I - Llegada

El aire de la madrugada mecía las cortinas de la ventana, cuyas hojas estaban abiertas de par en par, haciéndome sentir un escalofrío en la espalda que erizó mi vello.

Aunque el dormitorio estaba en la planta de arriba, oí las pisadas procedentes del rellano y después, la llave introduciéndose en la cerradura. Mis ojos, espabilados y despiertos, consultaron la hora: 03:45 de la madrugada.

Pero había permanecido despierta, esperando.

Aquella era la noche.

La puerta se abrió y el llavero metálico cayó en el cuenco de la entrada con un ruido sordo. Mi corazón se saltó un latido y los pies me protestaron cuando los puse en el suelo frío en el momento de salir de la cama, impulsada por el resorte de la emoción, de la alegría… de la pasión contenida durante tres semanas de larga espera.

Sin siquiera molestarme en echarme la bata sobre los hombres, me precipité fuera del dormitorio y recorrí el pasillo haciendo resonar mis pasos.

No había puesto el pie en el primer escalón cuando le vi, dejando caer la bolsa de lona al suelo y bajándose la cremallera del anorak. Debajo se vio una camiseta blanca de mangas largas que llevaba impresas las siglas de la serie.

Charlie me sonrió, avanzando unos pasos con sus zapatillas deportivas de un blanco inmaculado hacia mí. Yo bajé un escalón, luego otro. Le devolví una sonrisa vacilante.

-No te has cambiado de ropa –susurré, mientras él subía un escalón. Y luego otro.

-No podía esperar para verte.

Nos encontramos a mitad de recorrido. Yo bajando y él subiendo. Sus brazos fuertes me estrecharon con fuera y su frente se apoyó en la mía. Aspiré el olor de su cabello rubio, dejé que su mirada azul me hiciera naufragar.

-Cuánto te he echado de menos, pequeña –susurró, y me empezó a besar.