Haikyuu no me pertenece, y tampoco sus personajes.

Advertencia previa, este fic es 100% incestuoso. Parece que no, porque es sutil en la primera parte, pero no os llevéis una sorpresa.

También me han dicho que Lev parece demasiado serio, ni idea de si es cierto... tengo la percepción de que quién es serio soy yo como narradora, no Lev.


El sonido agobiante de las voces de la gradería, palabras que hacía una eternidad que no oía de anímos sobre su equipo en su mente y el calor pegajoso que hacía que el sudor resbalara por su nuca. Tal vez era un problema culpa del olor plasticoso y artificial que llegaba hasta su nariz, pero no estaba dispuesto a que un mal presagio le hiciera perder.

Lev miraba con fijeza hacia el otro lado de la red, y sí, aquello intimidaba a sus contrincantes la mayor parte de veces. No era tan buen jugador como creían, a pesar de haberlo demostrado, pero sabía que como en el poker, el miedo a perder podía causar estragos. El problema era en parte ese, el otro equipo les superaba por poco y quién realmente sufría miedo era él.

No era supersticioso, tampoco fan de las teorías conspiratorias, no creía en la intuición ni el horóscopo,o por lo menos eso se decía a sí mismo, pero la sensación de que perdería en el último partido que le quedaba por jugar estaba presente. Alisa había asistido a todos los partidos de volley que había jugado desde que había mencionado sentir curiosidad por dicho deporte, y sin embargo, no estaba allí en el que él creía que podía ser el último de todos. Después no quedaba nada, solo la vida de la universidad intranquila, las notas, el estrés, convertirse en un oficinista aburrido que lleva a su jefe de copas por si se le ocurre aumentarle el sueldo... Cosas que parecía que le llevarían a una muerte en vida prematura teniendo que convertirse en adulto.

Necesitaba a Alisa para ganar, necesitaba oír como gritaba para animarle y decirle que diera lo mejor de sí. Lyovochka, siempre lo decía, en público o en privado, y cuando le animaba desde las gradas era mejor que oír su nombre de verdad. Tenía que admitir que al principio lo odiaba un poco, le recordaba que no entendía de dónde provenía, que estaba perdido a no tener ni idea de qué le estaba llamando, pero se había convertido en su segundo nombre.

Cualquier otra cosa le importaría un bledo y le llevaría a hacer un número dramático frente a todo el mundo, seguido de un par de chistes que desestabilizarían la preocupación del equipo. Pero siempre solía ser diferente cuando se trataba de su hermana mayor.

El día anterior le había dicho que quería hacer prácticas en una empresa de Singapur, y había sido como clavarle una puñalada en el costado. No podía marcharse, no podía dejarle solo en Tokyo. Estaban estirados en el tatami del salón, y él jugueteaba con su pelo cuando lo había soltado sin más, sin tacto, sin dar un solo rodeo, tal cual. Solo había dicho que se quería marchar y se había ido a la cocina a preparar los botes de ramen que iban a cenar.

La había visto caminar descalza hasta la cocina, con el pelo a medio trenzar y su camiseta deportiva puesta como si fuera ella quien practicara volley por las tardes. La forma en que caminaba rápido y probablemente solo pensando en si le añadiría salsa de soja a su sopa o mejor no. No podía dormir si no era con ella, lo cual era absurdo porque era adulto y a la vez serio porque se marchaba cinco segundos y ya la echaba de menos.

¿Por qué había aprovechado el único día que estaban solos en casa para decírselo? Obviamente había fingido no querer cenar en un berrinche, pero más tarde había tenido hambre, y había bajado a escondidas cuando creía que estaba dormida. Y ahora todo le pasaba factura porque Alisa no pensaba pisar en el polideportivo para animarle en las semifinales del campeonato de verano.

El equipo contrario sacaba, debía estar atento y sacar de su cabeza todos aquellos problemas. Además, Inuoka le acababa de pegar un codazo, que no dolía pero picaba, y Shibayama estaba farfullando algunos insultos, a sus contrincantes esperaba. No podía evitar admitir que era culpa suya si todo había ido tan mal, su única suerte era su altura como método de bloqueo natural.

Matsusaka, el acomodador de primero no era tan listo como Kenma, pero entre Inuoka y él se las apañaban sin que él les dijera qué hacer. En aquel momento, su ensimismamiento era tal que a duras penas pudo pasar la pelota al otro lado de la red, lo que le valdría otro codazo por parte de Inuoka cuando terminara el partido.

— ¡Haiba! — se quejó su compañero de equipo mientras él seguía ensimismado.

Alisa se marcharía a Singapur a ser una gran jefa de Marketing, y él solo sería... El idiota que iba a hacer que perdieran aquel partido. Claro que iban a perder, tenía que concentrarse. El bloqueo fue perfecto, aunque por parte de Inuoka, y aquello suponía un punto más. A dos puntos de ganar. Y es que no podía dejar de pensar en otras cosas, y no tenía la más mínima idea de cómo uno se concentraba en otra cosa que su principal preocupación.

— ¡Lyovochka concéntrate, tienes que ganar este partido!— Oyó desde atrás, sí, era la voz de Alisa, si no era ella se la estaba imaginando como mecanismo de defensa. No podía girarse, no era el momento, pero igual se giró un segundo para asegurarse que no era su preocupación la que gritaba para sentirse más cómodo. Sí, ¡allí estaba!

Le tocaba sacar a Horigome, de primero también. Pasó como en un abrir y cerrar de ojos, estaba equivocado. Sin que él hiciera nada, Inuoka y otro chico de segundo bloquearon al equipo contrario y ya habían ganado prácticamente. Su presentimiento podía ser cierto, perdía porque no participaba abiertamente de las jugadas que les entregaban la victoria pero su equipo ganaba de todos modos.

Sin darse cuenta siquiera, estaba rematando el último punto. Su premonición era falsa, Nekoma se clasificaba para la final. Aunque debía admitir que lo había hecho sin centrarse en nada, de forma instintiva.

Cuando por fin pudo girar la vista hacia atrás durante algo más que un segundo, no solo estaba Alisa situada al final de las escaleras de la gradería. Yaku la acompañaba aunque observaba la cancha en silencio. Alisa llegaba tarde porque había ido a buscar a Yaku. Aquella era la explicación final. No tenía que darle más vueltas.

Tardó en poder hablar con ellos, pues el equipo tenía que recoger y el entrenador quería hablarles. Por la tarde sería a final, y debían esforzarse más si querían ganar, si esperaban llegar al campeonato nacional... Nada que a Lev le interesara demasiado, porque su cabeza volvía a la gradería cada vez que había un segundo vacío de charla. Quería ir a hablar con Alisa y Yaku.

— ¿Por qué estás aquí? — le preguntó a su excompañero de equipo con cierta sorna, puesto que sabía perfectamente por qué estaba allí. Tal vez desde que había terminado el instituto no habían sido especialmente cercanos, pero solía hablarle de él a Alisa la mayor parte del tiempo. "Yaku está de vacaciones en Sapporo", "Yaku va a tomar clases de coreano avanzado", "Yaku tiene que estudiar y no vamos a vernos este fin de semana", "Yaku dice que tengo que ir a la misma universidad que él" y así repetidamente. Algún tiempo atrás pasaban tiempo los tres juntos.

— Alisa me dijo que querías que viniera a ver la final, así que no fastidies — dijo el chico más bajito. Se le notaba ligeramente incómodo por el tono de su amigo, pero para Lev resultaba imperceptible, en especial después de que le abrazara efusivamente.

Yaku se deshizo de él, Lev se giró hacia su hermana tomándola del brazo y llevándola aparte. Alisa se quejaba superficialmente por las prisas que se llevaba. Ella y Yaku habían corrido para coger un metro atestado de gente, y casi peleado por salir del vagón cuando les habían dicho que la huelga de trenes paralizaba el servicio durante unas horas. Estaba realmente exhausta, además de no saber de dónde sacaba las energías Lev después del partido.

Sintió los largos y delgados brazos de su hermano rodearla y apretarla contra su cuerpo. Estaban escondidos de la mayoría de la gente de la gradería, pero seguía siendo un lugar público y estaban en Tokyo. Era algo incómodo que la gente pudiera verles, pero al mismo tiempo era más cómodo si simplemente no pensaba en ello. Las parejas occidentales hacían aquel tipo de cosas constantemente, y en los dramas de la televisión también ocurría.

— Pensaba que no ibas a venir porque me había enfadado — admitió él con tono de alivio. Era exagerado, y a Alisa le parecía claramente dramático.

— Yo creía que solo estabas triste — rió la chica mirando la expresión atontada de su hermano —. Por eso he traído a Yaku. Hacía tiempo que no nos veíamos los tres juntos.

— ¿Tú has visto a Yaku sin mí?

— En el campus de la universidad — admitió la chica.

Ciertamente, su amigo le animaba y le hacía pensar que realmente no se quedaba completamente solo si Alisa se marchaba de Japón, pero Yaku no era Alisa. Nadie podía ser Alisa. Hizo un puchero algo forzado a la par que ella alargaba la mano hasta su nuca y le acariciaba el pelo.

Alisa se puso de puntillas y rozó sus labios con los de Lev, a la vez que este dejaba de lado su mueca infantil y la besaba. Ella acarició con la punta de su lengua la boca de su hermano superficialmente y finalmente se separaron. Estaban en público y podía resultar molesto si alguien de las graderías decidía girar la vista atrás. Aunque ella sabía que no era como si a Lev le importara lo más mínimo a ella le angustiaban las miradas.

Semanas atrás, una chica se había declarado a la autoproclamada estrella del Nekoma, y este se había limitado a decir que salía ya con una chica medio rusa igual que él. Una historia que sonaba rebuscada y extraña, pero no tanto para los que conocían su relación.

— Lyovochka, no me marcharé hasta la primavera, si me voy — puntualizó la chica seriamente. Hablaba bajito y miraba directa a los ojos verdes de él, que tenían un aire felino —. Y cuando vuelva seguro que sales con otra chica de la universidad, o Akane, y no me haces ni caso.

Él torció su mirada, molesto por lo que acababa de decir.

— Y con Yaku también — bromeó, como si la relación que tuvieran pudiera extenderse a ser con cualquier persona. Siempre le decía que Akane le iba detrás como si tuviera algún tipo de sentido o si pudiera tener interés en la hermana de Yamamoto. Definitivamente Alisa se equivocaba por completo con su idea de que todas las chicas iban detrás suyo.

— Sí, claro, Yaku también — se rió ella girando la cabeza para ponerse frente de su mirada —. Está esperando ahora para decirte por qué bloqueas tan mal. Me ha dicho que no me disculpe más mientras juegas.

Se rió y ambos volvieron a la zona de graderías en la que el libero les esperaba. Tal vez Yaku entendería sus sentimientos si Alisa se marchaba, pero eso no le aliviaba en absoluto.