mano, y ella lamió el líquido gustosa.

Buena chica. –Le dijo, acariciando sus cabellos rosados.


Al terminar el almuerzo, Sakura e Ino se fueron a la clase de literatura, al contrario de Hinata, quien tenía cálculo.

–En lo que llega el profesor, quiero que me cuentes todo acerca de tu noche con Naruto este sábado.

Sakura rodó los ojos.

–Cuando me buscaste en el baño nos miramos y luego bailamos y luego… Me llevó a su habitación.

–¡Caray! ¿Qué tal fue? Apuesto a que te ha gustado.

–Eres una cerda. Me encantó.

Ino rio. –¿Y? Supongo que vas a volver a verlo este viernes.

–No lo sé. No quiero dejar a Hinata sola.

–Yo me haré cargo de ella mientras tú te hechas un buen polvo.

Sakura la miró con una ceja alzada. –Lo pensaré.


Ese sábado, Sakura insistió en que Hinata usara un bonito vestido que se ajustaba a su cintura de color azul con unos zapatos de tacón del mismo color. La maquilló con un poco de delineador negro, máscara y labial rosa. Realmente estaba hermosa.

–Estás muy guapa. –Le dijo plantando un casto beso en sus labios.

Ellas eran solo amigas. Amigas que de vez en cuando se tocaban entre ellas. Pero nunca serían más que eso. Aunque eso no quitaba que Sakura se sintiera un poco culpable al follarse a Naruto durante un mes. Y también se había puesto celosa cuando la rubia llegó con la noticia de una nueva fiesta. Invitó a Hinata por compromiso. De verdad no quería que fuese.

Ella se vistió con un vestido suelto blanco de tirantes gruesos y unas simples converse negras. Ató su cabello en un moño despeinado y se maquillo similar a Hinata, pero con un fuerte labial rojo. Cogió su chaqueta de cuero, un abrigo para la morena y ambas salieron a hurtadillas por los pasillos oscuros del instituto.

Lograron evadir al guardia nocturno sin problemas y en menos de cinco minutos, encontraron a Ino en la puerta, con un top abierto negro y una falda tableada del mismo color.

Hinata la miró sin cuidado, Ino era muy linda, y todo lo que se ponía le quedaba bien. Y luego estaba Sakura, con su mirada confiada y su cabello exótico. Ella tenía un cuerpo de infarto también, y no pudo evitar sentirse celosa de ambas chicas.

Entonces, un auto descapotable rojo aparcó en la entrada del instituto.

–Son ellos. –Dijo Ino.

–¿Quiénes?

–Los de la fraternidad. Naruto-kun.

Sakura asintió para no recibir más detalles. Pues no sabía cómo le caría a la morena el saber que se follaba a un precioso universitario.

Las tres chicas subieron al coche y se encontraron con el rubio, un chico de cabello negro que respondió como Sai, y uno bastante parecido a Naruto, llamado Kiba.

–Buenas noches, señoritas. Preséntame a tus amigas, Ino. –Hablo Kiba.

–Ella es Sakura y ella es Hinata.

–Un gusto conocerlas, muñecas. ¿Están listas para el show?

Las tres asintieron y Naruto miró a Sakura por el espejo retrovisor con una sonrisa mal disimulada en el rostro. Se habían encontrado varias veces en lo que llevaba del mes fuera de las fiestas, y podría decirse que comenzaban a gustarse. Sakura sonrió y apartó la mirada hacia Hinata, quien definitivamente no había pasado desapercibida.

Minutos después, aparcaron frente a la enorme mansión que estaba abarrotada de gente. Al entrar, captaron varias miradas indiscretas. Y el olor a alcohol y cigarrillos les llenó las fosas nasales.

–¿Por qué no me traes un trago? –Le hablo Ino al más serio de los tres, con una sonrisa que prometía una recompensa por su amabilidad.

Él sonrió y desapareció entre la marea de gente.

Kiba invitó a bailar a Hinata, quien después de pedirle ayuda a la Haruno con la mirada, terminó aceptando.

Sakura los observó de lejos, sintiendo como las manos de Naruto, quien seguía detrás de ella se ajustaban a su cintura, atrayéndola hacia él.

Miró otra vez a Hinata, perdiéndose en la belleza de la chica y en sus sutiles movimientos. Naruto besó su cuello.

Hinata reía junto a Kiba y los vio desaparecer justo como Ino y Sai.

Entonces Naruto la llevó a su auto.


–¡Sakura! ¿Dónde has estado?

–Naruto. Auto.

Ino rio con fuerza, ya tenía varias copas encima y trastabillaba al caminar. –Menuda zorra.

–¿Y Sai?

–No lo sé. Seguro revolcándose con alguna zorra. –Pausa–. Me folló como nunca antes en mi vida, frente.

–Qué bueno saberlo. Oye, hay que buscar a Hinata.

La rubia asintió y le entregó la botella de tequila a la Haruno. –Te reto a terminarlo antes.

Ella arqueó una ceja divertida. Y mirando dos veces a la botella, o hizo, sintiendo el líquido quemar todo a su paso.

Hizo una mueca y dejó la botella en una mesita que se encontraba por allí. Y cuando el ardor se hubo pasado, habló: –Ahora busquemos a Hinata.

Las luces de colores iban y venían, mareándola. Naruto se había quedado con sus bragas, por lo que tenía sumo cuidado de que su vestido no se levantara en ningún momento, no quería ser el hazmerreír de la fiesta.

Los vio cerca de la escalera, él apoyado sobre esta, y ella parada a unos centímetros de él, hablando animadamente. Sonrojada. Como lo hacía con ella.

No supo bien qué clase de sentimiento era ese. Claramente celos y algo de molestia, tristeza tal vez.

Pero, ¿De quién? ¿De Naruto, o Hinata?

Vio como él se acercaba muy lentamente a ella, para besarla, pero decidió interferir.

–¡Hey! Ya tenemos que irnos. Nos vemos, Naruto-kun. –Disimuló su malestar y tomó a la chica de la mano, arrastrándola lejos de él.

Absorto de la situación, él las miró extrañado, con un poco de culpa. Sabía que Hinata era la mejor amiga de Sakura, y ella le gustaba. Entonces, ¿Por qué había intentado besar a la Hyuga?

Sakura se llevó a sus amigas fuera de la casa y llamó un taxi.

–Entiendo que quieras irte pero yo quiero buscar a Sai. –Le dijo Ino enfadada.

–Estás ebria. Vienes conmigo.

A los minutos el taxi llegó y las llevó al instituto, donde se separaron y decidieron irse a dormir lo antes posible.

Una vez en su habitación, Sakura miró de reojo a Hinata.

–¿Has estado con alguien? –Preguntó.

–No… ¿Y tu?

–Sí.

La miró sorprendida. –¿Con quién?

–Con Namikaze Naruto.


Los meses de Enero y Febrero habían sido de lo más caótico. Repletos de fiestas y besos a personas equivocadas, resacas y noches frías sin Hinata. Algo se rompió entre ellas esa noche que Sakura confesó sus sentimientos hacia Naruto.

Ahora Hinata salía más a menudo, y eso le molestaba. Sus sentimientos estaban entrañados entre sí y sentía que perdería la cabeza.

Se había encontrado con Naruto varias veces en la calle, incluso la invitó a cenar dos veces. Creyó que iba en serio.

Su vida en el instituto seguía normal, teóricamente. Tenten no confiaba en ella y Hinata le pedía que la tocara a veces. También le pidió que la abrazara una noche, y durmieron juntas.

El psique de Sakura Haruno se había alterado radicalmente. Algo no estaba bien en ella, no era la misma.


Sakura no se sorprendió al ver a Hinata bailando con un chico pelirrojo, se convirtió en algo normal el verla intercambiar miradas y besos con desconocidos. Pero no le gustaba en lo absoluto.

Un par de horas más tarde y luego de unos cuantos tragos de colores, la música resonaba en sus oídos y varias personas se le habían acercado con insinuaciones que ella no aceptó. Solo lo quería a él.

Decidió buscarlo. Y no lo encontró por ninguna parte.

–Kiba, ¿Has visto a Naruto?

El castaño, quien estaba bastante ebrio, la miró confundido. –Creo que está arriba. Si no lo encuentras, siempre puedes venir a mí, muñeca.

–Gracias. –Le dijo y lo ignoró.

Subió las escaleras con su pulso latente en el cuello. Su sexto sentido le rogaba a gritos que saliera de allí, que no entrara en esa habitación, que no prendiera la luz.

Pero lo hizo.

Ahí, bajo las sabanas, estaba Naruto. Sobre Hinata.

Su corazón se estrujó y frunció el ceño.

–Sakura-chan…

Dio media vuelta y salió corriendo.

Se sentía tan estúpida, tan sucia, tan usada.

Salió de la casa y se sentó en el estacionamiento, entre unos arbustos.

Sentía las gritas de su corazón expandirse y le costó respirar. Las lágrimas no tardaron en salir.

Y las imágenes vivas de las expresiones de ambos rondaron su mente, recordándole que ella no estaba incluida en la foto, con ninguno de ellos.

Sentía celos por que Hinata había conocido otro mundo, porque se había acostado con su Naruto, porque su Naruto se había acostado con su Hinata.

–Maldita perra fastidiosa. –Murmuró. El maquillaje estaba corrido, su cabello se había arruinado en su huida.

El alcohol hizo efecto en ella y se apretó la barriga. Gateó unos metros y vomitó todo el vodka que había ingerido en unos arbustos.

Sollozó. Maldita Hinata. ¡Maldita Hinata!

–¿Sakura? ¡Cariño! ¿Qué ha pasado?

–Ino. –Gimoteó–. Los vi, estaban juntos. Se burlaron de mí. ¡Esa maldita perra!

–¿De qué hablas? Tienes que calmarte.

–¡Naruto y Hinata! Ella me lo quitó.

Los ojos de Ino brillaban con sorpresa al escuchar aquella confesión. Sabía perfectamente sobre los sentimientos de Sakura hacia el rubio, y también había visto como miraba a Hinata esos últimos días.

Apretó los labios. –Cálmate, Sakura. –Le acarició los cabellos.

–¿Ino? ¿Qué paso?

–Ah, Sasori. ¿Puedes traer un vaso con agua?

El chico la miró dudoso. –¿Está bien? –Preguntó señalando a Sakura.

–Sasori, ahora.

Él asintió y volvió a entrar.

Sakura respiraba agitadamente y lloraba con fuerza.

–¡Me lo ha quitado! ¡De todos los chicos se fijó en mi Naruto!

–Shh, pequeña. Todo saldrá bien. Gracias. –La calmó y tomó el vaso que Sasori le llevó, entregándoselo a la chica.

Sakura bebió y logró relajarse un poco.

Ella nunca se había metido en la vida amorosa de Hinata. Ellas solo se contaban secretos y follaban, y no había más. No sentimientos. No ataduras. En cambio, con Naruto era distinto, ella sí le quería como nunca podría quererla a ella, quería ser su novia, y que él la llamase suya.

Pero no podía, porque él no la quería.

Recordó las sonrisas, las miradas, los abrazos indiscretos. Y lo supo.

Estaban enamorados.

–Si yo no puedo tenerte, ella tampoco te tendrá.


Recibió la nota de Sakura diciendo que la esperaba en el sótano para hablar tranquilas. Dudo de ir. ¿Por qué no podían hablar en su habitación? Se detuvo frente a la puerta que daba a la escalera del sótano, suspiró y entró.

Estaba atardeciendo y quería terminar con eso lo antes posible.

Antes, Naruto le había explicado todo a Sakura.

"–De veras lo siento. No pudimos evitarlo, Sakura. Me gustas mucho tú también, pero Hinata y yo… Lo siento, nunca quise herirte."

Sakura sonrió y dijo que lo entendía, que ella no era nadie para meterse en el camino del amor verdadero, y luego se marchó. Oyó que se tiró a Kiba.

Al bajar se encontró con oscuridad pura. Buscó la llave de luz y la encontró cerca de las escaleras. Al encenderlas, vio a Sakura a unos metros y se sobre saltó.

El silencio reinó entre ellas.

–Escucha, Sakura. –Habló con esa voz dulce, esperando convencerla–. Siento mucho todo lo que pasó. Nosotras dos…

–Solo somos amigas que se besan. ¿No? –Terminó la Haruno–. Aunque supongo que ya no podemos hacerlo.

Hinata negó. –Sentí algo por ti. Y sé que tú también lo hiciste. Pero nunca pudimos… Ya sabes. –Estaba totalmente sonrosada, y sus manos formaron pequeños puños que elevó hacia su pecho–. Naruto-kun y yo… Nosotros…

–¿Ustedes qué? ¿Se rieron de mí en la cama?

–No, Sakura. Nosotros…

–Yo lo toqué primero, ¿Sabes? Acéptalo, ya gané.

La mirada de puro odio en los ojos esmeralda hizo que la pequeña Hinata retrocediera unos pasos.

–Él no va a quererte como me quiere a mí. Tú no eres como yo.

–Sakura, por favor. Solo escúchame.

–¡Yo era feliz! ¡Y tú me quitaste eso!

–Lo siento tanto, Sakura.

Y la pequeña pelirrosa descubrió un cuchillo de cocina de su uniforme.

–Si yo no puedo tenerlo, tu tampoco.

Fue rápido e indoloro.

No sabe bien cuantas veces clavó el cuchillo en el pálido cuerpo de Hinata. Solo vio la luz escaparse de sus ojos perla, su sonrisa se borró, y sus manos se mancharon de rojo.


Tiró el cuchillo en el contenedor de basura que siempre se incinera los domingos. Se lavó las manos con fuerza, intentando quitar el color rojo de su piel. Se miró al espejo con expresión glacial y secó sus lágrimas con el dorso de su mano.


Tocó la puerta varias veces.

–Abre, cerda.

Segundos después, una somnolienta Ino la recibió.

–Sakura, ¿Qué haces aquí? Son casi las once.

–Una vez dijiste que me ayudarías a esconder un cadáver si fuese necesario. –Susurró.

–Sí, era subjetivo. –La mirada de Ino se clavó en el cabello enmarañado, en la mirada perdida y los labios partidos de Sakura. Salió de la habitación. Observándola expectante.

–Hice algo muy malo, Ino.


La rubia se llevó un susto de muerte al ver el cuerpo ensangrentado de Hinata en el suelo. Miró a Sakura.

–Ayúdame a llevarla al bosque.

–¿Qué? ¡No puede ser! ¿Sakura, que has hecho?

–No lo sé…

De repente, aquella mujer vivaz y sin miedos se transformó en aquella niña que lloraba por las noches, sus mejillas estaban rosadas y su ojitos cristalizados.

–Ayúdame, Ino.

Ino, luego de darle un sermón gigante, pensar en llamar a la policía, y terminar prometiendo que mantendría el secreto, ayudó a cargar a la Hyuga y a llevarla unos metros dentro del bosque.

Estaba demasiado frío, por lo que solo caminaron hasta una pequeña cascada y arrojaron el cuerpo sin vida de la chica.

Al volver, Ino le dio una profunda mirada a su amiga. Demonios, ¿Qué iban a hacer? ¡Hinata Hyuga estaba muerta! ¡Y Sakura la había matado!

Entendía que el psique de su amiga se había roto hace mucho tiempo, sabía que no estaba bien, que la ida de sus padres había roto el hilo de su cordura. Pero joder, Sakura estaba bien. Era una alumna sobresaliente, era un ejemplo a seguir, era hermosa, y tenía un futuro asegurado.

Se regañó mentalmente. Era obvio que todo se iría a la mierda pronto. Y ella, como amiga, iba a ayudar en todo lo posible.

Se secó la sangre fresca en su pijama y volvió a la cama. Tenía que ayudar a Sakura.


–Descansa, Hinata-chan. –Le dijo al aire mientras se recostaba en su cama. –Ahora Naruto-kun y yo estaremos bien.

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Buenas! Esto fue algo completamente espontaneo que surgió en mi mente hace unos días y quise compartirlo con ustedes.

Espero que les guste y me cuenten que les pareció en un review.

Diganme si les gustaría una continuación, porfiiii.

¡Muchas gracias y besos acaramelados!

-Ocean Dust.