Disclaimer: Los personajes corresponden en derecho de propiedad a sus respectivos autores, esta historia es sin fines de lucro. Sólo con el único fin de entretener a un público lector; de una fan para fans.
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Por Ladykya0
Original 2015.
Re-edición 2018.
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De mis errores
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— Así que aquí es dónde estabas —, escuchó la voz masculina proveniente de su lado derecho. — Delia está preocupada —. Lo sintió tomar el asiento libre a su derecha, y lanzándole una mirada de reojo pudo observar como con su mano le hacia una seña al bar tender, el cual sólo asintió a su pedido. — Un Wisky doble, por favor.
El ruido del lugar comenzaba a irritarle los oídos, risas por un lado y voces murmurantes por el otro. ¿Cuántas horas habían pasado ya? Mirando el reloj de manecillas situado detrás del hombre cano que iba y venía con diferentes bebidas; comprendió que la noche debía reinar ya sobre el pueblo entero. Suspiró bajando su mirada hacia el vaso de cristal frente a él, hundiéndose de nuevo en los pensamientos que lo habían atrapado ya todo ese tiempo.
— Pensé que estarías en Kalos otra semana —. La voz de Gary lo sacó de sus brumosos pensamientos, una vez más. En consecuencia, su mente comenzó a recordar.
Claro, Kalos; hacía menos de un día él seguía en aquel lejano lugar.
— Sabes... —, volvió a decir el hombre a su lado, e interrumpiéndose por un instante comenzó a saborear la bebida que habían recién dejado frente a él, — Daisy llamó muy molesta hace unas horas. Pobre Tracey, estoy seguro que vivir con una de las hermanas sensacionales ha de ser todo un infierno. Aunque... —, hablaba sin importarle que su interlocutor no pareciera escucharlo. — Aunque, tú debes saberlo mejor que yo. ¿No es así, Ash?
El entrenador sólo sonrió ante el comentario final de su compañero. Sin embargo, su vista aún se mantenía clavada en el pequeño recipiente vacío, en el cual aún podía notar un par de cubos de hielo derritiéndose.
— ¿Cómo sabías que estaría aquí? — Su tono desinteresado hicieron a Oak tomar un trago más de su bebida.
— Mmmh —. Ash, esta vez, le dirigió una primera mirada a su amigo. — Pues, en Celeste no ibas a estar —. Se burló, y recargándose en el asiento con vaso en mano, removió el líquido marrón. — Y, supongo que un trago no cae mal, de vez en cuando.
Ash asintió y regresó la mirada al lugar que parecía interesarle tanto, mientras sus pensamientos volvían a los errores ocurridos en esas últimas 24 horas.
— ¿Sabe Lance que estas aquí? — Escuchó de nuevo.
— A estas alturas ya debe haberse dado cuenta.
— Y, ¿por qué regresaste Ashy-Boy? — El tono burlón que caracterizaba a su amigo, hicieron a Ash sonreír ligeramente. — No me digas que sólo fue porque extrañabas la bebida de este lugar.
— No molestes Gary —. Le reclamó el pelinegro, recargando esta vez su rostro sobre su puño derecho. Comenzaba a molestarse.
— Si me preguntas...
— No te estoy preguntando —, lo interrumpió cortante, en la misma posición sin levantar la vista hacia su amigo.
— Si me preguntas —, repitió el castaño con sorna. — Yo estaría en Celeste, amando a cierta pelirroja de mal carácter —. Ash levantó la mirada y al ver la sonrisa del castaño decidió no responder.
El silencio pronto invadió a ambos hombres, en un ambiente que hacía a Ash sentirse cada vez más incómodo.
Era obvio que Gary sabía que algo había pasado. Si lo pensaba un poco, a estas alturas todo el mundo debía saberlo ya. Los gritos que Daisy dio por el auricular sumada con la imagen de su rostro enfurecido, dejaban en evidencia que la menor de las hermanas no encontró una placentera estadía en Kalos y que la misma Daisy no había encontrado otra solución más que llamar buscando a Ash para obtener algún tipo de explicación; sin éxito.
Ash suspiró, y mientras veía la pantalla de su teléfono resplandecer en una vibración continua, notó una nueva llamada perdida, para después desviar su mirar a otro lugar.
— Seguro te dejará por ser infiel —, comentó Gary rompiendo el silencio que el entrenador se empeñaba en crear; intentando sacarle de alguna manera información a su amigo, aunque tuviera que hacerlo enojar en el proceso. Y la mejor manera siempre había sido decir mentiras de su persona. Porque todos sabían que Ash podría ser lo que quisiera, pero jamás un traidor.
— ¡Que yo no la engañe! — Gritó sin pensarlo, dejando que su molestia lo dominara mientras se ponía de pie. Gary simplemente se sobresaltó, debido al fuerte golpe que dio a la barra con sus palmas.
Todos los presentes se percataron de la escena, provocando un repentino silencio dentro del establecimiento, para después voltear hacía ellos y observarlos con atención. El castaño no quitó la mirada sorprendida de su amigo, y Ash resignado dejó ir sus fuerzas para caer de nuevo en el banco en el que había estado sentado desde que había llegado a aquel bar. Oak continuó viendo cautelosamente a su antiguo rival, y después de un par de segundos tomó de su propia bebida con tranquilidad, con una media sonrisa llena de ironía.
— ¿Y ustedes qué miran? Métanse en sus asuntos —, escucharon decir al Bar tender quién limpiaba uno de los tantos tarros de cerveza que se encontraban en la sobremesa del lugar, con un trapo blanco. Ash no dijo nada más. —Toma, este va por la casa — le dijo el cano hombre, quién intercambiaba su vaso vacío por uno recién servido de fresco licor. El maestro pokémon sólo asintió sin siquiera dirigirle una mirada al hombre.
— Ash... —, esta vez el tono del castaño tenía cierto toque de preocupación camuflajeada en su voz grave. — ¿Qué diablos fue lo que pasó? — Continuó con seriedad, intentando no alterar más a su amigo, y en el proceso controlándose él. — Sólo sabemos que Misty fue a seguirte a Kalos porque quería hacerte compañía en tu presentación. ¿La estabas engañando? — Preguntó por fin sin titubeos, dejando su vaso sobre la barra, girándose para poder mirar directamente cada reacción de Ash. Después de haber presenciado aquella escena, se dio cuenta que su broma había resultado ser bastante real.
Ash siguió sin responder, sin enfrentar a Gary dio un trago más a su bebida y el castaño no pudo más.
— ¡Maldita sea Ash! ¿La engañaste? — Esta vez fue Oak quién gritó al verse exasperado por la actitud renuente de Ash, se levantó sin pensarlo, molesto, sujetando con sus manos la camisa del entrenador, haciendo que el banco en donde había permanecido sentado cayera al suelo, llamando así, de nuevo, la atención de los demás hombres presentes en ese bar.
— No —. Fue lo único que los labios del pelinegro articularon, y por primera vez esa noche su mirada oscura se toparon con la verde del investigador. Oak entonces no tardo en soltarlo, exhalando el aire que se había atorado en sus pulmones en esos segundos, controlando de nueva cuenta sus propios impulsos. Levantó con molestia su propia silla del suelo, para sentarse de nuevo en ella. Guardó silencio para después volver a posar su mirada de la manera más sería que Ash jamás había visto a Gary mirarlo.
— Habla.
¿Hablar? Se preguntó a si mismo Ketchum mientras reacomodaba sus ropas y su lugar frente a su propio trago.
¿Qué quería que le dijera? ¿Que él no tenía la culpa? ¿Que no fue su error? Por favor, si hasta parecía excusa barata. Pero, qué más daba si esa era la verdad. Sentía una gran presión en el pecho porque en realidad no lograba entender cómo era que aquello le podía estar pasando a él. Tomó el contenido de su vaso en un solo trago, largo y amargo, donde aún no sabía cómo responder a la pregunta de su ex rival. ¿Le diría entonces que Lance era el culpable? Claro, sólo a él se le ocurre llevarlo de gira pokémon a Kalos un mes antes de su boda con Misty, sólo para complacer las insistencias de las fans de aquella región.
Para nada, de todas formas lo más seguro es que habría pasado, casado o no.
¿Entonces? ¿Que debió echar a cierta castaña chica en cuanto la vio cruzar la puerta de la oficina en el edificio de la Liga? Si, eso habría sido lo más sensato, pero ¡qué rayos iba a saber él que la ojiazul se le iría encima de esa manera! Peor aún, ¿cómo diablos pretendían que supiera que justo en ese preciso momento entraría una sonriente Misty, que no tardó ni dos segundos en salir del lugar convertida en un mega Gyarados después de haber dejado la marca de su mano en su aún hinchada mejilla?
Ash suspiró pesadamente.
— Déjame adivinar, tu problema se llama Serena —, adivinó el castaño interrumpiendo los enredados pensamientos del hombre, quién no había dicho una sola palabra todavía, y en cambio hacia gestos que claramente le decían a Gary que el joven se encontraba en un argumento interno que no lograba resolver. — Puedo imaginarme diversas escenas —, continuo, e intentado relajarse tomó un sorbo de su olvidada bebida.
— Me dijo que lucharía por mi hasta el último segundo, que aún me amaba —, declaró al fin.
Que aún lo amaba.
No había olvidado esa pequeña historia de amor. No era tan fácil. Cuando Ash terminó su viaje pokémon por Kalos, regresó de inmediato a Kanto; no solo con nuevos Pokémon, con nuevos amigos o recuerdos de aventuras increíbles, regresó con una amiga especial. La candidata número uno a convertirse en la novia del entrenador, y hasta ese momento, a nadie le sorprendió porque en realidad la chica se había esforzado demasiado para lograr que el entrenador volteara siquiera a mirarla más que como una compañera de viaje.
Al final, Serena lo había logrado. El chico había decidido emparejarse con la ojiazul, pensando en que en realidad la idea no era tan descabellada sabiendo que la chica siempre había sido dulce con él, sin mencionar su amabilidad y alegría. Pero, el tiempo pasó y Ash se vio sofocado más y más por las atenciones que cada día se hicieron más empalagosas. Le molestaba pensar en ella como la chica hostigosa en la que se había convertido respirando sólo de él. Dependiendo de él. Y, eso no le permitían a Ash concertarse en su entrenamiento para conseguir el título de maestro, que ahora ostentaba.
Un día malo, de un entrenamiento poco satisfactorio, con la desesperación que el solo ver a la chica le causaba, terminó en una discusión en donde él optó por dejarla, rechazando con mucha más paciencia, de la que en realidad tenía, el sin número de intentos que la castaña hizo por reparar su extinta relación, de la cual, él en realidad, jamás puso un punto final. Hasta que un día ella decidió, de una vez por todas, regresar sola a Kalos, Ash sólo pensó en que ella por fin se había rendido. Debió saber que Serena no iba a dejar de aferrarse al cariño que sentía por él tan fácil.
Así que, uno de los errores de Ketchum fue dejar rastros de esperanza en los sentimientos de la chica.
— E intentó detenerme diciendo que estaba cometiendo un error al casarme —, continuó después de un par de segundos, mientras aun intentaba hilar sus propias ideas. — Me rogó como jamás había visto a nadie rogar, lloró. Y, no pude ser tan malo como para dejarla ahí. Pero, fue por eso que cuando llegué al aeropuerto el último vuelo a Kanto se había ido. Y, Misty junto con el. Esto sólo es mi culpa, Gary.
— ¿Fue cuándo pediste la transferencia urgente de Charizard? — Preguntó incrédulo Gary, después de asentir. Al menos notaba que Ash reconocía la parte de culpa que tenía en aquel drama que estaba viviendo.
— No —. Negó, haciendo énfasis con el movimiento de su cabeza —, había un vuelo directo a Isla Secunda. Al llegar ahí fue cuando le pedí a Charizard traerme a Paleta.
Gary comprendió, pero entonces una duda más asaltó su cabeza.
— Quieres explicarme entonces ¿Qué diablos haces aquí? — Recriminó de nuevo, mientras esta vez prestaba atención al semblante destruido que rodeaba a Ash. Con sus ropas formales desordenas, probablemente, debido al viaje encima del Pokémon volador que había realizado, y sus cabellos desordenados.
— Sabes Gary, la amo demasiado —. Tomó el último sorbo de su trago, mientras el hombre a su lado lo miraba desconcertado por las recientes palabras que el entrenador había dicho sin más. — Pero, a veces creo que le traigo más dolor que felicidad.
— ¿De qué me estás hablando? — Se rió un poco el investigador al escuchar las cursis declaraciones y la idea de que talvez los tragos ya comenzaban a afectarle a su antiguo rival cruzó su mente. — Jamás la había visto más feliz —. Dijo en lo que casi pudo haber sido un susurro, pero que Ash alcanzó a escuchar. El silencio reinó entre ellos de nuevo, con las voces de fondo haciendo eco entre los pensamientos de ambos hombres.
Era verdad, el castaño no vio, jamás, tan feliz a Misty.
Realmente Gary no podía decir con claridad en qué momento se había hecho tan cercano de la pelirroja líder de gimnasio. Sólo sabía que había comenzado a tratarla tiempo después de iniciadas sus investigaciones a lado de su abuelo. La veía visitar a Delia y al mismo profesor Oak, haciéndose un espacio entre sus pesadas obligaciones como líder. Él pensaba que lo hacía por el peliverde asistente, aquel observador con el que se llevaba tan bien, Tracey; pero no tardo en enterarse, de boca de su abuelo; que ella venía cada vez sólo con la esperanza de encontrarse con Ash, aunque ella misma negaba esa razón.
La primera vez que escuchó acerca del cariño especial que probablemente Misty sentía por el entrenador, lo hizo pensar en que era una tontería muy grande, así que incrédulo continúo observándola, de alguna manera se veía atraído hacía ella, y cuando pudo darse cuenta, ambos ya compartían una clase de amistad en donde, sin percatarse del todo, él, en el fondo aspiraba a algo más. Pero, fue cuando Ash regresó con Serena a su lado, que se dio cuenta de lo que sucedía realmente entre ellos, y lo idiotas que en realidad eran.
— Eres un idiota Ketchum —. Escupió de pronto Gary, llamando totalmente la atención del mareado hombre quien lo miró entre extrañado y ofendido. — Pero eras un idiota obstinado y con valor, en este momento solo eres un idiota, patético y cobarde —. Y sin decir más, se puso de pie sacando de su bolsillo una cartera de piel color café. Tomando un billete del interior, dejándolo sobre la madera barnizada de la barra. Ash sin realmente entender, decidió ignorar las acciones de su amigo. — Te lo diré sólo una vez. No como amigo, sino como hombre —. Ash entonces levantó de nuevo la vista con curiosidad. — Después de esta noche, no volveré a dejar ir a Misty. No habrá manera en que permita que vuelvas a ganarme. Es tú decisión —. Con seguridad, y tras una breve e imperceptible sonrisa de lado emprendió camino hacia la salida, desapareciendo rápidamente de la vista de Ketchum.
Ash regresó su mirada sorprendida topándose con el cano hombre frete a él quién tomaba el billete y lo guardaba dentro de una de las bolsas delanteras de su mandil color negro.
— Su amigo se veía decidido —, comentó desinteresadamente para después alejarse hacia el otro extremo de la larga mesa para atender al hombre rubio que recién llegaba.
— Decidido —, repitió en susurro para sí, pensativo.
Cuídala. Porque la próxima vez, no me contendré, y ni Arceus bastará para que recuperes a Misty.
La voz de Gary retumbó dentro de su cabeza, y sin estar seguro de si era un efecto de su posible estado de actual ebriedad o su propia impulsividad, el actual maestro pokémon reaccionó poniéndose de pie, y tras dejar de manera torpe un billete al que ni siquiera prestó atención, tomó la chaqueta que había estado reposando todo ese tiempo en el respaldo pequeño de su banco e intentó correr hacia la salida, pero debido al ligero mareo que sentía terminó chocando con algunos clientes a los cuales no dudo en quitar rápidamente de su camino, sin siquiera ofrecer una disculpa. E intentó alcanzar al castaño mientras sentía el aire fresco de la noche, chocar contra su rostro. En ese momento se dio cuenta que entre sus errores de esos días estaba el haber olvidado que Gary no sólo había sido su primer rival, la primera persona con quién luchaba para ser mejor ante los Pokémon. No, no sólo había sido su rival profesional, sino que también, ambos habían disputado el amor de Misty, siendo Oak quién cediera al final. Y que esas habían sido las últimas palabras que el castaño había dicho antes de darse por vencido.
No lo encontró por ninguna parte, pero el siguiente pensamiento que llegó a su mente, que intentaba recobrar lucidez fue: ¿Cómo había podido ser tan estúpido y haberse puesto a dudar cuando lo que tenía que hacer era ir y arreglar las cosas con aquella chica de carácter fuerte?
Nunca la había visto más feliz.
Aspiró todo el aire que sus pulmones le permitieron y sin pensarlo tomó, de la parte trasera de su cinturón, una pequeña esfera que rápidamente creció ocupando la extensión de su mano entera. Entre todas las promesas que había hecho a lo largo de su vida, una de las más importantes fue haberle prometido a Gary hacer a Misty feliz, aquel día cuando su amigo de infancia admitió su derrota. — Si ella es feliz contigo. Entonces no puedo hacer nada más —. Le había dicho mientras, al igual que esa noche; se ponía de pie y se retiraba con la cabeza en alto. Pero sobre todo, y mucho más importante, se lo había prometido a ella un sin fin de veces en esos cuatro años y medio de relación. Arrepintiéndose cada día del tiempo desperdiciado en el que ignoró el amor de ella. E incluso, se lo había prometido a si mismo porque él la amaba más de lo que en realidad jamás creyó. Con toda la fuerza que su alma podía ofrecer, y estaba a punto de arruinarlo todo de manera permanente.
No podía permitirlo, ¡por Arceus que no lo permitiría! Y si Misty aún quería estar a su lado, entonces...
— Charizard, sé que estas cansado —, se detuvo cuando por fin se había alejado lo suficiente del establecimiento en el que había pasado las últimas horas —, pero por favor, necesito que me lleves a Celeste.
El gran reptil volador apareció ante él envuelto en una brillante luz rojiza que se esfumó en un segundo. El pokémon dirigió una mirada imponente a su entrenador para después con un rugido orgulloso decirle que subiera a su lomo. Ash no tardo un instante más y montándose hábilmente, el tipo volador se perdió en el cielo nocturno de esa noche sin luna.
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— Hijo, ¿Estas bien? — Preguntó la mujer a la pantalla, dónde la imagen de su único hijo se proyectaba — ¿Qué te pasó? — Se preocupó más cuando vio una leve hinchazón en la mejilla izquierda del hombre.
— No te preocupes, esto es de ayer —, señalándose el lugar que su madre miraba, rió apenado. — Llamé para avisar que estaré en Celeste — sonrió, — no te preocupes por mí, ni por Misty, ni por la boda.
— ¿Debí hacerlo? — Se sorprendió la mujer para después angustiarse aún más.
— No —, otra sonrisa fue lo que la castaña mujer pudo observar, pero lo que llamó su atención fue la decisión que la mirada achocolatada que su hijo transmitía —, bien, debo irme, hablamos después. Adiós.
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...entonces, no dejaría que corriera lejos de él, de nuevo. Porque de todos sus errores, ese es el que no planeaba cometer.
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¡Hey!
¿Qué tal? Bueno, si llegaste hasta aquí de nuevo, ya habrás notado que no hay un cambio significativo en la historia. Solo se realizó la corrección y limpieza que merecía, y si eres nuevo leyendo este fanfic, bienvenido y gracias por tu tiempo.
Si se te ofrece, puedes encontrarme en facebook como LadyKya0, y cualquier comentario ya sabes cómo hacérmelo llegar.
Gracias por leer.
