Se lanzó a la cama y comenzó a repasar con cuidado lo que hacían las tipas de su clase, ellas usaban maquillaje y faldas cortas; dirigió la vista al desteñido uniforme que yacía inmaculado sobre la silla del escritorio abarrotado de consolas y tarjetas anime, el cual traía el borde por debajo de las rodillas, dejando apenas visibles las pálidas piernas a la hora de caminar.

Tomó sus audífonos y colocó alguna canción al azar. Eso era otro factor que contribuía, pensó, minutos después. Y era cierto, las chicas populares escuchaban música muy alejada de sus propios gustos.

Otra cosa era su rostro, que era lo mas alejado de algo lindo, al menos desde su propio punto de vista, y el de su hermano cabe decir.

Pero si lo pensaba bien se daría cuenta, de que por lo menos no era otra del montón, como un clon robótico u alguna otra locura que su trastornada mente lograse crear en aquel momento de ''revelación''.

Con pereza, se levantó de la cama y se cambió de ropa mirando el reloj con algo de apuro mientras corría escaleras abajo para así apresurarse un poco.

Quizá y un incendio acabó con la escuela y nos harán volver a casa, pensó mientras llegaba, decepcionada, aunque, en cierta forma estaba feliz, pues era autentica, no una copia barata de la sociedad, y eso era lo que le importaba en aquel minuto.

Mas para su desdicha, había olvidado desayunar.