Nada me pertenece, excepto ideas. El resto, le pertenece a JK.
Se echó a reír al escuchar a un niño, Travis, entrar en su despacho.
Profesora... el profesor Snape se ha puesto fastidioso otra vez y necesitamos su ayuda. ¿Podría ir y resolverlo?
Ella no dijo nada y se levantó de su asiento. El niño la miró cruzar el pasillo y detenerse junto a la puerta del salón de clases. Los profesores no solían atender visitas fuera de sus clases, pero ella tenía algo muy urgente que no podía esperar.
— ¿Qué es lo que quiere, profesora?
— Necesito consultarle algo sobre Travis, mi alumno de...
— Sí, segundo año. ¿Qué es lo que pasa con él? ¿Es que acaso se ha quejado de algo? Por que si se ha quejado... más le vale que le diga que todo es lo que es y que yo no pienso cambiar ni un ápice, lo que hago en mis clases y que además...
No continuó hablando. No pudo. Ella había sostenido las solapas de su túnica y lo había acercado a su rostro, con una sonrisa. Se quedó en silencio, asombrado por lo que estaba viendo. Inspiró en silencio y la contempló... nervioso, preocupado.
Algo estaba pasando y no se daba cuenta. Pero antes de siquiera hablar, ella lo había besado ligeramente. Suavemente, luego profundamente. Todo lo que "ente" pudiera describirle al respecto. Suspiró luego de unos minutos.
Al regresar al salón, era un hombre totalmente distinto. Era un hombre silencioso y pensativo. La clase pudo transcurrir con mucha calma y los niños pudieron dedicarse a eso que sabían. Agradecían que eso siempre funcionara.
Tenía una sonrisa imperceptible en la comisura de su labio.
