- Portaos bien, chicos. – Repitió Hermione por décima vez aquella noche.

- No te preocupes, mamá, ya somos mayores. – Respondió su hija, Rose, de nuevo.

- Lo sé, pero aún así quiero que os comportéis y tengáis cuidado.

- Vic y Teddy cuidarán de nosotros, tita. – Comentó James, el primogénito de Harry y Ginny Potter, apareciéndose en medio del salón de la familia Weasley. – No tienes por qué preocuparte.

- ¡James, no me des estos sustos! – Exclamó su tía al verle. Negó con la cabeza ante la actitud del chico.

- Lo siento. – Contestó él, sonriendo. – Pero vengo a recoger a Rose y Hugo.

- Podemos utilizar la red flu nosotros solitos. – Su prima enarcó una ceja. – Además, no creo que tú seas precisamente la mejor niñera del mundo.

- No seas mala con tu primo, Rose. – Le reprendió su madre. – Yo le he pedido que viniera, me quedo más tranquila si viajáis acompañados.

- Y será mejor que nos marchemos en seguida, ya han llegado todos al piso de Teddy. – Añadió James.

- Mañana nos vemos, mamá. – Rose besó a su madre en la mejilla y se colgó su mochila del hombro. Se acercó a la chimenea y, tras coger un puñado de polvos flu, los lanzó tras pronunciar su destino. - ¡Apartamento de Teddy!

- Hasta mañana. – Su hermano también besó a su madre, recogió su bolsa y se metió dentro de la chimenea. Lanzó también unos cuantos polvos y exclamó las mismas palabras que su hermana.

Cuando sus dos primos hubieron desaparecido, James se volvió hacia su tía.

- Bueno, si no necesitas nada más, yo también me voy.

- Un momento James. – Hermione se cruzó de brazos y le dedicó una mirada seria al chico que frunció el ceño. – No quiero nada de sorpresas esta noche: nada de fiestas, ni alcohol, tabaco, explosivos…

- Tita, no íbamos a…

- Ya, claro. – La mujer enarcó una ceja. Conocía bien a sus sobrinos y no se creía aquello. – Tú solo hazlo.

- Está bien. – James puso los ojos en blanco. Ya habían planeado algo e iban a hacerlo de todos modos. Ni sus padres, ni ninguno de sus tíos iban a enterarse. - ¡Adiós, tita!

- Hasta luego. – Respondió ella, mientras él desaparecía del salón.


Apareció en el recibidor del apartamento de Teddy, el ahijado de su padre y, prácticamente, su hermano mayor. Se dirigió hacia el salón, donde todos los demás charlaban. Victoire, Dominique y Molly charlaban sentadas en el sofá; Teddy le comentaba algo a Fred y Louis en un rincón; Lucy, Hugo, Roxane y Lily estaban sentados en un círculo en el suelo; Rose y Albus hablaban en un rincón, entre susurros.

- No me puedo creer que les mintieras a tus padres para irte con ese. – Le reprochaba la chica a su primo.

- Nunca entenderé qué tienes en contra de Scorpius, Rose. – Replicó él.

- Es un arrogante y un estúpido. – Dijo ella.

- Además, no les mentí, simplemente no les dije con quién iba, ni dónde. – Puntualizó Albus, ignorándola deliberadamente. – Sabes que les da igual que seamos amigos, pero no les habría gustado el sitio al que fuimos. Ya sabes que mi madre cree que soy muy pequeño para todo.

- Un irresponsable es lo que eres. – La pelirroja negó con la cabeza y se cruzó de brazos. – Irte de cervezas con Malfoy y Nott…

- No lo digas tan alto. – Susurró él. - ¿Quieres que se entere James?

- No, desde luego que no, pero…

- ¡Rose! – La voz de Victoire la interrumpió. La rubia se acercó rápidamente a sus dos primos pequeños, quienes decidieron dejar su conversación para más tarde. Le dedicó una sonrisa al chico. – Albus, ¿te importaría dejarnos solas un momento?

- Claro. – El chico asintió lentamente, preguntándose qué sucedería, pero se marchó sin pronunciar palabras.

- ¿Qué sucede, Vic?

- Nos vamos a una super fiesta. – Respondió la chica agarrando a la otra del brazo y tirando de ella hacia donde estaban Dominique y Molly sentadas.

- ¿Qué? ¡Yo no voy!

- Oh, venga, Rose. – Dominique le puso un puchero. – Será muy divertido, nosotras tres vamos.

- Sí, anímate. – Insistió Molly. – Llevamos días planeándolo.

- Espera, ¿días? ¿Por qué no me habéis avisado antes?

- No queríamos que se enteraran nuestros padres, era demasiado arriesgado decirlo cerca de tu madre, siempre consigue enterarse de todo. – Molly sonrió. – Y ya sabes cómo es mi padre, se habría puesto furioso si se hubiera enterado de lo que realmente pensábamos hacer en nuestra "noche de primos".

- No diré nada, pero no quiero ir.

- Oh, venga, Rose, hazlo por mí. – Victoire le pasó un brazo por los hombros. Ambas se entendían muy bien y la rubia era consciente de que podría convencerla si se esmeraba un poco.- Nos lo pasaremos genial.

- ¿Los demás no vienen? – Preguntó Rose, tras titubear unos instantes. Le gustaba pasar tiempo con Vic y sabía que cuidaría bien de ella. Le apetecía salir una noche con sus primas antes de ir a Hogwarts.

- Teddy y los chicos van a probar no-se-qué nuevo invento y estoy segura de que Lily y los demás estarán encantados de ayudarlos. – Explicó la chica, sonriendo.

- Y, mientras tanto, las Weasley mayores se van de fiesta. – Molly elevó los brazos y comenzó a aplaudir.

- Pero no he traído nada de ropa, chicas, solo el pijama.

- Ya hemos pensado en eso. – Dominique sonrió maliciosamente y Rose se estremeció. ¿Qué habían hecho ya? – Pero, primero, tienes que prometernos que nos dejarás arreglarte como queramos.

- Eso sí que no. – Rose se cruzó de brazos.

- No te va a quedar más remedio, primita. – La mayor de las cuatro la arrastró hacia el dormitorio, seguida de las otras dos.

- ¡Te va a encantar nuestra idea, Rose! – Exclamó Molly. – Ya verás.

Cerraron la puerta del dormitorio de Teddy y corrieron el pestillo para que nadie las molestara. En el suelo estaban las mochilas y bolsas de todos los primos, pero Victoire los ignoró y se dirigió hacia el armario directamente. Con un movimiento de varita hizo que de este salieran cuatro vestidos de fiesta.

- Vaya… - Rose abrió la boca. Eran preciosos pero no estaba segura de que le sentara bien alguno de los cuatro.

- Este es para ti, Rose. – Dijo Dominique, señalando uno de ellos. Era rosa palo, no tenía mangas, la parte de arriba era lisa y, la de abajo, de tul. Probablemente le quedaría bastante por encima de la rodilla. – Pensamos que te gustaría.

- Es muy bonito. – La chica la cogió y acarició el tul de la falda. En su opinión, era el mejor de todos.

- Lo he elegido yo. – Victoire sonrió y cogió otro. Este era blanco, de encaje y manga corta. – Sabes que tengo buen gusto.

Molly y Dominique cogieron los dos vestidos restantes. El de la primera era azul, de tirantes y muy pegado, con un cinturón plateado a la altura de la cintura, mientras que el de la otra era negro, con la falda estrecha y la parte superior suelta. Las cuatro primas se cambiaron rápidamente y, después, comenzaron a peinarse y maquillarse.

- Vas a estar increíble, fíate de nosotras. – Dijo Dominique, haciendo que Rose se sentase en un taburete.

En seguida las tres chicas alisaron su pelirrojo y rizado pelo y comenzaron a maquillar sus ojos marrones. Le aplicaron rímel y una sombra clara, a juego con el color de su vestido, le pusieron un poco de colorete y, por último, colorearon sus labios. La retocaron un poco antes de darle un espejo para que se mirara. La chica no pudo contener una exclamación al verse. Estaba guapísima.

- Guau. – Dijo. – Estoy increíble.

- Lo sabemos. – Dominique sonrió. – Tienes que fiarte más de tus mayores, Rose.

La pelirroja negó con la cabeza, pero no añadió nada. Había hecho bien al fiarse de ellas, estaba muy guapa y, estaba segura, se lo pasaría genial aquella noche. Las otras tres chicas comenzaron a arreglarse rápidamente. Molly se recogió se larga melena castaña cobriza en una trenza sobre su hombro; Victoire se alisó su pelo rubio y Dominique se onduló su corta melena pelirroja clara. Se maquillaron rápidamente y retocaron unas a otras. Rose, mientras tanto, sonreía. Las dos mayores eran tal para cual, aunque probablemente la pelirrojo era aún más presumida que su hermana, mientras que Molly aprovechaba su gran memoria para almacenar miles de trucos de belleza. Cuando estuvieron listas, se calzaron unos tacones y le dieron otros a su prima.

- Son míos. – Dijo Victoire. – Creo que tenemos la misma talla, espero que te queden bien.

Rose se los puso, dubitativa. Le costaba mucho andar con zapatos así, pero eran preciosos y sabía que le sentarían genial, así que decidió hacer el esfuerzo. Sería solo por aquella noche y, si le dolían, siempre podía quitárselos. Se puso de pie y, junto a sus tres primas, salió al comedor. Todos los presentes al escuchar el ruido de los tacones se giraron hacia ellas y las miraron, boquiabiertos. El primero en hablar, fue Teddy.

- Estáis preciosas. – Dijo, sonriendo. – Tú la que más, mi amor.

Victoire se sonrojó, pero todos los demás asintieron. Tanto ella como sus hermanos tenían una octava parte de veela y eso hacía que resultaran aún más atractivos de lo habitual. Se acercó a él y le dio un corto beso en los labios.

- Gracias, cielo. – Respondió, tras separarse. – ¿Podrás hacerte cargo de todos ellos?

- Nos lo pasaremos genial. – El chico de pelo azul se encogió de hombros. – Disfrutad mucho de la fiesta.

- Descuida, lo haremos.

Albus aprovechó entonces para acercarse a Rose. La interrogó con la mirada, pero ella se limitó a mover un poco la cabeza.

- ¿Dónde vas? – Le susurró.

- No estoy muy segura, la verdad. – Contestó la pelirroja.

- ¿Me recriminas haber ido a tomar unas cervezas con mis amigos y ahora te escapas tú a una fiesta que no sabes ni dónde se celebra?

- Voy con las chicas. – Rose puso los ojos en blanco. – No es lo mismo, además, no va a pasarme nada, voy con Vic.

- ¿Y si se enteran tus padres?

- No lo harán, Al. – La chica apoyó su mano en el hombro de su primo. – No digas nada, ¿vale? Y pásatelo bien con los demás.

- Lo intentaré, pero no prometo nada.

El pelinegro bajó un poco la cabeza. Su relación con James no era demasiado buena debido, sobre todo, a sus casas de Hogwarts: el mayor era Gryffindor mientras que el menor pertenecía a Slytherin. Su prima se mordió un poco el labio, pero decidió que no podía quedarse. Tenía ganas de salir con las demás, así que le abrazó y le prometió que, dos días más tarde, pasaría todo el viaje hasta la escuela con él. "Aunque tenga que aguantar el imbécil de Malfoy", añadió aunque procuró que nadie más la escuchara. No todo el mundo en su familia veía con buenos ojos esa amistad.

Las cuatro chicas se despidieron de todos y, utilizando de nuevo la red flu, se trasladaron hasta la fiesta.


N/A: Pues sí, después de mucho tiempo diciendo que iba a subir esta historia también aquí (está en Potterfics), por fin me he animado a hacerlo. Como ya está escrita subiré un par de capítulos al día para que sea más dinámico ^^

Quiero darle la bienvenida a todos aquellos que empiecen esta historia y también a los que se animen a releerla ^^

Muchos besos,

María :)