Disclaimer: Nop, no es mío, jamás lo será. Para ganancia de todos, porque sino el show no habría llegado a la tv, y no habría ni siquiera un fanfic escrito XD.

Resumen: No es que no le gustaría dejarla libre, gritar, llorar como muchas veces tiene ganas de hacerlo. Pero no quiere que nadie la vea así, no puede permitir el mostrarse débil. Aunque la tristeza la acompañe por siempre.

A/N: Primera historia que escribí del Mentalista. No primer fanfic que escribo, solía escribir sobre House...pero no vamos a hablar de eso. Primera vez que subo una historia aquí, jamás me había llamado la atención...vaya a saber por qué ahora sí. Soy rara, qué le vamos a hacer.

Gracias por pasarse y leerlo.-

Tristeza.-

Es increíble como una simple frase, podía traerle de vuelta memorias olvidadas. Un detalle, un olor, un recuerdo que ya no sabe si pasó de la manera exacta en que las imágenes vienen a su memoria. "Formulario F-41b". El primer formulario que tuvo que llenar, cuando era una novata en la policía de San Francisco, ese que había arruinado tres veces antes de vencerse y pedirle ayuda a Bosco. Ese por el que él lanzó un suspiro largo, adoptó aquella cara de "me estás jodiendo" y terminó indicándole lo que debía hacer. Y lo estúpida que se había sentido, al darse cuenta que era tan fácil como seguir las instrucciones impresas en el formulario. Y la forma en que Bosco palmeó su hombro y le dijo que no se preocupara, que eran cosas que les pasaban a todos cuando eran novatos. Luego sacó la botella de tequila, sirvió dos cortos y le ofreció uno. "Un brindis por tu primer formulario bien terminado" le dijo, sonriendo ampliamente. "Pero que quede claro que es una excepción, porque los brindis los hacemos para celebrar cuando cerremos algún caso…ya verás cómo lo haremos" terminó, como si estuviera consciente del sentimiento de derrotismo absurdo que anidaba en su mente.

Bosco…¿cuánto tiempo había pasado ya? Y aún tenía la sensación de que en cualquier momento, entraría a su oficina con una botella de tequila y dos vasos, o furioso por alguna estupidez que Jane había hecho. Lo echaba de menos. Más de lo que cualquiera pudiese imaginar. Y no sólo porque era un buen compañero, un buen amigo…para ella era mucho más que eso.
Sin quererlo, vuelve a recordar las últimas palabras de Bosco, aquella confesión guardada quién sabe cuanto tiempo; escondida en lo más recóndito de su ser. Y que sólo en esos momentos, cuando ya no había vuelta atrás, cuando ya no podía dañar a nadie, se atrevió a decírsela. Simples palabras que envolvían los sentimientos más puros y buenos. Una mirada de tristeza acompañándolas, y luego su respuesta y lágrimas derramándose. Y la comprensión. Ese "sé que no me amas de la misma forma, pero gracias por decir que también me quieres". Y luego la despedida. Esa que no debió ocurrir.

Aparta las manos del computador y las cruza sobre su estómago, como si de esta forma pudiese evitar que la pena atascada en su alma, salga por fin. No es que no le gustaría dejarla libre, gritar, llorar como muchas veces tiene ganas de hacerlo. Pero no quiere que nadie la vea así, no puede permitir el mostrarse débil. Aunque la tristeza la acompañe por siempre.

Un ligero repiqueteo desvía su atención hacia la ventana. Llueve, armoniosa y débilmente. Con el dedo, sigue el curso de una gota que cae por el vidrio. Sonríe, amarga, dulcemente. Siente como si aquella lluvia, representara todas las lágrimas que ella es incapaz de derramar.