Todos los personajes le pertenecen a S. Meyer, yo solo juego con ellos un rato
Muchas gracias a mi Beta Monse o mejor conocida por estos lares como Monz Pollen :) ... ahora sí la leyenda oficial: "Beteado por Monz Pollen. Beta FFAD https: / www . facebook . com / groups / betasffaddiction/" ^^
ADVERTENCIA: Esta historia contiene lemmon fuerte así que si no te gusta no leas...
A las sombras de la noche
La música alta resonaba en mis oídos, casi podría decir que lastimaba mis tímpanos. Miré con tristeza la copa que tenía entre mis manos. En el líquido color verde sobresalía el hielo picado. Observé la Margarita como en trance, con un dedo delineé el contorno, quitándole un poco de la azúcar escarchada. El alcohol ingerido sólo hacía que me hundiera más en mi miseria. Hoy se supone que debía ser un día increíble, como se darán cuenta, no lo fue.
El día de hoy era trece de septiembre. Y sí, es muy importante la fecha. El día de hoy se cumplen veinticinco años que yo, Isabella Swan, llegué a este mundo. Es por eso que me siento deprimida al estar en un bar sentada en la barra, y por sobre todas las cosas… sola mientras toda la gente se divierte. Mi hermano Jacob me había organizado una fiesta en el mejor bar de Port Angeles, no es que hubiera muchos de donde elegir, sólo son tres.
Acabo de salir de la universidad y estoy en busca de trabajo, estudié literatura y me especialicé en la inglesa en la Universidad de Washington, mandé unos cuantos currículos a diferentes editoriales para pedir trabajo, pero aún no me responden.
Vivo en un pueblito muy cerca de aquí llamado Forks; con mi madre, mi padre y mi hermano Jacob. En el tiempo que estaba en Washington me quedaba en las habitaciones de la facultad, nunca compré un departamento así que, estaba atrapada en este pequeño pueblo hasta que hallara trabajo.
Soy una chica muy tímida, nunca tuve muchos amigos, pero los mejores de todos sin duda eran los que conocí en la carrera. Lamentablemente no pudieron venir, ni siquiera Alice Brandon, mi mejor amiga. Esta fiesta que se supone debería de ser para mí, pero más bien era fiesta de Jacob.
—¡A esa Bella le hace falta la Bestia! — gritó un tipo desde una esquina.
El grito me sacó de mis pensamientos y volteé a la mesa desde donde vino el ruido. Allí estaban Mike, Tyler y Eric; ellos eran de las pocas personas del instituto que estaban en mi fiesta. Los tres estaban completamente borrachos, viéndome con una sonrisa burlona y una botella de cerveza en la mano.
—¡Vamos cariño! — gritó Mike — ¿A caso planeas quedarte ahí toda la noche? Ven a sentarte con tú novio que te extraña mucho.
¡Oh! ¿No lo había mencionado? Mike Newton es mi novio, siete años juntos. Desde el baile de graduación lo ha sido, y sinceramente no es el amor lo que nos ha mantenido unidos, sino mi falta de coraje para romper con él. Suspiré cansada y fui a su encuentro. Caminé lentamente hacia su mea, tenía intención de sentarme a su lado, pero él me jaló y me sentó en sus piernas, rodeando mi cintura con un brazo.
—Esta mujer de aquí va a ser mi esposa — dijo Mike arrastrando las palabras — y voy a tener muchos hijos con ella.
Sus amigos se rieron solamente.
—Además para tener los ocho hijos que tengo va a ser necesario practicar mucho, ¿no cariño?
¿¡Ocho hijos! Este tipo es estúpido. No planeo casarme con él ni aunque me paguen. Debería de encontrar una manera de romper con él sin sentirme culpable. además, practicar para tenerlos. ¡Por favor!, el sexo con él es más que patético. Maldigo el día en el que le deje meterme mano. ¡Por Dios! No pude elegir peor persona para perder mi virginidad. Me da pena decir que a los veinticinco años jamás había sentido un orgasmo, bueno al menos no uno que valiera la pena. Ni siquiera por mis propias manos. Mike sonrió burlón y comenzó a acariciarme la pierna. Yo me removí incomoda en su regazo.
—No Mike — susurré —Están tus amigos enfrente.
—¿Y eso qué? —preguntó insolente —no creo que les moleste.
Subió la mano que tenía abrazada a mi cintura y me apretó uno de mis senos mientras su otra mano seguía en mi pierna y me trataba de besar.
—¡Te digo que no! — grité — ¡Quítame las manos de encima!
Volteé hacia todos lados en busca de alguien que me ayudara, pero la música alta y las conversaciones de la gente hicieron que el sonido de mi grito no se escuchara más allá de la mesa en la que estaba sentada. Intente empujarlo con las manos, pero él me tenía agarrada con mucha fuerza. Cuando coló su mano por debajo de mi vestido y tocó mi sexo por encima de la tela de las bragas, di un respingo. Desesperada encaje uno de mis tacones en su pantorrilla, haciendo que me soltara inmediatamente. Salí corriendo del local sin despedirme de nadie mientras los gritos de dolor y los insultos hacia mí que Mike profesaba se perdían por el ruido excesivo.
Las lágrimas se deslizaban por mi rostro mientras caminaba sin rumbo por las oscuras calles de Port Angeles. Esto era el colmo. Nunca más volvería a hablar con Michael Newton, Alice tenía razón, me merecía alguien mejor que él. No me preocupe de mi destino hasta que los tacones me empezaron a destrozar los pies. Elegí una calle al azar intentando encontrar la calle principal o un taxi para regresar a casa. De pronto unos pasos se comenzaron a escuchar detrás de mí. No le tomé importancia hasta que me di cuenta de que pasaba las calles y estos pasos seguían detrás.
Asustada, apreté el bolso contra mi pecho, agarrando la correa de tal manera que pudiera aventarlo o utilizarlo como arma. Volteé a ver atemorizada, vi a tres tipos siguiéndome y sólo eso bastó para desatar mi pánico. Corrí. Rezando por no tropezar y quedarme a la merced de esos sujetos. En cualquier caso, rogaba porque solo quisieran robarme y no hacerme algo peor. Escuché los pasos acelerando y yo lo hice también. Doblé en la siguiente esquina con la esperanza de encontrar a alguien que pudiera ayudarme.
Mis ruegos fueron escuchados. A la mitad de la cuadra se hallaba un hombre apoyado en la pared de un edificio, miraba hacia la luna que brillaba caprichosa en todo su esplendor. Corrí más rápido, viéndolo como mi salvavidas.
—¡Por favor ayúdeme! — jadeé cuando llegué a su lado.
El hombre me volteó a ver y por un momento me quedé sin habla. Aquel extraño era sumamente atractivo. Tenía una mandíbula fuerte y cuadrada, su nariz era recta, sus labios rellenos y de un delicioso color, sus ojos parecían negros pero no los podía declarar como tal, pues la luz no me ayudaba, su cabello era color castaño con unos reflejos cobres por lo que pude ver con la escaza iluminación. Una voz diciendo "ahí está" me sacó de mi ensoñación. Sentí el cabello de mi nuca erizarse de miedo antes de volver a mi tarea de suplicar
—Por favor — dije — me vienen siguiendo, ¡Ayúdeme!
El extraño miró por encima de mi hombro antes de endurecer su expresión, para tomarme de la mano y salir corriendo de ahí. Sus zancadas eran largas y rápidas, prácticamente me arrastraba. Me guio por un sinfín de calles; en medio de la carrera tropecé, él me tomó por la cintura antes de que cayera y me cargó como un bebé antes de echarse a correr otra vez después se metió en un callejón y me bajo ahí; se puso un dedo en los labios indicándome que no hablara, unos pasos apresurados se escucharon y él me empujo a la pared, encerrándome entre esta y su pecho inmediatamente vimos como los tipos que me habían estado siguiendo pasaban de largo el callejón y sólo hasta que su andar se dejó de escuchar puede relajar mi cuerpo, me abracé a él sollozando; él rodeó por la cintura y dejó que descargara mi alma contra su pecho.
Poco a poco me fui calmando y comencé a tomar conciencia de aquel ejemplar masculino que aún me mantenía apretada contra él. Estaba completamente pegada a su tonificado pecho; sus fuertes brazos me rodeaban con delicadeza y mis manos estaban a escasos centímetros de sus nalgas. Me separe de él ruborizada, él me lo permitió, sin embargo se negó a soltar su agarre sobre mí.
—Gracias — dije mirando su hermoso rostro.
—De nada — contestó el extraño con una suave voz aterciopelada.
¡Santísima Mierda! Pero que hermosa voz tenía aquel hombre, como me gustaría que me susurrara cosas sucias al oído. Él extraño soltó una pequeña risilla y yo lo miré confundida. Tenía una mueca de burla en su rostro, como si se riera de lo que acababa de pensar, pero eso era imposible ¿cierto? De pronto su rostro cambio, inhalo fuertemente cerrando sus ojos en un gesto de placer, como un drogadicto lo hace con la cocaína. Acercó su rostro al mío y pegando su nariz a mi mejilla derecha inhaló mi esencia; al exhalar lo hizo directamente en mi boca. Gemí, Su aliento era maravilloso, causó una sensación desastrosa en mí; mi cuerpo se estremeció bajo su toqué y no pude evitar cerrar los ojos. Cuando abrió los ojos y me vio directamente a los míos y me sonrió.
Me sentía adormilada, no podía apartar la mirada de esos ojos rojos ¿Rojos? ¿He dicho rojos? La luz de la luna iluminaba tenuemente su rostro, dándole un aspecto sombrío e iluminando esos ojos oscuros que antes creía negros y ahora veía que eran de un color más bien vino. Un color extraño para una persona ¿no lo creen? Pero era muy bonito, me pregunto por qué yo no tenía un color tan lindo como ese, no había visto a ninguna otra persona con ese color. Sería mejor que todos pudiéramos elegir el color de nuestros ojos. Me pregunto de qué color tendría mis ojos si pudiera elegir, tal vez morados, o naranjas; no, mejor rojos, rojos como esos que me estaban viendo, esos a los cuales son podía apartar la mirada.
Escuche como se reía suavemente. Su melodiosa risa retumbo en mí ser, sentía mi cuerpo cansado y cuando las piernas me fallaron, él coloco los brazos debajo de las axilas, deteniéndome, no dejándome caer.
—No sé si fue buena idea hipnotizarte — comentó divertido — piensas puras tonterías, creo que hubiera disfrutado más de tu pánico que de tu docilidad.
¿Pensar? ¿Cómo podía saber lo que pensaba? ¿Leía la mente? ¿Cómo es que él podía hacerlo? ¡Yo quiero aprender! Haber amigo si realmente lees la mente dime como le hiciste para leer la mía.
—Soy un vampiro, querida –dijo entre risas
¿Un vampiro? ¿De esos que chupan sangre? Que divertido, yo le tengo pánico a la sangre. Seguramente sería la peor vampira del mundo, claro si fuera vampira, seguramente me desmayaría antes de poder tragar y me moriría de inanición. ¿Un vampiro puede morir de eso?
—No puedo creer que este respondiéndote — dijo Edward antes de soltar una sonora carcajada — No, un vampiro no puede morir jamás, es una maldición, si no comes únicamente te debilitas hasta el punto de no poderte mover, pero siempre estarás vivo, sufriendo la maldición de querer morir y no poder hacerlo.
Nos quedamos callados. Su rostro había cambiado, tenía una mueca sombría como de tristeza.
—¡Pero que estoy haciendo! — gritó enojado — Ya debería haberte succionado hasta tu último aliento de vida.
—¿Me vas a matar? — pregunté, hablando por primera vez desde que llegamos al callejón.
—Voy a succionar hasta el último resquicio de sangre de tu hermoso cuerpo — respondió seductor.
Todo ese tiempo no había despegado sus ojos de los míos. Ahora ese rojo vino me parecía un poco más oscuro. Quitó sus brazos de debajo de los míos, sin embargo no llegué a desplomarme en el piso, pues él inmediatamente me abrazo por la cintura y apretó mis nalgas con sensualidad. Masajeándolas lentamente, acercándome a su cuerpo. Un gemido de placer broto de mis labios al sentir su creciente miembro en mi estómago.
—Pero primero — agregó — te haré gritar en éxtasis, acariciaré cada centímetro de este cuerpo de pecado que posees, te tomaré con mi miembro, me hundiré en tus mojados pliegues una y otra vez fuerte y rudamente y sólo cuando me ruegues por tu libración te la daré. Nunca disfrutaras tanto en tu vida y justo cuando creas que estas en la cúspide del placer beberé de ti y me deleitare con tu sabor, ese sabor de tu líquido vital que se hará mucho más dulce en medio de tu clímax, será la última cosa que sientas, pero habrá valido la pena.
Continúo acariciando mis nalgas en movimientos circulares; sentí como la humedad de mi sexo se hacía más y más grande. Una mano se despegó de mis glúteos y comenzó a subir lentamente en una placentera caricia y cuando llegó al borde superior de mi vestido lo sujetó con la mano y lo jaló hacia abajo, rasgándolo. Lo único que hacía que la tela rota, de lo que alguna vez fue un vestido, no se callera al suelo, era su cuerpo pegado al mío; sosteniéndolo, sometiéndolo. Con el mismo salvajismo con el que me arrancó el vestido arrancó las bragas, dejándome prácticamente desnuda. No llevaba sujetador pues con ese vestido no era necesario, así que si él se separaba un poco quedaría desnuda por completo al caer los retazos al piso.
Sus dedos traviesos comenzaron a acariciar mis labios superiores. Sonriendo pícaramente cuando se dio cuenta de que la humedad escapaba de mi centro hasta el punto de casi gotear al suelo. Recogió una gota de mi líquido y se la llevo a los labios, quitó esa gota con una lamida sensual, acarició con su lengua la yema de su dedo y dejó escapar un ronco gemido. Sus ojos rojos resplandecieron.
—Tienes el néctar más dulce que he probado cariño — dijo en voz baja — casi tanto como espero que sepa tu sangre.
Su mano regreso a mi sexo, pero ahora no se detuvo en la superficie. Su dedo medio de encontró con mi clítoris y lo comenzó a acariciar en movimientos circulares. Mi boca se abrió, dejando salir una serie de jadeos y agudos gemidos que traspasaban el silencio de la noche. Su dedo se dirigió más abajo, dejando mi clítoris desatendido durante unas milésimas de segundo, pero fue rápidamente reemplazado con su pulgar, delineó el borde de mi canal antes de hundir su dedo en él y comenzara a bombear. El gemido esta vez fue mucho más fuerte, mis brazos de repente cobraron vida para aferrarse con fuerza a sus hombros. Aceleró sus movimientos y yo temblé, cuando agregó un segundo dedo a la ecuación; caí, caí a un nirvana de sensaciones mientras sus dedos eran aprisionados por la contracción de mis paredes, una carga de flujo se deslizo entre ellos, empapando su mano. Mi boca se tornó en una perfecta "o" mientras temblaba sobre él. Todo ese tiempo sus ojos no se despegaron de los míos, sin embargo el contacto visual fue roto por el éxtasis de mi liberación, pues en la cumbre de este no pude evitar cerrar los ojos.
De repente el extraño sopor en el que me había visto sumida desapareció. Mis músculos recuperaron su fuerza y mi cerebro proceso toda la conversación que había tenido con él. ¡Santísima mierda! ¡Estaba en manos de un vampiro! Planeaba violarme para después matarme drenando mi cuerpo. Me tense instintivamente y abrí los ojos con terror. Él estaba sonriendo burlonamente, mientras aún mantenía mi cuerpo sostenido con una mano de mi trasero y la otra dentro de mi vagina.
—¿Ya has despertado no es así? — dijo él — deberías saber que eso no cambia las cosas.
—¿Qué vas a hacerme? — pregunté con temor.
—Ya te lo dije.
—¿Vas a violarme?
El ronco sonido de su risa retumbó en mis oídos. Un escalofrió recorrió mi cuerpo y el pánico comenzó a apoderarse de mí.
—Amo como late tu corazón atemorizado — dijo él — y no, no te violaré, no contaría como violación, puesto que tú me deseas de igual manera que yo a ti; te lo dije, me hundiré en ti y haré que pases la más placentera noche de tu vida antes de que esta acabe.
—No me mates — supliqué — por favor
—No creo que eso sea posible –respondió
Comencé a sollozar, las lágrimas caían de mis ojos libremente. El miedo llenaba mi ser, no tenía caso pelear, a él jamás le ganaría no importaba qué hiciera, me tenía en sus manos y a su merced, podía hacer conmigo lo que quisiese y yo no podría hacer nada al respecto. Él sacó la mano de mi interior y con ella acarició mi rostro dulcemente, manchándome con mis propios fluidos.
—No llores — pidió.
Tomo mi mentón y lo alzó con delicadeza obligándome a mirarlo a los ojos, sollocé más fuerte, me hipnotizaría nuevamente con esos orbes escarlata y ese sería el fin de mi vida.
—No te voy a hipnotizar — dijo rebatiendo a mis pensamientos — no te quiero volver a tener como títere, eso no va contigo, no quiero que tu cuerpo descanse flácido contra el mío mientras yo te sostengo y te hago disfrutar; quiero que me respondas, quiero que tu cuerpo se aferre a mi mientras gritas con placer, quiero esta pasión que ambos sentimos la consumamos juntos, en sintonía
Comenzó a repartir suaves besos a lo largo de mi rostro. Pasando por mis mejillas y recogiendo con los labios mis lágrimas. Poco a poco dejó caer mi cuerpo, sus manos acariciaron mi espalda desnuda mientras me deslizaba hacia abajo, hasta que estuve de nuevo de pie. Sus fuertes brazos me rodeaban la cintura, los míos ahora descansaban sobre sus hombros. El movimiento había hecho que lo que solía ser mi vestido ahora estuviera en el suelo, su tacto resultaba peligrosamente tranquilizador y eso no me gustaba. Entonces, sucedió sus labios se apoderaron de los míos, moviéndolos con fiereza, irrumpió con su lengua en mi boca, explorando cada centímetro de ella, me estaba sometiendo con ese beso aplacándome y esfumando cualquier objeción o resistencia que pude haber tenido.
Me estrechó contra sí y pude sentir su miembro ahora completamente despierto frotándose contra mí. Una de sus manos quito su agarre de mi cintura y la subió hasta posarla en uno de mis senos. Lo estrujó y movió en círculos haciéndome gemir, su pulgar acaricio mi pezón antes de pellizcarlo. Tuve que despegar mis labios de los suyos para poder lanzar ese grito ahogado que pugnaba por salir.
No podía creer que me estaba rindiendo. Aquel ser oscuro estaba a punto de tomarme aquí, en un sucio y oscuro callejón. Aquél mismo hombre que me había salvado de un destino… ahora ya no puedo decir si aquel hubiese sido peor. Pero mi cuerpo me delataba, mis pezones estaban erectos y no era a causa del frio, mi centro goteaba y palpitaba en necesidad, mi boca hace tiempo que no podía dejar de emitir gemidos y pequeños jadeos. Ese ser, ese cuerpo me provocaba sensaciones que jamás sentí, a pesar de mi poca experiencia. Había tenido el más intenso orgasmo de mi vida en sus manos, literalmente. ¿De verdad seria tal malo morir entre sus brazos?
—¿Ya lo empiezas a dudar? — rió él.
Con una sola mano se quitó los pantalones; no tenía ropa interior, su miembro saltó orgulloso y completamente erecto ante mi atenta mirada, era largo, aunque no demasiado y muy ancho, una pequeña gota de líquido pre seminal se asomaba picara por la punta, se veía tan apetitoso, no pude resistir el impulso de estirar una mano y comenzar a masajearlo, mi mano se movió a lo largo de él, jugueteando, meneándolo a mi antojo. Él se dejó hacer, aunque no mucho tiempo, sólo pasaron unos segundos antes de quitar mi mano de alrededor suyo, volverme a cargar y sostenerme contra la pared con las piernas separadas.
—¡Voy a hacerte rogar por un orgasmo! — Dijo él — ¡Sólo cuando supliques por él, te haré llegar!
Se hundió en mí en una sola estocada, una fuerte y rápida estocada; gemí y sus labios se encontraron de nuevo con los míos mientras él seguía con sus embestidas en un ritmo brutal. Podía escuchar el sonido de nuestras pieles al chocar y el de nuestros jadeos, podía sentir el frio de la pared en mi espalda, sus manos sosteniéndome, sus testículos chocaban contra mis nalgas en una caricia excitante. Podía sentir como cada centímetro de él se hundía entre mis pliegues, como se mojaba por mis fluidos, la sensación era de verdad maravillosa…
Perdí la noción del tiempo.
De lo único que era consiente era de su pene entrando y saliendo de mi a una velocidad y fuerza casi inhumanas. Mi cuerpo se retorcía por el placer, no podía acallar los ahora gritos que lanzaba mi garganta. Un beso de su parte acalló mis gritos. Abrí los labios con expectación y enrede mi lengua con la suya. Cambio el ángulo de las penetraciones haciendo que mi clítoris fuera estimulado por el roce de su piel en cada una de ellas. Me sentí desfallecer. No aguantaría mucho más. Separe mis labios de los suyos y justo cuando creí que me haría llegar a la cumbre, paro.
—¡No! ¡Por favor! — supliqué — ¡Por favor no pares!
—¿Qué quieres? ¡Ruégamelo! — Dijo él sacando su miembro y volviéndolo a meter rápidamente.
—¡Quiero que me supliques! Que me pidas absolutamente todo lo que quiero hacerte.
Lamio mi cuello, justamente donde el pulso latía, la caricia de su lengua me hizo jadear y darme cuenta a que se refería.
—¡Por favor! — Lloriqueé cerrando los ojos — ¡Por favor! ¡Déjame llegar al orgasmo! Muérdeme y sáciate de mi sangre, pero por favor, déjame llegar.
Reanudo sus salvajes embestidas, mi cuerpo reconoció su ritmo rápidamente. Pasaron unos cuantos segundos antes de sentir como mis paredes comenzaban a apretarse en torno a él. Entre mis gemidos hundió su rostro en mi cuello y volvió a lamer, ahora lo besaba suavemente, como con adoración. Dio dos estocadas más antes de que mi vagina se contrajera en un fiero abrazo a su miembro, grité mientras las olas de intenso placer comenzaban a llegar. De pronto el hundió sus dientes en mí. La sangre comenzó a salir a borbotones. No dejó que ni una gota se desperdiciase. Mientras bebía mi placer aumento, haciéndome ver las estrellas. Un ronco y sonoro grito resonó desde mi pecho, mis ojos se rodaron en blanco mientras mi cuerpo se sacudía en el mayor placer que jamás imagine sentir. Lo último que vi antes de perder la conciencia fueron unos ojos rojo brillante. Había valido la pena.
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Los rayos del sol contra mi piel fue lo que me despertó. Me incorpore lentamente, sentía todo mi cuerpo cansado y adolorido. Parpadee varias veces para poder enfocar en donde estaba. Mire confundida a mí alrededor. Era mi habitación.
—Todo fue un sueño — me susurre.
Mire aun desconcertada los zapatos de tacón que ayer había usado al lado de mi cama. Al examinarme me di cuenta de que tenia de mis camisetas de dormir y un pantalón de pijama. Todo no había sido más que un sueño. Sin embargo todo lo recordaba tan real. Mis ojos se cerraron sin permiso al recordar aquel intenso orgasmo que viví, o más bien dicho que soñé. Un vacío se instaló en mi pecho al recordar al causante de eso. Ni si quiera supe su nombre.
—¡Oh vamos Isabella! — Me regañé en voz alta — ¿Cómo puedes añorar a alguien que ni siquiera existe?
Me levante de la cama enojada conmigo misma y me dirigí hacia mi baño. Al incorporarme, sentí mis piernas temblar y mi cuerpo muy pesado. Seguramente ayer tuve que regresarme caminando, solo estaban cansadas. Pase por mi closet para agarrar unos pants y una playera cómoda, solo para andar en la caza. Antes de cerrar las puertas me di cuenta de que yacía un gancho vacío muy a la vista, era en gancho en donde se suponía debía estar mi vestido de anoche. Sacudí mi cabeza en un intento de convencerme a mí misma de que debía haberlo dejado en otro lado. Roto en un callejón de Port Angeles por ejemplo. ¡No! No podía ser así, eso solo fue un sueño, seguramente mi madre entro a mi recamara por la ropa para la tintorería y decidió llevarse el vestido. Si eso debió pasar.
Entre a mi baño y deje todas las cosas en la tapa del escusado. Abrí el grifo del agua y llene un vaso antes de comenzar a cepillarme los dientes. La vi. No pude evitar soltar el cepillo, este cayó sonoramente en el lavabo. Pero no me preocupe por eso. Mi otro yo en el espejo reflejaba una cara de inmenso asombro, mis ojos estaban abiertos a lo máximo y mi boca llena de pasta dental también. Ahí, justo en el lado derecho de mi cuello había una herida. Por la carne tierna se podía adivinar que era reciente y parecía, parecía una mordida. Trague en seco, pero sin querer un poco de pasta se coló. Me dio un taque de tos que me obligo a arquearme y quitar mi atención de la mordida para no ahogarme. Escupí y abrí el grifo para enjuagarme la boca directo de él. En medio de la acción un papel doblado al lado del jabón llamo mi atención. "Isabella" rezaba aquel papel en una pulcra letra. Me incorpore y limpie mi boca con el dorso de la mano, la misma que agarro el papel y temblorosa lo desdoblo.
Regresaré por ti.
Edward Masen
Edward. Edward. Edward. Se llamaba Edward, aquel ser que me había seducido a las sombras de la noche, se llamaba Edward. Todo fue real. No supe si sentirme esperanzada o amenazada por la promesa que contenía ese papel, lo que no pude evitar, fue que una sonrisa boba se extendiera por mis labios al tiempo que sentía mi corazón acelerar. Vendrá por mí.
Este capitulo originalmente fue un One-shot para el concurso LEMMONADA EXPRESS, sin embargo por algunas peticiones y una pequeña dosis de imaginacion de parte mia, surgio un lindo long-fic.
Espero que les guste y si les gusta pues haganmelo saber y no se queden con las ganas! Yo se que quieren apretar ese hermoso globito que esta aqui abajo.
Nos leemos pronto
besitos
*Bliss*
