Felices fiestas!
Cuánto tiempo sin publicar... Aprovecho las vacaciones para intentar escribir y publicar lo que tenía sin terminar (como es el caso). Este fic no tiene motivos navideños, de hecho me acabo de dar cuenta de que creo que nunca he escrito algo navideño jiji Lo tenía escrito (a medias) desde hacía mucho.
Disclaimer: the mentalist no es mío...
Sonaba la melodiosa voz de Corinne Bayle Rae entonando de fondo las dulces notas de su canción Like a star cuando el coche se salió de la carretera.
OoOoO
Lisbon se había enfadado aquella mañana con Jane. A decir verdad la había cabreado muchísimo, así que le había prohibido tácitamente acercarse al escenario del crimen.
No había parado de recibir llamadas por su culpa. Llamadas de altos cargos muy enfadados por el comportamiento de Jane. Estaba harta de tener que cargar con el asesor y recibir los golpes por él. ¿No podía simplemente portarse como una persona normal?
Jane decidió saltarse las advertencias de Lisbon e ir al lugar del asesinato. Tal vez necesitaran su ayuda y no podía dejarla con el culo al aire por mucho que ella pensara que no le necesitaba. Le necesitaba, o eso le gustaba pensar a él. En realidad, pensó con sorna, esperaba el día en que él fuera el caballero andante en esa relación.
Iba sonriendo mientras conducía. La brisa marina que entraba por la ventanilla del coche en aquel día soleado le daba en la cara y se metía por el cuello de su camisa procurándole una suave caricia llena de frescura. ¡Qué delicia poder conducir así!
Tarareaba alegremente aquella canción que ni siquiera conocía cuando un ruido mecánico comenzó a sonar. Un sonido al que no le dio mucha importancia. Lo había hecho otras veces. Pero el coche comenzó a hacer movimientos extraños que él no había previsto y que difícilmente podía evitar. Debía de ser la dirección porque el automóvil dejó de hacer caso a su conductor. Jane dio un volantazo, momentáneamente recuperó el control pero finalmente acabó perdiéndolo del todo y el coche se deslizó por una pendiente. No se paró hasta que un árbol en el camino lo detuvo.
El Citroën estaba totalmente abollado, el capó partido en dos humeaba. No obstante, Jane estaba bien. Golpeado y magullado susurraba incoherencias mientras luchaba por mantenerse consciente. Como era lógico perdió la batalla. Lo último que vio antes de perderse en la bruma de la inconsciencia fue el sol brillando contra el cielo azul.
OoOoO
Teresa Lisbon estaba preocupada. Nada inusual en ella y probablemente se le pasaría pronto si no fuera porque Jane no había aparecido en la Brigada desde el día en que ella le había dicho que no se le ocurriera volver. Y habían pasado dos días. Sí, probablemente le estaba echando un pulso y en cualquier momento aparecería por allí con su traje de tres piezas y una taza de té. Dios, cómo deseaba que sus rizos rubios atravesaran esa puerta aunque fuera para incordiar. Habían pasado dos días. Él nunca se ausentaba tanto.
Si le estaba jugando una mala pasada sólo para que se arrepintiera por haberle largado de allí… Se iba a arrepentir el idiota ese.
- Van Pelt… - salió por tercera vez en el día - ¿Sabemos algo de Jane?
La pelirroja miró a sus compañeros con preocupación que no pudieron más que devolverle sendas miradas de inquietud antes de dirigirse a su jefa con temor.
- No, jefa. Lo siento.
- Tampoco está en su motel – dijo Rigsby tragando saliva.
- Bueno – suspiró ella – Ya aparecerá cuando le dé la gana.
Se dio la vuelta para volver a su despacho cuando la voz de Van Pelt la detuvo tras contestar una llamada de teléfono.
- Jefa, es para ti.
- ¿Para mí? – con el ceño fruncido tomó el auricular.
- ¿CBI? ¿Teresa Lisbon?
- Sí, soy yo. ¿Quién es?
- Llamo del hospital. Tenemos a un hombre…
- Oh, Dios… ¿Qué ha pasado?
- Entonces, ¿le conoce? En recepción nos han dicho que trabaja en su equipo. No localizamos a su familia. Se llama…
- Patrick Jane.
- Sí, estatura media, mediana edad, rubio…
- Sí, ¿Cómo está, qué ha pasado…?
- Tranquila, señora. Él está bien. Sufrió un accidente de coche hace dos días. No está grave pero creo que debería venir de inmediato.
- ¿Seguro que está bien?
- Hágame caso, agente. Será mejor que venga ¿puede hacerlo ahora?
- Por supuesto, estaré allí en media hora.
Colgó el teléfono con un suspiro pesaroso. ¿En qué se había metido Jane ahora? Su cara debió de cambiar porque el equipo la miraba expectante. Era evidente el desconcierto en sus caras.
- ¿Jefa? – Cho fue el primero en llamar su atención.
- Sí. Han encontrado a Jane. Al parecer está en un hospital de la ciudad.
- Dios, ¿Qué ha pasado? – Van Pelt se quedó boquiabierta - ¿Cómo está?
- ¿Qué ha pasado? ¿Está bien?
Levantó las manos para silenciar a sus agentes.
- Tranquilos, chicos. Él está bien, parece. El doctor me ha pedido que vaya. Evidentemente no han localizado a nadie de su familia – añadió con voz trémula – Bien, Van Pelt, Rigsby…seguid trabajando en el caso. Cho…
- Yo conduzco – dicho esto se colocó la pistola y se dispuso a coger las llaves del coche.
Lisbon hizo una parada en su despacho para tomar algunas cosas antes de salir volando para averiguar qué había pasado con su consultor. Dios, si le había pasado algo… Ella no podía siquiera manejar esa opción.
El trayecto hacia el hospital fue rápido y silencioso. A pesar de la situación de preocupación en la se encontraba, Lisbon pudo pillar un par de veces a Cho mirándola de reojo, inquieto como si quisiera decirle algo y no se atreviera o intentara discernir si era necesario. Sí, Lisbon no necesitaba consuelo. Era la jefa por alguna razón. Era ella la que se encargaba de ofrecer su apoyo cuando se precisaba de él, no al contrario.
OoOoO
El doctor Morrison los recibió en la sala de urgencias.
- ¿Qué ha pasado? ¿Podemos verle?
- Supongo que usted es… - estiró la mano esperando la misma cordialidad que él presentaba.
- Teresa Lisbon, agente del CBI – le estrechó la mano sin ninguna ceremonia pero con firmeza. Lo único que quería era saber cómo estaba su asesor. Lo demás poco importaba. – Perdone, pero…ha dicho que Patrick Jane estaba aquí… Explíquemelo.
- Verá – sus manos de cirujano empezaron a moverse con gestos breves y seguros que acompañaban a su voz – Hace dos días el señor Jane sufrió al parecer un accidente de coche creemos que debido a una avería…
Teresa abrió la boca, su cara debía de reflejar sus sentimientos porque el doctor continuó hablando antes de que ella sacara conclusiones. Cuántas veces le había dicho que ese coche viejo, sin airbags y sin protección acabaría pasándole factura. Parecía una esposa preocupada, pero seguro que ya en su época Ángela le había dicho lo mismo que ella un millón de veces.
- … lo encontraron en las afueras esa misma noche. Él está bien, el coche no tanto pero… sólo necesita un poco de descanso.
- Si lo encontraron hace dos días… ¿por qué han tardado tanto en llamarnos?
- Ese es el motivo por el que quería hablar con usted antes de que le viera. La situación es un tanto delicada.
La cara de Teresa definitivamente expresaba la contrariedad y la ansiedad que el hombre le estaba provocando. O más bien la situación que le estaba explicando. Sacó fuerzas para ser paciente y no zarandear al simpático doctor en busca de respuestas más claras y más rápidas que la satisficieran de una vez.
- ¿Qué es lo que pasa? ¿Cuál es esa situación?
- El señor Patrick Jane se encuentra temporalmente amnésico.
ooo
Involuntariamente abrió la boca y sus ojos se dilataron tanto que parecía que le habían exprimido el abdomen hasta que sus orbes se salieran del lugar como esos estúpidos muñecos de goma. Boqueó varias veces sin dar crédito a lo que le decía. ¿Por qué demonios le pasaban estas cosas a Jane? Quedarse ciego, ser secuestrado más veces de las que podían ya contar, ser golpeado con una pelota de béisbol.
¡Increíble! Estuvo tentada de preguntarle si hablaba en serio, pero no era el momento ni el lugar para esa clase de bromas.
Su cabeza empezó a maquinar preguntas y soluciones a toda velocidad antes de saber si quiera qué era lo que había pasado o si tenía solución.
- Amnésico… - fue lo único que atinó a decir - ¿Cómo ha podido pasar? ¿Cuánto tardará en recuperar la memoria? Porque…la recuperará ¿verdad?
- Bueno, en realidad es un poco complicado, señorita. No podemos estar seguros de si la va a recuperar o cuánto tardará en hacerlo. Estos casos son bastante complejos; podría tardar dos días, dos años o cinco minutos… Es habitual en este tipo de accidentes que debido al shock y el golpe en la cabeza su memoria se haya visto afectada y la mayoría de las personas acaban recuperando sus recuerdos en un breve período de tiempo…
- ¿Cuánto? – intervino bruscamente.
- Dos, tres días. Pero como le digo no puedo asegurarle que vaya a suceder así.
Lisbon suspiró.
- ¿Podemos verle ahora?
- Claro, desde luego. ¿No tiene familia? ¿Necesitan llamar a alguien más?
- No, en realidad…nosotros somos como su familia. Lo que haga falta debe pedírnoslo a nosotros – dijo amargamente - ¿Cómo supo a quién debía llamar? ¿Se lo dijo él?
- Nada más lejos. Los bomberos encontraron su identificación entre el coche destrozado. Así es como supimos donde trabajaba y cómo localizar a alguien que le conociera. Cuando despertó no recordaba nada, así que no había forma de saber quién era o si alguien lo buscaba – Lisbon asintió - Si me siguen les guiaré hasta su habitación.
Los pasillos del hospital se cernían sobre ella creándole una angustiosa sensación. Era sombrío y tétrico, y todo eso aún siendo de día cuando la luz entraba por las ventanas. No quería ni imaginar pasar una noche allí. Y no quería pensar en tener que hacer compañía a Jane. Bueno, a lo mejor al no tener memoria no recordaría lo mucho que odiaba los hospitales. Jane sin memoria era algo impensable, inimaginable. Se preparaba a sí misma para el encuentro con el asesor mientras pasaba los distintos corredores y puertas hasta su habitación.
No podría describir la sensación que invadió su cuerpo entero al ver a Jane. Era extraña. La alegría y el alivio de verle bien, salvo por la herida de la cabeza y unas magulladuras era seguida de la preocupación y el malestar cuando al mirarla no surgió en él ni el más mínimo signo de que su presencia le afectara en modo alguno. Su mirada era vulnerable y estaba perdida. Parecía asustado incluso. Algo que parecía imposible en Patrick Jane. Casi le daba miedo acercarse. Parecía estar bien físicamente, pero eran sus ojos los que hablaban por él. Y gritaban que no estaba bien.
- Jane – suspiró aliviada al poder acercarse y comprobar que sin duda estaba entero. Y no tuvo reparos en dar muestra de su preocupación, a pesar de la cercanía de su colega y del doctor.
Él la miró confundido, curioso al principio; luego hizo un esfuerzo por recordar quién era ella. Lo vieron fruncir el ceño, concentrado en la tarea, pero nada. Era evidente que aunque lo intentaba no lograba dar con la respuesta. Con mirada inquisitiva se dirigió al médico y a la enfermera que estaba a un lado de su cama, como si necesitara aprobación o ayuda.
- Jane ¿de verdad que no recuerdas nada? ¿No sabes quiénes somos? – preguntó acortando un poco más la distancia.
- Encima tengo nombre de chica… Jane – se quejó el asesor ignorando las preguntas que acababan de hacerle. - ¿Podría llamarme por el otro nombre? Paul…
- Patrick – le corrigió antes de dirigirse de nuevo al doctor - ¿Lo ha recordado?
- Me temo que no, señorita – contestó él – Le hemos dicho como se llama cuando nos hemos enterado a ver si de esa forma le venía algo a la mente. Pero nada.
- Entiendo – se dirigió de nuevo hacia el hombre amnésico – Jane…Patrick, dime que no es una de las tuyas. Jura que no estás fingiendo.
Él la miró como si acabara de pisarle los testículos.
- Oye, no sé quién eres, y de verdad que eres muy guapa pero…estás chalada. – Lisbon se quedó atónita. ¿Chalada? ¿Guapa? No sabía si sentirse ofendida o halagada - ¿Quién en su sano juicio querría fingir que no recuerda quién es, a qué se dedica o dónde vive?
- Sin duda, tú – añadió Cho.
- Porque no tienes sentido común, y sueles hacer este tipo de cosas para molestar.
- ¿De verdad?
- Ajá – se sentó en la cama, a sus pies, mirándole directamente a los ojos aún dilucidando sobre si aquello era real o sólo otro de sus juegos que la sacaban de quicio y la metían en problemas. – Entonces…
- Nada. Estoy en blanco, borrado, totalmente en blanco… y es horrible.
Lisbon suspiró apesadumbrada y miró a Cho; éste le devolvió una mirada agitada que no se solía vislumbrar muy a menudo en él.
- Bueno, ¿vais a decirme quién soy o de qué os conozco? – preguntó expectante mirándolos a ambos alternativamente, pero estaba claro que era la chica quien hablaba.
- Yo… - se aclaró la garganta. Él alzó una ceja inquisitiva – Nosotros trabajamos juntos en la Brigada de Investigación Criminal de California.
- ¿La…qué? – por su expresión no tenía ni idea de lo que estaba hablando.
- Es una agencia del gobierno. Trabajamos resolviendo crímenes en todo el Estado. Luego te lo explicaré.
- ¿Soy policía? – Ante esto Lisbon tuvo que reprimir la risa.
- No, no exactamente. Eres un asesor de la Brigada, trabajas en mi equipo. Me llamo Teresa Lisbon, y él es Kimball Cho, mi segundo.
- ¿Asesor? ¿Y qué asesoro?
- Bueno, es algo largo de explicar. Eres muy observador y todo eso. Quizás deberías descansar un poco más antes de que entremos en detalles.
- Llevo dos días descansando – dijo desanimado – ¿No podrías quedarte un ratito y contarme algo sobre mí? Quizás recupere la memoria.
- Estamos en medio de un caso así que va a ser difícil – contestó – pero vendré más tarde y podremos hablar. Ahora deberías echarte una siesta ¿eh? Y pórtate bien, por favor.
- Sí, como si aquí hubiera algo que hacer – hizo un mohín muy parecido al Jane de siempre al que no le gustaban los hospitales.
- Venga, no seas crío. Volveré. Ahora tengo que hablar con el médico. Cho ¿te quedas un rato con él?
Agente y médico se apartaron junto a la enfermera fuera de la sala para hablar.
- ¿Cuándo le darán el alta?
- Bueno, sólo tiene un golpe en la cabeza y unas contusiones así que supongo que mañana podrá llevárselo. La presión del cerebro ya no es un problema. ¿Tiene a dónde ir? Ha dicho que no tenía familia ¿verdad?
Lisbon asintió.
- ¿Ningún pariente? – Ella negó y vio cómo la mirada del hombre se desviaba hacia Jane un segundo, teñida de lástima. Luego se volvió hacia ella de nuevo.
- Pero, no se preocupe, yo me encargaré de él. Bueno, nosotros. En realidad somos como una familia.
- Pero será un poco complicado para él entenderlo. Es decir, descubrir que no tiene memoria y tampoco familia puede ser un duro golpe. Se preguntará quién es, qué hará ahora, se esforzara demasiado en descubrir su identidad y esto creará estrés y el estrés no hará más que empeorar la situación. Procure que no esté sometido a presión y que no intente recordar a la fuerza, nunca funciona… Las cosas tienen que llegar a su tiempo, unas fotos, videos tal vez, caras conocidas. Eso puede ayudar mucho.
- Descuide, doctor. Así lo haré. Como le decía ahora estoy ocupada pero ¿podría venir luego y pasar un rato con él? ¿La noche quizás?
- Desde luego, daré instrucciones de que la dejen quedarse después de la hora de visita.
- Gracias. – desvió la mirada nuevamente hacia su cama. A través del cristal podía verle mirando a Cho con atención.
- Las pruebas han salido bien. De todas formas quiero hacerle un seguimiento y si recupera la memoria o pasa algo fuera de lo común, no dude en venir a verme. Me gustaría saber cómo evoluciona.
Lisbon asintió. Parecía un buen hombre el doctor. La acompañó de nuevo hacia el interior de la habitación.
- ¿Ya has puesto a nuestro amigo al día? – Lisbon se acercó a los dos hombres con una sonrisa dulce en el rostro.
- Lo cierto es que no habla mucho tu compañero. Por lo que entiendo, tú eres la jefa de un equipo, somos cinco miembros, y yo ¿me dedico a observar en busca de pistas y comportamientos en la gente?
- Sí.
- Y me meto en líos.
- Ajá. – Miró de reojo a Cho – Creo que no deberías hablarle demasiado sobre eso.
- Oh, no. No te preocupes agente Cho. Me encanta saber que soy el chico malo. Los buenos nunca se divierten.
- Jane – Lisbon no pudo evitar reprenderle. Cho la miró y se encogió de hombros.
- Oh, por favor – soltó un quejido lastimero y la miró con irritación – No me llames como si fuera tu hermanita pequeña. Me hace sentir mucho peor de lo que estoy, que no es poco dada la situación. ¿No te parece?
- Sigues siendo como una niña – dijo Cho.
- Oye, ¿puede decirme eso?
- Somos compañeros, puede decirte cualquier cosa. – Lisbon se burló. – Nosotros tenemos que irnos, Patrick. ¿Estarás bien?
- Supongo – dijo, e hizo un leve encogimiento de hombros. La amargura en su mirada, la angustia por la falta de memoria eran evidentes. Lisbon sintió cómo se le encogía el corazón por él y por tener que dejarlo solo.
- Cho – el aludido se levantó lentamente de la esquina de la cama y comenzó a salir en dirección a la puerta – Nos vemos luego. El doctor me permite quedarme contigo.
- ¿Por qué? – la miró con una horrible cara de confusión, como si no entendiera la situación, y probablemente no la entendía.
- Porque somos amigos. Y hasta que estés bien del todo necesitas que alguien te ayude a ir al baño – rió y luego salió de allí no sin antes mirarle una última vez.
"Joder, menudo lío". En medio de un caso, Jane sin memoria…"Mierda". Esto se complicaba por momentos. Ya había sido suficientemente duro verlo pasar a través de todo lo de John el Rojo y verlo en el hospital cuando se quedó ciego y ahora estaba totalmente privado de recuerdos, confuso, desorientado. Perdido…
